OPINI脫N de Javier Calder贸n Castillo, Colombia.- Horas despu茅s de la simb贸lica y trascendental firma de la paz entre el presidente Juan Manuel Santos y el comandante guerrillero Timole贸n Jim茅nez, es preciso atemperar la emoci贸n y empezar a compartir diversas miradas y an谩lisis sobre las disputas, obst谩culos y posibilidades del cambio social que despuntan en el escenario del posacuerdo. Siempre reconociendo el enorme esfuerzo pol铆tico de muchos sectores del pa铆s, liderados por la mesa de di谩logos que sesion贸 en la Habana, para lograr movilizar el debate colombiano desde el mezquino eje de la guerra hacia el eje gravitacional de la paz. A partir del triunfo de la paz, la pugna ser谩 por lograr que 茅sta sea el epicentro de las disputas pol铆ticas nacionales que permita inclinar al pa铆s hacia la justicia social, logrando superar la guerra, y a la vez, el neoliberalismo. Para as铆 derrotar los dos motores de la desigualdad y la pobreza.

En un an谩lisis detallado de los discursos realizados durante todo el proceso de paz por la alianza de gobierno, por la insurgencia, por la extrema derecha y por el movimiento social, siempre est谩n presentes dos tensiones: Paz o Guerra y Neoliberalismo o Justicia Social. Timochenko sintetiz贸 la contradicci贸n cuando en su discurso de Cartagena afirm贸 sobre el acuerdo que “su firma no significa que capitalismo y socialismo comenzaron a sollozar”[1].
Sin ninguna ingenuidad, se debe advertir que la paz pretendida por las 茅lites del poder es el desarme del enemigo popular insurgente. Los sectores de poder no han pensado o manifestado en ning煤n momento ceder en el terreno de la materialidad de la vida individual y colectiva de la sociedad colombiana. M谩s neoliberalismo es lo que prometen. Desde el discurso de Humberto de la Calle hace cuatro a帽os en la instalaci贸n de los di谩logos en la ciudad de Oslo (Noruega), fue taxativa la postura de las 茅lites colombianas: por ning煤n motivo est谩 en discusi贸n el modelo econ贸mico.
Ayer el presidente Santos le habl贸 con especial acento al pa铆s de derechas, enviando un mensaje “tranquilizador” por haber alcanzado una paz sin cambios sociales y econ贸micos, ni siquiera reconoci贸 que la violencia pol铆tica se ha utilizado como forma de eliminaci贸n de los sectores abiertamente contra-hegem贸nicos. Le dio la bienvenida a la insurgencia a la democracia existente, es decir, estrecha, colmada de vicios, clientelista y corrupta[2]. Contrario al discurso de Humberto de la Calle el pasado 23 de agosto, Santos recogi贸 el destello republicano y se mostr贸 poco dispuesto a la construcci贸n del nuevo consenso social de inclusi贸n, que supone la apertura democr谩tica pactada en el punto de Participaci贸n Pol铆tica del Acuerdo de la Habana.
La dram谩tica situaci贸n humanitaria de la guerra, llegada al l铆mite en el gobierno uribista (2002-2010), permiti贸 generar un enorme velo que a煤n esconde a las mayor铆as los principales problemas del pa铆s. Es decir, los efectos de 26 a帽os de neoliberalismo, que destruy贸 el trabajo, privatiz贸 las empresas del Estado encargadas de generar derechos y encamin贸 al pa铆s a la primarizaci贸n de la econom铆a con condiciones solo favorables para las transnacionales. Es decir, una econom铆a del despojo. Esa es la pesada ancla que deber谩 ser recogida para que el pa铆s suelte las amarras de la democracia y construya un nuevo consenso social, econ贸mico y pol铆tico en un proceso constituyente.
Es verdad que existe alegr铆a y un clima pol铆tico de un nuevo momento, herramientas invaluables para saltar hacia las luchas por la justicia social. La implementaci贸n de los acuerdos, que -en teor铆a- empezar谩n a materializarse despu茅s del triunfo del S铆 en el plebiscito, no ser谩 un momento para observarlo detr谩s de la barrera, se necesitar谩 el concurso de un movimiento social y popular activo en las calles para concretar la aplicaci贸n con 茅xito de los acuerdos, descubriendo los ojos de muchas personas que hoy no quieren ver.
Los tiempos venideros en Colombia, ser谩n para afianzar la paz como eje central de la pol铆tica nacional, apoyada por el “pacto nacional contra la violencia pol铆tica” incluido en los acuerdos de la Habana, que deber谩 incidir para lograr la paz completa con todas las insurgencias y el inicio del proceso constituyente. Ser谩 adem谩s el momento propicio para la consolidaci贸n de una profunda disputa cultural sobre el proyecto pol铆tico-econ贸mico necesario para transformar la realidad actual, resignificando el papel de la pol铆tica, creando nuevos escenarios de participaci贸n para la democratizaci贸n de derechos y rehabilitando el debate econ贸mico, tan ausente en estas tres d茅cadas del neoliberalismo, en las cuales la 煤ltima palabra la han tenido los “chicago boys” y los agentes del Fondo Monetario Internacional.
[1] http://www.pazfarc-ep.org/comunicadosestadomayorfarc/item/3560-nuestra-unica-arma-sera-la-palabra.html
[2] http://www.las2orillas.co/discurso-del-presidente-en-la-firma-final-del-acuerdo-con-las-farc/
En un an谩lisis detallado de los discursos realizados durante todo el proceso de paz por la alianza de gobierno, por la insurgencia, por la extrema derecha y por el movimiento social, siempre est谩n presentes dos tensiones: Paz o Guerra y Neoliberalismo o Justicia Social. Timochenko sintetiz贸 la contradicci贸n cuando en su discurso de Cartagena afirm贸 sobre el acuerdo que “su firma no significa que capitalismo y socialismo comenzaron a sollozar”[1].
Sin ninguna ingenuidad, se debe advertir que la paz pretendida por las 茅lites del poder es el desarme del enemigo popular insurgente. Los sectores de poder no han pensado o manifestado en ning煤n momento ceder en el terreno de la materialidad de la vida individual y colectiva de la sociedad colombiana. M谩s neoliberalismo es lo que prometen. Desde el discurso de Humberto de la Calle hace cuatro a帽os en la instalaci贸n de los di谩logos en la ciudad de Oslo (Noruega), fue taxativa la postura de las 茅lites colombianas: por ning煤n motivo est谩 en discusi贸n el modelo econ贸mico.
Ayer el presidente Santos le habl贸 con especial acento al pa铆s de derechas, enviando un mensaje “tranquilizador” por haber alcanzado una paz sin cambios sociales y econ贸micos, ni siquiera reconoci贸 que la violencia pol铆tica se ha utilizado como forma de eliminaci贸n de los sectores abiertamente contra-hegem贸nicos. Le dio la bienvenida a la insurgencia a la democracia existente, es decir, estrecha, colmada de vicios, clientelista y corrupta[2]. Contrario al discurso de Humberto de la Calle el pasado 23 de agosto, Santos recogi贸 el destello republicano y se mostr贸 poco dispuesto a la construcci贸n del nuevo consenso social de inclusi贸n, que supone la apertura democr谩tica pactada en el punto de Participaci贸n Pol铆tica del Acuerdo de la Habana.
La dram谩tica situaci贸n humanitaria de la guerra, llegada al l铆mite en el gobierno uribista (2002-2010), permiti贸 generar un enorme velo que a煤n esconde a las mayor铆as los principales problemas del pa铆s. Es decir, los efectos de 26 a帽os de neoliberalismo, que destruy贸 el trabajo, privatiz贸 las empresas del Estado encargadas de generar derechos y encamin贸 al pa铆s a la primarizaci贸n de la econom铆a con condiciones solo favorables para las transnacionales. Es decir, una econom铆a del despojo. Esa es la pesada ancla que deber谩 ser recogida para que el pa铆s suelte las amarras de la democracia y construya un nuevo consenso social, econ贸mico y pol铆tico en un proceso constituyente.
Es verdad que existe alegr铆a y un clima pol铆tico de un nuevo momento, herramientas invaluables para saltar hacia las luchas por la justicia social. La implementaci贸n de los acuerdos, que -en teor铆a- empezar谩n a materializarse despu茅s del triunfo del S铆 en el plebiscito, no ser谩 un momento para observarlo detr谩s de la barrera, se necesitar谩 el concurso de un movimiento social y popular activo en las calles para concretar la aplicaci贸n con 茅xito de los acuerdos, descubriendo los ojos de muchas personas que hoy no quieren ver.
Los tiempos venideros en Colombia, ser谩n para afianzar la paz como eje central de la pol铆tica nacional, apoyada por el “pacto nacional contra la violencia pol铆tica” incluido en los acuerdos de la Habana, que deber谩 incidir para lograr la paz completa con todas las insurgencias y el inicio del proceso constituyente. Ser谩 adem谩s el momento propicio para la consolidaci贸n de una profunda disputa cultural sobre el proyecto pol铆tico-econ贸mico necesario para transformar la realidad actual, resignificando el papel de la pol铆tica, creando nuevos escenarios de participaci贸n para la democratizaci贸n de derechos y rehabilitando el debate econ贸mico, tan ausente en estas tres d茅cadas del neoliberalismo, en las cuales la 煤ltima palabra la han tenido los “chicago boys” y los agentes del Fondo Monetario Internacional.
[1] http://www.pazfarc-ep.org/comunicadosestadomayorfarc/item/3560-nuestra-unica-arma-sera-la-palabra.html
[2] http://www.las2orillas.co/discurso-del-presidente-en-la-firma-final-del-acuerdo-con-las-farc/