Ir al contenido principal

La fila de est贸magos

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Dicen que en este pa铆s somos muy aficionados a hacer colas. Para el cine, para el f煤tbol, para un concierto. Supongo que esta afici贸n es universal cuando lo que se desea es conseguir algo deseado por muchos.

Ultimamente entra un escalofr铆o en la piel del alma cuando la fila est谩 compuesta por est贸magos vac铆os, cuando la fila la compone el hambre multiplicada por s铆 misma hasta alcanzar cifras longitudinales que pesan sobre los esquemas del pueblo desarrollado que somos. En la fila de pa铆ses pr贸speros, de econom铆as florecientes ocupamos uno de los primeros. Y nuestros pol铆ticos se ufanan de ello, de un crecimiento econ贸mico superior al de muchos pueblos europeos, con una prima de riesgo que baja, con un d茅ficit amparado por el art铆culo 135 de la Constituci贸n hecho a imagen y semejanza de una deuda soportada por m茅ritos propios o impuesta por la usura ajena. Les confieso que me sobrepasan ciertas coordenadas y por eso no las nombro, porque su nombre mancha, infecta y destruye el tejido del alma.

Filas de hambrientos. Recuerdo aquellas huchas cuando ni帽o. Donativos para los negritos, para convertirlos al catolicismo y darles de comer. Y nos pon铆an filminas con vientres hinchados, pieles infantiles pero ya viejos, mujeres j贸venes con pechos de setenta a帽os, hombres apoyando su debilidad en 谩rboles desconocidos. Hab铆a que convertirlos a la verdad 煤nica porque fuera de la iglesia no hab铆a salvaci贸n y hab铆a que darles de comer porque dios no entra en almas con est贸magos dilatados por el hambre, en pezones secos, en muslos sin carne para la caricia.

Yo no hay huchas con cabezas de negritos. Ahora todo se desarrolla con higiene y hasta elegancia en las catedrales del consumo. Los voluntarios est谩n plastificados con unos dorsales elegantes. La comida viene enlatada y limpia como si en cada bolsa hubieran metido un detergente invisible. Y dan gusto los macarrones, las lechugas, los flanes. Porque esta no es el hambre miserable del tercer mundo. Es el hambre elegante del primero. Y ahora se llaman bancos de alimentos. Me repugna que se denominen bancos. Los bancos son rapi帽a y no se compadecen con esta generosidad y solidaridad de los que aportan alimentos y de los que emplean su tiempo para preocuparse de los de la fila del hambre.

La fila de est贸magos vac铆os aumenta. Parados viejos para trabajar, pero j贸venes para estar sin trabajo. J贸venes sin futuro y mayores sin pasado. Hartos de repartir curriculums y las espaldas cargadas con la respuesta gastada: ya le llamaremos. Hogares donde no entra un euro y los ni帽os no desayunan ni comen ni cenan, parejas que no se besan porque tienen los labios cuajados de l谩grimas, de angustias, de penas. Viejos que con quinientos euros de pensi贸n hacen sopa de ajos, pero sin ajos y sin huevos porque eso es un lujo para los pobres. Matrimonios que se acarician en un parque porque ella vive con sus padres y 茅l con los suyos. Desahuciados sin un techo para mirarse a los ojos. El fr铆o atado a los huesos porque no hay luz ni gas y hay que taparlo con mantas que dan de vez en cuando en Caritas.

Y la verg眉enza de ser pobres. Que no los vea la se帽ora del quinto o el compa帽ero hasta ayer de oficina, de andamio, de cami贸n. Que nadie sepa que tengo hambre y que mis hijos y mi padre y mi suegra tienen hambre. Que no me vean en la fila de los est贸magos vac铆os porque se me vienen los colores del pudor, del recato, de la ignominia de ser pobre.

¿Cu谩ntos sois? Los que figuran en la ficha (cuando Franco se llamaba cartilla de racionamiento) Seis. Somos seis. Mi marido, mis padres, dos ni帽os y yo. Y el aceite, los macarrones, galletas, leche, naranjas y mortadela. No sientas verg眉enza por ser pobre. A mi marido le han dicho que ya lo llamar谩n. Es mentira. No lo llamar谩n y ella lo sabe, pero se consuela pensando en el andamio de siempre, en la oficina de siempre, en el cami贸n de siempre. No acepta que ser谩n pobres para siempre.

Y Rajoy diciendo que somos…Y Montoro diciendo que somos…Y De guindos diciendo que somos…Y Cospedal proclamando que tenemos un gobierno que crea empleo. Y Floriano subido a la gloria de Bernini. Y Wert, que si nuestros hijos no estudian es porque gastamos el dinero en tonter铆as. Y que tenemos una sanidad mod茅lica, aunque hay que co-pagarlo todo, hay que elegir entre el Seretide 500 para respirar o un trozo de pan sin nada dentro.

Una fila de est贸magos vac铆os. Vac铆os de pan, de esperanza, de futuro, de ma帽ana, de luz, de gas. Est贸magos huecos. Formando fila porque el hambre tambi茅n requiere un orden. A ver si esta noche le damos una tortilla francesa partida en tres a los ni帽os y un poco de leche con agua del grifo para que ilusione el sue帽o helado de la chavaler铆a.

Una fila de est贸magos vac铆os. La fila de la verg眉enza.

ARCHIVOS

Mostrar m谩s


OTRA INFORMACI脫N ES POSIBLE

Informaci贸n internacional, derechos humanos, cultura, minor铆as, mujer, infancia, ecolog铆a, ciencia y comunicaci贸n

El Mercurio (elmercuriodigital.es), editado por mercurioPress/El Mercurio de Espa帽a bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra informaci贸n es posible