B茅lgica: matrimonios forzados
Cerca de setecientos millones de ni帽as, menores de dieciocho a帽os son v铆ctimas de matrimonios forzados.
Chim猫ne, togolesa, y Rokia, guineana, se conocieron en una casa de acogida en B茅lgica.
Las dos tuvieron que huir de sus pa铆ses de origen para escapar a matrimonios forzados La obtenci贸n de asilo en Europa, dicen, es para ellas una cuesti贸n de vida o muerte. Rokia la obtuvo unos d铆as despu茅s de filmar este reportaje. En su caso, ocurri贸 cuando su padre falleci贸. “Cuando mi padre muri贸, me casaron con un amigo de 茅l, porque es diamantista, tiene much铆simo dinero. Me vendieron. Fui la tercera mujer de ese se帽or. Sufr铆 una escisi贸n por primera vez cuando era ni帽a, una segunda vez a los doce a帽os. 脡l quer铆a que lo hiciera por tercera vez y me negu茅, porque ahora s茅 las consecuencias nefastas de la escisi贸n. El hombre me golpeaba, me torturaba para que hiciera el amor con 茅l, porque yo no quer铆a, siempre me pegaba. En mi pa铆s, mi vida peligra, porque he desobedecido a la familia”, confiesa.
Chim猫ne por su parte comenta que tiene “un hijo de dos a帽os y tres meses, para m铆 ser铆a muy dif铆cil volver a mi pa铆s. Su padre quiere quedarse con 茅l, y yo no quiero. Su vida estar铆a en peligro si vuelve all铆” y luego, a帽ade, “ese hombre quer铆a casarse conmigo despu茅s de haberme violado”.
Chim猫ne y Rokia corren un gran riesgo, habl谩ndo a cara descubierta delante de la c谩mara;
pero quieren dejar su tesmonio para que estas pr谩cticas, de las cuales han sido v铆ctimas, cesen. Ambas han participado en una obra de teatro presentada en un seminario sobre el tema organizado en Lieja.
B茅lgica fue uno de los primeros pa铆ses europeos en penalizar legalmente los matrimonios forzados. A煤n as铆 es dif铆cil frenar este fen贸meno, comenta Leila Slimani, coordinadora de la plataforma sobre matrimonios forzados y violencias ligadas al honor, de Lieja. El tab煤 sigue en pie: “he visto pocas v铆ctimas denunci谩ndolo, no esperan mucho de la ley. Casi no tenemos n煤meros sobre los matrimonios forzados o la violencia ligada al honor familiar, porque la gente no lo denuncia. Tienen miedo de herir a sus familias, de que sus padres terminen en la c谩rcel, de ser responsables de p茅rdidas financieras, de ver a sus hermanos bajo tutela”, dice.
En Anderlecht, extrarradio de Bruselas, una mujer a quien llamaremos Amina, acept贸, presionada por su familia, un matrimonio forzado por el im谩m de la mezquita de su barrio. El hombre elegido era un desconocido venido de Marruecos. Ella fue su salvoconducto para llegar a Europa. Fue hace veinte a帽os. Finalmente pudo divorciarse tras a帽os de papeleo. Pero la herida sigue ah铆, “son cosas que te marcan durante mucho tiempo. El da帽o sigue… aunque 茅l se haya ido. 脡l ten铆a deudas. Su nombre estaba en las escrituras de la casa. Yo he tenido que seguir pagando el cr茅dito, tuve much铆simos problemas”, asegura y a帽ade que no pudo rehacer su vida, “jam谩s volv铆 a casarme, eso seguro. Creo que un matrimonio es un matrimonio. Incluso si hay personas que se casan dos o tres veces; no es lo mismo”.
Este tipo de vivencias son tambi茅n el d铆a a d铆a de Halina Benmrah. Dirije una asociaci贸n de v铆ctimas de matrimonios forzados o de conveniencia. Benmrah afirma que muy a menudo, estas mujeres no saben a qui茅n dirigirse, “desgraciadamente, la mayor parte de las personas que nos llaman, lo hacen desde mi punto de vista demasiado tarde, porque la boda ya se ha celebrado. Sobre el papel, se citan muchas cosas, pero en la pr谩ctica, siento mucho decirlo, no se pone nada a disposici贸n de las victimas. Nada de nada. Incluso dir铆a que muchas veces la persona ni siquiera sabe d贸nde informarse”.
Los profesionales de diferentes sectores intentan organizarse. Anne Sophie Vallot es inspectora de polic铆a en Bruselas. Las asociaciones la llaman cuando las v铆ctimas de matrimonios forzados est谩n en situaciones cr铆ticas. Vallot explica que la polic铆a est谩 al final de la cadena: “nosotros, en la polic铆a dice vemos a las v铆ctimas cuando ha habido violencia dentro de la familia. Y nos hemos dado cuenta de que detr谩s, muchas veces, hay un matrimonio forzado. Nosotros, vemos las consecuencias de todo esto. Vemos por ejemplo que hay violaciones, violaciones a repetici贸n. Vemos violencia, actos violentos graves, muy graves. Y al final, cuando la chica ya no puede m谩s, cuando para ella es una cuesti贸n de vida o muerte, llega a la comisaria y pide ayuda.”
La Voix des Femmes, y otras asociaciones de Bruselas han constitu铆do una red para coordinar y desarrollar sus pr谩cticas. Se ha abierto, por ejemplo, un n煤mero de tel茅fono de urgencia para las v铆ctimas de matrimonios forzados. El objetivo de la asociaci贸n es aumentar la sensibilizaci贸n de profesionales y ciudadanos de a pie, ante este problema. Se organizan reuiniones con los j贸venes en las que se les informa de que para casarse las dos personas deben de estar de acuerdo. Maria Miguel-Sierra de directora de la asociaci贸n, La voix des femmes, “B茅lgica es un pa铆s de acogida de nuevos flujos migratorios, a trav茅s de la reagrupaci贸n familiar. Asi que no es sorprendente que cuando las ni帽as pasan a ser un poquito m谩s mayores las familias se plant茅en la cuesti贸n de casarlas. Llegan aqu铆 con una serie de valores, con una visi贸n de lo que debe ser la familia, y esa manera de ver las cosas no cambia de la noche a la ma帽ana.”
Es una cuesti贸n de tiempo pero tambi茅n de prevenci贸n. Sobretodo de cara a la juventud expuesta a casarse forzadamente y a vivir un matrimonio que puede terminar dramaticamente. Informales es, asimismo, romper la ley del silencio. Quienes han pasado por esta situaci贸n, aconsejan. Amina les dir铆a a las ni帽as “que hablen, que llamen a una puerta. Da igual quien sea: una amiga, una vecina, la escuela, da lo mismo, es caso es que hablen de ello”.
Cerca de setecientos millones de ni帽as, menores de dieciocho a帽os son v铆ctimas de matrimonios forzados.
Chim猫ne, togolesa, y Rokia, guineana, se conocieron en una casa de acogida en B茅lgica.
Las dos tuvieron que huir de sus pa铆ses de origen para escapar a matrimonios forzados La obtenci贸n de asilo en Europa, dicen, es para ellas una cuesti贸n de vida o muerte. Rokia la obtuvo unos d铆as despu茅s de filmar este reportaje. En su caso, ocurri贸 cuando su padre falleci贸. “Cuando mi padre muri贸, me casaron con un amigo de 茅l, porque es diamantista, tiene much铆simo dinero. Me vendieron. Fui la tercera mujer de ese se帽or. Sufr铆 una escisi贸n por primera vez cuando era ni帽a, una segunda vez a los doce a帽os. 脡l quer铆a que lo hiciera por tercera vez y me negu茅, porque ahora s茅 las consecuencias nefastas de la escisi贸n. El hombre me golpeaba, me torturaba para que hiciera el amor con 茅l, porque yo no quer铆a, siempre me pegaba. En mi pa铆s, mi vida peligra, porque he desobedecido a la familia”, confiesa.
Chim猫ne por su parte comenta que tiene “un hijo de dos a帽os y tres meses, para m铆 ser铆a muy dif铆cil volver a mi pa铆s. Su padre quiere quedarse con 茅l, y yo no quiero. Su vida estar铆a en peligro si vuelve all铆” y luego, a帽ade, “ese hombre quer铆a casarse conmigo despu茅s de haberme violado”.
Chim猫ne y Rokia corren un gran riesgo, habl谩ndo a cara descubierta delante de la c谩mara;
pero quieren dejar su tesmonio para que estas pr谩cticas, de las cuales han sido v铆ctimas, cesen. Ambas han participado en una obra de teatro presentada en un seminario sobre el tema organizado en Lieja.
B茅lgica fue uno de los primeros pa铆ses europeos en penalizar legalmente los matrimonios forzados. A煤n as铆 es dif铆cil frenar este fen贸meno, comenta Leila Slimani, coordinadora de la plataforma sobre matrimonios forzados y violencias ligadas al honor, de Lieja. El tab煤 sigue en pie: “he visto pocas v铆ctimas denunci谩ndolo, no esperan mucho de la ley. Casi no tenemos n煤meros sobre los matrimonios forzados o la violencia ligada al honor familiar, porque la gente no lo denuncia. Tienen miedo de herir a sus familias, de que sus padres terminen en la c谩rcel, de ser responsables de p茅rdidas financieras, de ver a sus hermanos bajo tutela”, dice.
En Anderlecht, extrarradio de Bruselas, una mujer a quien llamaremos Amina, acept贸, presionada por su familia, un matrimonio forzado por el im谩m de la mezquita de su barrio. El hombre elegido era un desconocido venido de Marruecos. Ella fue su salvoconducto para llegar a Europa. Fue hace veinte a帽os. Finalmente pudo divorciarse tras a帽os de papeleo. Pero la herida sigue ah铆, “son cosas que te marcan durante mucho tiempo. El da帽o sigue… aunque 茅l se haya ido. 脡l ten铆a deudas. Su nombre estaba en las escrituras de la casa. Yo he tenido que seguir pagando el cr茅dito, tuve much铆simos problemas”, asegura y a帽ade que no pudo rehacer su vida, “jam谩s volv铆 a casarme, eso seguro. Creo que un matrimonio es un matrimonio. Incluso si hay personas que se casan dos o tres veces; no es lo mismo”.
Este tipo de vivencias son tambi茅n el d铆a a d铆a de Halina Benmrah. Dirije una asociaci贸n de v铆ctimas de matrimonios forzados o de conveniencia. Benmrah afirma que muy a menudo, estas mujeres no saben a qui茅n dirigirse, “desgraciadamente, la mayor parte de las personas que nos llaman, lo hacen desde mi punto de vista demasiado tarde, porque la boda ya se ha celebrado. Sobre el papel, se citan muchas cosas, pero en la pr谩ctica, siento mucho decirlo, no se pone nada a disposici贸n de las victimas. Nada de nada. Incluso dir铆a que muchas veces la persona ni siquiera sabe d贸nde informarse”.
Los profesionales de diferentes sectores intentan organizarse. Anne Sophie Vallot es inspectora de polic铆a en Bruselas. Las asociaciones la llaman cuando las v铆ctimas de matrimonios forzados est谩n en situaciones cr铆ticas. Vallot explica que la polic铆a est谩 al final de la cadena: “nosotros, en la polic铆a dice vemos a las v铆ctimas cuando ha habido violencia dentro de la familia. Y nos hemos dado cuenta de que detr谩s, muchas veces, hay un matrimonio forzado. Nosotros, vemos las consecuencias de todo esto. Vemos por ejemplo que hay violaciones, violaciones a repetici贸n. Vemos violencia, actos violentos graves, muy graves. Y al final, cuando la chica ya no puede m谩s, cuando para ella es una cuesti贸n de vida o muerte, llega a la comisaria y pide ayuda.”
La Voix des Femmes, y otras asociaciones de Bruselas han constitu铆do una red para coordinar y desarrollar sus pr谩cticas. Se ha abierto, por ejemplo, un n煤mero de tel茅fono de urgencia para las v铆ctimas de matrimonios forzados. El objetivo de la asociaci贸n es aumentar la sensibilizaci贸n de profesionales y ciudadanos de a pie, ante este problema. Se organizan reuiniones con los j贸venes en las que se les informa de que para casarse las dos personas deben de estar de acuerdo. Maria Miguel-Sierra de directora de la asociaci贸n, La voix des femmes, “B茅lgica es un pa铆s de acogida de nuevos flujos migratorios, a trav茅s de la reagrupaci贸n familiar. Asi que no es sorprendente que cuando las ni帽as pasan a ser un poquito m谩s mayores las familias se plant茅en la cuesti贸n de casarlas. Llegan aqu铆 con una serie de valores, con una visi贸n de lo que debe ser la familia, y esa manera de ver las cosas no cambia de la noche a la ma帽ana.”
Es una cuesti贸n de tiempo pero tambi茅n de prevenci贸n. Sobretodo de cara a la juventud expuesta a casarse forzadamente y a vivir un matrimonio que puede terminar dramaticamente. Informales es, asimismo, romper la ley del silencio. Quienes han pasado por esta situaci贸n, aconsejan. Amina les dir铆a a las ni帽as “que hablen, que llamen a una puerta. Da igual quien sea: una amiga, una vecina, la escuela, da lo mismo, es caso es que hablen de ello”.