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Animales fuera de las ciudades

OPINI脫N de Leonora Esquivel.- La gente suele salir de la ciudad para relajarse ante la vista del campo o la naturaleza. A los activistas por los derechos de los animales puede tensarnos un poco enfrentarnos a ambientes no tan controlados como la ciudad. Aqu铆 ya sabemos d贸nde comer y que no veremos una infinidad de animales en situaci贸n de calle en p茅simas condiciones. No quiero decir que no existan, pero no son tan visibles como en las zonas conurbadas o municipios de mi pa铆s, M茅xico.

Como amante que soy de la naturaleza me aventur茅 a Tlaxcala para visitar el Parque Nacional La Malinche, donde est谩 el volc谩n del mismo nombre. Sobra decir que es un Estado taurino, tanto que a la entrada de uno de sus “pueblos m谩gicos” cuyo 煤nico atractivo difundido es la primitiva “huamantlada”, hay una escultura de un toro “bravo”.

Por toda la ciudad hab铆a carteles anunciando las corridas del mes y en el m贸dulo de informaci贸n se ofrec铆an recorridos a la plaza de toros, la escuela de tauromaquia, conferencias sobre el or铆gen de la “fiesta”, visitas a las ganader铆as, etc. En algunas cantinas, restaurantes y hoteles hab铆a viejos carteles taurinos e incluso cabezas de toros lidiados decorando el comedor; con un pelaje tieso y polvoso y esa mirada fija que tiene una v铆ctima, donde podemos intuir que lo 煤ltimo que vio no fue agradable.

La cantidad de perros deambulando pondr铆a nerviosa a cualquier rescatista, desde cachorros hasta hembras pre帽adas, pasando por perros sarnosos, con lanas apelmasadas, heridos… Imposible ayudar a todos, y menos si est谩s de paso un domingo que todo cierra.

A煤n as铆, debo reconocer que hay una realidad paralela donde se ven ciertos avances en la cultura de respeto hacia los animales. Hoteles pet friendly,opciones vegetarianas en los restaurantes, leche de soya en supermercados y miscel谩neas, carteles de perros en adopci贸n. Y s铆, nos puede sonar nimio en comparaci贸n de todo lo que falta por hacer o todo lo que ya deber铆a haberse hecho, pero prefiero centrarme en lo que hay que en la carencia y usar estas visiones como motor para inspirarnos a seguir trabajando por la defensa de los animales.

Conozco a muchos activistas del interior de la rep煤blica y ellos me comentan lo complicado que es lograr que la idea penetre en la mentalidad de los habitantes locales. En el caso de la gente de escasos recursos, los animales son en ocasiones un s铆mbolo de poder econ贸mico: los tienen porque los pueden mantener, aunque para nuestros est谩ndares sea en unas condiciones deplorables donde ser铆a mejor no tenerlos. En el tema de la alimentaci贸n eso del veganismo se les hace una moda capitalina y las opciones a煤n son limitadas a menos que uno cocine o haga sus propias recetas. Sin embargo, estos activistas hacen una gran labor por ser pioneros en lugares donde lo que promueven todav铆a no ha permeado a la sociedad local.

Yo disfruto salir al campo, viajar al interior de M茅xico y a煤n con todo lo que veo que me duele y me gustar铆a eliminar de tajo, soy capaz de ver que estamos cambiando, que cada vez m谩s gente joven tiene una postura hacia los animales y que 茅sta puede ser muy distinta de las tradiciones bajo las que creci贸.

Estamos haciendo un recambio generacional e incidir en ni帽os y adolescentes ha de ser tarea prioritaria si queremos sembrar y ver los frutos en d茅cadas.

Los invito a transformar de ra铆z nuestra educaci贸n, mentalidad y sensibilidad para que un d铆a recordemos como an茅cdota que sol铆amos considerar espect谩culo torturar y matar animales e incluso les dedic谩bamos estatuas en homenaje a nuestra crueldad.

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