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Cuando nos roban el parto

OPINI脫N de Esther Vivas.- ¿A cu谩ntas mujeres les han robado el parto? Su capacidad de decidir en un momento tan importante de sus vidas. Nos han dicho que un parto hoy es un parto sin dolor y r谩pido, que no es necesario preocuparnos por nada, siempre y cuando lo dejemos todo en manos de los profesionales sanitarios. As铆, nos cuentan, acabaremos con un bonito beb茅 entre los brazos. Sin embargo la realidad tras el paritorio no es tan sencilla ni dulce, o al menos no lo es para muchas mujeres.

A lo largo de las 煤ltimas d茅cadas, el parto se ha industrializado y medicalizado, siendo tratado como una enfermedad. La l贸gica productivista y patriarcal dicta c贸mo las mujeres debemos parir, prescindiendo de nuestras necesidades y las de la criatura. La violencia obst茅trica es una realidad en muchos paritorios aunque a menudo no es reconocida como tal, ni por los profesionales sanitarios, ni por la sociedad, ni por las mujeres v铆ctimas de ella .

Normativizar la reproducci贸n de la vida

Hablar de medicalizaci贸n significa hablar de normativizaci贸n de la enfermedad y la salud, del control de los cuerpos y de los intereses de quienes ejercen el poder. En el caso del embarazo y el parto, significa hablar del control de los cuerpos de las mujeres y de la normativizaci贸n de la reproducci贸n de la vida. Una medicalizaci贸n que ha significado la p茅rdida de la capacidad de decidir de las mujeres en estos 谩mbitos. Una cr铆tica que no significa el rechazo per se a cualquier intervenci贸n m茅dica en un parto, sino a subordinarla a las necesidades reales de la mujer y a concebirla, si se tiene que dar, de forma respetuosa con ella y con el beb茅.

El discurso hegem贸nico impuesto por el sistema sanitario en relaci贸n al parto se erige, como se帽ala la antrop贸loga Mar铆a Jes煤s Montes, sobre dos pilares discursivos: el del riesgo y el del dolor. A partir de estos, se ha construido la visi贸n social que tenemos de dichos procesos vitales, supeditando a las mujeres.

El miedo a lo que pueda suceder, a ese famoso “por si acaso”, deja el proceso del embarazo y el parto en manos del equipo sanitario. Un miedo a partir del cual se sustenta la autoridad m茅dica y que es utilizado sistem谩ticamente como amenaza sobre las embarazadas y parturientas para conseguir su sometimiento. “La incertidumbre del posible riesgo desestructura la seguridad cotidiana de la persona y la hace maleable a las manos del m茅dico y el sistema de salud” asegura Mar铆a Jes煤s Montes.

As铆 queda recogido en multitud de experiencias contadas por distintas mujeres. “Con una inducci贸n en marcha, oxitocina a tope, con el miedo en el cuerpo porque hab铆a ‘que sacar al beb茅 de all铆’ y ‘ya has roto aguas y corre peligro’. Y pese a mi resistencia, acab茅 cediendo y deseando que mi parto (tan so帽ado y deseado) acabara cuanto antes”, explica Victoria. Y a帽ade: “Con una matrona y un m茅dico que hablaban entre ellos de mi. No conmigo (como si fuera tonta). Despu茅s de horas de pujos, una maniobra de Kristeller que me doli贸 en lo m谩s hondo de mi ser, y la frustraci贸n de no poder parir. Naci贸 mi hija. Arrancada de m铆 con ventosa”.

Ya lo dicen: el miedo nos paraliza. Y esto es lo que les sucede a much铆simas mujeres ante situaciones de violencia obst茅trica. Los autores del art铆culo“Sociolog铆a del parto. Conflictos asistenciales en el marco del ‘paradigma tecnocr谩tico”’ Jos茅 Manuel Hern谩ndez y Paloma Echevarr铆a apuntan en esta misma direcci贸n: “De los testimonios de las madres de esta investigaci贸n se deduce que el miedo al peligro ha inmovilizado, en parte, sus recursos y saberes, moldeando sus voluntades, por lo que se ponen en manos de los ‘expertos’ para someterse a un ritual inici谩tico que es justificado y vivido como lo deseable y ‘normal'”.

‘Con dolor parir谩s’

El dolor es el otro gran pilar sobre el que se sustenta el discurso hegem贸nico construido entorno al embrazo y, especialmente, al parto. Hist贸ricamente el dolor ha sido utilizado como instrumento de supeditaci贸n y control de la mujer. Sin embargo, c贸mo lo sentimos y lo interpretamos viene muy determinado por el per铆odo hist贸rico y el contexto social.

En tiempos pasados, por ejemplo, en la cultura occidental cat贸lica, el dolor era el medio a trav茅s del cual la mujer pod铆a expiar sus pecados y purificarse del embarazo. Se ten铆a, pues, que parir con dolor. La Biblia lo dejaba clar铆simo. “A la mujer dijo: multiplicar茅 en gran manera tus dolores y tus pre帽eces; con dolor parir谩s los hijos”, afirma ‘El Libro del G茅nesis’.

Con el avance hacia una sociedad m谩s laica y los progresos m茅dicos, el dolor al dar a luz empez贸 a ser considerado como innecesario. Si antes era la Iglesia Cat贸lica, en las sociedades occidentales, la que lo dotaba de contenido y dec铆a cuanto dolor era socialmente aceptable; en la actualidad, es el sistema m茅dico quien ocupa el lugar de esta instituci贸n y nos dice c贸mo y qu茅 debemos sentir al parir. Mientras, se obvia que el dolor es una experiencia muy personal, que puede ser vivida de maneras distintas, y que no es igual para todas las mujeres.

Hoy, se impone el no sentir dolor. Y una vez m谩s, la mujer dif铆cilmente puede escoger. De este modo, cuando hay mujeres que en el hospital rechazan la anestesia epidural, les resulta muy dif铆cil que su voluntad sea respetada, ya que en un parto hospitalario todo conduce a su administraci贸n. Lo cual, por cierto, no garantiza ni el no sentir dolor y a煤n menos elimina el sufrimiento. Alba Padr贸, experta en lactancia materna, explica la experiencia de su primer parto, mucho antes de dedicarse a asesorar a mujeres: “Le dije -a una ginec贸loga de La Maternitat un mes antes del parto- que quer铆a un parto natural y se r铆o a mi cara, me dijo con buenas palabras que yo era una ni帽a y que no sab铆a de qu茅 hablaba, que mejor me callara y que la dejara trabajar”. Unos comentarios que hicieron a Padr贸 descartar a la m茅dico. Semanas m谩s tarde, y ya en otro hospital y en pleno trabajo de parto, despu茅s de una atenci贸n altamente medicalizada, acab贸, sin otra opci贸n, por pedir la epidural. As铆 lo cuenta en su blog: “Estaba agotada. Le dije -a la comadrona. Le dije que quer铆a la epidural y empez贸 a re铆r: ‘Lo ves! Lo ves como al final me la has pedido’. Dios, qu茅 rabia sent铆!”. Su caso no es una excepci贸n, al contrario.

Hoy en d铆a, la sociedad no considera admisible el dolor en ninguna circunstancia vital y su tratamiento responde a las relaciones jer谩rquicas inherentes a la medicalizaci贸n de la vida. De este modo, al abordar la reducci贸n del dolor en el parto medicalizado, se obvian los recursos que tiene la propia mujer para aliviarlo mientras se da al equipo m茅dico un control total e incuestionable sobre el cuerpo femenino.

Asimismo, se asocia dolor a sufrimiento y angustia, cuando no es lo mismo. En el momento en que una mujer se prepara para un parto normal, sabe que ese dolor tiene una finalidad, parir, y sabe que va a desaparecer una vez la criatura nazca. Se dota de contenido ese dolor y esto lo hace m谩s soportable. Sin embargo, en la atenci贸n al parto en los centros hospitalarios priman unas pr谩cticas que subordinan a la mujer, que no tienen en cuenta sus demandas y donde las parturientas dependen de terceros para aliviar el dolor. Adem谩s, los protocolos m茅dicos que obligan a la mujer a estar tumbada, que impiden su libertad de movimientos, la imposici贸n de tactos m煤ltiples realizados por distintas personas, etc., no solo aumentan el dolor sino que 茅ste acaba convirti茅ndose en un sufrimiento insoportable.

Las palabras de la fisioterapeuta Amanda Fabios al describir su primero parto medicalizado y el segundo normal retratan a la perfecci贸n la diferencia: “Mi primer parto fue muy medicalizado y totalmente protocolizado, tuve epidural, as铆 que poco tiempo de dolor. Pero s铆 hubo sufrimiento durante el parto, porque al poco de ponerme la epidural, mi hija entr贸 en bradicardia y todo pitaba y todo el mundo gritaba; me hice a la idea de que mi hija nacer铆a con problemas neurol贸gicos (…) Mi segundo parto fue natural, es decir, normal. Muy intenso, muy doloroso en momentos, pero ya est谩, doloroso. En ning煤n instante hubo sufrimiento. Recuerdo que durante el expulsivo que fue muy largo, entre contracciones dec铆a: ‘¡Duele mucho, pero no os preocup茅is, no estoy sufriendo!'”.

Obviamente, no se puede generalizar y existen profesionales que trabajan para mejorar la atenci贸n a las mujeres en el parto, sin embargo a煤n queda mucho trabajo por hacer, y muchos de los que no lo hacen act煤an como resultado de una formaci贸n profesional machista y patriarcal. Ya va siendo hora que nuestros derechos como mujeres en el paritorio sean respetados. Y que cada mujer libremente pueda decidir d贸nde y c贸mo quiere parir.

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