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Corrupci贸n con dinero de todos

OPINI脫N de Carlos Migu茅lez Monroy.- Plantear como “cosa de f煤tbol” la detenci贸n de altos cargos de la FIFA por posibles cobros de 100 millones de d贸lares en sobornos y “comisiones” pone la carga de la corrupci贸n en el que se deja corromper. Pero la clave de toda esta trama puede estar en quienes parecen haber corrompido a los funcionarios del f煤tbol: los gobiernos de los pa铆ses interesados en albergar la m谩xima competici贸n del deporte mundial en cuanto a espectadores y a movimiento de dinero se refiere.

Hace un a帽o, Joseph Blatter, m谩ximo Zar del f煤tbol mundial, afirm贸 que Francia y Alemania hab铆an presionado para la designaci贸n de Catar como sede mundialista. Quiz谩 anticipaba las sospechas que recaer铆an sobre 茅l. Todo esto ya anticipaba todo tipo de conjeturas sobre lo que hay detr谩s de esas presiones, sobre los patrocinios, la publicidad, las giras de los equipos m谩s ricos y de las superestrellas por todo el mundo. Ver un partido de f煤tbol de alto nivel supone estar expuesto a centenares de imputs publicitarios: Qatar Foundation, Fly Emirates, Azerbaijan, Hyundai, Gilette, Samsung, Heineken.

“Por supuesto que designar Catar como sede del Mundial en 2022 fue un error, pero cometemos muchos errores en la vida”, dijo Blatter el a帽o pasado. Pero no cualquier error cuesta los 200.000 millones de d贸lares que calcul贸 entonces la empresa Deloitte en infraestructuras y otros gastos para un mundial inviable en el verano por las temperaturas y en el invierno porque coincide con las ligas europeas.

Medio mundo asisti贸 boquiabierto a las manifestaciones masivas en Brasil, uno de los pa铆ses m谩s futboleros, contra la celebraci贸n del mundial el a帽o pasado. Los manifestantes se declaraban amigos del f煤tbol, pero m谩s amigos de una vida digna que corr铆a peligro por el encarecimiento del transporte p煤blico, las deficiencias en la educaci贸n p煤blica b谩sica y en los sistemas de salud. Junto con las denuncias de desalojos forzados en ciudades como Fortaleza para la construcci贸n de infraestructuras, los ciudadanos se han enterado de que los gastos superaron los de los mundiales de Alemania y Sud谩frica juntos.

“El mundial no provoca desigualdad, pero la refuerza y la hace m谩s evidente”, afirmaba Carla Toledo Dauden, activista brasile帽a que se dio a conocer con un video que ha recibido m谩s de 8 millones de visitas.

Aunque dec铆a no poder afirmar que la designaci贸n de su pa铆s como anfitri贸n se produjera por sobornos, considera que el gobierno de su pa铆s presion贸 en un momento en que a Brasil le conven铆a proyectar una imagen de progreso y modernidad.

“La FIFA ha estado eligiendo pa铆ses empobrecidos de los que se pueden aprovechar y sacar m谩s dinero del mundial. Es m谩s f谩cil cambiar las reglas de juego en esos pa铆ses”, afirma.

El periodista Andrew Jennings va m谩s lejos a煤n al comparar a la FIFA con una mafia que cuenta con sus propios tribunales privados y un sistema de disciplina que no puede ser impugnado ante los tribunales civiles. “Y tiene una cultura de omert谩, un c贸digo de honor y silencio. ¿Ha o铆do hablar de alg煤n funcionario de la FIFA que denuncie a sus jefes?”

Adem谩s de la sombra de corrupci贸n que planea sobre el f煤tbol, la elecci贸n de sedes provoca rechazo cuando no se cumplen unos est谩ndares aceptables de derechos humanos, como ocurre con Qatar y con Rusia.

El espect谩culo de los telediarios contribuye a la indignaci贸n de cada vez m谩s personas, incluso a muchas personas apasionadas por el f煤tbol. Los coches de lujo, los diamantes y las mansiones se mezclan en el imaginario colectivo con los chantajes de algunos jugadores cuando buscan mejorar su contrato. Algunos dedican m谩s tiempo a giras publicitarias que a su propio trabajo, que consiste en entrenar tres o cuatro horas diarias.

Parece pronto para sacar conclusiones, pero el arresto de ocho altos funcionarios de la FIFA puede convertirse en el primer ladrillo de un modelo futbol铆stico m谩s 茅tico y m谩s transparente. Ning煤n gobierno puede permitirse priorizar un espect谩culo de masas mientras las personas a las que dice representar padecen hambre, no tienen escuela p煤blica de calidad, hospitales y todo aquello en lo que descansan sus derechos fundamentales.

Carlos Migu茅lez Monroy
Periodista y editor en el Centro de Colaboraciones Solidarias
Twitter: @cmiguelez















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