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Protesta activa para ganar el futuro

OPINI脫N de Javier Madrazo Lav铆n.- “El hombre bueno se define por la protesta activa y la lucha permanente, que busca superar la injusticia estructural dominante”. El autor de estas palabras es Ignacio Ellacur铆a, jesuita nacido en Portugalete y una de las voces m谩s destacadas de la Teolog铆a de la Liberaci贸n, asesinado el 16 de noviembre de 1989 en El Salvador. Un a帽o despu茅s de su desaparici贸n tuve la oportunidad de visitar la Universidad Centroamericana Jos茅 Sime贸n Ca帽as, en la que Ignacio Ellacuria, cinco compa帽eros de la orden religiosa y dos asistentes fueron tiroteados por soldados de las Fuerzas Armadas.

Su compromiso activo en favor de la opci贸npreferente por las personas m谩s pobres hicieron de 茅l un hombre inc贸modo para la oligarqu铆a y los militares. Acabaron con su vida, pero no con supensamiento. La trayectoria de Ignacio Ellacur铆a, as铆 como la de sus compa帽eros m谩rtires, representa todav铆a hoy la lucha contra la desigualad, que entonces parec铆a circunscribirse al llamado Tercer Mundo y que ahora est谩 presenteen el seno de las sociedades occidentales, el llamado Cuarto Mundo, en el que d铆a a d铆a se niegan y recortan derechos humanos fundamentales.

Es indudable que el Papa Francisco ha tra铆do nuevos aires a la Iglesia y al cristianismo. Su mensaje recupera los fundamentos de la Teolog铆a de la Liberaci贸n, que cuestionan un sistema de producci贸n y consumo, el capitalismo, que est谩 en el origen de la injusticia y la divisi贸n social. 脡ste modo de entender las relaciones humanas y la organizaci贸n del poder conecta con una lectura progresista del Evangelio, y moviliza a creyentes y a quienes no lo son en pro de pol铆ticas de redistribuci贸n equitativa de la riqueza y de avance hacia una democracia m谩s plena y participativa.

El mundo no est谩 hoy mejor que en 1989, cuando Ignacio Ellacur铆a fue asesinado. Nos enfrentamos a los mismos d茅ficits y desaf铆os, en un entorno m谩s individualista, m谩s insolidario y m谩s desideologizado. El poder sigue en las mismas manos, la riqueza se concentra en las mismas familias y la pol铆tica est谩 al servicio de los mismos intereses. Hablemos de la oligarqu铆a, la lucha de clases o la casta, nos referimos a las mismas personas con id茅nticos objetivos. La brecha entre quienes ejercen el control y quienes somos v铆ctimas de sus decisiones resulta tan insalvable como siempre.

En este contexto, Ignacio Ellacur铆a contin煤a siendo un referente y un espejo en el que mirarnos, uniendo teor铆a y praxis de liberaci贸n. Habr谩n cambiado muchas cosas, pero en el fondo, en aquellos aspectos que inciden en el bienestar y la dignidad del ser humano, seguimos igual. El discurso del Papa Francisco recoge, en una parte de sus propuestas, el esp铆ritu que anim贸 a la Teolog铆a de la Liberaci贸n, y que tanto disgust贸 a la jerarqu铆a vaticana, reacia a asumir con radicalidad la dimensi贸n social y pol铆tica de la fe cristiana y a denunciar con voz prof茅tica la opresi贸n de los pueblos y las personas, en un continente gobernado por dictadores y militares que extendieron el terror para poder actuar sin m谩s l铆mite que su voluntad.

La intervenci贸n del Papa Francisco en el Parlamento de Estrasburgo ha permitido recuperarla sinton铆a que en su d铆a existi贸 entre los movimientos populares transformadores y el cristianismo de base, defensor de los derechos de los hombres y mujeres m谩s vulnerables. Por primera vez en mucho tiempo observo con optimismo como se produce este acercamiento, en un contexto marcado por la crisis econ贸mica y la desconfianza generada por quienes se han servido de las instituciones para su enriquecimiento personal y para perpetuar un modelo de desarrollo, que se basa en el abuso del poder, aunque ello implique vaciar de contenido la democracia.

La oligarqu铆a ha controlado y controla la pol铆tica, la banca y la cultura. Hemos vivido una ilusi贸n de crecimiento sin fin, que nos ha anestesiadomientras nos hicieron creer que 茅ramos ricos y seguir铆amos si茅ndolo. Fue en 2008 cuando empezamos a tomar conciencia de la realidad. Nos quisieron hacer creer que la recesi贸n ser铆a pasajera y los brotes verdes llegar铆an m谩s pronto que tarde. Hoy sabemos que no ser谩 as铆. La crisis no es s贸lo econ贸mica; tambi茅n es institucional y 茅tica. Resulta dif铆cil fiarse de quienes ejercen la pol铆tica, aunque muchas y muchos act煤en con honestidad.

La sociedad civil est谩 tomando conciencia de su fuerza y las encuestas ponen de manifiesto el fracaso del bipartidismo, pero sobre todo de los viejos modos de hacer pol铆tica. No es extra帽o que Mar铆a Dolores de Cospedal, secretaria general dela derecha, y C茅sar Alierta, presidente de Telef贸nica, hayan salido en defensa de la alternancia entre el PSOE y el Partido Popular, cuando no a favor de una alianza entre ambos. Felipe Gonz谩lez ya la hizo hace un a帽o y Pedro S谩nchez apela ahora a “pactos en beneficio de la ciudadan铆a”. Cierran filas para salvar el bipartidismo, pero es posible que ya sea tarde.

Vivimos con miedo porque sabemos que nuestro trabajo, si lo tenemos, es precario, y nuestro futuro incierto. Sin embargo, en Espa帽a este estado de shock, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares de Europa, nos ha movilizado en lugar de paralizarnos y nos ha acercado m谩s a la izquierda que a la extrema derecha. Personas que hace tiempo hab铆an dejado de salir a la calle a defender sus derechos, hoy lo hacen y coinciden con j贸venes que, igual sin saberlo, ejercen “la protesta activa y la lucha permanente” que Ignacio Ellacur铆a reivindicaba. Todav铆a queda espacio para la esperanza.




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