OPINI脫N de Clara Pressman.- “El presunto delincuente ha quedado en libertad por falta de pruebas” dice de manera mec谩nica el polic铆a y deja ir a Luciano que camina con la mirada fija en el suelo. Luciano fue detenido en un procedimiento de rutina a la entrada de un barrio marginal al sur de la provincia de Buenos Aires. Tiene 13 a帽os y dej贸 la escuela este a帽o para trabajar, es un ni帽o por lo que delincuente y ni帽o no pueden complementarse.
Lo que para algunos es seguridad, para muchos j贸venes es todo lo contrario. La fuerza policial argentina y la de muchos pa铆ses Latinoamericanos divulgan cifras que demuestran que cada vez hay m谩s detenidos en controles callejeros. Lo hacen con la intenci贸n de que la poblaci贸n se “sienta segura”. Qui茅nes son esos detenidos, a qui茅n controla el “Control Poblacional y a qui茅nes lleva tranquilidad. ¿Seguridad? ¿Para qui茅n?
El problema no es f谩cil de abordar en un contexto sin pol铆ticas p煤blicas capaces de resolverlo. Los procedimientos policiales son cada vez m谩s violentos y con el argumento de ser “preventivos” se violan derechos humanos de j贸venes inocentes. El Poder Judicial env铆a mensajes que blindan este tipo de intervenciones violentas y le agregan una presunta legitimidad al ensa帽amiento de las fuerzas de seguridad con determinados sectores de la sociedad, una pr谩ctica selectiva. “En Argentina hay m谩s posibilidades de ser detenido, si eres joven que si eres adulto; si eres un joven mestizo que un joven blanco”, advierte Rodr铆guez Alzueta, integrante del Laboratorio de Estudios Sociales y Culturales. Esto s贸lo fortalece la continua estigmatizaci贸n social que arrincona a un sector de la juventud argentina, realidad que es compartida por otros pa铆ses de la regi贸n como Colombia, Venezuela, Per煤 y Bolivia.
El abuso policial significa una p茅rdida en el ejercicio pleno de la ciudadan铆a. La concepci贸n tradicional de la ciudadan铆a desde una perspectiva jur铆dica y liberal est谩 sujeta a los derechos y obligaciones que posee un ciudadano por pertenecer a un determinado lugar geogr谩fico, es un estatuto legal con capacidad democr谩tica. Pero con el avance del neoliberalismo en pa铆ses latinoamericanos, la brecha entre ciudadanos es cada vez mayor y la necesidad de redefinir el concepto de ciudadan铆a es ya inaplazable. Resulta indispensable considerar que los derechos sociales que son contemplados en el ejercicio de la ciudadan铆a, pese a estar en la Constituci贸n en forma de leyes, no son absolutos, sino que dependen de la coyuntura pol铆tica y econ贸mica.
En un escenario de creciente desigualdad las personas pertenecientes a los sectores m谩s desfavorecidos, entre otras perdidas y dolores, pierden la posibilidad del ejercicio pleno de la ciudadan铆a. Para abordar este problema es necesario partir de una perspectiva social del concepto de ciudadan铆a, como explica Manuel Garreton, soci贸logo y polit贸logo chileno de la FLACSO. Sostiene que la noci贸n de ciudadan铆a es compleja y se refiere no s贸lo al ejercicio de los derechos de las personas para ejercer derechos pol铆ticos, sociales y de tercera generaci贸n sino tambi茅n individuales y decir esto es decir el derecho a poder expresar opiniones personales. Desde este paradigma, la p茅rdida de ciudadan铆a es evidente ante la imposibilidad de circular con libertad que tienen algunos j贸venes por el gran delito de ser pobres.
Ante el abuso policial y la p茅rdida de derechos ciudadanos los ciudadanos han respondido. En Zabaleta, la villa de emergencia m谩s grande y con m谩s poblaci贸n de la capital argentina, los vecinos crearon la estrategia del “control popular de las fuerzas de seguridad”. Se cre贸 una comisi贸n de vecinos elegidos por sus conciudadanos y organizados en turnos rotativos para controlar la actuaci贸n de los uniformados. De esta forma podr谩n denunciar sus irregularidades sistem谩ticas, en comunicaci贸n directa con el CELS, la fiscal铆a y una red de periodistas comprometidos. Ubicados en una garita los vecinos no tendr谩n como objetivo interpelar a otros habitantes del barrio, ni reemplazar a las Fuerzas de Seguridad, sino exclusivamente registrar a quienes intenten amedrentar a j贸venes del barrio. Lograron afrontar el miedo y las pr谩cticas ilegales con organizaci贸n adecuada. Se trata de institucionalizar un m茅todo de participaci贸n ciudadana capaz de mejorar la seguridad en los barrios humildes, donde las muertes por violencia de la autoridad ya ni siquiera se recogen en los medios de comunicaci贸n. Ni tienen asegurada una Justicia que reconozca y respete a la ciudadan铆a con una afirmaci贸n permanente de sus derechos. De ah铆 la importancia de que los ciudadanos se organicen de forma eficaz y constante. Para que nuestros hijos y nietos no tengan que avergonzarse de nosotros en palabras de Albert Camus “porque habiendo podido tanto nos atrevimos a tan poco.
Clara Presman
Periodista
Lo que para algunos es seguridad, para muchos j贸venes es todo lo contrario. La fuerza policial argentina y la de muchos pa铆ses Latinoamericanos divulgan cifras que demuestran que cada vez hay m谩s detenidos en controles callejeros. Lo hacen con la intenci贸n de que la poblaci贸n se “sienta segura”. Qui茅nes son esos detenidos, a qui茅n controla el “Control Poblacional y a qui茅nes lleva tranquilidad. ¿Seguridad? ¿Para qui茅n?
El problema no es f谩cil de abordar en un contexto sin pol铆ticas p煤blicas capaces de resolverlo. Los procedimientos policiales son cada vez m谩s violentos y con el argumento de ser “preventivos” se violan derechos humanos de j贸venes inocentes. El Poder Judicial env铆a mensajes que blindan este tipo de intervenciones violentas y le agregan una presunta legitimidad al ensa帽amiento de las fuerzas de seguridad con determinados sectores de la sociedad, una pr谩ctica selectiva. “En Argentina hay m谩s posibilidades de ser detenido, si eres joven que si eres adulto; si eres un joven mestizo que un joven blanco”, advierte Rodr铆guez Alzueta, integrante del Laboratorio de Estudios Sociales y Culturales. Esto s贸lo fortalece la continua estigmatizaci贸n social que arrincona a un sector de la juventud argentina, realidad que es compartida por otros pa铆ses de la regi贸n como Colombia, Venezuela, Per煤 y Bolivia.
El abuso policial significa una p茅rdida en el ejercicio pleno de la ciudadan铆a. La concepci贸n tradicional de la ciudadan铆a desde una perspectiva jur铆dica y liberal est谩 sujeta a los derechos y obligaciones que posee un ciudadano por pertenecer a un determinado lugar geogr谩fico, es un estatuto legal con capacidad democr谩tica. Pero con el avance del neoliberalismo en pa铆ses latinoamericanos, la brecha entre ciudadanos es cada vez mayor y la necesidad de redefinir el concepto de ciudadan铆a es ya inaplazable. Resulta indispensable considerar que los derechos sociales que son contemplados en el ejercicio de la ciudadan铆a, pese a estar en la Constituci贸n en forma de leyes, no son absolutos, sino que dependen de la coyuntura pol铆tica y econ贸mica.
En un escenario de creciente desigualdad las personas pertenecientes a los sectores m谩s desfavorecidos, entre otras perdidas y dolores, pierden la posibilidad del ejercicio pleno de la ciudadan铆a. Para abordar este problema es necesario partir de una perspectiva social del concepto de ciudadan铆a, como explica Manuel Garreton, soci贸logo y polit贸logo chileno de la FLACSO. Sostiene que la noci贸n de ciudadan铆a es compleja y se refiere no s贸lo al ejercicio de los derechos de las personas para ejercer derechos pol铆ticos, sociales y de tercera generaci贸n sino tambi茅n individuales y decir esto es decir el derecho a poder expresar opiniones personales. Desde este paradigma, la p茅rdida de ciudadan铆a es evidente ante la imposibilidad de circular con libertad que tienen algunos j贸venes por el gran delito de ser pobres.
Ante el abuso policial y la p茅rdida de derechos ciudadanos los ciudadanos han respondido. En Zabaleta, la villa de emergencia m谩s grande y con m谩s poblaci贸n de la capital argentina, los vecinos crearon la estrategia del “control popular de las fuerzas de seguridad”. Se cre贸 una comisi贸n de vecinos elegidos por sus conciudadanos y organizados en turnos rotativos para controlar la actuaci贸n de los uniformados. De esta forma podr谩n denunciar sus irregularidades sistem谩ticas, en comunicaci贸n directa con el CELS, la fiscal铆a y una red de periodistas comprometidos. Ubicados en una garita los vecinos no tendr谩n como objetivo interpelar a otros habitantes del barrio, ni reemplazar a las Fuerzas de Seguridad, sino exclusivamente registrar a quienes intenten amedrentar a j贸venes del barrio. Lograron afrontar el miedo y las pr谩cticas ilegales con organizaci贸n adecuada. Se trata de institucionalizar un m茅todo de participaci贸n ciudadana capaz de mejorar la seguridad en los barrios humildes, donde las muertes por violencia de la autoridad ya ni siquiera se recogen en los medios de comunicaci贸n. Ni tienen asegurada una Justicia que reconozca y respete a la ciudadan铆a con una afirmaci贸n permanente de sus derechos. De ah铆 la importancia de que los ciudadanos se organicen de forma eficaz y constante. Para que nuestros hijos y nietos no tengan que avergonzarse de nosotros en palabras de Albert Camus “porque habiendo podido tanto nos atrevimos a tan poco.
Clara Presman
Periodista