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Las piedras no tienen dignidad

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Rossell es un sucesor de D铆az Ferr谩n. Pertenece al grupo de Arturo Fern谩ndez, el que colecciona coches antiguos y precios altos, aunque deba cantidades ingentes a la Seguridad, deuda que 茅l lleva con mucha honra seg煤n sus propias palabras. Rossell tiene en sus filas a creadores fecundos de trabajo, aunque sea a las afueras de la vida: Laponia, por ejemplo. Y visionarias como M贸nica de Oriol que radiograf铆a a los vagos que no encuentran trabajo y que sin embargo cobran una miseria de cuatrocientos euros que junto a los cuatrocientos de los abuelos dan para un caldo caliente. Pues dice esa gran empresaria que hay que suprimirlos porque los necesita ella para cenar una par de langostas.

Rossell, como D铆az Ferr谩n, sabe que s贸lo les pueden crecer los bolsillos si los obreros trabajan m谩s por menos. No hay otra soluci贸n, dec铆a D铆az Ferr谩n, aunque 茅l encontr贸 otras formas de enriquecerse. Rossell, como Montoro, tiene claro que los salarios han subido moderadamente contra los radicales de extrema izquierda de la O.C.D.E. que piensan que la econom铆a se hunde si no suben.

Me dan miedo esos seres que dicen que se han hecho a s铆 mismos, que comenzaron de la nada y que hoy figuran en la lista Forbes o que aspiran a figurar en ella. Me dan miedo porque hasta dios necesit贸 de un pu帽ado de barro para crear al ser humano. Me estremecen, porque la historia es n铆tida y quienes estaban en la nada y hoy son c煤spide tienen una historia de espaldas pisoteadas para llegar a la altura de su respetabilidad actual. Porque han sabido aprovechar la miseria de pa铆ses donde se pagan unos centavos al d铆a por muchas horas de trabajo, porque emplean sin escr煤pulo mano de obra de ni帽os que deb铆an estar jugando a los m茅dicos, descubriendo la hermosa anatom铆a de un cuerpo ajeno. Coleccionan esclavos manuales como quien colecciona encendedores de oro o pulseras de brillantes. Me causan n谩useas imaginarlos donando dinero a c谩ritas, un dinero manchado con el cansancio de peque帽os orfebres de riqueza, manos callosas de hombres y mujeres que olvidan las caricias porque s贸lo sue帽an con prendas que hay que confeccionar o con zapatillas de deportes que permitir谩n la velocidad de famosos corredores. Me dan miedo eso que dicen haberse hecho a s铆 mismos.

Algunos de estos prohombres blanquean sus conciencias aceptando que hay quienes sufren las consecuencias de esta estafa perfectamente dise帽ada para conseguir metas muy concretas y definidas de enriquecimiento. Y hasta dicen estar preocupados por ellos. Entonces manifiestan farisaicamente que son los primeros en desear un tiempo prometedor en que todos retomemos un estado de bienestar que si se ha resquebrajado, es s贸lo de forma temporal, porque ellos ganando mucho junto a otros ganando hambre conseguir谩n que regrese la bondad de la vida para todos.

¿Y mientras tanto? Pues mientras tanto habr谩 que hacer lo que ya otros han hecho: los minijobs, e.d. trabajos con sueldos de hambre. Sueldos que no permiten un presente, ni una independencia vital, ni un proyecto de vida en pareja, ni unos hijos donde derrochar los besos y las caricias que todos llevamos dentro. Estos minijobs se envuelven en chantaje y se sirven a voleo entre los est贸magos angustiados de esos millones de parados sin futuro, sin m谩s esperanza que la desesperanza. Y en cada entrevista de trabajo hay una propuesta indecente: o lo tomas o hay millones esperando esta oportunidad. Y Rossell y su distinguida compa帽铆a de hombres hechos a s铆 mismos gritan a los cuatro vientos: menos da una piedra.

Y entonces uno saca una conclusi贸n: las piedras s贸lo saben dar pedradas, romper heridas, abrir r铆os de sangre, aflorar el dolor y en ocasiones provocar la muerte. Las piedras dan poco, pero ese poco es l谩tigo, desprecio dolorido, desverg眉enza desbocada.

Y sobre todo de las piedras no brota dignidad. Algunos tienen una concepci贸n tan miserable de la vida que les basta con el omega de oro. el dupont de oro, la estilogr谩fica de oro. Algunos s贸lo aspiran a eso. Ignoran que hay seres que necesitan dignidad como medida de la propia vida. Y no conciben que alguien desprecie un sueldo de minijobs en base a que es indigno, en base a que no engendran la dignidad sin la que algunos no saben vivir ni les merece la pena vivir.

Hay quienes desprecian la dignidad porque s贸lo entienden de pedradas.

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