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Saber comportarse

OPINI脫N de Jos茅 Carlos Garc铆a Fajardo.- Las reglas de cortes铆a que mostraban la buena educaci贸n no eran algo artificioso, sino un c贸digo que se compart铆a para fijar las reglas del juego y ayudar a los dem谩s a que se sintieran c贸modos. Era una expresi贸n corriente decir al que llegaba “¡P贸ngase c贸modo!”. Mi padre, cuando estaba convencido de algo, si percib铆a alg煤n malestar en alguien dec铆a, bajando la voz, “El que no est茅 c贸modo, que se ponga”.

Un hogar es donde vive gente que no puede dejar de quererte. Donde siempre te sientes acogido. Para compartir sin esperar nada a cambio. No lo es una residencia de estudiantes, ni un campamento o un piso compartido. Es el sentido m谩s profundo de la expresi贸n ‘regresar a casa’, aunque haga a帽os que uno se ha emancipado.

El hogar, foyer, focolare, lar, lareira, lumbre, forja, fragua, tiene que ver con el fuego, con el calor y con la luz. Con sentirse bien al calor de la lumbre. Es el lugar en donde nadie nos preguntar谩 “¿qu茅 has hecho?”, sino “¿qu茅 me sucede?” cuando llegas maltrecho.

Cuando parte Eneas, el amigo le desea que los vientos le sean favorables “para que cuides a la mitad de mi alma”, para que te cuides.

Es el sentido de la expresi贸n “¡Vale!” que los espa帽oles utilizan err贸neamente como “Estoy de acuerdo”. Una mala traducci贸n del OK yanqui, que no significaba otra cosa que “Cero muertos” (O Killed) que el capit谩n de la compa帽铆a anunciaba a su regreso al cuartel. De ah铆 a significar que las cosas iban bien, no hab铆a m谩s que un paso.

Pero el “Vale”, que Cicer贸n pon铆a al final de sus cartas, era la expresi贸n de su firme deseo de que el destinatario de la misiva estuviera bien. Es el imperativo del verbo valeo, estar bien. Algunas veces escribi贸 si vales, valeo, “si est谩s bien, yo estoy bien”.

Recuerdo que mi madre, cuando escrib铆a una carta, si, despu茅s de firmada, se le ocurr铆a a帽adir una post data PD (despu茅s de la fecha, que antes se pod铆a poner al final,) o un PS (post scriptum, despu茅s de lo escrito) no volv铆a a firmar, sino que escrib铆a con donaire Vale. No en el sentido de que ratificaba lo escrito, como se hace cuando se quiere salvar una correcci贸n en un acta. Si no en el de expresar su deseo de que el destinatario se encontrase bien. ‘Necesito que est茅s bien, para poder sentirme bien’.

Las buenas maneras, la cortes铆a (usos de la Corte), la educaci贸n, el respeto, saberse cada uno en el puesto que le correspond铆a, eran formas de justicia social, no imposiciones absurdas o prepotentes. Hab铆a una manera de sugerir, de indicar, de insinuar con una mirada, con un silencio o con un gesto lleno de convencimiento que no admit铆a controversia. No nos referimos a los abusos y extravagancias que indicaban una decadencia e inseguridad que presagiaban cambio.

Cada 茅poca ha tenido sus costumbres, sus usos y modos de comportarse, pero todo el mundo sab铆a a qu茅 atenerse sin llegar al, aparentemente rudo, manners before morals, de los ingleses. No pretend铆a posponer las reglas de la 茅tica universal a unos modales establecidos, sino crear un espacio de encuentro en el que el respeto al otro, la acogida y el buen ambiente garantizasen la concordia, que era la m谩xima expresi贸n de la justicia para los griegos, y a煤n para los romanos. Pues era una expresi贸n de la armon铆a universal que tanto ha fascinado y presidido el pensamiento de chinos, hind煤es, budistas zen y griegos.

Las pretendidas ‘morales’, apuntaladas en dispares ideolog铆as, no pod铆an imponerse de forma que se alterase el respeto debido a todos y a cada uno. De ah铆 que, en la mesa y en el juego, era donde se mostraba la educaci贸n vivida. Por eso, en ellas no se hablaba de religi贸n, de pol铆tica o de sexo. Temas que se dejaban para compartir con los correligionarios, con los camaradas, o con los amigos. Porque eso de que todos somos iguales, pronto encontr贸 la precisi贸n de que unos m谩s iguales que otros. Entre ellos, se entiende.

La educaci贸n no consiste en la mera transmisi贸n de conocimientos. Proviene de educare, educere, duco, conducir, que nos lleva a sacar lo mejor de cada uno, alumbrar, aflorar, hasta alcanzar la plenitud, el teleios que se identifica con la felicidad de poder ser uno mismo. Aunque la vida no tuviera sentido tiene que tener sentido vivir, y 茅ste no puede consistir sino en ser felices, en ser nosotros mismos para poder hacer lo que queramos. Es decir, para querer lo que hacemos.

Jos茅 Carlos Garc铆a Fajardo
Profesor Em茅rito de Historia del Pensamiento Pol铆tico y Social por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Twitter: @GarciafajardoJC

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