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Día Mundial contra la trata Trata: La esclavitud en nuestras plazas



“En Madrid me vendieron por 1000 euros y me obligaron a prostituirme en la calle Montera. Todo lo que ganaba me lo quitaban. Allí estuve tres meses, escavizada a la luz del día en pleno centro de Madrid, con 10, 15, hasta 30 hombres por día”. María, rumana

La trata de personas es un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, incluídos el trabajo forzoso y el sexo. La Organización Internacional del Trabajo calcula que casi 21 millones de personas en el mundo son víctimas del trabajo forzoso. En esa cifra se incluye también a las víctimas de trata para la explotación laboral y sexual. Si bien se desconoce cuántas de estas fueron objeto de trata, la cifra implica que en la actualidad hay millones de víctimas en el mundo. Todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. La esclavitud, tanto en su forma moderna como en la antigua, no es sólo una vergüenza, sino que es «la execrable suma de todas las villanías», como la definió el abolicionista John Wesley, y no tiene cabida en nuestro mundo.



En 2010, la Asamblea General adoptó un Plan de Acción Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, urgiendo a los Gobiernos de todo el mundo a derrotar este flagelo. El Plan llama a integrar la lucha contra la trata en los programas de las Naciones Unidas para el fomento del desarrollo y el refuerzo de la seguridad mundiales. Una provisión crucial del Plan es el establecimiento de un Fondo Voluntario Fiduciario para las víctimas del tráfico, especialmente mujeres y niños.

En 2013, la Asamblea General sostuvo una reunión para evaluar el Plan de Acción Mundial. Los Estados miembros adoptaron la resolución A/RES/68/192 Documento PDF y designaron el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata. En la resolución, se señala que el día es necesario para «concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos.»




La esclavitud en nuestras plazas
Gloria López, Amecopress.- La propia complejidad y variedad del fenómeno de la trata –del delito, de la brutal vulneración de los derechos humanos-, impide que se pueda informar de ella con claridad. Naciones Unidas estima que 2,5 millones de personas "están atrapadas en las redes de la esclavitud moderna" y distintas fuentes apuntan que la trata constituye uno de los grandes negocios ilícitos que más dinero genera, sólo por detrás del tráfico de armas. Pero en el ’Día Mundial contra la Trata de Personas’ que el organismo internacional fijó en 2014 en el 30 de julio, diferentes instituciones y ONGs alertan de la falta de protección de los gobiernos hacia las víctimas de esta práctica.



“Todos los países deben aunar esfuerzos para superar esta amenaza transnacional apoyando y protegiendo a las víctimas sin dejar de perseguir y enjuiciar a los delincuentes”, afirma Gema Fernández Rodríguez de Liévana, de Women’s Link, una organización que enfoca su trabajo en el área de la trata a la detección de las múltiples formas de discriminación a las que se enfrentan las mujeres y niñas y cómo esta discriminación crea obstáculos en su acceso a la justicia y a recursos adecuados.

El litigio de Women’s Link de varios casos en España llevó al desarrollo de un protocolo que otorga a las víctimas de trata el derecho a un periodo de tiempo mínimo para empezar a recuperarse de la experiencia vivida y evaluar sus opciones legales. Este derecho también detiene el proceso de deportación y permite que las mujeres y niñas mantengan una distancia segura de sus tratantes y accedan a servicios básicos, como atención en salud.



Sin embargo, este sigue siendo el marco legal teórico, que no siempre se aplica. Por ello, si ya es difícil explicar la existencia de los CIE o de las deportaciones de inmigrantes en situación legar irregular para cualquier conciencia sana y sensible, mucho más inexplicable es la estancia de víctimas de trata en estos centros. “El hecho de que las organizaciones participemos en la detección de los casos y en el acompañamiento de las mujeres ayudaría mucho”, asegura Gema.

La mujer es, para las autoridades, una posible fuente de información. Si decide colaborar, se le podrá conceder un permiso de residencia, pero no es automático. "Ha habido casos en los que las mujeres han colaborado y, aún así, las han dejado sin protección al considerar que no aportaban información relevante. Se les ofrece tan poco y ellas arriesgan tanto", lamenta la representante de Women’s Link.

“La trata se basa en convertir a los seres humanos en objetos por los que se obtiene beneficio económico”, define la abogada. Aunque existen distintas formas de trata y de explotación –laboral, tráfico de órganos, vientres de alquiler-, la trata de personas con fines de explotación sexual es una de las formas de trata más extendidas, y, desgraciadamente, más normalizada. España es país de tránsito y destino de mujeres y niñas sometidas a esta forma de esclavitud, que sufren más de dos millones de mujeres en el mundo.

Sin embargo, tal y como advierte APRAMP - Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prostituida-, los datos oficiales que se ofrecen solo se refieren a la actuación policial, fundamentalmente en clubes, y es necesario interpretar que representan la punta del iceberg de la realidad. Naciones Unidas estima que en Europa Occidental solo se identifica el 1% de las víctimas. Pero más allá de la inexactitud y de la ausencia de datos globales y fiables, las cifras fotografían el calvario: al año son captadas dos millones como esclavas sexuales, 5.479 al día. Cada minuto cuatro mujeres son secuestradas, esclavizadas y obligadas a soportar el calvario que supone ser sometida en una red de trata.

En España, primer país de Europa en consumo de prostitución y tercero del mundo según APRAMP, el “perfil” –“si es que podemos hablar de perfil, porque a mí no me gusta y además es importante saber que es muy diverso y que nos puede pasar a cualquiera”, dice Rocío Mora, directora de la entidad- de la víctima de trata es el de una mujer de edad entre los 18 y los 32 años. APRAMP trabaja con mujeres de 39 nacionalidades, aunque las procedentes de Rumanía y de Nigeria están mayormente representadas.


“El abordaje del fenómeno de la trata debe ser, necesariamente, desde un enfoque de derechos humanos con perspectiva de género y la ayuda a las mujeres debe acometerse desde una perspectiva integral”, explica Rocío, “hay que ocuparse de la salud, de la situación administrativa, de la incorporación de recursos sociales que van desde el aprendizaje del idioma hasta el conocimiento de las normas y costumbres españolas, de la formación y el empleo”.
Historias de vida: son supervivientes

Lejos de la imagen extendida de mujeres abatidas y débiles, las víctimas de la trata suelen ser personas que han sobrevivido a obstáculos y peligros a lo largo de su vida. Gema, Rocío y Ana trabajan con ellas y lo saben: son supervivientes. Algunas de ellas forman parte de la Unidad de Rescate de APRAMP, que realiza una identificación pro-activa, buscando y analizando aquellos lugares dónde pueden encontrar a potenciales víctimas, en horarios de mañana, tarde y noche. “Son mujeres encargadas de acercarse a otras que están siendo prostituidas, una situación en las que estaban las primeras hace años. Conocen el idioma y la cultura de los países de origen por lo que es más fácil establecer el primer contacto para ganarse su confianza”, analiza Nieto. La unidad atiende cada día a más de 200 mujeres prostituidas en toda la Comunidad de Madrid.


Son los testimonios de estas mujeres, supervivientes a la trata, quienes dan volumen al relato y recuerdan que no podemos seguir mirando para otro lado.

“Un amigo nos dijo que conocía una agencia que organizaba todo el viaje. Ellos me buscaron trabajo y se ocuparon de todo. Me compraron ropa, me explicaron como pasar la frontera como turista. (…) Estuve en ese infierno 8 meses, obligada a acostarme con cientos de hombres, a realizar prácticas que nunca imaginé. Siempre pensando en escapar, pero ¿cómo? Estaba todo el día controlada, cada vez que me negaba a algo me pegaban palizas, me castigaban aislada y sin comer. Tenía mucho miedo. Me obligaron a consumir alcohol y drogas, cocaína, con los clientes”.
Liana, paraguaya de 17 años.

“En Madrid me vendieron por 1000 euros y me obligaron a prostituirme en la calle Montera. Todo lo que ganaba me lo quitaban. Allí estuve tres meses, escavizada a la luz del día en pleno centro de Madrid, con 10, 15, hasta 30 hombres por día”. María, rumana

Políticas migratorias

Las políticas de control migratorio han hecho florecer la figura de los “facilitadores”, personas que “ayudan” a cruzar las fronteras a miles de migrantes y que, en muchas ocasiones, son en realidad “captadores” de potenciales víctimas de trata. Muchas de estas personas migrantes son captadas por los tratantes a través del engaño para luego ser explotadas en España a través de la fuerza, la coerción, el aprovechamiento de situaciones de pobreza y necesidad o la generación de deuda por los “servicios” de entrada en el país.

Actualmente, es cada vez más común que los gobiernos aborden el tráfico de personas y la trata de forma indiferenciada, lo cual suele tener como consecuencia el protagonismo de las medidas policiales y de control de fronteras, frente a las destinadas a la protección de los derechos de las víctimas de trata que, muy frecuentemente, quedan en segundo plano.

Es decir, sigue primando el enfoque de persecución del crimen y de la inmigración en situación administrativa irregular, una perspectiva que puede conducir a la revictimización y procesos de re-trata. Solo en el caso de unidades especializadas como la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigración ilegal y Falsedades documentales) saben que los tópicos, las simplificaciones y las banalizaciones no son de ayuda. Las redes están muy organizadas, los perfiles de las víctimas y los métodos utilizados para la captación y el sometimiento van cambiando, adaptándose a realidades que se transforman velozmente.

Las organizaciones de mujeres y de derechos humanos insisten en la importancia de su papel: "las autoridades tienen en su imaginario un ideal y a quien no encaja no le creen", indica Gema Fernández. Además, “pedimos mucho a estas mujeres, necesitan un proceso para recuperarse, para confiar, para enfrentarse a la violencia tan brutal que han vivido, son mujeres a las que se les ha desnudado de los derechos fundamentales”, recuerda Rocío. Por eso el apoyo y el respaldo que las asociaciones les dan es esencial.



La invisibilidad de las personas atrapadas en esta forma de esclavitud es uno de sus rasgos definitorios. Solo se identifica a una de cada 20 víctimas. Solo vemos la punta del iceberg. Además de la falta de recursos y medidas legislativas, otro de los grandes obstáculos con los que se topan las organizaciones e instituciones involucradas en esta problemática es el miedo de quienes se ven dentro de este círculo, las constantes amenazas que les hacen temer no solo por su vida sino por la de sus familias y amigos.

En definitiva, si bien se han adoptado medidas que han supuesto avances en la protección de las víctimas de trata, y se ha incorporado a la legislación española numerosos instrumentos para el reconocimiento formal de los derechos de las víctimas de trata y su protección “estos avances son insuficientes”, advierte APRAMP. “La lucha contra la trata tiene que ser abordada en todos sus aspectos ya que es un fenómeno global, complejo, cambiante y clandestino que demanda un modo de lucha multidisciplinar y coordinada a la hora de abordar la detección, la identificación y la asistencia a las víctimas de la trata, siguiendo las recomendaciones del Consejo de Europa, de los organismos internacionales y los protocolos y tratados de los que España es signataria”.
Ley Integral

Otra de las reivindicaciones de las organizaciones sociales involucradas en la lucha contra la trata es la aprobación de una ley integral. “Un plan tiene un tiempo y una ley es permanente”, señala Rocío. Además, la ley permitiría abordar correctamente las distintas formas de trata y la realidad de las víctimas menores que cada vez son más.

En ese sentido, desde la Red Española contra la Trata de Personas se reclama que las medidas de protección, seguridad y asistencia integral a menores de edad víctimas de trata se realice con recursos especializados-actualmente solo existen dos- y no en los centros de protección. La edad no solo disminuye en las víctimas, sino en los demandantes. Para esto, “la clave está en la educación”, asegura Rocío, quien destaca la labor que junto a Mabel Lozano y sus documentales, están realizando en los centros educativos. Con estos documentales, Lozano, que lleva 10 años luchando contra la trata, quiere “acercar la esta realidad a la ciudadanía y hacer ver que esta esclavitud está frente a nosotros, en nuestras calles, en nuestras plazas”.

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