OPINI脫N de Carola Ch谩vez, Venezuela.- A finales de los 70 ya miles de venezolanos viv铆an en Miami, ta’ barato dame dos. Aquella ciudad de utiler铆a era La Meca. Ser clase media y no haber ido a Miami era ser en una espacie de bicho raro.
Ir de vacaciones era una cosa, pero quedarse era lo m谩ximo. Desde entonces los venezolanos clase media nos convertimos es expertos en leyes de inmigraci贸n gringa: I-20, H-1 o green card, eran parte de nuestro argot. Supimos, adem谩s, que si ten铆as un hijo en Miami, este ser铆a ciudadano americano, que es lo mejor que te puede pasar en la vida, of course, porque 茅l no tendr铆a que pasar por las penurias que uno pas贸 para poder quedarse en aquel para铆so de cart贸n y, de paso, a los 18 a帽os te podr铆a “reclamar” para que tuvieras, por fin, tu ansiada “residencia americana”. Parir en Miami, era subir de golpe ese escal贸n que se impone la clase media con cada generaci贸n, aspirando a llegar a la azotea de los verdaderos millonarios.
Luego, en los a帽os 90, la Uni贸n Europea invit贸 a los hijos sus ciudadanos emigrados, a recuperar su nacionalidad. Espa帽oles, italianos, portugueses respiraron “ese aire de pa铆s”.
Los colegios privados y las universidades -p煤blicas y privadas- alentaban, y alientan a los estudiantes a “irse demasiado”. El futuro est谩 afuera: te vas a estudiar, luego tienes un a帽o legal para trabajar y si te contratan, te quedas forever y eres very happy.
Educados en una arrogante no pertenencia, con distancia y categor铆a, moldeados por el sue帽o americano, venezolanos hidrop贸nicos, con sus ra铆ces en el aire, buscan plantarse en otras tierras y, una vez all谩, a帽oran los Cocosettes, la Frescolita, las playas, para sentirse un poco de aqu铆, por no ser fulanos de ninguna parte.
“Se van las mentes m谩s brillantes” -nos dicen- as铆 que el que no se vaya es idiota.
Clasemediamente, me fui en 1995, par铆 en Miami a una que ni帽a amaba el migote de arepas, que luego se resisti贸 a las bufandas del invierno espa帽ol, que a帽oraba tener unos abuelos que casi no conoc铆a. Ten铆a 5 a帽os cuando vino a su pa铆s y en sus ojos iluminados por este sol sabros贸n, vimos que todo lo que necesit谩bamos estaba aqu铆.
Regresamos aprendidos y por fin echamos ra铆ces en el suelo f茅rtil que nos hab铆amos negado. La m谩s acertada decisi贸n de nuestras vidas ha sido esta de ser idiotas y quedarnos demasiado.