OPINI脫N de C茅sar Antonio Molina.- Ilusi贸n es la palabra que para m铆 mejor resume aquellos a帽os finales del franquismo y primeros de la Transici贸n, hasta la instauraci贸n definitiva de la democracia. Aquella fe ciega en que todo iba a cambiar y en que nuestra generaci贸n ser铆a la primera que no fracasar铆a tras siglos de autoderrotas.
Hoy, cambio la ilusi贸n por la esperanza, que no autoenga帽o. Para eso le he robado el t铆tulo de este art铆culo a Ernst Bloch, cuyo libro se refiere a la utop铆a como una funci贸n esencial del ser humano. Una utop铆a marxista-metaf铆sica que, seg煤n Habermas, conducir铆a a la libertad a trav茅s del poder totalitario del Estado, la violencia “justa”, la planificaci贸n centralizada, el colectivismo y la extrema ortodoxia doctrinal. No obstante, Bloch acab贸 sus d铆as no en la Rep煤blica Democr谩tica de Alemania, sino en la Federal. La palabra esperanza no tiene cabida en la previsi贸n y organizaci贸n del marxismo.
Como escribi贸 Unamuno en ‘El sentimiento tr谩gico de la vida’, yo creo porque espero. Espero que Espa帽a no delire como tantas veces a lo largo de su historia, pues ya sabemos c贸mo acaban estos desatinos. “Espa帽a ha delirado”, escribi贸 Mar铆a Zambrano, “ofreciendo en su delirio su sangre. Toda la sangre de Espa帽a por una gota de luz. Por eso tiene derecho —¿sabr谩 aprovecharlo?— a la esperanza”. Cioran insist铆a en ‘La tentaci贸n de existir’ en ese sentimiento negativo espa帽ol de embadurnarse en la muerte, en convertirla en experiencia visceral. Esto nos hac铆a retroceder a los espa帽oles “hacia lo esencial, hacia la nada”. Y a帽ad铆a el fil贸sofo rumano: “Leyendo a Ganivet, Unamuno u Ortega uno advierte que, para ellos, Espa帽a es una paradoja que les ata帽e y que no logran reducir a una f贸rmula racional”.
Esperanza es una de las palabras m谩s repetidas y deseadas en la historia de Espa帽a. Larra termin贸 as铆 su art铆culo ‘El d铆a de difuntos de 1836’ : “¡Aqu铆 yace la esperanza!! / ¡Silencio, silencio!!!”. Pero F铆garo jam谩s guard贸 silencio y nos ense帽贸 que en tiempos como los suyos, como los nuestros, “los hombres prudentes no deben hablar, ni mucho menos callar”. No callar es una forma de esperanza.
La raz贸n no puede florecer sin la esperanza y viceversa. Gabriel Marcel, autor teatral y fil贸sofo franc茅s, clam贸 durante la ocupaci贸n alemana que la desesperanza era una deslealtad a Francia. Yo tambi茅n afirmo que la desesperanza es una deslealtad a Espa帽a.
Sin embargo, no hay que olvidar que la esperanza es enemiga del utopismo, de la pasi贸n, de lo irracional, de las certezas insoslayables, de las verdades sacras aunque laicas, de las f贸rmulas m谩gicas para arreglarlo todo. Ya lo dijo Graci谩n: “La pasi贸n enemiga de la cordura”. La esperanza misma es la posibilidad de la felicidad y se puede esperar cualquier cosa con tal de que no sea imposible. La esperanza es lo que nos queda cuando ya solo nos queda la esperanza. Es decir: paciencia, persistencia, tenacidad, obstinaci贸n, deseo, expectativa.
Yo tengo esperanza en la democracia y en la Constituci贸n, con las revisiones que sean menester. Yo tengo esperanza en la monarqu铆a parlamentaria, no ha existido mejor diplomacia. Yo tengo esperanza en la labor de Estado y no empresarial de los partidos pol铆ticos. El duque de Angulema, enviado a Espa帽a para reinstaurar a Fernando VII tras el trienio liberal, escribi贸 lo siguiente a su ministro de Exteriores: “Los partidos son demasiado encarnizados y est谩n demasiado llenos de odio. Diez a帽os nos quedar铆amos en Espa帽a, y al cabo de ese tiempo se degollar铆an los unos a los otros, este pa铆s se desgarrar谩 durante a帽os”. ¡Ojal谩 no sea as铆 nunca m谩s!
Yo tengo esperanza en que se combata la gangrena de la corrupci贸n. Yo tengo esperanza en que Espa帽a permanezca unida y ampare a sus lenguas y culturas compartidas con Iberoam茅rica. Yo tengo esperanza en que la educaci贸n y la cultura sean el asunto primordial de Estado, ayuden a la concordia entre los espa帽oles y no sirvan para sembrar oscura ciza帽a en conflictos inventados.
Yo tengo la esperanza de que la democracia defienda la libertad individualidad de las personas, sus derechos y su dignidad. Tengo puesta mi esperanza en la solidaridad y fraternidad universal, en la paz interior y exterior ajena a cualquier tipo de fanatismos. Yo tengo incluso una esperanza sin optimismo, como escribe el ensayista brit谩nico Terry Eagleton.
La desesperanza es una deslealtad. Un amigo en Par铆s, no hace mucho, me dijo que nunca hab铆a visto a un pa铆s suicidarse con tanta alegr铆a. No me dec铆a nada nuevo. Espa帽a se ha suicidado muchas veces, pero siempre ha resucitado. Un d铆a Max Brod le pregunt贸 a su 铆ntimo amigo Kafka si pensaba que en el mundo hab铆a alguna esperanza. 脡l le contest贸 que s铆 la hab铆a, pero no para ellos. Desmintamos a Kafka. Hay esperanza hasta para nosotros.
C茅sar Antonio Molina
Escritor
Hoy, cambio la ilusi贸n por la esperanza, que no autoenga帽o. Para eso le he robado el t铆tulo de este art铆culo a Ernst Bloch, cuyo libro se refiere a la utop铆a como una funci贸n esencial del ser humano. Una utop铆a marxista-metaf铆sica que, seg煤n Habermas, conducir铆a a la libertad a trav茅s del poder totalitario del Estado, la violencia “justa”, la planificaci贸n centralizada, el colectivismo y la extrema ortodoxia doctrinal. No obstante, Bloch acab贸 sus d铆as no en la Rep煤blica Democr谩tica de Alemania, sino en la Federal. La palabra esperanza no tiene cabida en la previsi贸n y organizaci贸n del marxismo.
Como escribi贸 Unamuno en ‘El sentimiento tr谩gico de la vida’, yo creo porque espero. Espero que Espa帽a no delire como tantas veces a lo largo de su historia, pues ya sabemos c贸mo acaban estos desatinos. “Espa帽a ha delirado”, escribi贸 Mar铆a Zambrano, “ofreciendo en su delirio su sangre. Toda la sangre de Espa帽a por una gota de luz. Por eso tiene derecho —¿sabr谩 aprovecharlo?— a la esperanza”. Cioran insist铆a en ‘La tentaci贸n de existir’ en ese sentimiento negativo espa帽ol de embadurnarse en la muerte, en convertirla en experiencia visceral. Esto nos hac铆a retroceder a los espa帽oles “hacia lo esencial, hacia la nada”. Y a帽ad铆a el fil贸sofo rumano: “Leyendo a Ganivet, Unamuno u Ortega uno advierte que, para ellos, Espa帽a es una paradoja que les ata帽e y que no logran reducir a una f贸rmula racional”.
Esperanza es una de las palabras m谩s repetidas y deseadas en la historia de Espa帽a. Larra termin贸 as铆 su art铆culo ‘El d铆a de difuntos de 1836’ : “¡Aqu铆 yace la esperanza!! / ¡Silencio, silencio!!!”. Pero F铆garo jam谩s guard贸 silencio y nos ense帽贸 que en tiempos como los suyos, como los nuestros, “los hombres prudentes no deben hablar, ni mucho menos callar”. No callar es una forma de esperanza.
La raz贸n no puede florecer sin la esperanza y viceversa. Gabriel Marcel, autor teatral y fil贸sofo franc茅s, clam贸 durante la ocupaci贸n alemana que la desesperanza era una deslealtad a Francia. Yo tambi茅n afirmo que la desesperanza es una deslealtad a Espa帽a.
Sin embargo, no hay que olvidar que la esperanza es enemiga del utopismo, de la pasi贸n, de lo irracional, de las certezas insoslayables, de las verdades sacras aunque laicas, de las f贸rmulas m谩gicas para arreglarlo todo. Ya lo dijo Graci谩n: “La pasi贸n enemiga de la cordura”. La esperanza misma es la posibilidad de la felicidad y se puede esperar cualquier cosa con tal de que no sea imposible. La esperanza es lo que nos queda cuando ya solo nos queda la esperanza. Es decir: paciencia, persistencia, tenacidad, obstinaci贸n, deseo, expectativa.
Yo tengo esperanza en la democracia y en la Constituci贸n, con las revisiones que sean menester. Yo tengo esperanza en la monarqu铆a parlamentaria, no ha existido mejor diplomacia. Yo tengo esperanza en la labor de Estado y no empresarial de los partidos pol铆ticos. El duque de Angulema, enviado a Espa帽a para reinstaurar a Fernando VII tras el trienio liberal, escribi贸 lo siguiente a su ministro de Exteriores: “Los partidos son demasiado encarnizados y est谩n demasiado llenos de odio. Diez a帽os nos quedar铆amos en Espa帽a, y al cabo de ese tiempo se degollar铆an los unos a los otros, este pa铆s se desgarrar谩 durante a帽os”. ¡Ojal谩 no sea as铆 nunca m谩s!
Yo tengo esperanza en que se combata la gangrena de la corrupci贸n. Yo tengo esperanza en que Espa帽a permanezca unida y ampare a sus lenguas y culturas compartidas con Iberoam茅rica. Yo tengo esperanza en que la educaci贸n y la cultura sean el asunto primordial de Estado, ayuden a la concordia entre los espa帽oles y no sirvan para sembrar oscura ciza帽a en conflictos inventados.
Yo tengo la esperanza de que la democracia defienda la libertad individualidad de las personas, sus derechos y su dignidad. Tengo puesta mi esperanza en la solidaridad y fraternidad universal, en la paz interior y exterior ajena a cualquier tipo de fanatismos. Yo tengo incluso una esperanza sin optimismo, como escribe el ensayista brit谩nico Terry Eagleton.
La desesperanza es una deslealtad. Un amigo en Par铆s, no hace mucho, me dijo que nunca hab铆a visto a un pa铆s suicidarse con tanta alegr铆a. No me dec铆a nada nuevo. Espa帽a se ha suicidado muchas veces, pero siempre ha resucitado. Un d铆a Max Brod le pregunt贸 a su 铆ntimo amigo Kafka si pensaba que en el mundo hab铆a alguna esperanza. 脡l le contest贸 que s铆 la hab铆a, pero no para ellos. Desmintamos a Kafka. Hay esperanza hasta para nosotros.
C茅sar Antonio Molina
Escritor