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Hambre que huele a colapso

OPINI脫N de Gustavo Duch Guillot.- Las haza帽as de nuestra civilizaci贸n te acosan, est谩n por todas partes. Al entrar a la ciudad ves todas esas hect谩reas de coches fabricados en los 煤ltimos meses, perfectamente alineados, listos para vender, y piensas ¿se vender谩n todos? En un documental ves que en un espacio d贸nde cabr铆an once estadios de f煤tbol, cerca de Accra, la capital de Ghana, se almacenan millones de toneladas de desechos electr贸nicos y piensas ¿se vendieron todos? O como en aquella ocasi贸n en que visit茅 una planta para elaborar tomate frito. Era como una peque帽a central nuclear por donde millones de tomates circulaban en un circuito de tuber铆as que permit铆an la asombrosa producci贸n de miles de barriles.

Haza帽as que son met谩foras del hambre. Pues aunque al hablar del hambre identificamos una grave situaci贸n de d茅ficits, en realidad su origen no es m谩s que la cara B de la sobreproducci贸n, algo santificado por el capitalismo, que ha encontrado, en estos tiempos de la globalizaci贸n neoliberal, el mejor de los escenarios: un mercado global y unas pol铆ticas dise帽adas para mercadear.

Cuando leemos que se produce casi el doble de lo que se requiere para alimentar a toda la poblaci贸n mundial, lo que hemos de interpretar no es s贸lo que el problema del hambre no es la falta de alimentos, sino que el problema es precisamente el exceso de materias primas, porque en el mundo actual nos encontramos que m谩s del 20% de las tierras cultivadas est谩n produciendo materias primas como la palma africana, colza, ca帽a de az煤car, soja y plantaciones de 谩rboles que no es que no se coman directamente, que lo es, sino que esas 谩reas agr铆colas se han conseguido a base de expulsar a millones de personas que ah铆 ten铆an su sustento. Y ahora no.

Pero adem谩s, buena parte del resto de cultivos tampoco est谩n respondiendo a su objetivo alimentario sino que sirven al juego de los intereses econ贸micos. Por un lado, de quienes en las bolsas de valores, cual malabaristas con sus bolas, hacen subir y bajar su precio en funci贸n de sus inversiones. Por otro, vemos como los alimentos -imantados por donde est谩 el poder adquisitivo- viajan del sur al norte, de los lugares del hambre a los lugares de la abundancia. Hay un ejemplo que me martillea. ¿Saben ustedes que alrededor del lago Victoria dos millones de personas pasan hambre cuando, cada d铆a, desde ah铆 viajan dos millones de raciones de perca del Nilo hacia los mercados internacionales?

Ninguna de las soluciones al hambre pasa por producir en cada territorio, con el esfuerzo de sus gentes, la parte sustancial para una alimentaci贸n suficiente y sana. Al contrario, se insiste en la necesidad de incrementar las producciones en base a un sistema productivo que depende del uso y abuso de un recurso finito, el petr贸leo; que castiga a la tierra hasta llevarla al agotamiento; y que acaba con la biodiversidad, vital para adaptarse a los cambios clim谩ticos. No s贸lo es responsable del hambre actual, ser谩 responsable de un hambre que huele a colapso.


*Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberan铆a Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.

http://gustavoduch.wordpress.com/

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