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Desprecio

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Fue largo el tiempo del teocentrismo. Dios era el eje de la historia, alrededor del cual todo giraba como un planeta brotado del para铆so por la voluntad creadora de ese dios adue帽ado de su destino y obligado a cumplir su soberana voluntad, amputada la capacidad creadora del hombre y su libertad. Cualquier decisi贸n deb铆a ser confrontada con el querer supremo de la deidad y ser rechazado si no estaba conforme con sus designios. El hombre estaba sometido y su forma de existir era la esclavitud.

El renacimiento le dio al ser humano la responsabilidad de su destino, le oblig贸 a cargar con su propia libertad y en consecuencia lo situ贸 ante la necesidad de definirse cuando la vida le presentaba una disyuntiva de dif铆cil elecci贸n. Llegaron m谩s tarde los humanismos con sus apellidos correspondientes. Parec铆a que la humanidad reclamaba y encontraba su lugar. Los humanos 茅ramos centro del mundo y los dioses eran relegados al plano interior, pero m谩s como pr贸jimo de camino que como actor determinante de nuestros horizontes. Las monarqu铆as ir铆an abandonando poco a poco su estructura de v茅rtice de una pir谩mide injusta y el pueblo tomar铆a conciencia de su protagonismo no sometido ni a los dioses ni a los reyes que ejerc铆an su papel de amos de sus s煤bditos. Ivamos adquiriendo la categor铆a de ciudadanos en los 煤ltimos tiempos.

Hace su entrada nefasta el capitalismo con m煤sculo arrollador y vocaci贸n de vencedor. El becerro de oro embiste y crujen las ingles, se desgarra el tejido social y la hemorragia termina ahogando la independencia humana, la libertad, los derechos adquiridos. Sobre la arena yacemos todos como un Ignacio S谩nchez Mej铆as. Huele a cad谩ver, a dep贸sito de muerte el mundo. Se agranda el abismo (siempre existente por otra parte) y la clase trabajadora sufre una esclavitud m谩s indigna y m谩s indignante que la referida a los dioses. Al fin y al cabo dios, se sea o no religioso, representa un valor superior al dinero.

Ese capitalismo salvaje no entiende de valores, derechos, libertades. Ni siquiera le dice nada el t茅rmino humanidad. Y cuando la rebeld铆a le hace frente, no tiene escr煤pulos en matar el t茅rmino humanidad y dejar claro que quien decide es el capital, que ser谩 en todo caso ese capital quien generosamente otorgue la miseria de derechos que crea convenientes para el mejor desarrollo de las plus val铆as. Los derechos no existen. Son un regalo de la clase dominante ante la cual hay que doblar la rodilla y rendirle una eucarist铆a laica, un sacrificio de reconocimiento, una ofrenda de alabanza.

De crisis se habla. Pero la crisis del capitalismo es una estratagema por la cual el dinero se exprime a s铆 mismo para extraer m谩s zumo y engullir as铆 el poco dinero que a煤n tienen los bolsillos de los pobres. Por eso la soluci贸n consiste en recortes de sanidad, de ense帽anza, de dependencia, de investigaci贸n, etc. El dinero que se estafa a los pobres sirve para aumentar la riqueza de los m谩s ricos. Y el abismo que separa a unos de otros se agranda, pero se “soluciona” la crisis. No es una ocasi贸n para repartir la riqueza, sino para que unos pocos se apropien del sudor acumulado por la mayor铆a. De ah铆 las privatizaciones. Se entrega a los particulares lo que ha sido levantado con el esfuerzo de toda la comunidad. Es decir, se da a ganar dinero a una minor铆a con el dinero del esfuerzo de la mayor铆a. No hay otra soluci贸n para arreglar la crisis, nos dicen los pol铆ticos. Se salva a la banca con la aportaci贸n de los enga帽ados. Se le perdona a la banca las estafas cometidas porque las cometi贸 contra los pobres. Y cuando esa banca y las cifras macroecon贸micas crecen, se afirma que estamos superando la crisis, aunque queden marginados los est贸magos de los ni帽os, aunque se pierda el futuro para la juventud, aunque millones de parados mastiquen cada ma帽ana la desesperaci贸n, aunque no se entregue la medicaci贸n necesaria a enfermos que morir谩n sin ella.

El dinero y los que lo poseen crecen en proporci贸n directa al hundimiento en la miseria de una mayor铆a. Los adinerados plasman as铆 el infinito desprecio que sienten por lo que no lo tienen. Duermo en un hotel de m谩s estrellas porque alguien duerme estrellado en una acera sin m谩s compa帽铆a que su perro y un cart贸n de don sim贸n.

Vamos superando la crisis. Ya hemos logrado que los pobres sean m谩s pobres. Ha costado trabajo, pero lo hemos conseguido.

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