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El milagro chileno

OPINIÓN de Jorge Majfud.- Hace un par de semanas tuve la mala idea de contestar algunos argumentos de un señor que decía vivir en Estados Unidos porque este es un país libre. Curiosamente, o no, defendía la dictadura de Pinochet como la única forma de salvar a su país del comunismo. Una dictadura que rescató a Chile de la debacle económica en la que lo había hundido Salvador Allende, y que reorganizó el país y su economía para el modelo exitoso del que goza el país hoy en día, a pesar de algunos brotes socialistas que nunca mueren.

Está de más decir que este tipo de argumentos prefabricados ha sido por lo menos exitoso: se atribuye al equipo económico de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) el mérito de una sociedad y de una economía desarrollada en América Latina. La idea de que una dictadura que destruyó un gobierno democrático, persiguió, torturó y asesinó a miles de ciudadanos para proteger a un país de una posible dictadura sería irrisorio sino fuese criminal.

Por otro lado, el supuesto mé​rito económico de la dictadura (o “dictablanda” como le gustaba definirla el mismo dictador) también es muy cuestionable.

Más abajo he diseñado un gráfico de la evolución del PIB chileno desde 1960 hasta 2010. De estos números se desprenden algunas observaciones: 


1) Contrariamente a lo que se suele repetir, el breve gobierno de Salvador Allende no significó ninguna catástrofe económica, pese al complot (económico, diplomático y militar) del gobierno norteamericano de la época, ampliamente documentado. Por el contrario, se observa un incremento del PIB.

2) Durante el período del “milagro económico” y de la estabilidad financiera de la dictadura chilena se observan varios altibajos más o menos dramáticos. Si comparamos el desarrollo del PIB de Cuba en el mismo periodo, lejos de ser considerado un ejemplo de éxito económico, vemos que en ambos países el crecimiento fue muy similar. De hecho en 1973, el PIB de Cuba era 9.9876 ​mil millones​ y el de Chile 16.3875​ mil millones​. En 1990, el de Cuba era de 28.6451​mil millones​ y el de Chile 31.5589 ​mil millones​. Es decir que en el gobierno socialista de Allende, la economía cubana era el 61 % de la chilena, mientras que al finalizar el gobierno de AugustoPinochet, la de Cuba era el 91% de la de Chile. En términos globales, la economía cubana creció más que la chilena durante el “milagro chileno” de los Chicago Boys. Obviamente que los factores son múltiples (ayuda soviética y bloqueo estadounidense a Cuba, etc.) Pero los números chilenos no muestran nada impresionante en ningún caso.

3) El gran despegue de la economía chilena (al menos en términos de Producto Bruto Interno) se observa precisamente en el periodo pos dictatorial hasta el presente. La mayor parte de este periodo de 25 años (1990-2015) estuvo presidido por gobiernos de centroizquierda. En dos oportunidades, por gobiernos socialistas, con todos los matices que tiene ese término a lo largo de la historia, como también es el caso de los diferentes capitalismos que existieron y existen hoy en día. Más allá de una discusión ideoléxica (semántica e ideológica), lo que parece claro es que adjudicarle a la dictadura chilena de los 70s y 80s el mérito del presente chileno es por lo menos cuestionable. Un argumento común es que sin Pinochet Chile se hubiese convertido en otra Cuba. Bueno, también se podría decir que sin Pinochet Chile se podría haber convertido en Suecia o en Singapur y si mi abuelita tuviese cuatro ruedas sería un carrito.

Pero cuando se analiza la historia, antes que estas especulaciones complacientes para determinados grupos hay que analizar lo que de hecho ocurrió: (a) una dictadura que destruyó una democracia estratégicamente acosada y acusada de comunismo por la ingeniería publicitaria, como antes había ocurrido con el gobierno de Guatemala en 1954 gracias a otra conspiración (en aquel caso de la United Fruit Company, gracias a la cual ese país, como tantos otros, pagaron con generaciones de dictaduras y cientos de miles de muertos, pero gracias a Dios se salvaron del horror del socialismo que nunca fue); (b) el desempeño bastante mediocre en economía, tan mediocre como el cubano, aunque bastante mejor que otras dictaduras militares de la época, y (c) el mérito evidente de la generación posterior que, por alguna razón, no se identifica con la rabiosa oligarquía chilena que ante las fotos de los desaparecidos respondían con carteles: “por suerte ya no están”.

Porque para la mentalidad colonial, los países tienen dueños; cuando los disidentes expresan desacuerdo, amablemente son invitados a abandonar el país, en el mejor de los casos. Lo cual ha funcionado desde siempre, sean fascismos de izquierda o de derecha, supuestas democracias o dictaduras tradicionales. No pocas veces he escuchado la recomendación (sobre todo de latinoamericanos que dicen huir de dictaduras latinoamericanas) de que si alguien critica las acciones del gobierno estadounidense debería irse de Estados Unidos. Vienen escapando de dictaduras y traen toda esa mentalidad dictatorial mientras repiten sin pudor palabras como libertad y democracia. Lo cual significa que, si fuese por ellos, al menos sesenta o ciento veinte millones de norteamericanos deberían abandonar su propio país por no ser “americanos auténticos”. No pocas veces he escuchado más de lo mismo desde Cuba, por citar un ejemplo igual y contrario: “este país es nuestro; el que no está de acuerdo, que se vaya a Miami”.

Para terminar la discusión con Augustito (que más bien fue un monólogo de su parte) tuve que darle la razón. Se me hacía tarde. Le recomendé una película muy impactante,Missing (1982) con la actuación insuperable de Jack Lemmon sobre el caso de un periodista de Nueva York, desaparecido en Chile pocos días después de aquel glorioso once de setiembre. Se quedó satisfecho. Dijo que la iba a comprar en Amazon. Probablemente a esta altura ya la haya visto. Seguramente me estará puteando y llamando comunista. No soy comunista, pero considero que esta acusación ya no es mortal como solía serlo en América Latina. Mucho menos aquí, en Estados Unidos, cuyo presidente, como todos saben, es comunista y musulmán.

Jorge Majfud




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