OPINI脫N de Bruno Per贸n Loureiro, Brasil.- Brasil es un palco de incontables casos de adoctrinamiento al azar. Ya que en este pa铆s no se defini贸 una ruta coherente por la cual debe pasar la educaci贸n de su gente, m茅todos discordantes encadenan a sus medio-ciudadanos. No faltan ejemplos que suman experiencias en las formas de consumo, en los libros “did谩cticos” y en las sociedades religiosas.
No llego a esta conclusi贸n solamente porque Brasil es un paroxismo de pr谩cticas espiritualistas. Aqu铆 cualquier personaje m铆nimamente convincente que hable sobre el destino de la humanidad y los misterios de la psique gana adeptos. Mientras Brasil enaltece a los espiritualismos, los Estados Unidos son criticados por su exceso de materialismo, tal como lo denunciara hace m谩s de un siglo el escritor uruguayo Jos茅 Enrique Rod贸 en su libro Ariel (1900).
Es de ese materialismo que emana el deseo irrefrenable que los brasileros tienen de comprar y ser parte de este mundo high-tech, ultramoderno, agitado y un tanto sin rumbo. Sin importar los medios requeridos para alcanzar los fines deseados, los brasileros se envidian por hablar a trav茅s del IPhone 5, que se convirti贸 en s铆mbolo de status social entre los adolescentes, y hacen triqui帽uelas en los receptores para tener acceso a centenas de canales de televisi贸n.
Falta por eso verg眉enza en la cara, cuando queremos presidentes absueltos y diputados que hagan m谩s ejercicios que Tiririca en el Mam贸dromo Nacional (Congreso).
¿Y qu茅 decir de los reales, d贸lares y euros que fluyen de dentro hacia fuera de Brasil y dejan al pa铆s en carest铆a y a sus medio-ciudadanos sin recursos para el sue帽o consumista?
En seguida, hagamos una reflexi贸n sobre los h谩bitos de lectura de los j贸venes, ya que este texto enfoca cuestiones doctrinarias y educativas. Constatamos que no se lee menos, como algunos creen. Hoy se pasan muchas horas frente a programas electr贸nicos y telas de varios tama帽os con leyendas. Por eso las escuelas adoptan equipos de inform谩tica con la esperanza de que s贸lo ellos impulsar谩n la eficiencia en la ense帽anza, mientras que la Rede Globo denuncia casos de eliminaci贸n de libros did谩cticos nuevos como residuos org谩nicos, por “fallas administrativas” se帽aladas por un gobierno local.
Esta y otras experiencias problem谩ticas comprueban que Brasil sufre de complicaciones de adoctrinamiento. Cuando se cre铆a en la capacidad del pa铆s en relaci贸n a sus hijos y de los abuelos a sus nietos, se descubre que a menudo los m谩s viejos deber铆an frecuentar escuelas junto con sus hijos. Muchos de ellos tienen mucho que aprender en amar la vida y valorizar el papel ciudadano.
Brasil tiene muchos laboratorios sociales, que rinden por lo menos algunos resultados positivos en las cuentas del gobierno, por lo menos aquellos que se mantienen en funcionamiento. Cuando una serie de resultados son negativos es preciso cambiar la f贸rmula para evitar tragedias mayores. En Brasil, solo una reforma pol铆tica profunda e inclusiva derrocar铆a los negociados que se alternan en el poder. Luego, es preciso cambiar los deditos que controlan a los t铆teres presidenciables.
Pero este escenario de cambios s贸lo se tornar铆a realidad a trav茅s de la instrucci贸n popular (que se pregona por lo menos desde las pedagog铆as olvidadas del sergipano Manoel Bomfim) de la valorizaci贸n de la ciudadan铆a y del reconocimiento del espacio p煤blico como un lugar de todos. En vez de eso, vemos a las v铆as de convivencia como no pertenecientes a nadie, as铆 por ejemplo tiramos descaradamente desechos en 谩reas p煤blicas y somos displicentes con las calles rotas.
Por lo tanto, la espiritualidad que tanto se atribuy贸 a Brasil en su papel moralizador y civilizador de la “nueva era” debe pasar por profundas reformas tard铆as pero perentorias de sus medio-ciudadanos. Tenemos que colocar los conflictos doctrinarios de lado –o abolirlos de una vez– porque 茅stos dividen al pa铆s por la fe, en vez de integrarlo para el bien com煤n. No es por casualidad que muchos charlatanes abusan de la credulidad de sus seguidores para arrebatarles dinero, confianza y tiempo. Construyen templos suntuosos que concentran esfuerzos desmedidos de adoctrinamiento.
Los espiritualismos existen en Brasil para que sus medio-ciudadanos se conviertan en sus fieles. Se culpan a los dioses por los trastornos humanos. La pol铆tica se convierte en mesianismo. Sin embargo, al mismo tiempo que las sociedades religiosas consiguen adeptos, el Estado titubea en formar ciudadanos.
Muchas veces me preguntan de qui茅n es la culpa de los errores del Brasil. Inmediatamente replico que no se distraigan con el Presidente de la Rep煤blica.
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