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Bast贸n de mando

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Dicen los entendidos que el bast贸n de mando es una evoluci贸n del cetro que se entregaba como signo de poder al hombre (hay en esta representaci贸n un s铆mbolo de poder sexual como en los monolitos) y como signo de su autoridad. Del neol铆tico hablan. De un entonces cuando la obediencia de una mayor铆a respond铆a al ansia de mando de unos pocos. Y de esos pocos surg铆a el dominio de alguien sobre la totalidad.

Hace poco estren谩bamos ayuntamientos. El neol铆tico se llama dos mil quince. La antigua antig眉edad se hace actualidad actual. El mundo mira su reloj y pone en hora el tiempo. La democracia se viste de Tucci y destierra las pieles del hombre cazador. Y en nuestras manos una papeleta de libertad que confiere el poder a alguien no necesariamente con genitales masculinos, aunque son todav铆a mayor铆a los que gobiernan cargados de testosterona. Pero la historia empuja, y los varones hacen sitio a la mujer porque proclamamos falsamente la igualdad de los g茅neros y la capacidad de gobierno del sexo que ha dejado de ser d茅bil.

Hoy las monarqu铆as siguen ostentando un cetro. Hoy ostentan un bast贸n de mando los regidores elegidos para nuestros ayuntamientos. Dicen los pol铆ticos que ellos son servidores del pueblo, pero siguen recibiendo ese servicio mediante el significativo “bast贸n de mando” Aqu铆 radica la contradicci贸n: servicio y mando no encajan entre s铆. Y lo que en principio es servicio se convierte acto seguido en mando.

Los que en estas 煤ltimas fechas han dejado su puesto de regidores populares han hecho de su per铆odo de tiempo, no un tiempo de servicio dialogante con los pueblos, sino un per铆odo de estricto mando. Y no hablo de corrompidos ni corruptores. Hablo de un gasto de dinero p煤blico que ha dejado sin recursos a sus ayuntamientos para muchos a帽os. Construcciones a mayor honra del mandante, pero sin beneficio alguno para sus ciudades. Aeropuertos, residencias de ancianos, polideportivos, decoraciones de dudoso gusto…Y todo con un dinero sudado por un pueblo que con frecuencia no necesitaba de esos servicios, pero que el regidor constru铆a para poner la placa de inauguraci贸n con su nombre para la historia.

Y ahora vienen los elegidos y encuentran que el dinero aportado por los ciudadanos ha sido empleado en construcciones para mayor gloria del gobernante saliente. Y los nuevos alcaldes se encuentran sin recursos para ni帽os con hambre, para familias sin soluci贸n habitacional, para colegios sin calefacci贸n, para comedores sociales.

Pero ahora a nadie se le pueden pedir cuentas. Ese puesto que era servicio p煤blico se ha convertido en realidad en mando en virtud de un bast贸n que conlleva un sometimiento de todos a la voluntad del regidor. En absoluto se ha consultado con el pueblo la conveniencia de gastar millones en granito para cruceiros o sobre la necesidad de un polideportivo o una residencia de ancianos. Y a posteriori no se puede redimir la falta de di谩logo porque se invoca el bast贸n de mando y en su posesi贸n incluye la voluntad soberana de quien lo ostenta. Desde el neol铆tico al siglo XXI el poder tiende a ser tir谩nico y excluyente. La dictadura siempre ronda el sill贸n presidencial delante del cual figura el bast贸n de mando como amenaza. Los pol铆ticos camuflan su voluntad de servicio en el orgullo del mando. La democracia sigue estando erecta en ese s铆mbolo de opresi贸n. Y de ah铆 las leyes mordazas, las prohibiciones de manifestaciones, las amenazas a la libertad de expresi贸n, la condena de posturas que quieran plantear una realidad de servicio. El orden establecido es el dios supremo de esta religi贸n olig谩rquica disfrazada de libertad de elecci贸n. Todo lo que sea apartarse de ese orden establecido est谩 siendo condenado por leyes que ahogan la iniciativa individual y grupal de quien se rebele contra unas tablas de la ley inscritas en m谩rmol irrompible y sagrado.

Ah铆 est谩 el bast贸n de mando, capaz de dejar huellas en las espaldas de los pueblos, en los ijares de la historia.

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