OPINI脫N de Ileana Alamilla.- No es para alegrarnos, ni para amagar con sacarlo de la Presidencia. Esta no debe convertirse en la Rep煤blica de los Cocos, cambiando reiteradamente presidentes. Pedir la renuncia de Jimmy Morales, enfilar todas las bater铆as en su contra, recordar cada uno de sus desaciertos, puede ser comprensible como una v谩lvula de escape a la frustraci贸n que genera darse cuenta de que, lo que se consider贸 como la “salvaci贸n”, ahora resulta que tambi茅n tiene enormes desaciertos y se帽alamientos similares a lo que tanto se critic贸.
Cartel electoral de Jimmy Morales
En repudio a la corrupci贸n y el temor de que llegara al poder un candidato que representaba enormes peligros, llev贸 a m谩s de dos millones de personas a optar por un no-pol铆tico para ocupar un cargo eminentemente pol铆tico. Su 煤nica oferta de campa帽a fue la honradez, que hoy se empa帽a por vinculaciones a supuestos actos de corrupci贸n por parte de personas muy cercanas al mandatario. No conocimos su programa de gobierno, ni a su equipo, ni al gabinete que lo acompa帽ar铆a en esta haza帽a que implica juntar todas las piezas de este rompecabezas en que se ha convertido nuestro Estado.
El lamentable exabrupto del presidente Jimmy Morales, ocurrido en un acto oficial el 19 de este mes, le ha salido muy caro, pues de manera generalizada se refiri贸 a la fafa y la publicidad, dos asuntos sustancialmente diferentes por su contenido de legalidad, y se refiri贸 a los medios de comunicaci贸n de forma irrespetuosa. Tambi茅n pretendi贸 desmentir las publicaciones de un vespertino con expresiones que solo se entienden por su falta de experiencia pol铆tica y por la situaci贸n personal que est谩 viviendo, que humanamente es comprensible.
Periodistas, gremios y prensa repudiamos esas inadmisibles afirmaciones. La fafa es una pr谩ctica ilegal que compromete la 茅tica de un profesional de la informaci贸n, pues se recibe dinero por un trabajo no realizado o efectuado en atenci贸n a intereses ajenos a su trabajo como periodista. Es un delito que implica a quien recibe la coima, pero tambi茅n a quien la entrega. Al asegurar que la fafa se acab贸, el presidente reconoce la existencia de ese il铆cito y el conocimiento sobre el mismo. ¿Fue durante su per铆odo? o ¿se refiri贸 a actos del pasado? Ojal谩 lo aclare.
Y sobre la publicidad, una actividad legal y l铆cita que implica la venta de las bondades de un producto o de una actividad realizada, no tiene similitud con el concepto expresado anteriormente.
El presidente est谩 obligado a saber que los recursos p煤blicos invertidos en publicidad no pueden ser para premiar o castigar a los medios dependiendo de las l铆neas editoriales o las coberturas sobre hechos p煤blicos. Y respecto de la falsedad atribuida a las publicaciones de un vespertino, ya dicho medio, de manera profesional, public贸 de nuevo la noticia con su respectiva fuente.
Todav铆a estaba esta discusi贸n en agenda p煤blica cuando se cometi贸 otro gran sinsentido que viol贸 la Constituci贸n, al restringir garant铆as de manera absurda e innecesaria. El vicepresidente, en funciones presidenciales, tuvo que dar marcha atr谩s.
De acuerdo con la Constituci贸n, no hay censura previa. El decreto, sin embargo, exig铆a que se evitaran publicaciones, que a juicio de la “autoridad” (no dijo cual) “incitaran a alterar el orden p煤blico”. Si no fuera acatada se proceder铆a por desobediencia. A rega帽adientes se derog贸 antes de ser aplicado y fue emitido otro decreto para atender a la poblaci贸n en riesgo que suprime esas inconstitucionalidades que conten铆a el anterior.
Es urgente que el presidente supere sus conductas emocionales. Que se asuma como lo que deber铆a ser, un Estadista. Debe reorientar su relaci贸n con la prensa, ser mucho m谩s tolerante a las cr铆ticas para evitar seguir desgastando su precario capital pol铆tico. No podemos desperdiciar esta oportunidad. La inestabilidad nos perjudica a todos.
En repudio a la corrupci贸n y el temor de que llegara al poder un candidato que representaba enormes peligros, llev贸 a m谩s de dos millones de personas a optar por un no-pol铆tico para ocupar un cargo eminentemente pol铆tico. Su 煤nica oferta de campa帽a fue la honradez, que hoy se empa帽a por vinculaciones a supuestos actos de corrupci贸n por parte de personas muy cercanas al mandatario. No conocimos su programa de gobierno, ni a su equipo, ni al gabinete que lo acompa帽ar铆a en esta haza帽a que implica juntar todas las piezas de este rompecabezas en que se ha convertido nuestro Estado.
El lamentable exabrupto del presidente Jimmy Morales, ocurrido en un acto oficial el 19 de este mes, le ha salido muy caro, pues de manera generalizada se refiri贸 a la fafa y la publicidad, dos asuntos sustancialmente diferentes por su contenido de legalidad, y se refiri贸 a los medios de comunicaci贸n de forma irrespetuosa. Tambi茅n pretendi贸 desmentir las publicaciones de un vespertino con expresiones que solo se entienden por su falta de experiencia pol铆tica y por la situaci贸n personal que est谩 viviendo, que humanamente es comprensible.
Periodistas, gremios y prensa repudiamos esas inadmisibles afirmaciones. La fafa es una pr谩ctica ilegal que compromete la 茅tica de un profesional de la informaci贸n, pues se recibe dinero por un trabajo no realizado o efectuado en atenci贸n a intereses ajenos a su trabajo como periodista. Es un delito que implica a quien recibe la coima, pero tambi茅n a quien la entrega. Al asegurar que la fafa se acab贸, el presidente reconoce la existencia de ese il铆cito y el conocimiento sobre el mismo. ¿Fue durante su per铆odo? o ¿se refiri贸 a actos del pasado? Ojal谩 lo aclare.
Y sobre la publicidad, una actividad legal y l铆cita que implica la venta de las bondades de un producto o de una actividad realizada, no tiene similitud con el concepto expresado anteriormente.
El presidente est谩 obligado a saber que los recursos p煤blicos invertidos en publicidad no pueden ser para premiar o castigar a los medios dependiendo de las l铆neas editoriales o las coberturas sobre hechos p煤blicos. Y respecto de la falsedad atribuida a las publicaciones de un vespertino, ya dicho medio, de manera profesional, public贸 de nuevo la noticia con su respectiva fuente.
Todav铆a estaba esta discusi贸n en agenda p煤blica cuando se cometi贸 otro gran sinsentido que viol贸 la Constituci贸n, al restringir garant铆as de manera absurda e innecesaria. El vicepresidente, en funciones presidenciales, tuvo que dar marcha atr谩s.
De acuerdo con la Constituci贸n, no hay censura previa. El decreto, sin embargo, exig铆a que se evitaran publicaciones, que a juicio de la “autoridad” (no dijo cual) “incitaran a alterar el orden p煤blico”. Si no fuera acatada se proceder铆a por desobediencia. A rega帽adientes se derog贸 antes de ser aplicado y fue emitido otro decreto para atender a la poblaci贸n en riesgo que suprime esas inconstitucionalidades que conten铆a el anterior.
Es urgente que el presidente supere sus conductas emocionales. Que se asuma como lo que deber铆a ser, un Estadista. Debe reorientar su relaci贸n con la prensa, ser mucho m谩s tolerante a las cr铆ticas para evitar seguir desgastando su precario capital pol铆tico. No podemos desperdiciar esta oportunidad. La inestabilidad nos perjudica a todos.