OPINI脫N de Ileana Alamilla.- El contexto en el que estas elecciones presidenciales en su segunda vuelta se llevaron a cabo fue tr谩gico. Lo ocurrido en el Cambray II, con su caudal de sufrimiento, constituy贸 un golpe al coraz贸n de la sociedad, a lo cual debemos sumar el repudio al sistema pol铆tico, la cr铆tica a los partidos y a los diputados, la frustraci贸n de los movilizados sobre los pobres resultados de sus expectativas, la escasa perspectiva de mejorar nuestro futuro, pues las campa帽as de los candidatos finalistas, Sandra Torres y Jimmy Morales, poco entusiasmo provocaron para la generalidad de las personas.
Esta columna est谩 escrita cuando a煤n no hemos conocido el resultado de las urnas, pero al final de la semana ya casi todos daban por seguro al ganador, salvo que todas las encuestas y predicciones fallaran, o que le suceda lo que a Manuel Baldiz贸n, quien se consider贸 presidente por un buen tiempo hasta que los electores lo sacaron de su alucinaci贸n. Las ofertas electorales nos quedaron a deber, se mantuvieron en “lugares comunes”, evidenciaron el crucial desconocimiento de la realidad que ambos tienen, as铆 como del funcionamiento del Estado.
En los debates expresaron lo que el p煤blico asistente quer铆a escuchar, ya fueran empresarios a quienes se les jur贸 que no habr谩 reforma tributaria y que continuar谩n todos los privilegios, a las iglesias evang茅licas a las que se les ofreci贸 la creaci贸n de una oficina de enlace, a los necesitados les prometieron programas sociales, generaci贸n de empleo, as铆 como salud, educaci贸n, vivienda y todo lo indispensable para una vida digna.
Ninguno de los dos explic贸 el tama帽o del presupuesto requerido para cumplir tantas promesas ilusorias y mucho menos de d贸nde sacar铆an los recursos para honrar sus compromisos, ya que con su proselitismo lo que buscaron fue cautivar y engatusar.
Tampoco abordaron un tema fundamental: la libertad de expresi贸n y el derecho a la informaci贸n, salvo breves referencias cuando se trat贸 de quedar bien con la promesa de la transparencia; pero el respeto al trabajo de los y las periodistas, la subordinaci贸n a la Constituci贸n en relaci贸n con la emisi贸n del pensamiento y la garant铆a de que no seremos, una vez m谩s, v铆ctimas de la intolerancia, no fue incluido en la pr茅dica que recitaron, a pesar de que en todos sus m铆tines, reuniones y presentaciones estaban los periodistas.
El se帽or Morales, seg煤n algunos reporteros, se comport贸 de manera tosca con algunos periodistas y su equipo tuvo tambi茅n altercados usuales en las coberturas, lo que nos provoca suspicacia sobre su compromiso de respetar el trabajo de la Prensa. Durante el gobierno de la UNE, donde adquiri贸 su experiencia Sandra Torres, ocho periodistas fueron asesinados.
El ejercicio del derecho a la palabra no ha sido f谩cil y la labor period铆stica siempre ha chocado con los intereses de los pol铆ticos. Hemos tenido que librar duras batallas en defensa de nuestros derechos e intereses gremiales y en el pr贸ximo gobierno no daremos tregua, ya que la Prensa juega un papel determinante en los contextos sociales y puede contribuir, no solo a la transparencia, al conocimiento de la realidad, a la participaci贸n ciudadana, sino a la gobernabilidad democr谩tica.
La libertad de emisi贸n de pensamiento tiene que estar garantizada y la libertad de prensa debe ser blindada para todos los profesionales de la informaci贸n.
El Estado es el responsable de la seguridad de todas y todos, es a quien exigimos y lo seguiremos haciendo, que cumpla con su obligaci贸n de respetar estas garant铆as universales.
Esta columna est谩 escrita cuando a煤n no hemos conocido el resultado de las urnas, pero al final de la semana ya casi todos daban por seguro al ganador, salvo que todas las encuestas y predicciones fallaran, o que le suceda lo que a Manuel Baldiz贸n, quien se consider贸 presidente por un buen tiempo hasta que los electores lo sacaron de su alucinaci贸n. Las ofertas electorales nos quedaron a deber, se mantuvieron en “lugares comunes”, evidenciaron el crucial desconocimiento de la realidad que ambos tienen, as铆 como del funcionamiento del Estado.
En los debates expresaron lo que el p煤blico asistente quer铆a escuchar, ya fueran empresarios a quienes se les jur贸 que no habr谩 reforma tributaria y que continuar谩n todos los privilegios, a las iglesias evang茅licas a las que se les ofreci贸 la creaci贸n de una oficina de enlace, a los necesitados les prometieron programas sociales, generaci贸n de empleo, as铆 como salud, educaci贸n, vivienda y todo lo indispensable para una vida digna.
Ninguno de los dos explic贸 el tama帽o del presupuesto requerido para cumplir tantas promesas ilusorias y mucho menos de d贸nde sacar铆an los recursos para honrar sus compromisos, ya que con su proselitismo lo que buscaron fue cautivar y engatusar.
Tampoco abordaron un tema fundamental: la libertad de expresi贸n y el derecho a la informaci贸n, salvo breves referencias cuando se trat贸 de quedar bien con la promesa de la transparencia; pero el respeto al trabajo de los y las periodistas, la subordinaci贸n a la Constituci贸n en relaci贸n con la emisi贸n del pensamiento y la garant铆a de que no seremos, una vez m谩s, v铆ctimas de la intolerancia, no fue incluido en la pr茅dica que recitaron, a pesar de que en todos sus m铆tines, reuniones y presentaciones estaban los periodistas.
El se帽or Morales, seg煤n algunos reporteros, se comport贸 de manera tosca con algunos periodistas y su equipo tuvo tambi茅n altercados usuales en las coberturas, lo que nos provoca suspicacia sobre su compromiso de respetar el trabajo de la Prensa. Durante el gobierno de la UNE, donde adquiri贸 su experiencia Sandra Torres, ocho periodistas fueron asesinados.
El ejercicio del derecho a la palabra no ha sido f谩cil y la labor period铆stica siempre ha chocado con los intereses de los pol铆ticos. Hemos tenido que librar duras batallas en defensa de nuestros derechos e intereses gremiales y en el pr贸ximo gobierno no daremos tregua, ya que la Prensa juega un papel determinante en los contextos sociales y puede contribuir, no solo a la transparencia, al conocimiento de la realidad, a la participaci贸n ciudadana, sino a la gobernabilidad democr谩tica.
La libertad de emisi贸n de pensamiento tiene que estar garantizada y la libertad de prensa debe ser blindada para todos los profesionales de la informaci贸n.
El Estado es el responsable de la seguridad de todas y todos, es a quien exigimos y lo seguiremos haciendo, que cumpla con su obligaci贸n de respetar estas garant铆as universales.