OPINI脫N de Emilio Cafassi, Uruguay.- La derecha uruguaya est谩 viviendo en la zozobra por la magnitud y variedad de las fisuras ideol贸gicas y fragmentaciones internas que se cuantificar谩n hoy. La euforia que exhibi贸 hasta darse de bruces contra el muro electoral de la primera vuelta, transmut贸 en decepci贸n y abulia. Respir贸 originalmente el clima artificioso que fue produciendo mediante operaciones de prensa magnificando encuestadoras, hasta transformarse en la actual sofocaci贸n. En esta nueva etapa decisoria, “la positiva” dio paso a espasm贸dicas ofensivas negativistas. Ya se avizoraba el giro cuando el candidato presidencial colorado fue a dar su apresurado apoyo al adversario blanco para “hacer mierda a Tabar茅”, sinceramiento al fin de las inquinas de buena parte de las bases militantes conservadoras para las que los frenteamplistas son “vagos”, “atorrantes”, o “acomodados”, entre otras lindezas discriminatorias que estigmatizan su raigambre y contenido popular. Pero no esperaba el cierto sesgo politol贸gico que adquirieron las 煤ltimas manotadas de apoyo al candidato derechista Lacalle Pou.
La primera fue del ex presidente colorado Sanguinetti para qui茅n el FA es peronista por oponerse a la institucionalidad democr谩tica liberal, estimular rencores y apelar a la movilizaci贸n callejera. Le sigui贸 el otro ex presidente colorado, Batlle, consider谩ndolo fascista por el supuesto proyecto de crear un tribunal constitucional espec铆fico, agregando que el tal fascismo impera en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina. Pero el remate lleg贸 en estos d铆as por parte del partido blanco al organizar a trav茅s de una de sus dirigentes la visita de la polit贸loga guatemalteca Gloria 脕lvarez, recientemente conocida en las redes por sus simplificaciones segregacionistas y consejos de autoayuda. ¿Conferencia en la Universidad? No precisamente, sino en el shopping del barrio m谩s exclusivo de Montevideo e invitada a todo programa televisivo, ratific谩ndose la complicidad de los medios. Su tema fue uno de los m谩s atractivos y sofisticados del debate politol贸gico reciente luego de la publicaci贸n del libro de Ernesto Laclau “La raz贸n populista”. Pero no espere el lector que su intervenci贸n haya discurrido sobre conceptos como los de “significante flotante”, “performatividad” o “hegemon铆a”. A diferencia de Laclau, que concibe al populismo como fen贸meno presente en diferentes grados en toda vida pol铆tica, ella, sin definirlo siquiera, le otorga todas las adjetivaciones de irracionalidad, corrupci贸n y empobrecimiento, oponi茅ndolo a la democracia. As铆 como concibe infantilmente “La Democracia” (t谩citamente, la actual) sin adjetivos ni identificaciones hist贸ricas dando por supuesto que es la 煤nica forma en la que el “demos” puede ejercer el poder de gobierno, lo propio realiza de modo homogeneizante con el populismo. Sin embargo, apelando a la existencia de una “naturaleza humana” -obviamente ahist贸rica- logra un descubrimiento prodigioso: la existencia del gen del ego铆smo, algo que siempre buscaron infructuosamente Hobbes, Rousseau, Locke o Montesquieu con sus categor铆as interpretativas del “estado de naturaleza” y hasta los genetistas. Y gracias a 茅l puede superarse todo, seg煤n su manual “para salir de pobre”, en el que pontifica que no debe esperarse que el Estado ponga siquiera una escuela, sino que recomienda salir “a buscar tus propios medios y ed煤cate y c煤rate por tu cuenta”. Este mamarracho s贸lo concibe al individuo como 煤nico motor de toda conquista, aunque se trate de lo que Deleuze llama cr铆ticamente “dividuo”, posiblemente sin tomar nota siquiera del fil贸sofo franc茅s.
Con o sin filosof铆a, hoy la ciudadan铆a uruguaya decide su futuro entre dos opciones: la continuidad de un proyecto neodesarrollista basado en derechos y la motosierra que populariz贸 el padre del actual candidato “antipopulista”. No s贸lo lo decide con conceptos, sino tambi茅n con codos militantes masivos que pegados unos a otros ponen el gran cuerpo colectivo en las calles. Es que ganando la calle, se hunde Lacalle.
Oportunamente opt茅 por otra candidatura a la de Tabar茅 en la interna, pero todos los frenteamplistas tenemos la obligaci贸n 茅tica y pol铆tica de apoyar sin hesitar a qui茅n leg铆timamente se impuso en ella. Aunque tan importante como este tercer triunfo ser谩 impedir que la derecha alcance el 40% a fin de precaverla de que la “chantada” y la “sanata”, son pieles de escasa opacidad para encubrir las entra帽as ideol贸gicas que organizan su m贸rbido metabolismo pol铆tico.
Baj谩ndole el techo a la restauraci贸n, parad贸jicamente, se eleva el mirador al horizonte.