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La advertencia a las fuerzas de izquierda

OPINIÓN de Mauro Gasparini y Daniel Tanuro.- El resultado del referéndum en el Reino Unido es de una extrema importancia para la situación social y política en Europa. La salida del Reino Unido de la Union Europea profundiza la crisis de esta institución creada por y para los grandes grupos capitalistas del continente. Las bolsas caen como nunca desde la crisis mundial de 2008, la libra esterlina y el euro también y Cameron ha presentado su dimisión. El Reino Unido corre también el riesgo de sufrir una implosión, pues Escocia e Irlanda del Norte, naciones oprimidas, están opuestas a la salida de la Unión Europea: Escocia podría así imponer y ganar un nuevo referéndum sobre su independencia. Un polo imperialista de grandísima importancia, segunda economía de la UE, cuya City de Londres es el símbolo de las finanzas mundiales, ve su posición debilitada. La propia UE ve relanzarse su crisis de forma espectacular, una crisis rampante desde hace años, en particular desde la crisis griega de 2015.





Sin embargo, no hay ninguna razón para la alegría entre los trabajadores y trabajadoras, y en primer lugar los y las inmigrantes y las personas que sufren discriminación racial en el Reino Unido y el resto de Europa. En efecto, vivimos el referéndum griego al revés, en menos de un año. Allí donde el referéndum organizado por Tsipras en julio pasado había ganado (contra la voluntad de éste) bajo presión de una población que exigía una ruptura con la austeridad impuesta por la Unión Europea, el referéndum británico ha sido lanzado bajo presión de la derecha y de la extrema derecha del país, que han hegemonizado totalmente los debates, con el apoyo de la prensa amarilla. Así, estas fuerzas reaccionarias, ultraliberales, autoritarias y racistas resultan, de lejos, las primeras beneficiarias a corto plazo del Brexit. No hay “Lexit” (salida por la izquierda) posible a corto plazo para el Reino Unido. Corbyn está siendo también atacado por la derecha del Labour por no haber defendido suficientemente fuerte a la UE tal como es. Nigel Farage, el infame líder racista de UKIP, ha osado decir que “esta victoria ha sido obtenido sin un solo disparo”, cuando Jo Cox, diputada de izquierda británica, apoyo de las personas refugiadas y feminista, fue asesinada hace unos días por un militante nazi británico. Cruel símbolo, Jo Cox era también amada por los sirios y sirias, a las que apoyaba contra Assad, Daesh y la Europa fortaleza. Sin embargo los reaccionarios pro Brexit han sabido manipular la crisis de refugiados y los atentados, productos de la contrarrevolución sangrante en Siria y del cierre de las fronteras.

Culpable de crimen con premeditación contra los pueblos de Europa, y en primer lugar el pueblo de Grecia, culpable de crimen contra la humanidad contra las personas refugiadas a las que deja morir en sus fronteras, la Unión Europea está gravemente debilitada. Pero por esto tampoco tenemos que alegrarnos demasiado rápidamente: las fuerzas de extrema derecha del continente están en primera línea para profundizar esta crisis y abrir la vía, como en Inglaterra, a proyectos abiertamente racistas, aún más reaccionarios que el de la UE. En efecto, Le Pen en Francia y Wilders en los Países Bajos, pasando por el Partido del Pueblo danés, son fuerzas que demandan, un poco en todas partes, referéndums siguiendo el modelo Brexit.

El referéndum del Brexit suena como una grave advertencia a las fuerzas de izquierda, al movimiento social y a los anticapitalistas de toda Europa. El día 26 es el estado español quien acude a las urnas. Y allí, una coalición de izquierda radical va representar la contestación al orden establecido. La crisis de la Unión Europea no podrá más que reforzarse también como consecuencia de esas elecciones. Pero la izquierda debe finalmente atreverse a zanjar la cuestión estratégica de su actitud frente a la UE. Correr al rescate de este proyecto, como la socialdemocracia y el CES lo han hecho en la crisis griega (¡igual que el propio Tsipras!), es dar al capital el bastón para que siga golpeando al mundo del trabajo. La izquierda debe asumir la ruptura con las instituciones de la UE y la desobediencia a sus políticas. No se trata de “cambiar la UE”, sino de romperla. No en nombre de un repliegue nacionalista y racista, sino en nombre del proyecto internacionalista de OTRA EUROPA -social, ecológica, democrática y generosa- puesta en pie por una Asamblea Constituyente de los pueblos.

Retomamos estas palabras del llamamiento de Olivier Besancenot (NPA), Miguel Urban (Podemos) y Antonis Davanellos (Unidad Popular) por un Austerexit que hicieron tras la capitulación de Tsipras: “Salir de la Europa del capital no equivale, en nuestra opinión, a imaginar las fronteras como un paraguas contra la austeridad. Es un punto de apoyo para construir una Europa diferente, tan fiel a los intereses de los pueblos como la actual lo es a los intereses de los banqueros. No queremos ni el reino de nuestras castas nacionales ni el de la troika”.

Sin asumir un proyecto radicalmente alternativo a la austeridad del que la UE es uno de las herramientas más importantes hoy, sin un proyecto institucional alternativo a esta UE autoritaria, corremos el riesgo de dejar a la derecha radical, neofascista y racista apoderarse tanto del descontento social como de la frustración democrática, para desviarlos en beneficio de un proyecto reaccionario. El peligro es grave. Tal es la lección principal que hay que sacar del Brexit.

El punto de partida y la palanca de la estrategia alternativa de los que la izquierda tiene necesidad para abrir la vía a esta Europa diferente es la organización y la coordinación de la lucha encarnizada contra la austeridad y el racismo, la vía de la convergencia de las luchas sociales, feministas, ecológicas para derrotar a nuestros gobiernos austeritarios cada vez más autoritarios. La magnífica movilización contra la ley del trabajo en Francia lo muestra: la profunda crisis del capitalismo europeo abre tantos graves peligros como posibilidades de cambiar este mundo, a condición de reagruparnos sobre bases claras. Las responsabilidades de la izquierda anticapitalista e internacionalista son inmensas. La LCR se implicará con todas sus fuerzas para asumirlas. En nuestro país, esto comienza por un combate para radicalizar la movilización contra el gobierno Michel Jambon, rompiendo con la funesta estrategia de concertación que paraliza al movimiento sindical y le expone al riesgo de un gran debilitamiento.

25/06/2016

http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article38293
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR




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