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Sexagenaria

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Aparc贸 en el carril-bus de la Gran V铆a madrile帽a. Fue hasta un cajero. Cuando regres贸, encontr贸 a unos guardias insolentes que no tuvieron en cuenta que ella era nada menos que ella y la multaron. No sab铆an esos analfabetos de uniforme con qui茅n estaban hablando. Arranc贸 el coche donde pasea a sus nietos. Derrib贸 una moto. Casi atropella a un vigilante de circulaci贸n y se escap贸 tarareando un chotis. La siguieron los guardias municipales, los que durante muchos a帽os hab铆an sido vasallos directos. Los mir贸 por encima de sus gafas de lujo y les envi贸 una sonrisa de desprecio. Decididamente no sab铆an que persegu铆an a un t铆tulo nobiliario.

Hac铆a tiempo que ella se regalaba a s铆 misma todos los m茅ritos. Ten铆a derecho porque la gloria es para el que se la trabaja y ella llevaba en su mochila multitud de triunfos. Recordaba su elecci贸n como presidenta. Fue hermoso cuando entre aplausos le colgaban ese t铆tulo de grandeza. Nadie pudo arrebatarla su gozo reci茅n prendido en la solapa. Lo del tamayazo fue algo sin importancia y que no lograba enturbiar el sol radiante de aquel d铆a. En todo caso su amado Francisco Granados, campeador de la decencia, defender铆a la legitimidad de su elecci贸n y podr铆a ostentar su presidencia por los siglos de los siglos.

A veces guardaba su alegr铆a en los adentros como un bons谩i. Pero llegaba un momento en que las ra铆ces le atravesaban la piel y explotaba la grandeza de su alma. Un d铆a no pudo m谩s y su humildad natural lo desparram贸 por toda la asamblea: ella hab铆a descubierto y denunciado la g眉rtel. Es verdad que la g眉rtel le hab铆a organizado actos electorales y apariciones ante la masa. Pero nadie se hab铆a dado cuenta. Ella s铆. Y permiti贸 que siguieran a su servicio hasta que algunos consejeros cometieron la imprudencia de compartir euros con "el bigotes" Descarg贸 el l谩tigo sobre esos consejeros y se mostr贸 ante el pueblo como la gran domadora de ese circo donde no se domesticaban leones, sino que se los mataba cumpliendo as铆 un capricho de grandeza. A lo mejor los leones del Congreso eran dos corruptos y ella los hab铆a petrificado como un castigo de eternidad.

Era presidenta de todo. Tambi茅n del Partido Popular en Madrid. Pero en realidad s贸lo se es presidente-presidente cuando se es de todo el pa铆s. Cuarenta y tantos millones de vasallos no es lo mismo que cinco de una comunidad. Gallard贸n andaba de rodillas, esperando, adulando, inclin谩ndose. Ella por el contrario era altiva, erecta como una giralda en celo, perforando la hierba bajo los pies de Rajoy. Pero Mariano estaba contra el IVA de los chuches y eso era un m茅rito suficiente para llegar a la Moncloa.

Un d铆a muchos amigos entraron en la c谩rcel. Ella, cuya biograf铆a estaba llena de m茅ritos, cazatalentos por herencia gen茅tica, presidenta por los siglos de los siglos, supo apropiarse de un m茅rito nuevo y estrenar la petici贸n de perd贸n. Asum铆a su responsabilidad (la asumi贸 por todos los plat贸 y todas las emisoras), pero no la encarn贸 en dimisi贸n. Ahora que el barco se hund铆a (ella dijo) ten铆a experiencia suficiente y suficientes ideas como para llevarlo hasta la orilla y salvarlo. Ignorar que estaba rodeada de corruptos elegidos por ella no era motivo de dimisi贸n, sino un simple despiste que tienen hasta los m谩s inteligentes y perspicaces. Nadie sab铆a lo que significaba asumir la responsabilidad. Ella tampoco. Pero era suficiente con asumirla.

Y le surgi贸 la gran idea redentora que arrinconaba la corrupci贸n para siempre. Someter铆a a un examen en profundidad a los candidatos. Deber铆an superar un examen que dejara claro la esencia cristalina de cada designado por ella, que en realidad no eran candidatos sino seres tocados por el dedo divino de la presidenta de todo.

¿Tienes usted cuentas en Suiza? No. ¿Cu谩les son sus bienes? Una hipoteca y un coche de doce a帽os. ¿Qu茅 es la corrupci贸n? Una elecci贸n como es una elecci贸n beber vino o cerveza. (Qu茅 habr铆an bebido Granados y compa帽铆a) La presidenta, tras este examen exhaustivo, sellaba su frente y le exped铆a un certificado de vacunaci贸n vitalicia contra la corrupci贸n. Los 谩ngeles ya pod铆an ser alcaldes.

Espa帽a desde entonces ya no es lo que era. El mediterr谩neo volv铆a a ser la patria limpia de Serrat. Ni pujoles, ni fabras, ni Urdangar铆n, ni ERES andaluces, no Castilla la Mancha, Ni Castilla Le贸n, ni Madrid. La presidenta de todo hab铆a asumido y digerido toda la corrupci贸n y nos hab铆a redimido del pecado m谩s oscuro.

Me admira la capacidad que tienen algunas sexagenarias.

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