OPINI脫N de Emilio Cafassi.- Si en un par de art铆culos recientes nos pregunt谩bamos por el nivel de democraticidad de las arquitecturas institucionales en general y de algunos ejemplos uruguayos en particular, ¿c贸mo eludir la inquietud ante los aciagos acontecimientos represivos suscitados el 煤ltimo martes con el desalojo de estudiantes secundarios? ¿C贸mo excluirlos de una secuencia de agrietamientos en la compleja juntura del movimiento social, la direcci贸n pol铆tica frentista y el curso del gobierno? Las protestas y las luchas ¿no est谩n entre las herramientas de las que pueden servirse los afectados por alguna decisi贸n, para incidir sobre ella? Desde hace algo m谩s de un mes, es en la educaci贸n donde se sit煤a el epicentro de la sismicidad pol铆tica y sindical, alentada por el compromiso program谩tico del Frente Amplio (FA) de alcanzar el 6% del PBI en el presupuesto quinquenal. Si en alg煤n punto se sospechara, con o sin fundamentos, de alg煤n giro en la consecuci贸n del programa u otras demandas previstas aunque insatisfechas, ser谩 inevitable alg煤n tipo de conflictividad. Luego de las huelgas de profesores, la semana pasada los estudiantes secundarios tomaron -en su doble acepci贸n- una audaz iniciativa.
Muy resumidamente, la Coordinadora de Estudiantes de Ense帽anza Secundaria (CEEM) tom贸 durante el fin de semana las oficinas del Consejo Directivo Central (Codicen) afectando tambi茅n a otros organismos p煤blicos que tienen oficinas en el mismo edificio. Ante esto, el Ministerio de Trabajo envi贸 en la tarde del martes a “tres mediadores de muy alto nivel: dos abogados y una funcionaria administrativa”, seg煤n el propio ministro Murro ante la prensa. Les propon铆an instalar una mesa de di谩logo a cambio del desalojo. Al fracasar, Murro solicit贸 al Ministerio del Interior que “tome cartas en el asunto” aunque, como ahora sabemos, finalmente consider贸 conveniente sustituir las cartas por palos en tal asunto. ¿Los malos modales de un grupo de adolescentes es parte de los fundamentos para solicitar el uso de la fuerza? No deja de ser curioso que el ministro haya referido a la forma del rechazo al sostener que los ocupantes “les tiran los papeles en la cara”.
Si en cualquier protesta o pr谩ctica de lucha de cualquier actor civil todo progresismo debe armarse –s贸lo- de paciencia aguzando la escucha y la capacidad negociadora y persuasiva, ¿qu茅 otra precauci贸n sino la multiplicaci贸n de estos cuidados debe tenerse cuando esos actores son adolescentes? Si en cualquier conflicto el uso de la fuerza debe ser el ultim铆simo recurso, s贸lo para cuando la integridad f铆sica de alg煤n o algunos ciudadanos pueda estar en riesgo (y con toda clase de controles p煤blicos, tecnolog铆as de registro y garant铆as pol铆ticas y judiciales), cu谩nto m谩s en este caso con estos protagonistas. A la sociedad uruguaya le resulta casi imposible reconstruir la trama precisa y la secuencia de los graves acontecimientos de violencia, ante las contradicciones irreconciliables de los comunicados y conclusiones de las partes involucradas. M谩s a煤n lo es para m铆 a la distancia, lo que no quita que la sola desembocadura de heridos y destrozos me invite a reflexionar sobre el grado de democraticidad progresista exhibida en este lamentable suceso. Fue a iniciativa del FA que se despenaliz贸 la ocupaci贸n aunque un decreto excluye a los edificios p煤blicos. ¿No implica acaso reconocer su legitimidad como m茅todo de protesta?
El Ministerio del Interior responsabiliza en un comunicado a fuerzas ajenas como el sindicato del taxi o la agrupaci贸n “Plenaria Memoria y Justicia” que habr铆an atacado a la polic铆a en el exterior, mientras el de la CEEM lo desmiente sosteniendo que “no hubo palo nada m谩s a los que se enfrentaban” a la polic铆a “ya que fuimos agredidos tanto fuera como dentro del edificio”. Por su parte, los universitarios (FEUU) subrayan que el Ministro del Interior Bonomi miente “en sus declaraciones cuando dice que no hubo violencia en el interior del edificio. Miente cuando dice que no se violent贸 a los menores de edad que se encontraban ocupando, cuando se dice que la desocupaci贸n fue voluntaria. No hay auto evacuaci贸n con la Republicana dentro del edificio, y tambi茅n miente cuando dice que la represi贸n se desat贸 como consecuencia del Suatt y de Plenaria Memoria y Justicia”. A la vez, la Instituci贸n Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) acept贸 la propuesta del Codicen de observar el procedimiento de desalojo de su sede, cosa que hizo el propio presidente de la INDDHH, Juan Faroppa, qui茅n luego elabor贸 un informe. Profundizando a煤n m谩s las contradicciones y la ambig眉edad, el informe sostiene que “no se utiliz贸 la fuerza contra los j贸venes ocupantes” y que “en el exterior del edificio (…) la Guardia Republicana no se dirigi贸 al grupo de estudiantes ocupantes (sino que) se centr贸 en el grupo de manifestantes, muchos adultos y con rostros cubiertos, que enfrentaron con extrema violencia al personal policial”. Que en ese marco “no existi贸, por parte de las fuerzas policiales, un uso sistem谩tico, masivo e intencional de la fuerza abusivo y/o excesivo (aunque) lo anterior no significa que no se hayan observado casos puntuales por parte de algunos efectivos policiales que mostraron, en forma innecesaria, un uso abusivo de la fuerza”. ¿Y entonces? ¿Habr谩 advertido Faroppa que ya no es m谩s subsecretario del Ministerio del Interior como lo fue en el primer gobierno del FA, sino que ahora est谩 al frente de la instituci贸n que debe resguardar el respeto por los derechos humanos de toda la ciudadan铆a? ¿Palazos en la cabeza por parte de uniformados, no son una violaci贸n flagrante de los derechos que est谩 llamado a preservar aunque no haya sido un plan “sistem谩tico” y “masivo”?
Si bien mi relaci贸n con la academia es estrecha, no lo es con ese nivel educativo, adem谩s de no ser psic贸logo. Mi asistem谩tica y epid茅rmica percepci贸n de la situaci贸n de esa etapa me la proveen desde familiares adolescentes hasta hijos de amigos que tienden a confirmarme la pervivencia -respecto a mi ya lejana 茅poca- de abulia y desinter茅s, de opresi贸n y absurda obediencia que la instituci贸n produce en los receptores. Desde entonces, la secundaria pareciera inc贸lume ante su propia crisis. Frente a ello, recuerdo como una inmensa liberaci贸n y empoderamiento la experiencia de mis propias pr谩cticas de lucha de estudiante, tanto como percibo actualmente los riesgos que conllev贸. Participar a los 14 a帽os en procesos de movilizaciones pero tambi茅n de tomas del colegio del que domin谩bamos, techos, oficinas y recovecos, tiempos de guardia autoadministrados, discusiones apasionadas, confrontando todo aquello con la mon贸tona apat铆a de receptor pasivo de contenidos alejados del m谩s m铆nimo inter茅s, explica mi entusiasmo y dedicaci贸n estudiantil de entonces. Probablemente algo de esta comparaci贸n valga en la actualidad. De la lucha de una de esas ocupaciones surgi贸 la primera revista que fund茅 y dirig铆, “Nuestra voz”, que conquist贸 adem谩s una oficina enorme para funcionar en horas extraescolares. Tambi茅n fuimos apaleados pero en movilizaciones en Plaza de Mayo en aquel ´72 de la dictadura del Gral. Lanusse ya que afortunadamente la polic铆a nunca intent贸 desalojarnos de las tomas, lo que tal vez hubiera desencadenado una masacre. Porque era tal el empoderamiento omnipotente de aquella adolescencia que adem谩s de editar la revista en las oficinas, escond铆amos armas y explosivos (no todos caseros) como absurda e irresponsable autodefensa ante una eventual represi贸n. La sensibilidad pol铆tica adolescente y sus predisposiciones subjetivas hacia la rebeld铆a y la indignaci贸n ante la injusticia se asemejan m谩s a un fr谩gil bid贸n de combustible que a una fuente controlada de energ铆a. Una chispa puede desatar lo impredecible.
Por eso considero una irresponsabilidad pol铆tica para cualquier izquierda o progresismo, tanto el env铆o de fuerzas represivas al conflicto como la decisi贸n de grupos pol铆ticos y sindicales de confrontar f铆sicamente con la polic铆a, poniendo en riesgo a los protagonistas y obliterando el car谩cter de sus batallas y metodolog铆as. Por advertencia de este diario llegu茅 a la p谩gina extraoficial de facebook de la Guardia Republicana advirtiendo que chorrea sangre y venganza en cada p谩rrafo. Exhibe con orgullo su voracidad represiva y su fuerza y se presenta disponible a eliminar delincuentes y hasta jueces que los liberan y se ensa帽an con la polic铆a. Por el mail de un amigo, llegu茅 a un blog anarquista que comenta su propio rol o el de otros en este desastre argumentando que “atacar a la polic铆a, defender la lucha, ejercer la autodefensa es un orgullo, es la sangre misma de la libertad y es el camino para encontrarnos”. Me deben faltar m谩s palos en el cr谩neo a煤n, adem谩s de agresiones varias para encontrarme y liberarme. Mi admiraci贸n por el anarquismo no los incluye, como no excluye a los luchadores de las responsabilidades por los eventuales actos vand谩licos sobre los bienes. Una toma responsable debe dejar lo ocupado en condiciones mejores a煤n que al momento de la ocupaci贸n. ¿Enuncio aqu铆 una reedici贸n acotada de la teor铆a de los dos demonios? La desigualdad de fuerzas y motivaciones lo desestiman inmediatamente.
Pero no descarto una teor铆a de los dos est煤pidos.
Muy resumidamente, la Coordinadora de Estudiantes de Ense帽anza Secundaria (CEEM) tom贸 durante el fin de semana las oficinas del Consejo Directivo Central (Codicen) afectando tambi茅n a otros organismos p煤blicos que tienen oficinas en el mismo edificio. Ante esto, el Ministerio de Trabajo envi贸 en la tarde del martes a “tres mediadores de muy alto nivel: dos abogados y una funcionaria administrativa”, seg煤n el propio ministro Murro ante la prensa. Les propon铆an instalar una mesa de di谩logo a cambio del desalojo. Al fracasar, Murro solicit贸 al Ministerio del Interior que “tome cartas en el asunto” aunque, como ahora sabemos, finalmente consider贸 conveniente sustituir las cartas por palos en tal asunto. ¿Los malos modales de un grupo de adolescentes es parte de los fundamentos para solicitar el uso de la fuerza? No deja de ser curioso que el ministro haya referido a la forma del rechazo al sostener que los ocupantes “les tiran los papeles en la cara”.
Si en cualquier protesta o pr谩ctica de lucha de cualquier actor civil todo progresismo debe armarse –s贸lo- de paciencia aguzando la escucha y la capacidad negociadora y persuasiva, ¿qu茅 otra precauci贸n sino la multiplicaci贸n de estos cuidados debe tenerse cuando esos actores son adolescentes? Si en cualquier conflicto el uso de la fuerza debe ser el ultim铆simo recurso, s贸lo para cuando la integridad f铆sica de alg煤n o algunos ciudadanos pueda estar en riesgo (y con toda clase de controles p煤blicos, tecnolog铆as de registro y garant铆as pol铆ticas y judiciales), cu谩nto m谩s en este caso con estos protagonistas. A la sociedad uruguaya le resulta casi imposible reconstruir la trama precisa y la secuencia de los graves acontecimientos de violencia, ante las contradicciones irreconciliables de los comunicados y conclusiones de las partes involucradas. M谩s a煤n lo es para m铆 a la distancia, lo que no quita que la sola desembocadura de heridos y destrozos me invite a reflexionar sobre el grado de democraticidad progresista exhibida en este lamentable suceso. Fue a iniciativa del FA que se despenaliz贸 la ocupaci贸n aunque un decreto excluye a los edificios p煤blicos. ¿No implica acaso reconocer su legitimidad como m茅todo de protesta?
El Ministerio del Interior responsabiliza en un comunicado a fuerzas ajenas como el sindicato del taxi o la agrupaci贸n “Plenaria Memoria y Justicia” que habr铆an atacado a la polic铆a en el exterior, mientras el de la CEEM lo desmiente sosteniendo que “no hubo palo nada m谩s a los que se enfrentaban” a la polic铆a “ya que fuimos agredidos tanto fuera como dentro del edificio”. Por su parte, los universitarios (FEUU) subrayan que el Ministro del Interior Bonomi miente “en sus declaraciones cuando dice que no hubo violencia en el interior del edificio. Miente cuando dice que no se violent贸 a los menores de edad que se encontraban ocupando, cuando se dice que la desocupaci贸n fue voluntaria. No hay auto evacuaci贸n con la Republicana dentro del edificio, y tambi茅n miente cuando dice que la represi贸n se desat贸 como consecuencia del Suatt y de Plenaria Memoria y Justicia”. A la vez, la Instituci贸n Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) acept贸 la propuesta del Codicen de observar el procedimiento de desalojo de su sede, cosa que hizo el propio presidente de la INDDHH, Juan Faroppa, qui茅n luego elabor贸 un informe. Profundizando a煤n m谩s las contradicciones y la ambig眉edad, el informe sostiene que “no se utiliz贸 la fuerza contra los j贸venes ocupantes” y que “en el exterior del edificio (…) la Guardia Republicana no se dirigi贸 al grupo de estudiantes ocupantes (sino que) se centr贸 en el grupo de manifestantes, muchos adultos y con rostros cubiertos, que enfrentaron con extrema violencia al personal policial”. Que en ese marco “no existi贸, por parte de las fuerzas policiales, un uso sistem谩tico, masivo e intencional de la fuerza abusivo y/o excesivo (aunque) lo anterior no significa que no se hayan observado casos puntuales por parte de algunos efectivos policiales que mostraron, en forma innecesaria, un uso abusivo de la fuerza”. ¿Y entonces? ¿Habr谩 advertido Faroppa que ya no es m谩s subsecretario del Ministerio del Interior como lo fue en el primer gobierno del FA, sino que ahora est谩 al frente de la instituci贸n que debe resguardar el respeto por los derechos humanos de toda la ciudadan铆a? ¿Palazos en la cabeza por parte de uniformados, no son una violaci贸n flagrante de los derechos que est谩 llamado a preservar aunque no haya sido un plan “sistem谩tico” y “masivo”?
Si bien mi relaci贸n con la academia es estrecha, no lo es con ese nivel educativo, adem谩s de no ser psic贸logo. Mi asistem谩tica y epid茅rmica percepci贸n de la situaci贸n de esa etapa me la proveen desde familiares adolescentes hasta hijos de amigos que tienden a confirmarme la pervivencia -respecto a mi ya lejana 茅poca- de abulia y desinter茅s, de opresi贸n y absurda obediencia que la instituci贸n produce en los receptores. Desde entonces, la secundaria pareciera inc贸lume ante su propia crisis. Frente a ello, recuerdo como una inmensa liberaci贸n y empoderamiento la experiencia de mis propias pr谩cticas de lucha de estudiante, tanto como percibo actualmente los riesgos que conllev贸. Participar a los 14 a帽os en procesos de movilizaciones pero tambi茅n de tomas del colegio del que domin谩bamos, techos, oficinas y recovecos, tiempos de guardia autoadministrados, discusiones apasionadas, confrontando todo aquello con la mon贸tona apat铆a de receptor pasivo de contenidos alejados del m谩s m铆nimo inter茅s, explica mi entusiasmo y dedicaci贸n estudiantil de entonces. Probablemente algo de esta comparaci贸n valga en la actualidad. De la lucha de una de esas ocupaciones surgi贸 la primera revista que fund茅 y dirig铆, “Nuestra voz”, que conquist贸 adem谩s una oficina enorme para funcionar en horas extraescolares. Tambi茅n fuimos apaleados pero en movilizaciones en Plaza de Mayo en aquel ´72 de la dictadura del Gral. Lanusse ya que afortunadamente la polic铆a nunca intent贸 desalojarnos de las tomas, lo que tal vez hubiera desencadenado una masacre. Porque era tal el empoderamiento omnipotente de aquella adolescencia que adem谩s de editar la revista en las oficinas, escond铆amos armas y explosivos (no todos caseros) como absurda e irresponsable autodefensa ante una eventual represi贸n. La sensibilidad pol铆tica adolescente y sus predisposiciones subjetivas hacia la rebeld铆a y la indignaci贸n ante la injusticia se asemejan m谩s a un fr谩gil bid贸n de combustible que a una fuente controlada de energ铆a. Una chispa puede desatar lo impredecible.
Por eso considero una irresponsabilidad pol铆tica para cualquier izquierda o progresismo, tanto el env铆o de fuerzas represivas al conflicto como la decisi贸n de grupos pol铆ticos y sindicales de confrontar f铆sicamente con la polic铆a, poniendo en riesgo a los protagonistas y obliterando el car谩cter de sus batallas y metodolog铆as. Por advertencia de este diario llegu茅 a la p谩gina extraoficial de facebook de la Guardia Republicana advirtiendo que chorrea sangre y venganza en cada p谩rrafo. Exhibe con orgullo su voracidad represiva y su fuerza y se presenta disponible a eliminar delincuentes y hasta jueces que los liberan y se ensa帽an con la polic铆a. Por el mail de un amigo, llegu茅 a un blog anarquista que comenta su propio rol o el de otros en este desastre argumentando que “atacar a la polic铆a, defender la lucha, ejercer la autodefensa es un orgullo, es la sangre misma de la libertad y es el camino para encontrarnos”. Me deben faltar m谩s palos en el cr谩neo a煤n, adem谩s de agresiones varias para encontrarme y liberarme. Mi admiraci贸n por el anarquismo no los incluye, como no excluye a los luchadores de las responsabilidades por los eventuales actos vand谩licos sobre los bienes. Una toma responsable debe dejar lo ocupado en condiciones mejores a煤n que al momento de la ocupaci贸n. ¿Enuncio aqu铆 una reedici贸n acotada de la teor铆a de los dos demonios? La desigualdad de fuerzas y motivaciones lo desestiman inmediatamente.
Pero no descarto una teor铆a de los dos est煤pidos.