OPINI脫N de Ana Cuevas Pascual.- La vida de algunas personas parece no tener el mismo valor que el de otras. Al menos, es la impresi贸n que se obtiene si se comparan algunos acontecimientos recientes. En el caso de la peregrina norteamericana , las fuerzas de seguridad del estado despertaron de una larga siesta cuando el senador John McCain amenaz贸 con mandar al FBI a investigar la desaparici贸n. Durante cinco largos meses ni la guardia civil ni la polic铆a fueron capaces de encontrar su cad谩ver. Ni un solo rastro del autor del crimen. Pero cuando la caballer铆a yankee amag贸 con tomar las riendas, el orgullo patrio facilit贸 la resoluci贸n del caso en pocos d铆as.
Denise era ciudadana del primer mundo. Con una familia que la amaba y que no dud贸 en presionar a las m谩s altas instancias pol铆ticas de su pa铆s para saber qu茅 le hab铆a sucedido. Eso fue definitivo para conseguirlo. En cambio, otros sucesos similares, no reciben la misma atenci贸n ni medios. Quiz谩s porque las v铆ctimas eran, a su vez, v铆ctimas de la explotaci贸n sexual o de la trata de mujeres y nadie clam贸 a las autoridades en su nombre.
Podr铆a ser el caso de la mujer negra que apareci贸 medio carbonizada en un contenedor en plenas fiestas de Nerva. Seg煤n la guardia civil, un claro suicidio. Argumento kafkiano que tambi茅n emplean para desestimar las investigaciones que sirvan, al menos, para ponerle un nombre al cad谩ver. Nadie ha denunciado su desaparici贸n, era negra, posiblemente pobre. Podr铆a haber llegado a nuestro pa铆s enga帽ada por las mafias que se dedican al contrabando de personas. Obligada a prostituirse y privada de su pasaporte. Asesinada por su proxeneta y arrojada al contenedor como basura humana. Es solo una hip贸tesis. Pero bastante menos descabellada que la que mantiene la benem茅rita para cerrar el caso. Un suicidio. De ser as铆, deber铆amos creernos que la mujer se introdujo voluntariamente dentro del contenedor para prenderse fuego. Que, en mitad de las celebraciones de Nerva, nadie vio ni oy贸 nada mientras su cuerpo ard铆a silenciosamente. Sin emitir ni un quejido que alertara al personal. Sin que el humo y el olor a carne quemada fuera detectado por las multitudes que llenaban las calles aleda帽as.
Yo no soy Sherlock Holmes pero este caso me huele, con perd贸n, a chamusquina.
Como mal huelen tambi茅n otros "suicidios· femeninos que, casualmente se han disparado en los 煤ltimos tiempos. Como el de una joven en Corralejo embarazada y apu帽alada tres veces en el vientre que, mientras se desangraba, lav贸 la ropa de su cama y la sangre del cuchillo. Apa帽adicas que somos las mujeres hasta la muerte, Que no es cuesti贸n de dejarlo todo hecho un asco, oigan. La familia parece aceptar la versi贸n oficial. Se encierran en un absoluto mutismo.
Hay muchas formas de ejercer violencia contra la mujer y es verdad que este hecho afecta a todas las clases sociales. Pero cuando la mujer padece desarraigo familiar, es pobre o pertenece a un ambiente marginal est谩 mucho m谩s expuesta.
La mujer del contenedor de Nerva ten铆a una identidad. Puede que alguno de sus familiares o seres queridos, de conocer lo ocurrido, pedir铆an una investigaci贸n m谩s exhaustiva. Reclamar铆an justicia en su nombre. Pero, a d铆a de hoy, la v铆ctima no tiene nombre y los investigadores no piensan gastar recursos en pon茅rselo. Ning煤n senador estadounidense, ni por verg眉enza patrio, les va a achuchar para que no le den carpetazo.
Menos que nada.
Denise era ciudadana del primer mundo. Con una familia que la amaba y que no dud贸 en presionar a las m谩s altas instancias pol铆ticas de su pa铆s para saber qu茅 le hab铆a sucedido. Eso fue definitivo para conseguirlo. En cambio, otros sucesos similares, no reciben la misma atenci贸n ni medios. Quiz谩s porque las v铆ctimas eran, a su vez, v铆ctimas de la explotaci贸n sexual o de la trata de mujeres y nadie clam贸 a las autoridades en su nombre.
Podr铆a ser el caso de la mujer negra que apareci贸 medio carbonizada en un contenedor en plenas fiestas de Nerva. Seg煤n la guardia civil, un claro suicidio. Argumento kafkiano que tambi茅n emplean para desestimar las investigaciones que sirvan, al menos, para ponerle un nombre al cad谩ver. Nadie ha denunciado su desaparici贸n, era negra, posiblemente pobre. Podr铆a haber llegado a nuestro pa铆s enga帽ada por las mafias que se dedican al contrabando de personas. Obligada a prostituirse y privada de su pasaporte. Asesinada por su proxeneta y arrojada al contenedor como basura humana. Es solo una hip贸tesis. Pero bastante menos descabellada que la que mantiene la benem茅rita para cerrar el caso. Un suicidio. De ser as铆, deber铆amos creernos que la mujer se introdujo voluntariamente dentro del contenedor para prenderse fuego. Que, en mitad de las celebraciones de Nerva, nadie vio ni oy贸 nada mientras su cuerpo ard铆a silenciosamente. Sin emitir ni un quejido que alertara al personal. Sin que el humo y el olor a carne quemada fuera detectado por las multitudes que llenaban las calles aleda帽as.
Yo no soy Sherlock Holmes pero este caso me huele, con perd贸n, a chamusquina.
Como mal huelen tambi茅n otros "suicidios· femeninos que, casualmente se han disparado en los 煤ltimos tiempos. Como el de una joven en Corralejo embarazada y apu帽alada tres veces en el vientre que, mientras se desangraba, lav贸 la ropa de su cama y la sangre del cuchillo. Apa帽adicas que somos las mujeres hasta la muerte, Que no es cuesti贸n de dejarlo todo hecho un asco, oigan. La familia parece aceptar la versi贸n oficial. Se encierran en un absoluto mutismo.
Hay muchas formas de ejercer violencia contra la mujer y es verdad que este hecho afecta a todas las clases sociales. Pero cuando la mujer padece desarraigo familiar, es pobre o pertenece a un ambiente marginal est谩 mucho m谩s expuesta.
La mujer del contenedor de Nerva ten铆a una identidad. Puede que alguno de sus familiares o seres queridos, de conocer lo ocurrido, pedir铆an una investigaci贸n m谩s exhaustiva. Reclamar铆an justicia en su nombre. Pero, a d铆a de hoy, la v铆ctima no tiene nombre y los investigadores no piensan gastar recursos en pon茅rselo. Ning煤n senador estadounidense, ni por verg眉enza patrio, les va a achuchar para que no le den carpetazo.
Negra, pobre, seguramente prostituta, an贸nima... ¿a qui茅n le puede importar? La cuesti贸n es que no engrosar谩 las magras listas de v铆ctimas del terrorismo machista. Parece que ella y toda su vida entera se consumieron espont谩neamente en ese contenedor de basura. Una met谩fora cruel y realista de lo poco que valen algunas vidas.
Menos que nada.