OPINIÓN de Guillermo Córdoba Santos.- Cada año los hogares españoles tiran a la basura más de 1.300 kilos de alimentos, desperdiciando casi el 5 % de los alimentos que compran. Esto se traduce en que, cada día, tiran a la basura 3,7 kilos de alimentos, según se desprende de los datos del panel de cuantificación del desperdicio alimentario, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Ocho de cada diez hogares desperdician alimentos sin procesar al considerar que no están en buen estado, mientras que tres de cada diez tiran parte de la comida que preparan. Así, solo dos de cada diez hogares utilizan todo lo que compran, un porcentaje escaso que refleja la magnitud de este problema. Además, cabe destacar que se desperdician más alimentos en primavera y verano que en otoño e invierno.
En Europa ya son varios los países que han aprobado leyes para evitar el despilfarro de comida. Uno de los ejemplos más representativos es Francia, que aprobó este mismo año una ley que prohibía a los supermercados tirar la comida que no se vende, obligándolos a donarla a organizaciones de caridad y bancos de alimentos. Otro de los países europeos que ha actuado para parar el derroche de alimentos es Italia, que aprobó el pasado mes de agosto la ley `Despilfarro Cero´, para incentivar la donación de alimentos. Ya fuera del continente europeo encontramos el ejemplo de Estados Unidos, que ha aprobado medidas para aumentar los beneficios fiscales a las compañías que donan alimentos.
Sin embargo, España carece de voluntad política y social para impedir el despilfarro de comida. Adoptar medidas contra este problema es algo cada día más necesario, debido al momento de crisis en el que todavía nos encontramos, y a la gran cantidad de hombres y mujeres que no pueden alimentarse a diario. La comida es un lujo que no todos los seres humanos se pueden permitir. Ser conscientes del problema es el primer paso, así como la realización de campañas de información para que todos los ciudadanos se impliquen en busca de una solución.
Guillermo Córdoba Santos
Periodista
Ocho de cada diez hogares desperdician alimentos sin procesar al considerar que no están en buen estado, mientras que tres de cada diez tiran parte de la comida que preparan. Así, solo dos de cada diez hogares utilizan todo lo que compran, un porcentaje escaso que refleja la magnitud de este problema. Además, cabe destacar que se desperdician más alimentos en primavera y verano que en otoño e invierno.
En Europa ya son varios los países que han aprobado leyes para evitar el despilfarro de comida. Uno de los ejemplos más representativos es Francia, que aprobó este mismo año una ley que prohibía a los supermercados tirar la comida que no se vende, obligándolos a donarla a organizaciones de caridad y bancos de alimentos. Otro de los países europeos que ha actuado para parar el derroche de alimentos es Italia, que aprobó el pasado mes de agosto la ley `Despilfarro Cero´, para incentivar la donación de alimentos. Ya fuera del continente europeo encontramos el ejemplo de Estados Unidos, que ha aprobado medidas para aumentar los beneficios fiscales a las compañías que donan alimentos.
Sin embargo, España carece de voluntad política y social para impedir el despilfarro de comida. Adoptar medidas contra este problema es algo cada día más necesario, debido al momento de crisis en el que todavía nos encontramos, y a la gran cantidad de hombres y mujeres que no pueden alimentarse a diario. La comida es un lujo que no todos los seres humanos se pueden permitir. Ser conscientes del problema es el primer paso, así como la realización de campañas de información para que todos los ciudadanos se impliquen en busca de una solución.
Guillermo Córdoba Santos
Periodista
