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Salir de la sombra: Luchar por los derechos de las trabajadoras y los trabajadores sexuales


Catherine Murphy, United Kingdom

"Seis agentes tuvieron sexo conmigo uno tras otro. Estaban armados, as铆 que tuve que hacerlo,” cuenta Mona, mujer de cerca de 40 a帽os y madre de dos hijos, con l谩grimas en los ojos.

La violaci贸n en grupo se produjo en un parque p煤blico de Puerto Moresby, capital de Pap煤a Nueva Guinea, en agosto de 2012, y a pesar de tratarse claramente de un suceso muy traumatizante, ella nunca lo denunci贸.

“Fue muy doloroso, pero lo he dejado estar,” suspira Mona. “Si recurro a la justicia, no podr谩n ayudarme.”

La raz贸n por la que los agresores probablemente no comparecer谩n nunca ante la justicia es que Mona es una trabajadora sexual. La cruda realidad es que, en muchos pa铆ses, las personas que se dedican al trabajo sexual reciben muy poca protecci贸n ante los abusos.
La raz贸n por la que los agresores probablemente no comparecer谩n nunca ante la justicia es que Mona es una trabajadora sexual. La cruda realidad es que, en muchos pa铆ses, las personas que se dedican al trabajo sexual reciben muy poca protecci贸n ante los abusos.Catherine Murphy, asesora de Pol铆tica de Amnist铆a Internacional

Amnist铆a Internacional lleva a帽os documentando violaciones de derechos humanos cometidas contra las trabajadoras y los trabajadores sexuales en pa铆ses de todo el mundo y ha se帽alado que corren sistem谩ticamente especial riesgo de sufrir abusos. Hoy publicamos cuatro minuciosos informes de investigaci贸n sobre la situaci贸n de las personas dedicadas al trabajo sexual en Argentina, Hong Kong, Noruega y Pap煤a Nueva Guinea: El panorama es sombr铆o.

En los cuatro pa铆ses, a pesar de las notables diferencias econ贸micas, sociales y culturales y de los distintos marcos legales, las trabajadoras y los trabajadores sexuales nos contaron historias de explotaci贸n, acoso y violencia.

Estas historias y estas voces han ayudado a orientar la pol铆tica de Amnist铆a Internacional, que se publica tambi茅n hoy, sobre la protecci贸n de las personas dedicadas al trabajo sexual frente a los abusos y las violaciones de derechos humanos.

En la pol铆tica se indican a los Estados una serie de medidas que ayudar谩n a garantizar una mejor protecci贸n de las trabajadoras y los trabajadores sexuales frente a la violencia e injusticia generalizadas a las que se enfrentan en todo el mundo.

Para conseguirlo, esta pol铆tica apoya la despenalizaci贸n del trabajo sexual de personas adultas realizado con consentimiento. Tanto en nuestra investigaci贸n como en el trabajo de otras organizaciones aparecen cada vez m谩s datos que demuestran que penalizar el trabajo sexual agrava la situaci贸n de peligro y marginaci贸n de las trabajadoras y los trabajadores sexuales y les impide pedir protecci贸n de la polic铆a y otros servicios jur铆dicos y sociales.

El caso de Mona en Pap煤a Nueva Guinea es s贸lo un ejemplo de ello, pero hemos escuchado a muchas m谩s personas.

En Noruega –que aplica el llamado ‘modelo n贸rdico’, centrado en la criminalizaci贸n de quienes compran servicios sexuales, no de quienes los venden– las personas dedicadas al trabajo sexual nos dijeron que, a pesar del alto 铆ndice de violaciones y violencia de los clientes, rara vez denunciaban los delitos a la polic铆a por miedo a las consecuencias.

Dijeron que la amplia legislaci贸n sobre el trabajo sexual, en la que se incluyen leyes que penalizan su promoci贸n y el alquiler de establecimientos destinados a este fin, hac铆a que estuvieran sometidas al escrutinio de la polic铆a y que con frecuencia las sancionaran con fin de impedir ejercer el trabajo sexual.

Una persona dedicada al trabajo sexual en Oslo nos dijo: “La polic铆a noruega va detr谩s de todo el mundo; no de los traficantes o los proxenetas, sino de todo el mundo. Es una locura.”

Algunas de las mujeres que Amnist铆a entrevist贸 en Noruega explicaron adem谩s que viv铆an con miedo de que las echaran de sus alojamientos. Un considerable n煤mero de desalojos de los que Amnist铆a tuvo noticia se hab铆an producido porque el casero tem铆a ser procesado. Muchos se llevaron a cabo en cuesti贸n de horas, por lo que podr铆an clasificarse como "desalojos forzados", ilegales seg煤n el derecho internacional.

Una joven trabajadora sexual de origen nigeriano llamada Eunice cont贸: “Me dieron unos minutos para abandonar mi apartamento. No tienes tiempo de sacar todas tus cosas [Tuve que irme y] dormir en la estaci贸n de tren.”

La legislaci贸n debe hacer m谩s segura la vida de las trabajadoras y los trabajadores sexuales, lo que incluye combatir la violencia que sufren y garantizar que pueden abandonar el trabajo sexual en el momento que quieran. Queremos que los Estados garanticen que las personas dedicadas al trabajo sexual no est谩n expuestas a violencia ni se ven obligadas a trabajar en condiciones peligrosas, y que nadie es objeto de trabajo forzoso ni de trata.
La legislaci贸n debe hacer m谩s segura la vida de las trabajadoras y los trabajadores sexuales, lo que incluye combatir la violencia que sufren y garantizar que pueden abandonar el trabajo sexual en el momento que quieran. Queremos que los Estados garanticen que las personas dedicadas al trabajo sexual no est谩n expuestas a violencia ni se ven obligadas a trabajar en condiciones peligrosas, y que nadie es objeto de trabajo forzoso ni de trata.Catherine Murphy

La despenalizaci贸n no es una panacea; por s铆 sola no acabar谩 con los abusos contra los derechos humanos que sufren las trabajadoras y los trabajadores sexuales. Pero es un primer paso necesario y, junto a otras medidas que destacamos en esta pol铆tica, creemos que permitir谩 a los gobiernos mejorar la protecci贸n de las personas que se dedican al trabajo sexual.

Otras medidas consisten en abordar los estereotipos de g茅nero y la discriminaci贸n, que a menudo llevan a grupos marginados, como las personas trans, a dedicarse al trabajo sexual. Suponen garantizar que las trabajadoras y los trabajadores sexuales tienen acceso a la educaci贸n, a oportunidades laborales, a la atenci贸n m茅dica y a otros servicios p煤blicos, as铆 como garantizar que gozan de igualdad de trato ante la ley.

El proceso de concepci贸n y elaboraci贸n de esta pol铆tica ha sido prolongado, dif铆cil y controvertido, pero no esper谩bamos menos. Reconocemos que hay diferencias fundamentales de opini贸n sobre el tema de la despenalizaci贸n del trabajo sexual y respetamos los puntos de vista de quienes no apoyan la postura que hemos adoptado.

Necesitamos un debate abierto, sincero y respetuoso sobre cu谩l es la mejor manera de proteger los derechos humanos de las personas dedicadas al trabajo sexual. Para ello es fundamental escuchar a los cientos de trabajadoras y trabajadores sexuales de todo el mundo que nos han ofrecido su percepci贸n, opini贸n y experiencia de primera mano, a veces con gran riesgo personal.

Nos dijeron inequ铆vocamente que las leyes que penalizan el trabajo sexual empujan a煤n m谩s a las trabajadoras y trabajadores sexuales a los m谩rgenes de la sociedad, donde deben enfrentarse a la discriminaci贸n y a los abusos.

Mona lo explic贸 as铆: “La polic铆a nos golpea, nos persigue, nos dice que el trabajo sexual no est谩 permitido [...] nosotras decimos que ellos no van a alimentarnos, a vestirnos ni a ayudar a nuestros hijos, por lo que tenemos que hacerlo. Luchamos por nuestros derechos. Es la 煤nica forma de conseguir dinero y vivir."

Desde hoy, Amnist铆a Internacional se solidariza con ella y con muchas otras personas de todo el mundo que est谩n en su misma situaci贸n, luchando por sus derechos.

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