OPINI脫N de Jorge Riechmann.- No hablemos tanto de Estado del Bienestar: hablemos de esclavos energ茅ticos, y las cosas quedar谩n m谩s claras.[1]
A escala mundial, las emisiones personales endosom谩ticas de carbono (en forma de di贸xido de carbono) rondan los 90 kg. anuales; recordemos que la mayor parte de la energ铆a primaria que consumimos procede de los combustibles f贸siles. Pero las emisiones exosom谩ticas (la energ铆a “externa” al metabolismo de nuestro organismo) alcanzan los 1.260 kgs. por persona y a帽o (promedio que enmascara enormes diferencias entre Norte y Sur globales, entre clases sociales, entre varones y mujeres…). Grosso modo, eso quiere decir que cada uno y cada una de nosotros vivimos disfrutando de catorce esclavos energ茅ticos en promedio (muchos m谩s en el Norte, muchos menos en el Sur).
La gran pregunta, la enorme pregunta, la descomunal pregunta: ¿podemos convertirnos en esclavistas –energ茅ticos— modestos? ¿Configurar formas de vida buena con s贸lo dos o tres esclavos energ茅ticos por cabeza, y con justicia global?
(Un par de pistas: Cuba consume s贸lo una quinta parte de la energ铆a primaria per capita de Alemania, pero mantiene un 脥ndice de Desarrollo Humano alto, por encima de 0’8. Pero dentro de Alemania existen numerosas experiencias locales –por ejemplo Feldheim, o Sieben Linden, o el barrio de Vauban en Friburgo— donde el consumo energ茅tico se asemeja a la media cubana: reducciones de tres cuartas partes en el consumo de energ铆a primaria con respecto al promedio alem谩n.)
[1] En la Atenas cl谩sica, hab铆a unos 300.000 esclavos trabajando para 34.000 ciudadanos libres: casi diez para cada uno. En la Roma imperial, 130 millones de esclavos les facilitaban la vida a 20 millones de ciudadanos romanos. Pues bien: en los a帽os noventa del siglo XX, el habitante promedio de la Tierra ten铆a a su disposici贸n 20 “esclavos energ茅ticos” que no cesaban un instante de trabajar (es decir: ese habitante promedio empleaba la energ铆a equivalente a 20 seres humanos que trabajasen 24 horas al d铆a, 365 d铆as al a帽o). Y en 2011 eran 25 esclavos energ茅ticos en promedio (45 en Espa帽a, 60 en Alemania, 120 en EEUU) (Antonio Turiel: “El cenit del petr贸leo y la crisis econ贸mica”, ponencia en las Jornadas de Ecolog铆a Pol铆tica y Social, Sevilla (Casa de la Provincia), 12 y 13 de diciembre de 2013).
As铆, el control sobre los combustibles f贸siles ha desempe帽ado un papel central no s贸lo en la liberaci贸n respecto del trabajo f铆sico penoso, sino tambi茅n en la ampliaci贸n de las diferencias de poder y riqueza que caracteriza a la historia moderna. Pues ese promedio de veinte esclavos energ茅ticos per capita no puede ser m谩s enga帽oso: el norteamericano medio, en los a帽os noventa del siglo XX, usaba entre cincuenta y cien veces m谩s energ铆a que el bangladesh铆 medio; se serv铆a de 75 “esclavos energ茅ticos”, mientras que el de Bangladesh ten铆a a su disposici贸n menos de uno (para estos c谩lculos sobre esclavos energ茅ticos, v茅ase Luis M谩rquez Delgado, “Integraci贸n de la agricultura en el medio ambiente”, en AA.VV.: Agricultura y medio ambiente. Actas del III Foro sobre Desarrollo y Medio Ambiente, Fundaci贸n Montele贸n, Le贸n 2001, p. 256; y tambi茅n John McNeill, Something New Under the Sun, Penguin, Londres 2000, p. 15-16).
Tenemos de esta forma una enorme diferencia en el uso de energ铆a exosom谩tica, de cien a uno –que podr铆amos poner en paralelo con diferencias semejantes en el poder adquisitivo de unos y otros–. Nunca antes, en la historia de nuestro planeta, existi贸 un nivel de desigualdad semejante en lo que a uso de la energ铆a se refiere. A comienzos del siglo XXI ¡s贸lo la ciudad de Nueva York consume tanta electricidad como toda el 脕frica subsahariana! (excluida Sud谩frica)!
*tratarde.org