OPINI脫N de Amy Goodman y Denis Moynihan.- Los sucesivos administradores de emergencia designados por el gobernador de Michigan, Rick Snyder, ya se han ido de Flint, pero el desastre que provoc贸 su gesti贸n en la ciudad todav铆a contamina muchos hogares. De manera visible, la crisis en Flint tiene que ver con el agua. En abril de 2014, la ciudad cambi贸 la fuente de suministro de agua potable del sistema de Detroit, que se hab铆a usado durante m谩s de 50 a帽os, al r铆o Flint, presuntamente para ahorrar dinero. El agua contaminada del r铆o Flint caus贸 enfermedades y muy probablemente tambi茅n la muerte de algunos residentes. El agua corrosiva del r铆o, que circulaba en el sistema de agua de la ciudad sin recibir ning煤n tipo de tratamiento, desprendi贸 y arrastr贸 hasta los hogares los metales pesados que ten铆an las viejas ca帽er铆as. El veneno m谩s t贸xico que se desprendi贸 fue plomo, que puede causar da帽o cerebral permanente. El da帽o a la gente de Flint, el da帽o a los ni帽os que bebieron y se ba帽aron en el agua envenenada, es incalculable. El agua todav铆a se considera t贸xica al d铆a de hoy.
Pero la debacle que afecta a Flint tambi茅n se trata de la democracia. Mientras viajab谩mos a Flint con un equipo de Democracy Now! el fin de semana pasado para cubrir la crisis, recibimos un mensaje de texto de un hijo nativo de esa ciudad, el cineasta ganador del Oscar Michael Moore. El mensaje dec铆a: “El veneno de Michigan no es el plomo. Es el fascismo. ¿C贸mo se puede arrojar a la basura una elecci贸n democr谩tica sin que haya consecuencias?”, escribi贸.
Michael Moore acababa de visitar Flint para ayudar a organizar una manifestaci贸n en demanda del arresto del gobernador. Rick Snyder present贸 su candidatura a gobernador en 2010 con la promesa de mantener una pol铆tica fiscal conservadora y gan贸 en la serie de victorias electorales del Tea Party de ese a帽o. Luego presion贸 para que se vote una ley de administradores de emergencia m谩s abarcativa y obtuvo amplias facultades para quedar a cargo de los gobiernos locales y los distritos escolares que eran considerados (por una junta consultiva que el propio Snyder hab铆a nombrado) como en estado de “emergencia econ贸mica”. El gobernador pod铆a entonces nombrar a un administrador de emergencia con amplios poderes, ignorando a concejos y alcaldes electos, para imponer severas medidas de austeridad, la venta de bienes p煤blicos y la anulaci贸n de los convenios laborales mantenidos con los sindicatos. Esto lo hizo principalmente en las comunidades afroestadounidenses.
Claire McClinton, reconocida activista afroestadounidense de Flint, me dijo: “No tenemos solo un problema con el agua. Tenemos un problema con la democracia. Tenemos un problema con una dictadura”. Ella ha vivido en la ciudad toda su vida, proviene de una familia con fuerte activismo sindical, y es una de las principales referentes de la Liga de Defensa de la Democracia. Hace pocos d铆as, Claire estaba reunida con su grupo en un restaurante del municipio de Flint, que nunca se desconect贸 del agua de Detroit, justo frente al l铆mite de la ciudad de Flint. Mientras estaban reunidos se les acerc贸 una mujer. Kawanne Armstrong estaba visiblemente alterada, desesperada por obtener agua limpia para su nieto reci茅n nacido. Audrey Muhammad, una de las participantes de la reuni贸n, le ofreci贸 agua que acababa de comprar para ella misma, que ten铆a guardada en su coche. Estas dos mujeres, ambas afroestadounidenses, al igual que el 60% de los residentes de Flint, salieron al fr铆o de la calle para trasladar los pesados bidones de agua del maletero de un coche al otro. Kawanne Armstrong nos coment贸: “Es para mi nieto. Es para mi primer nieto. Naci贸 el seis de febrero. Esa es mi preocupaci贸n. Y es una verg眉enza, estamos en 2016 y vivimos as铆. Y este hombre nos quiere hacer pagar por esto”.
Dejamos esa reuni贸n y fuimos a una iglesia cat贸lica en Flint, donde decenas de personas se preparaban para salir de puerta en puerta para distribuir agua y filtros de agua, y para evaluar las necesidades de cada hogar. Trabajadores sindicalizados de Detroit, trabajadores sociales y plomeros de Ann Arbor, y muchos residentes de Flint se ofrecieron como voluntarios para trabajar esta fr铆a tarde de s谩bado en medio de este crudo invierno.
Una de las voluntarias, Laurie Carpenter, nos cont贸 sobre el trabajo que hacen: “Soy de Crossing Water, una peque帽a ONG ubicada en Ann Arbor, Michigan. Entramos en acci贸n seg煤n lo que nos informan los voluntarios que salen a la calle. Si hallan que hay necesidades en los hogares, es decir, si necesitan agua o filtros, si est谩n confinados en sus casas, si son mayores, si tienen cualquier otra necesidad de servicio social, estamos vinculados con un equipo de trabajadores sociales, la sede en Michigan de la Asociaci贸n Nacional de Trabajadores Sociales. Y son todos voluntarios. Somos todos voluntarios. Tenemos plomeros, personal de mantenimiento. Tenemos param茅dicos, bomberos. Vamos por las casas en equipos y brindamos los servicios requeridos”.
En octubre pasado, bajo una enorme presi贸n, el gobernador de Michigan se vio obligado a cambiar nuevamente la fuente de suministro de agua de Flint a Detroit, pero el da帽o a las ca帽er铆as ya estaba hecho y las toxinas contin煤an filtr谩ndose en el agua. Melissa Mays tambi茅n estaba presente en la iglesia. Es una de las fundadoras del grupo activista Water You Fighting For (juego de palabras en ingl茅s a partir de la frase “Por qu茅 est谩s luchando” y la palabra “agua”). Melissa nos cont贸: “Mis tres hijos ahora est谩n an茅micos. Todos los d铆as les duelen los huesos. Se pierden muchos d铆as de clase porque est谩n constantemente enfermos. Sus sistemas inmunol贸gicos est谩n comprometidos. Yo tengo convulsiones. Ahora tengo diverticulosis. Tengo hora el 25 de febrero para una biopsia de h铆gado. Casi todos nuestros 贸rganos fueron da帽ados”. A pesar de su enfermedad, sali贸 a ayudar a los dem谩s.
El administrador de emergencia ya no est谩 y el pueblo de Flint eligi贸 a una alcaldesa, Karen Weaver, que realmente pueda representarlos. Ella inmediatamente declar贸 un estado de emergencia y centr贸 la atenci贸n de los medios nacionales en la crisis. Ha exigido 55 millones de d贸lares para poner en marcha la reparaci贸n inmediata del sistema de agua de Flint. El gobernador Snyder contrarrest贸 la solicitud con un fondo de 25 millones de d贸lares, e insiste en que se invierta en contratistas de su elecci贸n, condiciones que Weaver rechaza. Weaver declar贸: “Vamos a deshacernos de estas ca帽er铆as de plomo casa por casa, calle por calle, vecindario por vecindario, hasta que no quede ninguna. No podemos darnos el lujo de seguir esperando”.
Hay dos investigaciones paralelas en marcha, una estatal y otra federal, en un intento de determinar si se ha cometido alg煤n delito. No obstante, ya se ha dado el primer paso para la curaci贸n de Flint: la restauraci贸n del control democr谩tico. Todo lo dem谩s ir谩 fluyendo, como el agua, a partir de eso.
Pero la debacle que afecta a Flint tambi茅n se trata de la democracia. Mientras viajab谩mos a Flint con un equipo de Democracy Now! el fin de semana pasado para cubrir la crisis, recibimos un mensaje de texto de un hijo nativo de esa ciudad, el cineasta ganador del Oscar Michael Moore. El mensaje dec铆a: “El veneno de Michigan no es el plomo. Es el fascismo. ¿C贸mo se puede arrojar a la basura una elecci贸n democr谩tica sin que haya consecuencias?”, escribi贸.
Michael Moore acababa de visitar Flint para ayudar a organizar una manifestaci贸n en demanda del arresto del gobernador. Rick Snyder present贸 su candidatura a gobernador en 2010 con la promesa de mantener una pol铆tica fiscal conservadora y gan贸 en la serie de victorias electorales del Tea Party de ese a帽o. Luego presion贸 para que se vote una ley de administradores de emergencia m谩s abarcativa y obtuvo amplias facultades para quedar a cargo de los gobiernos locales y los distritos escolares que eran considerados (por una junta consultiva que el propio Snyder hab铆a nombrado) como en estado de “emergencia econ贸mica”. El gobernador pod铆a entonces nombrar a un administrador de emergencia con amplios poderes, ignorando a concejos y alcaldes electos, para imponer severas medidas de austeridad, la venta de bienes p煤blicos y la anulaci贸n de los convenios laborales mantenidos con los sindicatos. Esto lo hizo principalmente en las comunidades afroestadounidenses.
Claire McClinton, reconocida activista afroestadounidense de Flint, me dijo: “No tenemos solo un problema con el agua. Tenemos un problema con la democracia. Tenemos un problema con una dictadura”. Ella ha vivido en la ciudad toda su vida, proviene de una familia con fuerte activismo sindical, y es una de las principales referentes de la Liga de Defensa de la Democracia. Hace pocos d铆as, Claire estaba reunida con su grupo en un restaurante del municipio de Flint, que nunca se desconect贸 del agua de Detroit, justo frente al l铆mite de la ciudad de Flint. Mientras estaban reunidos se les acerc贸 una mujer. Kawanne Armstrong estaba visiblemente alterada, desesperada por obtener agua limpia para su nieto reci茅n nacido. Audrey Muhammad, una de las participantes de la reuni贸n, le ofreci贸 agua que acababa de comprar para ella misma, que ten铆a guardada en su coche. Estas dos mujeres, ambas afroestadounidenses, al igual que el 60% de los residentes de Flint, salieron al fr铆o de la calle para trasladar los pesados bidones de agua del maletero de un coche al otro. Kawanne Armstrong nos coment贸: “Es para mi nieto. Es para mi primer nieto. Naci贸 el seis de febrero. Esa es mi preocupaci贸n. Y es una verg眉enza, estamos en 2016 y vivimos as铆. Y este hombre nos quiere hacer pagar por esto”.
Dejamos esa reuni贸n y fuimos a una iglesia cat贸lica en Flint, donde decenas de personas se preparaban para salir de puerta en puerta para distribuir agua y filtros de agua, y para evaluar las necesidades de cada hogar. Trabajadores sindicalizados de Detroit, trabajadores sociales y plomeros de Ann Arbor, y muchos residentes de Flint se ofrecieron como voluntarios para trabajar esta fr铆a tarde de s谩bado en medio de este crudo invierno.
Una de las voluntarias, Laurie Carpenter, nos cont贸 sobre el trabajo que hacen: “Soy de Crossing Water, una peque帽a ONG ubicada en Ann Arbor, Michigan. Entramos en acci贸n seg煤n lo que nos informan los voluntarios que salen a la calle. Si hallan que hay necesidades en los hogares, es decir, si necesitan agua o filtros, si est谩n confinados en sus casas, si son mayores, si tienen cualquier otra necesidad de servicio social, estamos vinculados con un equipo de trabajadores sociales, la sede en Michigan de la Asociaci贸n Nacional de Trabajadores Sociales. Y son todos voluntarios. Somos todos voluntarios. Tenemos plomeros, personal de mantenimiento. Tenemos param茅dicos, bomberos. Vamos por las casas en equipos y brindamos los servicios requeridos”.
En octubre pasado, bajo una enorme presi贸n, el gobernador de Michigan se vio obligado a cambiar nuevamente la fuente de suministro de agua de Flint a Detroit, pero el da帽o a las ca帽er铆as ya estaba hecho y las toxinas contin煤an filtr谩ndose en el agua. Melissa Mays tambi茅n estaba presente en la iglesia. Es una de las fundadoras del grupo activista Water You Fighting For (juego de palabras en ingl茅s a partir de la frase “Por qu茅 est谩s luchando” y la palabra “agua”). Melissa nos cont贸: “Mis tres hijos ahora est谩n an茅micos. Todos los d铆as les duelen los huesos. Se pierden muchos d铆as de clase porque est谩n constantemente enfermos. Sus sistemas inmunol贸gicos est谩n comprometidos. Yo tengo convulsiones. Ahora tengo diverticulosis. Tengo hora el 25 de febrero para una biopsia de h铆gado. Casi todos nuestros 贸rganos fueron da帽ados”. A pesar de su enfermedad, sali贸 a ayudar a los dem谩s.
El administrador de emergencia ya no est谩 y el pueblo de Flint eligi贸 a una alcaldesa, Karen Weaver, que realmente pueda representarlos. Ella inmediatamente declar贸 un estado de emergencia y centr贸 la atenci贸n de los medios nacionales en la crisis. Ha exigido 55 millones de d贸lares para poner en marcha la reparaci贸n inmediata del sistema de agua de Flint. El gobernador Snyder contrarrest贸 la solicitud con un fondo de 25 millones de d贸lares, e insiste en que se invierta en contratistas de su elecci贸n, condiciones que Weaver rechaza. Weaver declar贸: “Vamos a deshacernos de estas ca帽er铆as de plomo casa por casa, calle por calle, vecindario por vecindario, hasta que no quede ninguna. No podemos darnos el lujo de seguir esperando”.
Hay dos investigaciones paralelas en marcha, una estatal y otra federal, en un intento de determinar si se ha cometido alg煤n delito. No obstante, ya se ha dado el primer paso para la curaci贸n de Flint: la restauraci贸n del control democr谩tico. Todo lo dem谩s ir谩 fluyendo, como el agua, a partir de eso.