OPINI脫N de Carola Ch谩vez, Venezuela.- Despu茅s de pasar los 煤ltimos 15 a帽os gravitando en el sistema escolar, la ni帽a rara, la marciana, aterriz贸 en la universidad. Por m谩s que le aseguramos que la universidad ser铆a diferente, ella iba llena de aprensi贸n, buscando rutas de escape incluso antes de entrar… hasta que cruz贸 la puerta. Yo la vi alejarse con pasos pesados, como si la mochila le pesara mucho, entonces vi c贸mo sus pies se hac铆an ligeros, sus pasos casi saltarines; la vi voltear con una sonrisa que me dec铆a adi贸s.
Con la misma sonrisa, ahora m谩s grande, sali贸 de clases. Nunca la hab铆a visto tan feliz al final de un d铆a de escuela. “Los chamos son como yo” –me dijo, aliviada de saber que en la tierra viven otros marcianos. ¡Y las clases! El profe nos dijo es que ah铆 hab铆a horizontalidad, y todos nos quedamos vi茅ndolo con cara de ¿que qu茅?. Horizontalidad, nos explic贸, es que 茅l no est谩 ah铆 solo para ense帽ar, sino para aprender; que nosotros, los chamos tambi茅n tenemos muchas cosas que ense帽ar… ¡Horizontalidad!
La casona colonial donde funciona la universidad se llena cada d铆a de colores y notas musicales. “¿Tu sabes lo que es estudiar pintando? ¿Que nadie te diga que ya eres demasiado grande para pintar? Y mientras pintas, algunos chamos de m煤sica tocan la guitarra y las chamas de danza son tan bailarinas.
“Hablamos de pensamiento cr铆tico, de descolonizaci贸n cultural, de esas cosas que t煤 hablas” –Me dijo asombrada de que aquello fuera posible. En su universidad hablan como en su casa, ya no tiene que guardarse sus ideas, ya no se las descalifican. Tampoco descalifican las de otros chamos, que al escuchar estos conceptos, temen estar siendo sometidos a una dosis de chavismo en plena universidad. Empieza el debate…
En Margarita, una isla paridora de artistas que con su luz los alimenta, hasta hace apenas unos a帽os, quien quer铆a estudiar arte, ten铆a que alejarse de su isla, luz de su inspiraci贸n. As铆 sembramos el pa铆s con grandes creadores margarite帽os, que siempre regresan, aunque no siempre se quedan porque la vida los puso en otros lados.
Hoy tenemos una sede de UNEARTE incrustada en el coraz贸n de El Valle de El Esp铆ritu Santo, para la ni帽a rara, para la marciana, para todos esos muchachos que, por fin, encuentran que para ellos s铆 hab铆a un lugar. Otra vez, hay que decirlo, gracias a Ch谩vez.
Con la misma sonrisa, ahora m谩s grande, sali贸 de clases. Nunca la hab铆a visto tan feliz al final de un d铆a de escuela. “Los chamos son como yo” –me dijo, aliviada de saber que en la tierra viven otros marcianos. ¡Y las clases! El profe nos dijo es que ah铆 hab铆a horizontalidad, y todos nos quedamos vi茅ndolo con cara de ¿que qu茅?. Horizontalidad, nos explic贸, es que 茅l no est谩 ah铆 solo para ense帽ar, sino para aprender; que nosotros, los chamos tambi茅n tenemos muchas cosas que ense帽ar… ¡Horizontalidad!
La casona colonial donde funciona la universidad se llena cada d铆a de colores y notas musicales. “¿Tu sabes lo que es estudiar pintando? ¿Que nadie te diga que ya eres demasiado grande para pintar? Y mientras pintas, algunos chamos de m煤sica tocan la guitarra y las chamas de danza son tan bailarinas.
“Hablamos de pensamiento cr铆tico, de descolonizaci贸n cultural, de esas cosas que t煤 hablas” –Me dijo asombrada de que aquello fuera posible. En su universidad hablan como en su casa, ya no tiene que guardarse sus ideas, ya no se las descalifican. Tampoco descalifican las de otros chamos, que al escuchar estos conceptos, temen estar siendo sometidos a una dosis de chavismo en plena universidad. Empieza el debate…
En Margarita, una isla paridora de artistas que con su luz los alimenta, hasta hace apenas unos a帽os, quien quer铆a estudiar arte, ten铆a que alejarse de su isla, luz de su inspiraci贸n. As铆 sembramos el pa铆s con grandes creadores margarite帽os, que siempre regresan, aunque no siempre se quedan porque la vida los puso en otros lados.
Hoy tenemos una sede de UNEARTE incrustada en el coraz贸n de El Valle de El Esp铆ritu Santo, para la ni帽a rara, para la marciana, para todos esos muchachos que, por fin, encuentran que para ellos s铆 hab铆a un lugar. Otra vez, hay que decirlo, gracias a Ch谩vez.