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El Cambio y sus medios -

OPINIÓN de Carola Chávez.- Verano en Argentina, tiempo de letargo. En el verano argentino “nadie hace mucho y de eso se aprovecha el gobierno” -me comenta un amigo peronista. Aprovecha el nuevo gobierno y despide a cincuenta mil trabajadores, el peine del revanchismo no distingue entre los K o los anti K. Todos reciben su balde...



Verano en Argentina, tiempo de letargo. En el verano argentino “nadie hace mucho y de eso se aprovecha el gobierno” -me comenta un amigo peronista. Aprovecha el nuevo gobierno y despide a cincuenta mil trabajadores, el peine del revanchismo no distingue entre los K o los anti K. Todos reciben su balde de agua fría en la puerta del trabajo, donde unos vigilantes, con listas en mano, te dejan entrar al “laburo”, o te convierten en un “gasto” menos.

Es verano y nadie hace mucho, salvo el gobierno de Macri, que, pobrecito, aún en reposo por una costilla conveniente e intermitentemente fracturada, se ha dedicado a desarmar el país por decreto, y al que no le guste, por decreto será destituido… y si le gusta, será despedido también. Tranquilo, que no habrá Clarín que lo señale porque vuelve Argentina a tener un presidente del agrado de La Nación.

Los mismos medios que condenaban a Nestor primero y a Cristina después, hasta por respirar, los que, por ensañarse, se ensañaban con sus zapatos, con sus políticas sociales, con cada medida de su gobierno, con sus hijos, con su luto, con sus seguidores, sus compañeros, con los caídos, los desaparecidos, con todo lo que oliera a nacional y popular, hoy se dedican a dar prácticos tips para que los argentinos vivan El Cambio “con alegría”.

Para los cincuenta mil despedidos -y contando-, El Clarín dedica un trabajo excelente titulado “Diez años en la misma empresa puede ser un fracaso personal”, donde les explica a los tercermundistas sureños que en los EEUU los jóvenes trabajadores prefieren cambiar de trabajo a cada rato y que eso es una maravilla, como todo lo que sucede allá. Cunden los titulares tipo autoayuda: “Tiempo libre: un “tesoro” que puede dar más felicidad que el dinero” o “Los bienes que más valen no tienen precio”, así como para que los que perdieron su empleo dejen de quejarse y aprendan a valorar lo que El Cambio hace por ellos.

Para el creciente número de gente que ahora no tiene o no le alcanza el sueldo para nada, publican maravillas como “Precios que suben… y aportan al conocimiento”, “Trucos para cargar nafta y pagar menos”, “Reducir el tamaño de las porciones, la clave para perder peso” y el más fashionista de todos los titulares: “Chiconomics: de qué se trata esta nueva moda que combina elegancia y ahorro”.

Y claro, si este año, de sopetón y por decreto, no pudiste veranear como lo hacías durante “la década perdida de la Yegua”, no dejes de leer “Verano en la ciudad: trucos de maquillaje para simular el efecto bronceado”, “Vacaciones en carpa, una experiencia de vida” o “Comer es viajar con el paladar” -aunque ya sabemos que tampoco te alcanza para comer, pero si te comes un croissant, que no es tan caro, viajarías a París… con el paladar, claro. Aunque ninguno más cínico que “Turismo virtual no para de sumar millas” un reportaje que explica cómo se puede recorrer el mundo baratísimo y sin salir de casa gracias a Google Maps. Como, de paso, te clavaron un 500% de aumento en las tarifas de la luz y te estás achicharrando de calor, sonríe y lee “Verano en la ciudad: 5 actividades para alejarse del aire acondicionado”, o “Cómo mantener la casa fresca sin usar aire acondicionado” -que tienes y que no puedes usar-.

Y no se crean que El Cambio no afecta a los ricos, no, allá todos tiene que ajustarse el cinturón, como ordena el FMI con el que se acaban de volver a endeudar. Lo que pasa es que en ese ajuste cinturonil, los empresarios se lo aflojan con exoneraciones fiscales por decreto, mientras las clases medias, mayoritariamente anti K, ahora pagarán más impuestos “con alegría” y casi sin poder respirar. Para esa gente sacrificada habla Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Chrysler Automobile Argentina, y les dice con humildad empresarial en una reseña de La Nación: “Ganaría menos con tal de que al país le vaya bien”. Curiosamente es el mismo que en agosto de 2013 dijo al diario La Nación que “Los empresarios no pueden pagar más la cuenta” y en enero del 2014, salía reseñado en el mismo diario bajo este conmovedor titular: “Cristiano Rattazzi revela que el impuestazo “fulminó” la venta de autos de alta gama”. Afirmar que ganaría menos para que al país le vaya bien, es solo un decir, ya sabemos, como solo fueron decires -“slogans publicitarios”, según el Diputado Berriezbeitia aquí en Venezuela- los desmentidos de Macri cuando calificó de “campaña de miedo” las advertencias que hacía Scioli sobre la devaluación, despidos masivos, recortes y liberación de precios que traería El Cambio.

Aclarado el asunto del marketing electoral y las promesas, Macri se dedicó a mandar a sacar, por anticuados y mala vibra, los retratos de los Héroes de la Patria de los salones de La Casa Rosada, “Me sacan esa vaina de aquí, que se los lleve el aseo”, como diría el nuevo presidente de nuestra Asamblea Nacional -¿casualmente?- por estos mismos días.

¿Qué por qué escribo sobre Argentina cuando en Venezuela están pasando tantas cosas? Porque Argentina es una angustiosa ventana al futuro en la que podemos asomarnos y ver a El Cambio en toda su magnitud. El funesto impacto que supondría el gobierno en manos de los del “Vamos a acabar con las colas” de campaña reducido a un lamentable “El sueldo de diputados no nos alcanza y lo vamos a revisar”, por cierto, una declaración que lo dice todo y que los medios “demócratas, independientes y libres” nunca, nunca, nunca reseñarán.




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