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De héroes y villanos

OPINIÓN de Raúl Wiener, Perú.- A raíz de la captura de Benedicto Jiménez en Arequipa y la forma como ha sido exhibido por la Policía, se ha abierto una serie reflexiones acerca de cómo así un héroe de la lucha antisubversiva se convirtió en villano de una mafia de estafadores y traficantes de terrenos. Las ideas que he leído se refieren a algunos factores que podrían haber frustrado al coronel de inteligencia policial en la ruta de su carrera y en proyectos políticos posteriores. Algo así como que el sabueso de Guzmán, terminó como resentido antisocial.

Mi hipótesis es un poco diferente y va en primer lugar por el lado de apreciar que tal vez Benedicto no fue tan héroe, por lo menos que fue parte de un grupo policial al que se ha descontextualizado de lo que fue la era del fujimorismo (supuestos policías puros), y tampoco es tan malvado como ahora se dice o cuando menos sus maldades son mucho más comunes y aceptadas que lo que ahora se pretende.

Pienso que el GEIN, a pesar de que no tuvo el apoyo que requería y fue interferido varias veces por intereses de la política, no era una burbuja de la Policía y del poder de la época. Para eso basta revisar los personajes que jefaturaron la DIRCOTE, en los años críticos de la guerra y escucharlos ahora, tomar nota de las contradicciones en la biografía de Ketín Vidal, y consultar dónde fueron los que participaron directamente en los prolegómenos y ejecución de la famosa operación del 12 de septiembre de 1992 : Miyashiro (conspicuo fujimorista), Morán (ligado a Alan García), etc.

No era un tiempo para santos, como que muchos de estos actores terminaron peleados entre ellos y acusándose de mentirosos, y desarrollaron trayectorias post-policiales más que discutibles. Es verdad que contraponer el GEIN y la DINCOTE a Fujimori y Montesinos, tuvo algún sentido en la lucha política de los 90, pero ese siempre fue un recurso político limitado, porque los policías antisubversivos nunca expresaron una corriente democrática y a lo sumo actuaron como profesionales.

En el otro lado de la historia, Benedicto quiso siempre sacarle un provecho a su figura de leyenda. Ese fue el sentido de su participación con el APRA, en las municipales del 2006, dónde salió tercero. Y sobre su relación con Orellana, no se crea que esa era una organización de caras cortadas, en el que lo ilegal estaba a la vista. Hoy funcionan en el Perú, múltiples redes que enrolan personas con diversos trabajos en los que no se distingue la ilegalidad, y sólo una vez adentro te vas dando cuenta dónde te has metido y que no es nada fácil salirse.

Además en el país, ¿quién hace dinero sin un poco de mover jueces, fiscales y prensa, y aprovechar de los incautos? Así debe haber pensado Benedicto, que vio que estaba en una organización poderosa y él tenía las condiciones para ser parte de ella.





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