OPINI脫N de Anthony Fano Fern谩ndez.- El abismo que media entre ideolog铆a y realidad no podr铆a ser m谩s llamativo: de acuerdo con un estudio del Centro Europeo de Investigaci贸n Econ贸mica, publicado en noviembre, los inmigrantes aportan una contribuci贸n neta positiva a los sistemas de previsi贸n y seguridad social de Alemania. El autor del informe, el economista Holger Bonin, demuestra que en 2012 cada residente en Alemania que no ten铆a pasaporte alem谩n pag贸 en promedio 3 300 euros m谩s de impuestos y cotizaciones a la seguridad social que lo que recibi贸 en forma de transferencias del Estado. No obstante, los sondeos dicen que dos tercios de los alemanes est谩n convencidos de que los inmigrantes son una carga para el sistema de bienestar de su pa铆s. Al margen del mal gusto de evaluar la vida humana con criterios econ贸micos, la combinaci贸n del c谩lculo de Bonin con los sondeos muestra una imagen sorprendente de la mentalidad actual de los alemanes en materia de inmigraci贸n y la convergencia de la reconfiguraci贸n neoliberal de la sociedad alemana con formas racistas de entender estos cambios.
Cuando el ex ministro de Hacienda del land de Berl铆n, Thilo Sarrazin, public贸 su libro Deutschland schafft sich ab (Alemania se condena), en 2010, pocos observadores reconocieron que anunciaba el surgimiento de una nueva extrema derecha modernizada en Alemania, una que se apartaba significativamente de la extrema derecha nazi y nacional-conservadora populista de la vieja escuela de d茅cadas anteriores. Quedaron olvidados de modelos sociopol铆ticos colectivistas y el racismo biol贸gico, sustituidos por el matrimonio de la doctrina neoliberal moderna con el racismo culturalista. Esta nueva extrema derecha est谩 conformando ahora una entidad coherente con contornos bien definidos y una divisi贸n del trabajo entre diferentes componentes: un partido electoral denominado Alternative f眉r Deutschland (Alternativa para Alemania, AfD); un ala extraparlamentaria combativa, encarnada en el movimiento Pegida (Patriotas europeos contra la islamizaci贸n de Occidente), y un centro ideol贸gico representado por la revista mensualCompact, editada por J眉rgen Els盲sser, un periodista de izquierda radical convertido en nacionalpopulista de extrema derecha.
Cuesta alg煤n esfuerzo desenredar la genealog铆a del nuevo movimiento, dado que todos sus componentes tienen or铆genes diferentes: la AfD surgi贸 al principio como una protesta electoral de conservadores contrarios a la Uni贸n Europea y a los rescates del euro practicados por el gobierno de Angela Merkel, mientras que las manifestaciones convocadas por Pegida representan una movilizaci贸n de base con ra铆ces en el racismo antimusulm谩n que impregna el discurso p煤blico alem谩n desde hace un tiempo. La revistaCompact representa el intento de Els盲sser de forjar un bloque “antiimperialista” alrededor de un fantasmag贸rico eje Par铆s-Berl铆n-Mosc煤 para contrarrestar la hegemon铆a estadounidense. No obstante, puesto que el racismo antimusulm谩n sirve en este momento de punto de convergencia de estas fuerzas diversas, tiene sentido esbozar la funci贸n del discurso racista contrario a los musulmanes en Alemania durante los 煤ltimos a帽os.
En 2007, el soci贸logo Georg Klauda observ贸 que hab铆a un racismo espec铆ficamente antimusulm谩n que estaba confinado principalmente en la intelectualidad: “La islamofobia tiene, al menos en este pa铆s, cierta relevancia no como fen贸meno de masas, sino como discurso de la 茅lite, que, compartido por un n煤mero considerable de intelectuales de izquierda, liberales y conservadores, permite articular resentimientos contra los inmigrantes y los militantes antirracistas de una manera que hace que uno pueda aparecer como un brillante campe贸n de la Ilustraci贸n europea.” Aunque esta observaci贸n era sin duda cierta en el contexto en que se escribi贸 hace siete a帽os, lo que hoy en d铆a representa Pegida es la transformaci贸n del racismo antimusulm谩n en un fen贸meno de masas, capaz de movilizar grandes manifestaciones de m谩s de 20 000 personas.
El ahora difunto Gruppe Soziale K盲mpfe (Grupo Luchas Sociales, GSK) trat贸 de teorizar esta transformaci贸n del discurso racista como parte de una “culturalizaci贸n de la cuesti贸n social” espec铆ficamente neoliberal. El GSK se帽al贸 que el racismo en Alemania, en el periodo de inmediata posguerra, se concret贸 en la calificaci贸n de “no alemana” a la poblaci贸n de trabajadores inmigrantes, sobre todo italianos, turcos y yugoslavos. El racismo dirigido contra esta poblaci贸n inmigrante estaba basado en su posici贸n como estrato m谩s bajo de una clase obrera industrial generada al amparo del pacto social fordista en la Rep煤blica Federal del “milagro econ贸mico”.
Un nuevo racismo neoliberal culturalista
Con la llegada de Helmut Kohl a la canciller铆a en 1982 –cabalgando la misma ola conservadora que alz贸 al poder a Ronald Reagan y Margaret Thatcher–, la proclamaci贸n de un “giro espiritual-moral” marc贸 un nuevo retorno al conservadurismo “basado en valores”. De un modo similar a la reacci贸n conservadora en el mundo anglosaj贸n en torno a cuestiones como el aborto y los derechos de gays y lesbianas, se fueron recuperando cuestiones de “cultura” e “identidad” por parte de la derecha, y paralelamente se produjo un cambio del discurso racista. Durante el periodo que va desde la reunificaci贸n alemana y la primera Guerra del Golfo hasta los atentados terroristas del 11 de Septiembre y las subsiguientes guerras de Afganist谩n e Iraq, los trabajadores inmigrantes del sur de Europa fueron sustituidos por una poblaci贸n inmigrante caracterizada racial y culturalmente como “musulmana”.
Mientras que las antiguas formas populistas y fascistas del racismo nunca desaparecieron del todo –basta recordar los pogromos que hubo en Rostock-Lichtenhagen en 1992, el ataque mortal contra una familia turca en la ciudad occidental de Solingen en 1993 o el 茅xito electoral del Nationale Partei Deutschlands (Partido Nacional de Alemania, NPD), un partido abiertamente fascista, en Sajonia en 2004–, se desarroll贸 un lento proceso de conversi贸n en el nuevo racismo “culturalista”. Esta iteraci贸n mezcla una ideolog铆a neoliberal utilitaria, que valora a los extranjeros en t茅rminos de su “utilidad” para “nuestra sociedad”, con la construcci贸n de un relato que atribuye la mala fortuna o la falta de 茅xito de quienes se hallan en el pelda帽o m谩s bajo de la escala social a su “otredad” cultural y su “falta de voluntad” de “integrarse” en la sociedad “alemana” u “occidental” a causa de un inveterado compromiso con los ideales religiosos o culturales “isl谩micos”.
Ni que decir tiene que este relato culturalista no suele comprender la realidad de estos alemanes o residentes de origen turco o kurdo –que en muchos casos son laicos y se sit煤an pol铆ticamente en la izquierda– ni la diversidad y las discrepancias internas de las comunidades musulmanas de Alemania. M谩s bien, ese relato sirve para racionalizar el juego de suma cero del capitalismo neoliberal en t茅rminos de voluntad o incapacidad del “yo emprendedor” para tomar en sus manos las riendas del propio destino. Lo perverso es que este racismo culturalista neoliberal representa una especie de “victoria” sobre el viejo racismo populista. En 2000, cuando el gobierno de coalici贸n relativamente nuevo del Partido Socialdem贸crata (SPD) con el Partido Verde intent贸 instituir un programa de “tarjeta verde” con el fin de atraer a trabajadores extranjeros altamente cualificados en inform谩tica y telecomunicaciones y en otros campos muy especializados, el presidente de la Uni贸n Dem贸crata-Cristiana (CDU) del land de Renania del Norte-Westfalia, J眉rgen R眉ttgers, acu帽贸 el lema racista movilizador de “Kinder statt Inder!” (“¡Ni帽os en vez de indios!”) para resumir la posici贸n de su partido, favorable a la formaci贸n de alemanes nativos en carreras de alta tecnolog铆a en vez de importar trabajadores cualificados.
En los a帽os del gobierno de coalici贸n rojiverde, los Estados federados encabezados por pol铆ticos de la CDU lograron asimismo bloquear efectivamente los planes de implementaci贸n de una ciudadan铆a dual para quienes desearan adquirir o conservar la ciudadan铆a alemana sin perder al mismo tiempo la de su pa铆s de origen. Ahora, en 2014, la CDU se ha comprometido a implementar una ley de doble nacionalidad con su socio de coalici贸n, el SPD, con lo que el racismo de viejo cu帽o de un R眉ttgers se ha quedado completamente fuera de juego en el seno de la CDU modernizada y neoliberal de la canciller Angela Merkel. Lo que los conservadores tradicionalistas tachan a menudo de “socialdemocratizaci贸n de la CDU” representa de hecho una convergencia entre el SPD y la CDU sobre la base de la adopci贸n com煤n de la ideolog铆a neoliberal y la “culturalizaci贸n de la cuesti贸n social”.
Sarrazin, el pionero
Sobre este tel贸n de fondo podemos ver en la nueva extrema derecha de la AfD, Pegida y compa帽铆a una radicalizaci贸n desde la base de lo que esencialmente es un discurso propio del sistema. Sarrazin desempe帽贸 al respecto un papel de pionero. Como miembro del senado berlin茅s presidido por el socialdem贸crata Klaus Wowereit de 2002 a 2009, durante el periodo del gobierno de coalici贸n “rojirroja” del SPD con el PDS (uno de los partidos predecesores de Die Linke), Sarrazin se forj贸 un renombre tanto por su radical aplicaci贸n de la austeridad fiscal en el land de Berl铆n, que se hallaba en quiebra, y sus inflamadas declaraciones sobre los pobres y otras gentes marginadas. En una entrevista publicada en el semanario Stern, Sarrazin declar贸 que los beneficiarios del seguro de desempleo cr贸nico eran unos derrochadores de energ铆a porque “suelen estar m谩s en casa, quieren estar calientes y regulan la temperatura con la ventana”, defendiendo el cambio del sistema de bienestar de manera que “uno no pueda mejorar su nivel de vida teniendo hijos, como sucede hoy en d铆a”.
Despu茅s de abandonar Berl铆n para asentarse en las aguas m谩s pl谩cidas de un breve mandato en el consejo del Bundesbank en Fr谩ncfort, durante una entrevista con la revista Lettre International sobre su experiencia como senador responsable de las finanzas, Sarrazin declar贸 lo siguiente a prop贸sito de la poblaci贸n musulmana de Berl铆n: “No tengo por qu茅 respetar a nadie que viva del Estado mientras al mismo tiempo rechaza ese Estado, no se ocupa razonablemente de la educaci贸n de sus hijos y produce continuamente peque帽as ni帽as con velo.” Todo esto fue un preludio de la publicaci贸n, en 2010, de su citado libro, donde dibuja un hiperb贸lico proceso de hundimiento de una Alemania aquejada de una tasa de natalidad declinante de su poblaci贸n aut贸ctona y de un supuesto declive del coeficiente de inteligencia colectivo nacional debido a que la inmigraci贸n “musulmana” contribuye al crecimiento de una subclase permanente.
El libro de Sarrazin, que fue un arrollador 茅xito de ventas, toc贸 la fibra sensible del zeitgeist, al tiempo que constituy贸 una especie de manifiesto de una versi贸n radicalizada de la nueva s铆ntesis racista neoliberal-culturalista. Este racismo de nuevo tipo conserva trazas del viejo racismo, como el lamento antisemita de Sarrazin de que “los turcos est谩n conquistando Europa exactamente del mismo modo que los kosovares conquistaron Kosovo: mediante tasas de natalidad m谩s altas. Yo preferir铆a que fueran los jud铆os de Europa Oriental, que tienen un coeficiente de inteligencia un 15 % m谩s elevado que la poblaci贸n alemana.”
Mientras que el libro de Sarrazin arras贸 entre la poblaci贸n alemana, todav铆a tendr铆a que pasar un tiempo entre su 茅xito de ventas en 2010 y el 茅xito electoral de la AfD y el surgimiento de Pegida en 2014. Una especie de “puente” ideol贸gico fue el que se tendi贸 con la creaci贸n en 2010 de la revista Compact, editada por Els盲sser. En la portada del primer n煤mero aparec铆a una foto de Sarrazin bajo el siguiente t铆tulo: “¿El pr贸ximo canciller federal?” La biograf铆a pol铆tica de Els盲sser es una ilustraci贸n fascinante de c贸mo la nueva extrema derecha consigue integrar a elementos de la “izquierda” en el marco de un intento m谩s amplio de configurar una nueva “rebeli贸n conformista”. Antiguo profesor de formaci贸n profesional en Stuttgart, Els盲sser se dio a conocer primeramente en la escena pol铆tica como miembro de la Kommunistischer Bund (Liga Comunista, KB), un partido mao铆sta, en 1990, en el curso de las manifestaciones que dieron lugar a la disoluci贸n de la Rep煤blica Democr谩tica Alemana.
Els盲sser: de la extrema izquierda a la extrema derecha
En un art铆culo publicado en la revista del KB, Arbeiterkampf, y titulado “Por qu茅 la izquierda ha de ser antialemana”, Els盲sser expres贸 los temores de la izquierda radical germanooccidental con respecto al posible resurgimiento de una Alemania unificada como gran potencia, y al mismo tiempo estren贸 lo que en el curso del decenio siguiente aparecer铆a como tendencia diferenciada en el seno de la propia izquierda radical alemana. Como reportero del diario de izquierda Junge Welt, cofundador del semanario Jungle World y, finalmente, como editor de la venerable revista mensual de extrema izquierda, konkret, Els盲sser pas贸 la mayor parte del decenio siguiente escribiendo art铆culos de cariz decididamente antinacionalista y contrario a la emergencia de un supuesto “IV Reich” alem谩n, un temor que pareci贸 confirmarse con el papel que desempe帽贸 Alemania en la fragmentaci贸n de la antigua Yugoslavia a ra铆z del reconocimiento de las rep煤blicas de Eslovenia y Croacia en 1991 por parte del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher y de la participaci贸n de Alemania en la guerra de Kosovo en 2000.
Cuando estall贸 la segunda Intifada en septiembre de 2000, Els盲sser comenz贸 a ver al candidato israel铆 a primer ministro, Ariel Sharon, como una especie de Slobodan Milo拧evi膰 levantino, un jefe de Estado “antifascista” atribulado, v铆ctima del imperialismo humanitario hegem贸nico liderado por Alemania. Sin embargo, tras la reafirmaci贸n de la hegemon铆a global de EE UU durante la Guerra de Afganist谩n en 2001 y de la subsiguiente Guerra de Iraq, que concit贸 la oposici贸n de Francia y Alemania bajo la direcci贸n de Jacques Chirac y Gerhard Schr枚der, respectivamente, Els盲sser se vio obligado a revisar a fondo sus teor铆as. Despu茅s de todo, Alemania, pese a su importancia dentro de la Uni贸n Europea, no era m谩s que una potencia regional de segunda clase que oscilaba entre al atlantismo y las apuestas renovadas por constituirse en una “gran potencia” rival.
Els盲sser comenz贸 a publicar libros y art铆culos en defensa de la constituci贸n de un “eje Berl铆n-Par铆s-Mosc煤” opuesto a Washington. Despu茅s de que una serie de intervenciones expl铆citamente nacionalistas le cerraran las puertas de pr谩cticamente todas las principales publicaciones de izquierda, Els盲sser lanz贸Compact, creando de este modo un centro ideol贸gico coherente para una pol铆tica de extrema derecha de nuevo tipo: resueltamente nacionalista, blande de modo expl铆cito temas tradicionales de extrema derecha contra el “capital financiero”, plantea la formaci贸n de una potencia “eurasi谩tica” como polo opuesto a EE UU y se muestra decididamente contrario a la inmigraci贸n en pol铆tica interior, mientras que apoya a pa铆ses “antiimperialistas” como Ir谩n o Siria, en pol铆tica exterior. Esta mezcla inusitada ha encontrado una audiencia entusiasta en la nueva extrema derecha y algunos elementos de la ideolog铆a est谩n profundamente arraigados en el coraz贸n de la propia sociedad alemana, como atestigua la presencia destacada de Compact en los quioscos de prensa de las estaciones de ferrocarril.
Las dos alas de la AfD
Por tanto, era inevitable que Els盲sser saludara con entusiasmo el surgimiento de la candidatura electoral de AfD. Fundada inicialmente en 2013 como partido monotem谩tico contrario al euro, la AfD expres贸 los intereses de una derecha conservadora que ya no se sent铆a representada por la CDU supuestamente “socialdemocratizada” de Merkel. Con una direcci贸n compuesta por el economista de Hamburgo Bernd Lucke y el ex editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung Konrad Adam, la AfD trat贸 inicialmente de mantener un perfil decididamente “burgu茅s”, distanci谩ndose de los partidos neonazis tradicionales como la NPD y la Deutsche Volksunion (Uni贸n Popular Alemana, DVU). Sin embargo, esta alianza ins贸lita de nacionalconservadores que ven comprometida la soberan铆a de Alemania por instituciones multilaterales como la UE y monetaristas defensores de la austeridad m谩s estricta, carentes de un referente pol铆tico tras el colapso del Freidemokratische Partei (Partido Liberal Democr谩tico, FDP), de derecha liberal, se convirti贸 en un polo de atracci贸n irresistible para toda clase de derechistas que vieron en la AfD la oportunidad de crear una potente formaci贸n electoral a la derecha de la CDU y sus aliados b谩varos de la CSU.
Con las impecables credenciales burguesas de Lucke y Adam, la AfD parec铆a estar bien pertrechada para acabar finalmente con el tab煤 de posguerra, expresado por el que fuera durante mucho tiempo presidente de la Uni贸n Social Cristiana (CSU) b谩vara, Franz Josef Strauss, con la famosa frase de que “no puede haber ning煤n partido a la derecha de la CSU”. Aunque la AfD no logr贸 superar la barrera del 5 % de los votos para entrar en el Bundestag (parlamento federal) en las elecciones de 2013, en 2014 obtuvo un 7,1 % en las elecciones al Parlamento Europeo y siete esca帽os en esta instituci贸n. En las elecciones regionales de los Estados federados orientales de Sajonia, Brandeburgo y Turingia, la AfD ya alcanz贸 porcentajes notables: el 9,7 %, el 12,2 % y el 10,6 %, respectivamente.
La posici贸n pol铆tica de la AfD oscila entre el liberalismo “respetable” de un Lucke, quien se considera adscrito a la tradici贸n del ministro de Econom铆a del periodo de posguerra, Ludwig Erhard, y de la CDU anterior a Merkel, y una derecha m谩s radical, representada por la presidenta de Sajonia Frauke Petry. Mientras que ambas alas procuran distanciarse del tradicional racismo biol贸gico populista a favor de un populismo neoliberal que preconiza una pol铆tica de inmigraci贸n “en el inter茅s de Alemania”, es decir, de brazos abiertos a los inmigrantes “econ贸micamente 煤tiles” y mano dura contra los demandantes de asilo y los “delincuentes extranjeros”, los contornos de la tensi贸n entre ellas aparecen claramente en la controversia que se produjo cuando cuatro eurodiputados de la AfD, entre ellos Lucke y Henkel, votaron a favor de las sanciones a Rusia a ra铆z de la anexi贸n de Crimea. Este hecho concit贸 la oposici贸n de Petry y Alexander Gauland, ex miembro de la CDU y director de la canciller铆a de Estado de Hesse. Ten铆a raz贸n Els盲sser cuando describi贸 el conflicto pol铆tico surgido en el interior del partido como un enfrentamiento entre un “ala Pegida” y un “ala EE UU” (esta 煤ltima ser铆a la que mantiene la posici贸n atlantista tradicional de la CDU de posguerra). Las tensiones alcanzaron un punto cr铆tico a comienzos de 2015 cuando Lucke declar贸 que hab铆a que cambiar la estructura del partido de modo que solo hubiera un presidente (aunque finalmente ambas alas se pusieron de acuerdo en esta cuesti贸n).
El racismo de Pegida
En todo caso, el movimiento Pegida sigue siendo la prueba palpable de la amplitud de la base social de esta nueva extrema derecha. Las manifestaciones, que en su punto 谩lgido reun铆an a m谩s de 20 000 personas todos los lunes en las marchas por el centro de Dresde, fueron un tema de debate importante durante gran parte del invierno de 2015. El nombre del movimiento –Patriotas europeos contra la islamizaci贸n de Occidente– parece indicar que se trata de una iniciativa monotem谩tica, nacida de una visi贸n paranoica y rid铆cula de una inminente toma de Alemania por parte del islam. Sin embargo, quedarse con esta imagen ser铆a subestimar el astuto oportunismo t谩ctico de una iniciativa que pretende crear un movimiento xen贸fobo moderno, para el que la palabra “islam” no es m谩s que una referencia 煤til. Esto se pone de manifiesto en la forma en que se cre贸 la organizaci贸n: el fundador, Lutz Bachmann, un extra帽o personaje con un pasado de delitos menores, cre贸 un grupo en Facebook llamado Pegida con el fin de movilizar la protesta contra una marcha a trav茅s del centro de Dresde de simpatizantes del Partido de los Trabajadores de Kurdist谩n (PKK). En otras palabras, pese a la pretensi贸n de ser un movimiento contra la “islamizaci贸n”, el Pegida se form贸 en realidad para protestar contra quienes apoyan a una organizaci贸n kurda laica que actualmente est谩 combatiendo al Estado Isl谩mico (EI).
Es un movimiento contra la inmigraci贸n, como demuestra su declaraci贸n de 19 puntos, donde reclama una “pol铆tica de tolerancia cero” contra los solicitantes de asilo e inmigrantes “criminales”; propugna una pol铆tica de inmigraci贸n basada en los modelos “utilitaristas” de Suiza, Canad谩 y Australia; propone mantener y defender la “cultura judeo-cristiana de Occidente” y formula denuncias tan estrafalarias como la que se opone a la inclusi贸n de la perspectiva de g茅nero en todas las pol铆ticas p煤blicas, junto con llamamientos paranoides a favor de la prohibici贸n de la shar铆a y las “sociedades paralelas”. El apoyo a la mejora de la atenci贸n a los solicitantes de asilo y la demanda de unas condiciones m谩s humanas en las viviendas que se ponen a su disposici贸n se incluyen para crear una imagen de Pegida como una formaci贸n moderna, “tolerante”, contraria a la inmigraci贸n, pero la base abiertamente racista del movimiento queda perfectamente reflejada en una serie de v铆deos no editados con entrevistas realizadas por Panorama, un programa de noticias de la televisi贸n p煤blica. En ellos, los participantes en las manifestaciones de Pegida articulan puntos de vista t铆picos de la extrema derecha, como eso de que “Alemania no es un pa铆s soberano”, de que “las 贸rdenes vienen de Tel Aviv y Washington” y de que los inmigrantes no son “refugiados de guerra”, sino m谩s bien “par谩sitos”.
El car谩cter racista de Pegida llev贸 a Merkel a criticar p煤blicamente al movimiento en su discurso de A帽o Nuevo y a urgir a la ciudadan铆a a que no acuda a sus manifestaciones. No obstante, Pegida se granje贸 simpat铆as pol铆ticas de procedencia previsible: en enero de 2015, Petry invit贸 a la direcci贸n de Pegida a una reuni贸n con el grupo parlamentario de la AfD en el parlamento regional de Sajonia para hablar de las coincidencias entre el movimiento y el partido. Petry defendi贸 asimismo a Pegida frente a las acusaciones de racismo en los medios. Sin embargo, las mismas tensiones inherentes al proyecto AfD tambi茅n han provocado una crisis aguda en el seno de Pegida: la contradicci贸n entre la apuesta por la respetabilidad burguesa y la necesidad de mantener una base fiel y apelar a un electorado tradicionalmente de extrema derecha. El discurso racista antimusulm谩n heredado de la intelectualidad liberal ha ayudado a la nueva extrema derecha a meter el pie en la puerta de la respetabilidad discursiva, pero en la medida en que este planteamiento da lugar a invitaciones a tertulias televisivas y manifestaciones de “preocupaci贸n” de los pol铆ticos por los temores “leg铆timos” de los ciudadanos, acaba entrando en conflicto con el n煤cleo descaradamente racista del movimiento.
Un ejemplo claro fue la controversia que surgi贸 en torno al fundador Lutz Bachmann a ra铆z de la publicaci贸n en su muro de Facebook de una fotograf铆a en que aparec铆a disfrazado de Hitler, adem谩s de algunas declaraciones en que califica a los extranjeros de “alima帽as” y “sucia escoria”. Aunque Bachmann realiz贸 inicialmente un gesto ostentoso y dimiti贸 de la presidencia de Pegida para no da帽ar al movimiento (que desde diciembre de 2014 hab铆a adquirido la condici贸n legal de “asociaci贸n registrada”), insisti贸 pese a todo en mantener un papel en la organizaci贸n, lo que provoc贸 a su vez la dimisi贸n de los miembros agrupados en torno a Kathrin Oertel, la autonombrada “asesora econ贸mica” y “experta inmobiliaria” que desempe帽aba la funci贸n de tesorera del movimiento y pretend铆a mostrar una cara burguesa respetable de Pegida en la ep贸nima tertulia televisiva de G眉nther Jauch.
Receloso ante un Bachmann irremediablemente manchado y contrario a toda asociaci贸n con el movimiento Legida de la ciudad de Leipzig, cuya direcci贸n est谩 m谩s expl铆citamente anclada en la extrema derecha organizada, el grupo de simpatizantes de Oertel fund贸 la organizaci贸n Direkte Demokratie f眉r Europa (Democracia Directa para Europa, DDfE). La declaraci贸n fundacional de DDfE constituye un intento de ampliar la inicial fijaci贸n de Pegida en el islam y la inmigraci贸n para incluir el apoyo a la demanda de plebiscitos, iniciativas legislativas populares, “libertad de expresi贸n”, “seguridad ciudadana”, la oposici贸n al tratado TTIP de libre comercio planeado y la retirada de las sanciones de la UE a Rusia decretadas a ra铆z de la crisis de Ucrania, aunque manteniendo la imagen de respetabilidad peque帽oburguesa, que hab铆a quedado da帽ada cuando se revel贸 que Bachmann no era m谩s que un vulgar mat贸n racista.
La DDfE no logr贸 reunir a m谩s de 500 personas en su primera manifestaci贸n en Dresde, el 8 de febrero de 2015, mientras que el Pegida junt贸 a unas 2 000, una cifra muy inferior a las que sol铆an darse apenas unos meses antes. Lo que resulta interesante en relaci贸n con la escisi贸n de la DDfE es que su intento de distanciarse de Pegida no implica en modo alguno un alejamiento real de las posiciones pol铆ticas de extrema derecha; en efecto, su “expansi贸n” en un movimiento m谩s amplio favorable a la democracia popular y a una pol铆tica m谩s conciliadora hacia Rusia y contraria al libre comercio, etc., encaja perfectamente en la orientaci贸n preconizada por Els盲sser y las “manifestaciones de los lunes” del nuevo “Movimiento por la Paz 2014”. En su lugar, la apuesta de la DDfE por la respetabilidad no se basa en ning煤n rechazo de la pol铆tica de extrema derecha, sino m谩s bien en el deseo de presentarse como una organizaci贸n formada por gente “normal” del “centro de la sociedad”.
Un estudio publicado en enero de 2015, realizado por un equipo de investigaci贸n de la Universidad T茅cnica de Dresde, dio credibilidad a esta imagen, se帽alando que el 70 % de los participantes ten铆an empleo y no estaban en el paro, que la mayor铆a ten铆a ingresos ligeramente superiores a la media y un nivel educativo universitario o de formaci贸n profesional especializada. Pese a que otros acad茅micos del Centro Cient铆fico de Berl铆n y del instituto de opini贸n p煤blica Forsa lo tacharon de no representativo (65 de los llamados a participar se negaron a hacerlo), el estudio arroja una luz interesante sobre el movimiento Pegida desde el punto de vista de su continuidad con los movimientos tradicionales de extrema derecha.
Aunque ciertos te贸ricos de la Comintern de la d茅cada de 1930, como Georgi Dimitroff, hubieran calificado err贸neamente el fascismo de “dictadura terrorista abierta de los elementos m谩s reaccionarios, m谩s chovinistas y m谩s imperialistas del capital financiero”, Le贸n Trotsky y otros analizaron correctamente que el fascismo ten铆a una dimensi贸n de clase aut贸noma, basada en la peque帽a burgues铆a acosada por el miedo al declive social. Por tanto, las posiciones de extrema derecha de Pegida y DDfE y su intento de presentar una imagen burguesa “respetable” generan una tensi贸n inherente a los movimientos de extrema derecha en su conjunto. La mayor铆a de encuestados en el estudio de la Universidad de Dresde que declararon que el principal motivo de su participaci贸n era una “insatisfacci贸n general con la pol铆tica” es una prueba m谩s del esp铆ritu apol铆tico de la extrema derecha contempor谩nea.
Por supuesto, cualquier an谩lisis que trate de alguna manifestaci贸n contempor谩nea de la extrema derecha ha de responder por fuerza a la pregunta de “¿qu茅 hacer?” En varias ciudades de Alemania Occidental ha habido admirables contramanifestaciones frente a sendos intentos de los nazis locales de formar Pegidas y otros grupos “gida” con nombres diferentes, pero la potencial base de masas de la extrema derecha en la Alemania Occidental hist贸rica es bastante limitada y seguir谩 si茅ndolo dentro de un futuro previsible. Mucho m谩s impresionantes fueron las manifestaciones masivas contra la marcha de Legida en Leipzig, aunque all铆 las circunstancias tambi茅n eran m谩s favorables debido al car谩cter m谩s abiertamente fascista de este movimiento y la continuidad de un fuerte sentimiento antifascista en el seno de la izquierda de esta ciudad.
Un elemento problem谩tico que no se ha examinado suficientemente en los debates de la izquierda radical sobre la nueva extrema derecha es la resistencia de muchos activistas de izquierda a abordar la especificidad del racismo antimusulm谩n. Si bien es cierto que la hostilidad expresada abiertamente contra los musulmanes oculta un planteamiento m谩s amplio de car谩cter racista frente a los extranjeros, demasiado a menudo los activistas de izquierda alemanes se han negado a tratar el tema de c贸mo el racismo antimusulm谩n dominante en la intelectualidad liberal e incluso en partes de la izquierda radical ha abierto camino a la extrema derecha.
Una admirable oposici贸n al antisemitismo que todav铆a cunde en la sociedad europea condujo, tras la segunda Intifada y las guerras de Afganist谩n e Iraq, a un alarmante racismo antimusulm谩n en una parte de la izquierda radical alemana. Hasta los sectores que no cayeron en esa trampa no tuvieron el cuidado de no confundir una cr铆tica materialista general de la religi贸n como tal con un discurso racista que pretende pintar a los musulmanes como personas especialmente patol贸gicas o amenazas para la “ilustraci贸n” o la “civilizaci贸n”. La transici贸n de una figura como Els盲sser de propagandista “antialem谩n” a figura de proa de la nueva extrema derecha nacionalista deber铆a dar que pensar a aquellos militantes de la izquierda radical alemana que tratan de evitar la confrontaci贸n con discursos espec铆ficamente antimusulmanes y los l铆mites difusos entre la defensa de la “racionalidad de la Ilustraci贸n” y los movimientos que claman por la protecci贸n de “Occidente”,
*https://www.jacobinmag.com/2015/02/... Anthony Fano Fernandez es un activista y escritor residente en Alemania. [Los subt铆tulos son de la redacci贸n.] Traducci贸n: VIENTO SUR
Cuando el ex ministro de Hacienda del land de Berl铆n, Thilo Sarrazin, public贸 su libro Deutschland schafft sich ab (Alemania se condena), en 2010, pocos observadores reconocieron que anunciaba el surgimiento de una nueva extrema derecha modernizada en Alemania, una que se apartaba significativamente de la extrema derecha nazi y nacional-conservadora populista de la vieja escuela de d茅cadas anteriores. Quedaron olvidados de modelos sociopol铆ticos colectivistas y el racismo biol贸gico, sustituidos por el matrimonio de la doctrina neoliberal moderna con el racismo culturalista. Esta nueva extrema derecha est谩 conformando ahora una entidad coherente con contornos bien definidos y una divisi贸n del trabajo entre diferentes componentes: un partido electoral denominado Alternative f眉r Deutschland (Alternativa para Alemania, AfD); un ala extraparlamentaria combativa, encarnada en el movimiento Pegida (Patriotas europeos contra la islamizaci贸n de Occidente), y un centro ideol贸gico representado por la revista mensualCompact, editada por J眉rgen Els盲sser, un periodista de izquierda radical convertido en nacionalpopulista de extrema derecha.
Cuesta alg煤n esfuerzo desenredar la genealog铆a del nuevo movimiento, dado que todos sus componentes tienen or铆genes diferentes: la AfD surgi贸 al principio como una protesta electoral de conservadores contrarios a la Uni贸n Europea y a los rescates del euro practicados por el gobierno de Angela Merkel, mientras que las manifestaciones convocadas por Pegida representan una movilizaci贸n de base con ra铆ces en el racismo antimusulm谩n que impregna el discurso p煤blico alem谩n desde hace un tiempo. La revistaCompact representa el intento de Els盲sser de forjar un bloque “antiimperialista” alrededor de un fantasmag贸rico eje Par铆s-Berl铆n-Mosc煤 para contrarrestar la hegemon铆a estadounidense. No obstante, puesto que el racismo antimusulm谩n sirve en este momento de punto de convergencia de estas fuerzas diversas, tiene sentido esbozar la funci贸n del discurso racista contrario a los musulmanes en Alemania durante los 煤ltimos a帽os.
En 2007, el soci贸logo Georg Klauda observ贸 que hab铆a un racismo espec铆ficamente antimusulm谩n que estaba confinado principalmente en la intelectualidad: “La islamofobia tiene, al menos en este pa铆s, cierta relevancia no como fen贸meno de masas, sino como discurso de la 茅lite, que, compartido por un n煤mero considerable de intelectuales de izquierda, liberales y conservadores, permite articular resentimientos contra los inmigrantes y los militantes antirracistas de una manera que hace que uno pueda aparecer como un brillante campe贸n de la Ilustraci贸n europea.” Aunque esta observaci贸n era sin duda cierta en el contexto en que se escribi贸 hace siete a帽os, lo que hoy en d铆a representa Pegida es la transformaci贸n del racismo antimusulm谩n en un fen贸meno de masas, capaz de movilizar grandes manifestaciones de m谩s de 20 000 personas.
El ahora difunto Gruppe Soziale K盲mpfe (Grupo Luchas Sociales, GSK) trat贸 de teorizar esta transformaci贸n del discurso racista como parte de una “culturalizaci贸n de la cuesti贸n social” espec铆ficamente neoliberal. El GSK se帽al贸 que el racismo en Alemania, en el periodo de inmediata posguerra, se concret贸 en la calificaci贸n de “no alemana” a la poblaci贸n de trabajadores inmigrantes, sobre todo italianos, turcos y yugoslavos. El racismo dirigido contra esta poblaci贸n inmigrante estaba basado en su posici贸n como estrato m谩s bajo de una clase obrera industrial generada al amparo del pacto social fordista en la Rep煤blica Federal del “milagro econ贸mico”.
Un nuevo racismo neoliberal culturalista
Con la llegada de Helmut Kohl a la canciller铆a en 1982 –cabalgando la misma ola conservadora que alz贸 al poder a Ronald Reagan y Margaret Thatcher–, la proclamaci贸n de un “giro espiritual-moral” marc贸 un nuevo retorno al conservadurismo “basado en valores”. De un modo similar a la reacci贸n conservadora en el mundo anglosaj贸n en torno a cuestiones como el aborto y los derechos de gays y lesbianas, se fueron recuperando cuestiones de “cultura” e “identidad” por parte de la derecha, y paralelamente se produjo un cambio del discurso racista. Durante el periodo que va desde la reunificaci贸n alemana y la primera Guerra del Golfo hasta los atentados terroristas del 11 de Septiembre y las subsiguientes guerras de Afganist谩n e Iraq, los trabajadores inmigrantes del sur de Europa fueron sustituidos por una poblaci贸n inmigrante caracterizada racial y culturalmente como “musulmana”.
Mientras que las antiguas formas populistas y fascistas del racismo nunca desaparecieron del todo –basta recordar los pogromos que hubo en Rostock-Lichtenhagen en 1992, el ataque mortal contra una familia turca en la ciudad occidental de Solingen en 1993 o el 茅xito electoral del Nationale Partei Deutschlands (Partido Nacional de Alemania, NPD), un partido abiertamente fascista, en Sajonia en 2004–, se desarroll贸 un lento proceso de conversi贸n en el nuevo racismo “culturalista”. Esta iteraci贸n mezcla una ideolog铆a neoliberal utilitaria, que valora a los extranjeros en t茅rminos de su “utilidad” para “nuestra sociedad”, con la construcci贸n de un relato que atribuye la mala fortuna o la falta de 茅xito de quienes se hallan en el pelda帽o m谩s bajo de la escala social a su “otredad” cultural y su “falta de voluntad” de “integrarse” en la sociedad “alemana” u “occidental” a causa de un inveterado compromiso con los ideales religiosos o culturales “isl谩micos”.
Ni que decir tiene que este relato culturalista no suele comprender la realidad de estos alemanes o residentes de origen turco o kurdo –que en muchos casos son laicos y se sit煤an pol铆ticamente en la izquierda– ni la diversidad y las discrepancias internas de las comunidades musulmanas de Alemania. M谩s bien, ese relato sirve para racionalizar el juego de suma cero del capitalismo neoliberal en t茅rminos de voluntad o incapacidad del “yo emprendedor” para tomar en sus manos las riendas del propio destino. Lo perverso es que este racismo culturalista neoliberal representa una especie de “victoria” sobre el viejo racismo populista. En 2000, cuando el gobierno de coalici贸n relativamente nuevo del Partido Socialdem贸crata (SPD) con el Partido Verde intent贸 instituir un programa de “tarjeta verde” con el fin de atraer a trabajadores extranjeros altamente cualificados en inform谩tica y telecomunicaciones y en otros campos muy especializados, el presidente de la Uni贸n Dem贸crata-Cristiana (CDU) del land de Renania del Norte-Westfalia, J眉rgen R眉ttgers, acu帽贸 el lema racista movilizador de “Kinder statt Inder!” (“¡Ni帽os en vez de indios!”) para resumir la posici贸n de su partido, favorable a la formaci贸n de alemanes nativos en carreras de alta tecnolog铆a en vez de importar trabajadores cualificados.
En los a帽os del gobierno de coalici贸n rojiverde, los Estados federados encabezados por pol铆ticos de la CDU lograron asimismo bloquear efectivamente los planes de implementaci贸n de una ciudadan铆a dual para quienes desearan adquirir o conservar la ciudadan铆a alemana sin perder al mismo tiempo la de su pa铆s de origen. Ahora, en 2014, la CDU se ha comprometido a implementar una ley de doble nacionalidad con su socio de coalici贸n, el SPD, con lo que el racismo de viejo cu帽o de un R眉ttgers se ha quedado completamente fuera de juego en el seno de la CDU modernizada y neoliberal de la canciller Angela Merkel. Lo que los conservadores tradicionalistas tachan a menudo de “socialdemocratizaci贸n de la CDU” representa de hecho una convergencia entre el SPD y la CDU sobre la base de la adopci贸n com煤n de la ideolog铆a neoliberal y la “culturalizaci贸n de la cuesti贸n social”.
Sarrazin, el pionero
Sobre este tel贸n de fondo podemos ver en la nueva extrema derecha de la AfD, Pegida y compa帽铆a una radicalizaci贸n desde la base de lo que esencialmente es un discurso propio del sistema. Sarrazin desempe帽贸 al respecto un papel de pionero. Como miembro del senado berlin茅s presidido por el socialdem贸crata Klaus Wowereit de 2002 a 2009, durante el periodo del gobierno de coalici贸n “rojirroja” del SPD con el PDS (uno de los partidos predecesores de Die Linke), Sarrazin se forj贸 un renombre tanto por su radical aplicaci贸n de la austeridad fiscal en el land de Berl铆n, que se hallaba en quiebra, y sus inflamadas declaraciones sobre los pobres y otras gentes marginadas. En una entrevista publicada en el semanario Stern, Sarrazin declar贸 que los beneficiarios del seguro de desempleo cr贸nico eran unos derrochadores de energ铆a porque “suelen estar m谩s en casa, quieren estar calientes y regulan la temperatura con la ventana”, defendiendo el cambio del sistema de bienestar de manera que “uno no pueda mejorar su nivel de vida teniendo hijos, como sucede hoy en d铆a”.
Despu茅s de abandonar Berl铆n para asentarse en las aguas m谩s pl谩cidas de un breve mandato en el consejo del Bundesbank en Fr谩ncfort, durante una entrevista con la revista Lettre International sobre su experiencia como senador responsable de las finanzas, Sarrazin declar贸 lo siguiente a prop贸sito de la poblaci贸n musulmana de Berl铆n: “No tengo por qu茅 respetar a nadie que viva del Estado mientras al mismo tiempo rechaza ese Estado, no se ocupa razonablemente de la educaci贸n de sus hijos y produce continuamente peque帽as ni帽as con velo.” Todo esto fue un preludio de la publicaci贸n, en 2010, de su citado libro, donde dibuja un hiperb贸lico proceso de hundimiento de una Alemania aquejada de una tasa de natalidad declinante de su poblaci贸n aut贸ctona y de un supuesto declive del coeficiente de inteligencia colectivo nacional debido a que la inmigraci贸n “musulmana” contribuye al crecimiento de una subclase permanente.
El libro de Sarrazin, que fue un arrollador 茅xito de ventas, toc贸 la fibra sensible del zeitgeist, al tiempo que constituy贸 una especie de manifiesto de una versi贸n radicalizada de la nueva s铆ntesis racista neoliberal-culturalista. Este racismo de nuevo tipo conserva trazas del viejo racismo, como el lamento antisemita de Sarrazin de que “los turcos est谩n conquistando Europa exactamente del mismo modo que los kosovares conquistaron Kosovo: mediante tasas de natalidad m谩s altas. Yo preferir铆a que fueran los jud铆os de Europa Oriental, que tienen un coeficiente de inteligencia un 15 % m谩s elevado que la poblaci贸n alemana.”
Mientras que el libro de Sarrazin arras贸 entre la poblaci贸n alemana, todav铆a tendr铆a que pasar un tiempo entre su 茅xito de ventas en 2010 y el 茅xito electoral de la AfD y el surgimiento de Pegida en 2014. Una especie de “puente” ideol贸gico fue el que se tendi贸 con la creaci贸n en 2010 de la revista Compact, editada por Els盲sser. En la portada del primer n煤mero aparec铆a una foto de Sarrazin bajo el siguiente t铆tulo: “¿El pr贸ximo canciller federal?” La biograf铆a pol铆tica de Els盲sser es una ilustraci贸n fascinante de c贸mo la nueva extrema derecha consigue integrar a elementos de la “izquierda” en el marco de un intento m谩s amplio de configurar una nueva “rebeli贸n conformista”. Antiguo profesor de formaci贸n profesional en Stuttgart, Els盲sser se dio a conocer primeramente en la escena pol铆tica como miembro de la Kommunistischer Bund (Liga Comunista, KB), un partido mao铆sta, en 1990, en el curso de las manifestaciones que dieron lugar a la disoluci贸n de la Rep煤blica Democr谩tica Alemana.
Els盲sser: de la extrema izquierda a la extrema derecha
En un art铆culo publicado en la revista del KB, Arbeiterkampf, y titulado “Por qu茅 la izquierda ha de ser antialemana”, Els盲sser expres贸 los temores de la izquierda radical germanooccidental con respecto al posible resurgimiento de una Alemania unificada como gran potencia, y al mismo tiempo estren贸 lo que en el curso del decenio siguiente aparecer铆a como tendencia diferenciada en el seno de la propia izquierda radical alemana. Como reportero del diario de izquierda Junge Welt, cofundador del semanario Jungle World y, finalmente, como editor de la venerable revista mensual de extrema izquierda, konkret, Els盲sser pas贸 la mayor parte del decenio siguiente escribiendo art铆culos de cariz decididamente antinacionalista y contrario a la emergencia de un supuesto “IV Reich” alem谩n, un temor que pareci贸 confirmarse con el papel que desempe帽贸 Alemania en la fragmentaci贸n de la antigua Yugoslavia a ra铆z del reconocimiento de las rep煤blicas de Eslovenia y Croacia en 1991 por parte del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher y de la participaci贸n de Alemania en la guerra de Kosovo en 2000.
Cuando estall贸 la segunda Intifada en septiembre de 2000, Els盲sser comenz贸 a ver al candidato israel铆 a primer ministro, Ariel Sharon, como una especie de Slobodan Milo拧evi膰 levantino, un jefe de Estado “antifascista” atribulado, v铆ctima del imperialismo humanitario hegem贸nico liderado por Alemania. Sin embargo, tras la reafirmaci贸n de la hegemon铆a global de EE UU durante la Guerra de Afganist谩n en 2001 y de la subsiguiente Guerra de Iraq, que concit贸 la oposici贸n de Francia y Alemania bajo la direcci贸n de Jacques Chirac y Gerhard Schr枚der, respectivamente, Els盲sser se vio obligado a revisar a fondo sus teor铆as. Despu茅s de todo, Alemania, pese a su importancia dentro de la Uni贸n Europea, no era m谩s que una potencia regional de segunda clase que oscilaba entre al atlantismo y las apuestas renovadas por constituirse en una “gran potencia” rival.
Els盲sser comenz贸 a publicar libros y art铆culos en defensa de la constituci贸n de un “eje Berl铆n-Par铆s-Mosc煤” opuesto a Washington. Despu茅s de que una serie de intervenciones expl铆citamente nacionalistas le cerraran las puertas de pr谩cticamente todas las principales publicaciones de izquierda, Els盲sser lanz贸Compact, creando de este modo un centro ideol贸gico coherente para una pol铆tica de extrema derecha de nuevo tipo: resueltamente nacionalista, blande de modo expl铆cito temas tradicionales de extrema derecha contra el “capital financiero”, plantea la formaci贸n de una potencia “eurasi谩tica” como polo opuesto a EE UU y se muestra decididamente contrario a la inmigraci贸n en pol铆tica interior, mientras que apoya a pa铆ses “antiimperialistas” como Ir谩n o Siria, en pol铆tica exterior. Esta mezcla inusitada ha encontrado una audiencia entusiasta en la nueva extrema derecha y algunos elementos de la ideolog铆a est谩n profundamente arraigados en el coraz贸n de la propia sociedad alemana, como atestigua la presencia destacada de Compact en los quioscos de prensa de las estaciones de ferrocarril.
Las dos alas de la AfD
Por tanto, era inevitable que Els盲sser saludara con entusiasmo el surgimiento de la candidatura electoral de AfD. Fundada inicialmente en 2013 como partido monotem谩tico contrario al euro, la AfD expres贸 los intereses de una derecha conservadora que ya no se sent铆a representada por la CDU supuestamente “socialdemocratizada” de Merkel. Con una direcci贸n compuesta por el economista de Hamburgo Bernd Lucke y el ex editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung Konrad Adam, la AfD trat贸 inicialmente de mantener un perfil decididamente “burgu茅s”, distanci谩ndose de los partidos neonazis tradicionales como la NPD y la Deutsche Volksunion (Uni贸n Popular Alemana, DVU). Sin embargo, esta alianza ins贸lita de nacionalconservadores que ven comprometida la soberan铆a de Alemania por instituciones multilaterales como la UE y monetaristas defensores de la austeridad m谩s estricta, carentes de un referente pol铆tico tras el colapso del Freidemokratische Partei (Partido Liberal Democr谩tico, FDP), de derecha liberal, se convirti贸 en un polo de atracci贸n irresistible para toda clase de derechistas que vieron en la AfD la oportunidad de crear una potente formaci贸n electoral a la derecha de la CDU y sus aliados b谩varos de la CSU.
Con las impecables credenciales burguesas de Lucke y Adam, la AfD parec铆a estar bien pertrechada para acabar finalmente con el tab煤 de posguerra, expresado por el que fuera durante mucho tiempo presidente de la Uni贸n Social Cristiana (CSU) b谩vara, Franz Josef Strauss, con la famosa frase de que “no puede haber ning煤n partido a la derecha de la CSU”. Aunque la AfD no logr贸 superar la barrera del 5 % de los votos para entrar en el Bundestag (parlamento federal) en las elecciones de 2013, en 2014 obtuvo un 7,1 % en las elecciones al Parlamento Europeo y siete esca帽os en esta instituci贸n. En las elecciones regionales de los Estados federados orientales de Sajonia, Brandeburgo y Turingia, la AfD ya alcanz贸 porcentajes notables: el 9,7 %, el 12,2 % y el 10,6 %, respectivamente.
La posici贸n pol铆tica de la AfD oscila entre el liberalismo “respetable” de un Lucke, quien se considera adscrito a la tradici贸n del ministro de Econom铆a del periodo de posguerra, Ludwig Erhard, y de la CDU anterior a Merkel, y una derecha m谩s radical, representada por la presidenta de Sajonia Frauke Petry. Mientras que ambas alas procuran distanciarse del tradicional racismo biol贸gico populista a favor de un populismo neoliberal que preconiza una pol铆tica de inmigraci贸n “en el inter茅s de Alemania”, es decir, de brazos abiertos a los inmigrantes “econ贸micamente 煤tiles” y mano dura contra los demandantes de asilo y los “delincuentes extranjeros”, los contornos de la tensi贸n entre ellas aparecen claramente en la controversia que se produjo cuando cuatro eurodiputados de la AfD, entre ellos Lucke y Henkel, votaron a favor de las sanciones a Rusia a ra铆z de la anexi贸n de Crimea. Este hecho concit贸 la oposici贸n de Petry y Alexander Gauland, ex miembro de la CDU y director de la canciller铆a de Estado de Hesse. Ten铆a raz贸n Els盲sser cuando describi贸 el conflicto pol铆tico surgido en el interior del partido como un enfrentamiento entre un “ala Pegida” y un “ala EE UU” (esta 煤ltima ser铆a la que mantiene la posici贸n atlantista tradicional de la CDU de posguerra). Las tensiones alcanzaron un punto cr铆tico a comienzos de 2015 cuando Lucke declar贸 que hab铆a que cambiar la estructura del partido de modo que solo hubiera un presidente (aunque finalmente ambas alas se pusieron de acuerdo en esta cuesti贸n).
El racismo de Pegida
En todo caso, el movimiento Pegida sigue siendo la prueba palpable de la amplitud de la base social de esta nueva extrema derecha. Las manifestaciones, que en su punto 谩lgido reun铆an a m谩s de 20 000 personas todos los lunes en las marchas por el centro de Dresde, fueron un tema de debate importante durante gran parte del invierno de 2015. El nombre del movimiento –Patriotas europeos contra la islamizaci贸n de Occidente– parece indicar que se trata de una iniciativa monotem谩tica, nacida de una visi贸n paranoica y rid铆cula de una inminente toma de Alemania por parte del islam. Sin embargo, quedarse con esta imagen ser铆a subestimar el astuto oportunismo t谩ctico de una iniciativa que pretende crear un movimiento xen贸fobo moderno, para el que la palabra “islam” no es m谩s que una referencia 煤til. Esto se pone de manifiesto en la forma en que se cre贸 la organizaci贸n: el fundador, Lutz Bachmann, un extra帽o personaje con un pasado de delitos menores, cre贸 un grupo en Facebook llamado Pegida con el fin de movilizar la protesta contra una marcha a trav茅s del centro de Dresde de simpatizantes del Partido de los Trabajadores de Kurdist谩n (PKK). En otras palabras, pese a la pretensi贸n de ser un movimiento contra la “islamizaci贸n”, el Pegida se form贸 en realidad para protestar contra quienes apoyan a una organizaci贸n kurda laica que actualmente est谩 combatiendo al Estado Isl谩mico (EI).
Es un movimiento contra la inmigraci贸n, como demuestra su declaraci贸n de 19 puntos, donde reclama una “pol铆tica de tolerancia cero” contra los solicitantes de asilo e inmigrantes “criminales”; propugna una pol铆tica de inmigraci贸n basada en los modelos “utilitaristas” de Suiza, Canad谩 y Australia; propone mantener y defender la “cultura judeo-cristiana de Occidente” y formula denuncias tan estrafalarias como la que se opone a la inclusi贸n de la perspectiva de g茅nero en todas las pol铆ticas p煤blicas, junto con llamamientos paranoides a favor de la prohibici贸n de la shar铆a y las “sociedades paralelas”. El apoyo a la mejora de la atenci贸n a los solicitantes de asilo y la demanda de unas condiciones m谩s humanas en las viviendas que se ponen a su disposici贸n se incluyen para crear una imagen de Pegida como una formaci贸n moderna, “tolerante”, contraria a la inmigraci贸n, pero la base abiertamente racista del movimiento queda perfectamente reflejada en una serie de v铆deos no editados con entrevistas realizadas por Panorama, un programa de noticias de la televisi贸n p煤blica. En ellos, los participantes en las manifestaciones de Pegida articulan puntos de vista t铆picos de la extrema derecha, como eso de que “Alemania no es un pa铆s soberano”, de que “las 贸rdenes vienen de Tel Aviv y Washington” y de que los inmigrantes no son “refugiados de guerra”, sino m谩s bien “par谩sitos”.
El car谩cter racista de Pegida llev贸 a Merkel a criticar p煤blicamente al movimiento en su discurso de A帽o Nuevo y a urgir a la ciudadan铆a a que no acuda a sus manifestaciones. No obstante, Pegida se granje贸 simpat铆as pol铆ticas de procedencia previsible: en enero de 2015, Petry invit贸 a la direcci贸n de Pegida a una reuni贸n con el grupo parlamentario de la AfD en el parlamento regional de Sajonia para hablar de las coincidencias entre el movimiento y el partido. Petry defendi贸 asimismo a Pegida frente a las acusaciones de racismo en los medios. Sin embargo, las mismas tensiones inherentes al proyecto AfD tambi茅n han provocado una crisis aguda en el seno de Pegida: la contradicci贸n entre la apuesta por la respetabilidad burguesa y la necesidad de mantener una base fiel y apelar a un electorado tradicionalmente de extrema derecha. El discurso racista antimusulm谩n heredado de la intelectualidad liberal ha ayudado a la nueva extrema derecha a meter el pie en la puerta de la respetabilidad discursiva, pero en la medida en que este planteamiento da lugar a invitaciones a tertulias televisivas y manifestaciones de “preocupaci贸n” de los pol铆ticos por los temores “leg铆timos” de los ciudadanos, acaba entrando en conflicto con el n煤cleo descaradamente racista del movimiento.
Un ejemplo claro fue la controversia que surgi贸 en torno al fundador Lutz Bachmann a ra铆z de la publicaci贸n en su muro de Facebook de una fotograf铆a en que aparec铆a disfrazado de Hitler, adem谩s de algunas declaraciones en que califica a los extranjeros de “alima帽as” y “sucia escoria”. Aunque Bachmann realiz贸 inicialmente un gesto ostentoso y dimiti贸 de la presidencia de Pegida para no da帽ar al movimiento (que desde diciembre de 2014 hab铆a adquirido la condici贸n legal de “asociaci贸n registrada”), insisti贸 pese a todo en mantener un papel en la organizaci贸n, lo que provoc贸 a su vez la dimisi贸n de los miembros agrupados en torno a Kathrin Oertel, la autonombrada “asesora econ贸mica” y “experta inmobiliaria” que desempe帽aba la funci贸n de tesorera del movimiento y pretend铆a mostrar una cara burguesa respetable de Pegida en la ep贸nima tertulia televisiva de G眉nther Jauch.
Receloso ante un Bachmann irremediablemente manchado y contrario a toda asociaci贸n con el movimiento Legida de la ciudad de Leipzig, cuya direcci贸n est谩 m谩s expl铆citamente anclada en la extrema derecha organizada, el grupo de simpatizantes de Oertel fund贸 la organizaci贸n Direkte Demokratie f眉r Europa (Democracia Directa para Europa, DDfE). La declaraci贸n fundacional de DDfE constituye un intento de ampliar la inicial fijaci贸n de Pegida en el islam y la inmigraci贸n para incluir el apoyo a la demanda de plebiscitos, iniciativas legislativas populares, “libertad de expresi贸n”, “seguridad ciudadana”, la oposici贸n al tratado TTIP de libre comercio planeado y la retirada de las sanciones de la UE a Rusia decretadas a ra铆z de la crisis de Ucrania, aunque manteniendo la imagen de respetabilidad peque帽oburguesa, que hab铆a quedado da帽ada cuando se revel贸 que Bachmann no era m谩s que un vulgar mat贸n racista.
La DDfE no logr贸 reunir a m谩s de 500 personas en su primera manifestaci贸n en Dresde, el 8 de febrero de 2015, mientras que el Pegida junt贸 a unas 2 000, una cifra muy inferior a las que sol铆an darse apenas unos meses antes. Lo que resulta interesante en relaci贸n con la escisi贸n de la DDfE es que su intento de distanciarse de Pegida no implica en modo alguno un alejamiento real de las posiciones pol铆ticas de extrema derecha; en efecto, su “expansi贸n” en un movimiento m谩s amplio favorable a la democracia popular y a una pol铆tica m谩s conciliadora hacia Rusia y contraria al libre comercio, etc., encaja perfectamente en la orientaci贸n preconizada por Els盲sser y las “manifestaciones de los lunes” del nuevo “Movimiento por la Paz 2014”. En su lugar, la apuesta de la DDfE por la respetabilidad no se basa en ning煤n rechazo de la pol铆tica de extrema derecha, sino m谩s bien en el deseo de presentarse como una organizaci贸n formada por gente “normal” del “centro de la sociedad”.
Un estudio publicado en enero de 2015, realizado por un equipo de investigaci贸n de la Universidad T茅cnica de Dresde, dio credibilidad a esta imagen, se帽alando que el 70 % de los participantes ten铆an empleo y no estaban en el paro, que la mayor铆a ten铆a ingresos ligeramente superiores a la media y un nivel educativo universitario o de formaci贸n profesional especializada. Pese a que otros acad茅micos del Centro Cient铆fico de Berl铆n y del instituto de opini贸n p煤blica Forsa lo tacharon de no representativo (65 de los llamados a participar se negaron a hacerlo), el estudio arroja una luz interesante sobre el movimiento Pegida desde el punto de vista de su continuidad con los movimientos tradicionales de extrema derecha.
Aunque ciertos te贸ricos de la Comintern de la d茅cada de 1930, como Georgi Dimitroff, hubieran calificado err贸neamente el fascismo de “dictadura terrorista abierta de los elementos m谩s reaccionarios, m谩s chovinistas y m谩s imperialistas del capital financiero”, Le贸n Trotsky y otros analizaron correctamente que el fascismo ten铆a una dimensi贸n de clase aut贸noma, basada en la peque帽a burgues铆a acosada por el miedo al declive social. Por tanto, las posiciones de extrema derecha de Pegida y DDfE y su intento de presentar una imagen burguesa “respetable” generan una tensi贸n inherente a los movimientos de extrema derecha en su conjunto. La mayor铆a de encuestados en el estudio de la Universidad de Dresde que declararon que el principal motivo de su participaci贸n era una “insatisfacci贸n general con la pol铆tica” es una prueba m谩s del esp铆ritu apol铆tico de la extrema derecha contempor谩nea.
Por supuesto, cualquier an谩lisis que trate de alguna manifestaci贸n contempor谩nea de la extrema derecha ha de responder por fuerza a la pregunta de “¿qu茅 hacer?” En varias ciudades de Alemania Occidental ha habido admirables contramanifestaciones frente a sendos intentos de los nazis locales de formar Pegidas y otros grupos “gida” con nombres diferentes, pero la potencial base de masas de la extrema derecha en la Alemania Occidental hist贸rica es bastante limitada y seguir谩 si茅ndolo dentro de un futuro previsible. Mucho m谩s impresionantes fueron las manifestaciones masivas contra la marcha de Legida en Leipzig, aunque all铆 las circunstancias tambi茅n eran m谩s favorables debido al car谩cter m谩s abiertamente fascista de este movimiento y la continuidad de un fuerte sentimiento antifascista en el seno de la izquierda de esta ciudad.
Un elemento problem谩tico que no se ha examinado suficientemente en los debates de la izquierda radical sobre la nueva extrema derecha es la resistencia de muchos activistas de izquierda a abordar la especificidad del racismo antimusulm谩n. Si bien es cierto que la hostilidad expresada abiertamente contra los musulmanes oculta un planteamiento m谩s amplio de car谩cter racista frente a los extranjeros, demasiado a menudo los activistas de izquierda alemanes se han negado a tratar el tema de c贸mo el racismo antimusulm谩n dominante en la intelectualidad liberal e incluso en partes de la izquierda radical ha abierto camino a la extrema derecha.
Una admirable oposici贸n al antisemitismo que todav铆a cunde en la sociedad europea condujo, tras la segunda Intifada y las guerras de Afganist谩n e Iraq, a un alarmante racismo antimusulm谩n en una parte de la izquierda radical alemana. Hasta los sectores que no cayeron en esa trampa no tuvieron el cuidado de no confundir una cr铆tica materialista general de la religi贸n como tal con un discurso racista que pretende pintar a los musulmanes como personas especialmente patol贸gicas o amenazas para la “ilustraci贸n” o la “civilizaci贸n”. La transici贸n de una figura como Els盲sser de propagandista “antialem谩n” a figura de proa de la nueva extrema derecha nacionalista deber铆a dar que pensar a aquellos militantes de la izquierda radical alemana que tratan de evitar la confrontaci贸n con discursos espec铆ficamente antimusulmanes y los l铆mites difusos entre la defensa de la “racionalidad de la Ilustraci贸n” y los movimientos que claman por la protecci贸n de “Occidente”,
*https://www.jacobinmag.com/2015/02/... Anthony Fano Fernandez es un activista y escritor residente en Alemania. [Los subt铆tulos son de la redacci贸n.] Traducci贸n: VIENTO SUR