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Guatemala. Casi esclavitud

OPINI脫N de Ileana Alamilla, Guatemala.-Temas como la desigualdad, la pobreza, las relaciones de poder que subordinan, convirtiendo las diferencias en desigualdades y que se presentan en aspectos relativos a personas de distinto g茅nero, grupos 茅tnicos, condici贸n social, entre otras, generan, a煤n en este siglo y en nuestro pa铆s, reacciones hep谩ticas y de negaci贸n a esta realidad. El abordaje no debe ser visto como un asunto de solidaridad, se trata de derechos humanos. El Estado, esta entelequia que se est谩 desbaratando, tiene como prioridad al ser humano, como sujeto y fin del orden social, es responsable del bien com煤n como su fin supremo y compromete la subordinaci贸n de gobernantes y gobernados a las normas del Derecho, entre las que se incluyen sus compromisos internacionales. La igualdad es un principio de la democracia, es imprescindible en un estado democr谩tico de derecho, pero aqu铆 no somos tan iguales, las brechas se mantienen, a pesar de los discursos y aparentes buenas intenciones.

Un claro ejemplo es la situaci贸n de la mujer trabajadora y particularmente de quienes se dedican al trabajo dom茅stico.

Las mujeres son m谩s pobres, es la poblaci贸n con m谩s alta tasa de analfabetismo, est谩n menos incorporadas al mercado formal de trabajo y a los espacios de toma de decisiones; su salud es precaria, presentan dram谩ticos 铆ndices de mortalidad materna y de desnutrici贸n y, encima, si trabajan para proveer a su familia, algunos se atreven a criticarla porque descuidan sus tareas del hogar, porque son responsables del abandono de sus hijos y porque quieren ser como los hombres. Esa mentalidad todav铆a priva en algunas personas supuestamente ilustradas.

El trabajo dom茅stico, seg煤n la OIT, “es una de las ocupaciones m谩s antiguas y m谩s importantes para millones de mujeres del mundo entero, que hunde sus ra铆ces en la historia mundial de la esclavitud, el colonialismo y otras formas de servidumbre” y “a pesar de su importancia para millones de trabajadores y de familias que se benefician de 茅l”, “el valor del servicio dom茅stico se sigue subestimando al considerarse como un trabajo no cualificado, ya que tradicionalmente se parte del supuesto de que la mayor铆a de las mujeres son de por s铆, de manera innata, capaces de desempe帽ar las tareas que conlleva, y ense帽an en el hogar las correspondientes competencias a otras mujeres”.

En el 2013, midiendo la brecha de g茅nero, el Foro Econ贸mico Mundial public贸 que Guatemala ocupaba el puesto 114 de 133 pa铆ses evaluados: este a帽o dijeron que escalamos 25 posiciones, aunque continuamos en el 煤ltimo puesto en Latinoam茅rica y se mantiene la brecha salarial y una escu谩lida presencia en puestos de elecci贸n popular.

El Estado y la sociedad tienen una gran deuda con las trabajadoras dom茅sticas que apoyan a las familias para que tengan confort y buenas condiciones para su desarrollo. Algunas (os) las tratan como esclavas y el C贸digo de Trabajo avala la injusticia, acepta jornadas de hasta 14 horas diarias, obliga a laborar 8 horas domingo y feriados.

El ministro Contreras retiene en su despacho la ratificaci贸n del Convenio 189 que contribuir铆a a mejorar esta situaci贸n.


*Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA




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