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El realismo en las relaciones internacionales

OPINIÓN de Franco Gamboa Rocabado.- Hans Morgenthau (Alemania, 1904-1980) fue uno de los realistas más importantes del siglo XX y es considerado como uno de los fundadores de la perspectiva realista en las relaciones internacionales. El realismo es una mirada descarnada, homogénea y bastante impregnada por un supuesto derecho de los más fuertes para dominar. Sin embargo, Morgenthau solamente prosiguió con las orientaciones políticas que hunden sus raíces en la antigüedad clásica, dos milenios antes de que la teoría de las relaciones internacionales fuera una disciplina independiente.

En todo caso, Morgenthau discutió con el idealismo, visión que tuvo muchos seguidores en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. El “interés nacional” es uno de los conceptos fundamentales en el pensamiento de Morgenthau. Para el realismo existen algunos principios básicos. En primer lugar, cree que la sociedad en general y la política son gobernadas por leyes objetivas sustentadas en la naturaleza humana. Si uno quisiera mejorar la sociedad, habría que conocer dichas leyes sin importar nuestras preferencias.

Por lo tanto, el punto fundamental se concentra en el concepto de interés. El realismo asume que éste es definido como poder. Todo poder debería ser también una categoría objetiva y universalmente válida. Aunque el contenido específico del interés no es fijo ni permanente, el concepto mismo es la esencia de la política y no lo afectan las circunstancias de tiempo o espacio.

El realismo político está consciente del significado moral de la acción política pero, simultáneamente, introduce una tensión constante entre el mandato moral y los requerimientos propios de la acción política efectiva. Los realistas se rehúsan a identificar las aspiraciones morales de una nación con leyes morales que rijan al universo. Lo predominante es el mantenimiento de la autonomía de lo político porque así se preserva mejor el objetivo principal que es el ejercicio y el mantenimiento del poder como el mecanismo más adecuado para defender los intereses nacionales.

En segundo lugar, el interés nacional para Morgenthau tiene dos elementos básicos: a) la supervivencia del Estado, lo cual significa preservar la integridad territorial, la soberanía, la integridad cultural y la identidad colectiva nacional; b) el contenido específico de estos conceptos varía con las cambiantes circunstancias históricas por las que atraviesan los Estados. Además, existe cierta clase de interés o intereses que también cambian con el transcurrir del tiempo.

El concepto de interés nacional conduce a una justificación del imperialismo y a un tipo de nacionalismo que puede transformarse en fanatismo. Si bien existe tal peligro, decía Morgenthau, la idea de interés es realmente la esencia de toda acción política y como tal, no la afectan ni el tiempo ni las circunstancias. La afirmación de Tucídides, nacida de las experiencias de la antigua Grecia, según la cual “la identidad de intereses es el más seguro lazo ya sea entre Estados o entre individuos”, es algo que permanece en el siglo XXI porque para muchos diplomáticos, los únicos lazos de unión que perduran entre las naciones son aquellos en los que hay una ausencia de todo conflicto de intereses.

Morgentahu reiteraba que mientras la conexión entre interés y política es perenne, la conexión entre intereses y Estado nacional es un producto de la historia, es decir, el resultado de una realidad en constante cambio. Se puede añadir que en muchas circunstancias el interés también radica en no practicar políticas de dominación ni expansión. No hay una conexión lógica, ni históricamente necesaria entre interés nacional y agresividad internacional.

El realismo sigue incólume en el siglo XXI. Uno de los atributos que enfatiza el interés nacional es la soberanía estatal. El Estado es la autoridad suprema dentro de sus fronteras, por encima de cualquier individuo o grupo. Hacia el exterior, todos los Estados, al menos formalmente, son iguales y soberanos, razón por la cual es sumamente difícil resolver conflictos territoriales como los de Palestina e Israel, Bolivia y Chile, Ucrania y Rusia, China y Japón, de manera que la política exterior realista es la principal causa de la situación de anarquía internacional.




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