OPINI脫N de Gustavo Duch Guillot.- Si los tribunales de la competencia no lo echan para atr谩s, el pr贸ximo a帽o asistiremos al estreno de una nueva supermultinacional, MonBayer, o como decidan llamar a la fusi贸n, entre Bayer y Monsanto despu茅s de que la primera haya comprado a la segunda. Y bien, ¿qu茅 puede suponer esto?
Una primera respuesta se sit煤a en la l贸gica habitual de lo que puede representar una empresa tan poderosa como indestructible. Encontramos a quienes lo valoran como un paso natural en el devenir de nuestro modelo econ贸mico, afirmando que con empresas as铆, con su «tecnolog铆a infinita», con su «capacidad de llegar a cualquier lugar», con su «eficiencia», todo ser谩 inmejorable. MonBayer, con sus semillas m谩gicas y pesticidas infalibles, ser谩 el dios que acabar谩 con el hambre en el mundo y un sue帽o ser谩 cada vez m谩s cercano: pedir comida v铆a Google desde nuestro apple, que sea servida pocos segundos despu茅s por un dron de Amazon y ser felices comiendo perdices MonBayer.
Tambi茅n encontramos a quienes, como muchos de mis colegas, explican que la aparici贸n de esta corporaci贸n puede suponer resultados bastante tr谩gicos. Despu茅s de la fusi贸n entre Dow AgroSciencies y Dupont, y la fusi贸n entre Syngenta y la empresa paraestatal ChemChina el pasado febrero, la operaci贸n entre Monsanto y Bayer deja el sector agr铆cola -el que nos da de comer- en manos de solo tres imperios, todos ellos, por cierto, vinculados desde su nacimiento no con la alimentaci贸n o la sanidad, sino con el sector qu铆mico (que bien supo encontrar sinergias con la industria de la guerra).
En concreto, en el negocio de las semillas, entre los tres controlan el 60% de las convencionales y casi el 100% de las transg茅nicas, y aseguran m谩s del 65% de toda la producci贸n de pesticidas. Como dice la investigadora Silvia Ribeiro de ETC, «nos tiene que preocupar la fuerza de estos gigantes industriales para moldear a su favor acuerdos de comercio agr铆cola, subvenciones y programas rurales, leyes laborales, de semillas y patentes, normativas de uso del suelo, de uso de agroqu铆micos y hasta gastos p煤blicos en infraestructuras, todo a favor de sus negocios». Es la p茅rdida total de la capacidad de decidir respecto a nuestra agricultura y alimentaci贸n. Solo las abejas y otros insectos polinizadores pueden estar m谩s preocupados que las personas que defendemos este derecho.
Dos monstruos
Pero, ¿hay alg煤n resquicio que nos permita suponer que sumar dos monstruos en uno haga del nuevo Frankest茅in algo tan enorme como fr谩gil, patoso y d茅bil? O, ¿puede ocurrir que estos tres dinosaurios, en su juego de tronos particular, peleen a muerte y el resultado final sea su total extinci贸n?
Bien sabemos que el metabolismo de estas empresas funciona en base a un crecimiento continuo, entre otras cosas porque la devoluci贸n de los cr茅ditos con los que trabajan les obliga a ello. Hasta ahora buena parte del crecimiento lo han logrado ingiriendo a otras empresas, pero ese alimento se agota y ya se zamparon a las 7.000 peque帽as empresas de semillas que exist铆an hace apenas 30 a帽os. ¿Les queda canibalismo?
De la misma manera, se les acaba la facilidad de disponer a precio barato del ingrediente clave en todos los eslabones del negocio de la agricultura industrial: el petr贸leo. Pero tambi茅n el producto por el que apuestan fuerte, los transg茅nicos, est谩 encontrando techos que hacen que peligre el pago que la deuda de la nueva empresa va a tener que gestionar, unos 60.000 millones de euros. El glifosato, herbicida estrella que forma parte del paquete tecnol贸gico de los cultivos transg茅nicos, est谩 dejando de ser eficaz y ya se contabilizan 24 ‘malezas’ que lo resisten.
La apuesta transg茅nica
Tampoco le ha hecho ning煤n bien a sus ventas que haya sido declarado por la OMS como probable cancer铆geno. Muchos de estos cultivos, por ejemplo el ma铆z en EEUU o Arag贸n, est谩n dando productividades menores de lo esperado. Y desde luego la sociedad civil sigue marcando distancia con estos productos, de hecho la mayor铆a de pa铆ses europeos no los autorizan. ¿Se juegan todo a la carta de que el TTIP permita nuevos cultivos transg茅nicos en Europa o a la entrada de estos desde EEUU?
En cualquier caso, como estamos hablando de lo m谩s esencial, de la alimentaci贸n de todos, de la tierra que la permite, de la salud, de respetar el territorio y la cultura que nos acoge, requerimos de un esfuerzo colectivo y creativo para no esperar que los dinosaurios se arruinen en sus 茅xitos y sea con movilizaciones, boicots y el compromiso con la agricultura campesina, cercana y a peque帽a escala, con lo que logremos que esta ocupe el espacio que le corresponde. Generar medios de vida quealimentan y cuidan el mundo.
Una primera respuesta se sit煤a en la l贸gica habitual de lo que puede representar una empresa tan poderosa como indestructible. Encontramos a quienes lo valoran como un paso natural en el devenir de nuestro modelo econ贸mico, afirmando que con empresas as铆, con su «tecnolog铆a infinita», con su «capacidad de llegar a cualquier lugar», con su «eficiencia», todo ser谩 inmejorable. MonBayer, con sus semillas m谩gicas y pesticidas infalibles, ser谩 el dios que acabar谩 con el hambre en el mundo y un sue帽o ser谩 cada vez m谩s cercano: pedir comida v铆a Google desde nuestro apple, que sea servida pocos segundos despu茅s por un dron de Amazon y ser felices comiendo perdices MonBayer.
Tambi茅n encontramos a quienes, como muchos de mis colegas, explican que la aparici贸n de esta corporaci贸n puede suponer resultados bastante tr谩gicos. Despu茅s de la fusi贸n entre Dow AgroSciencies y Dupont, y la fusi贸n entre Syngenta y la empresa paraestatal ChemChina el pasado febrero, la operaci贸n entre Monsanto y Bayer deja el sector agr铆cola -el que nos da de comer- en manos de solo tres imperios, todos ellos, por cierto, vinculados desde su nacimiento no con la alimentaci贸n o la sanidad, sino con el sector qu铆mico (que bien supo encontrar sinergias con la industria de la guerra).
En concreto, en el negocio de las semillas, entre los tres controlan el 60% de las convencionales y casi el 100% de las transg茅nicas, y aseguran m谩s del 65% de toda la producci贸n de pesticidas. Como dice la investigadora Silvia Ribeiro de ETC, «nos tiene que preocupar la fuerza de estos gigantes industriales para moldear a su favor acuerdos de comercio agr铆cola, subvenciones y programas rurales, leyes laborales, de semillas y patentes, normativas de uso del suelo, de uso de agroqu铆micos y hasta gastos p煤blicos en infraestructuras, todo a favor de sus negocios». Es la p茅rdida total de la capacidad de decidir respecto a nuestra agricultura y alimentaci贸n. Solo las abejas y otros insectos polinizadores pueden estar m谩s preocupados que las personas que defendemos este derecho.
Dos monstruos
Pero, ¿hay alg煤n resquicio que nos permita suponer que sumar dos monstruos en uno haga del nuevo Frankest茅in algo tan enorme como fr谩gil, patoso y d茅bil? O, ¿puede ocurrir que estos tres dinosaurios, en su juego de tronos particular, peleen a muerte y el resultado final sea su total extinci贸n?
Bien sabemos que el metabolismo de estas empresas funciona en base a un crecimiento continuo, entre otras cosas porque la devoluci贸n de los cr茅ditos con los que trabajan les obliga a ello. Hasta ahora buena parte del crecimiento lo han logrado ingiriendo a otras empresas, pero ese alimento se agota y ya se zamparon a las 7.000 peque帽as empresas de semillas que exist铆an hace apenas 30 a帽os. ¿Les queda canibalismo?
De la misma manera, se les acaba la facilidad de disponer a precio barato del ingrediente clave en todos los eslabones del negocio de la agricultura industrial: el petr贸leo. Pero tambi茅n el producto por el que apuestan fuerte, los transg茅nicos, est谩 encontrando techos que hacen que peligre el pago que la deuda de la nueva empresa va a tener que gestionar, unos 60.000 millones de euros. El glifosato, herbicida estrella que forma parte del paquete tecnol贸gico de los cultivos transg茅nicos, est谩 dejando de ser eficaz y ya se contabilizan 24 ‘malezas’ que lo resisten.
La apuesta transg茅nica
Tampoco le ha hecho ning煤n bien a sus ventas que haya sido declarado por la OMS como probable cancer铆geno. Muchos de estos cultivos, por ejemplo el ma铆z en EEUU o Arag贸n, est谩n dando productividades menores de lo esperado. Y desde luego la sociedad civil sigue marcando distancia con estos productos, de hecho la mayor铆a de pa铆ses europeos no los autorizan. ¿Se juegan todo a la carta de que el TTIP permita nuevos cultivos transg茅nicos en Europa o a la entrada de estos desde EEUU?
En cualquier caso, como estamos hablando de lo m谩s esencial, de la alimentaci贸n de todos, de la tierra que la permite, de la salud, de respetar el territorio y la cultura que nos acoge, requerimos de un esfuerzo colectivo y creativo para no esperar que los dinosaurios se arruinen en sus 茅xitos y sea con movilizaciones, boicots y el compromiso con la agricultura campesina, cercana y a peque帽a escala, con lo que logremos que esta ocupe el espacio que le corresponde. Generar medios de vida quealimentan y cuidan el mundo.
Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberan铆a Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
http://gustavoduch.wordpress.com/
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