OPINIÓN de Rosa María Artal.- Mientras agitan banderas y demagogias, están sucediendo hechos de enorme trascendencia en España. Nuestro país encabeza la lista de aquellos cuyos jóvenes aceptan involuntariamente trabajos a tiempo parcial. Los conocidos como “minijobs”, un invento alemán de trabajo marginal que se caracteriza por su baja remuneración y cotización para adquirir derechos de seguridad social. España cuadriplica la media de los países industrializados. Pero esto no encabeza las noticias diarias. Para qué queremos más que banderas y unidades sagradas en lo universal.
El informe de la OCDE destaca que cerca del 71% de los empleados de 15 a 24 años en España tienen contratos temporales. Dado el paro en este tramo -y en el siguiente-, que se ha incrementado durante el gobierno del PP del 40% al 53% -e incluso más en algunos momentos-, los jóvenes españoles aceptan cualquier ocupación. Resolviendo, por cierto, la tarea a los empresarios que deberían pagar a ellos o a otros un salario digno. La llamada Reforma Laboral del PP ha contribuido a este tipo de empleo precario al que no se ve visos de mejora, dado que no hay otro modelo productivo que el abaratamiento de la mano, pie o cabeza de obra.
España está alimentando pues una burbuja de precariedad que se proyectará hacia el futuro con honda gravedad y consecuencias devastadoras. Jóvenes sin hogar propio, sin trabajo que permita vivir, pueden ir olvidándose de pensiones o de poder afrontar los cada vez más frecuentes copagos en sanidad y servicios.
Otro estudio, de Save the Children, muestra que el 56% de las familias monoparentales, encabezadas por una mujer, disponen de tan solo 600 euros mensuales para vivir. Lógicamente encuentran, además, grandes dificultades para compatibilizar su vida laboral y la personal. No es fácil pagar ayudas con esos ingresos.
El 80% de los abuelos, nos contaban hace poco, ayuda a la subsistencia de sus hijos y nietos. No vivirán eternamente.
¿Hasta cuándo se puede mantener esta situación?
Tenemos un presidente que abochorna cuando abre la boca -véase la entrevista de Carlos Alsina en Onda Cero-. Unos políticos como Esperanza Aguirre que no calla ni un día, mientras se gastó 3,3 millones de euros en primeras piedras y folletos para promocionarse con nuestro dinero. O la trama Púnica, nacida en la Comunidad Valenciana, que entre sus muchos presuntos latrocinios, nos dicen, no tuvo empacho en pagar 4.000 euros por hacerse una cuenta de Twitter o Facebook que es gratis. Pequeños apuntes del día de una lista interminable…
11 millones de personas apoyaron todo esto, y muchas de ellas lo siguen haciendo. ¿Podrían explicarnos qué vida han previsto para sus hijos o para los hijos de otras personas con el panorama que la España del PP les brinda?
El informe de la OCDE destaca que cerca del 71% de los empleados de 15 a 24 años en España tienen contratos temporales. Dado el paro en este tramo -y en el siguiente-, que se ha incrementado durante el gobierno del PP del 40% al 53% -e incluso más en algunos momentos-, los jóvenes españoles aceptan cualquier ocupación. Resolviendo, por cierto, la tarea a los empresarios que deberían pagar a ellos o a otros un salario digno. La llamada Reforma Laboral del PP ha contribuido a este tipo de empleo precario al que no se ve visos de mejora, dado que no hay otro modelo productivo que el abaratamiento de la mano, pie o cabeza de obra.
España está alimentando pues una burbuja de precariedad que se proyectará hacia el futuro con honda gravedad y consecuencias devastadoras. Jóvenes sin hogar propio, sin trabajo que permita vivir, pueden ir olvidándose de pensiones o de poder afrontar los cada vez más frecuentes copagos en sanidad y servicios.
Otro estudio, de Save the Children, muestra que el 56% de las familias monoparentales, encabezadas por una mujer, disponen de tan solo 600 euros mensuales para vivir. Lógicamente encuentran, además, grandes dificultades para compatibilizar su vida laboral y la personal. No es fácil pagar ayudas con esos ingresos.
El 80% de los abuelos, nos contaban hace poco, ayuda a la subsistencia de sus hijos y nietos. No vivirán eternamente.
¿Hasta cuándo se puede mantener esta situación?
Tenemos un presidente que abochorna cuando abre la boca -véase la entrevista de Carlos Alsina en Onda Cero-. Unos políticos como Esperanza Aguirre que no calla ni un día, mientras se gastó 3,3 millones de euros en primeras piedras y folletos para promocionarse con nuestro dinero. O la trama Púnica, nacida en la Comunidad Valenciana, que entre sus muchos presuntos latrocinios, nos dicen, no tuvo empacho en pagar 4.000 euros por hacerse una cuenta de Twitter o Facebook que es gratis. Pequeños apuntes del día de una lista interminable…
11 millones de personas apoyaron todo esto, y muchas de ellas lo siguen haciendo. ¿Podrían explicarnos qué vida han previsto para sus hijos o para los hijos de otras personas con el panorama que la España del PP les brinda?