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Vuelo sobre tierra

OPINI脫N de Gustavo Duch Guillot.- Entre marzo de 1956 y septiembre de 1957, seis aviones Beechcraft RC-45 sobrevolaron todo el territorio del estado espa帽ol. Iban equipados con c谩maras fotogr谩ficas Fairch Fairchild T-11 de gran formato y lentes Metrogon de 6 pulgadas y unos negativos de 70 mm. Un equipo de gran calidad para la fotograf铆a a茅rea. Los aviones, que sal铆an de Getafe, Le贸n o Barcelona, eran parte del llamado Proyecto Espa帽ol, llevado a cabo por el servicio cartogr谩fico del ej茅rcito de los EE.UU. con finalidades militares que, como ya hab铆an hecho en Italia, formaba parte de su estrategia contra el comunismo. Estos 60.000 fotogramas tomados a unos 5.000 metros de altitud han sido poco conocidos hasta el 2011 cuando fueron digitalizados y son la base ortofotogr脿fica de muchos an谩lisis. Como el estudio que Annalisa Giocoli est谩 haciendo, en el marco del Postgrado en Dinamizaci贸n Local Agroecol贸gica de la Universitat Aut貌noma de Barcelona, para responder a una pregunta que desde hace a帽os nos estamos planteando. ¿Ciudades como Barcelona pueden alimentarse con agricultura de proximidad?



El estudio de Giocoli, en fase de perfeccionamiento, compara los datos de los mapas de cubiertas del suelo del 1956 del 脕rea Metropolitana de Barcelona (AMB) con los del 2009, los m谩s actuales disponibles y elaborados por el CREAF. Y muestra unos resultados significativos: mientras que en 1956 unas 24.700 hect谩reas de toda la superficie de la AMB eran cultivos, en la actualidad la cifra ha ca铆do a unas 5.700 ha, cosa que encaja perfectamente con el incremento de suelo urbano, que en este medio siglo ha pasado de un 15% del total de la superficie a un 48%. Pero, ¿ya est谩? ¿La conclusi贸n final es que lo que eran huertas, olivos o vi帽as ahora son pol铆gonos industriales, equipamientos, infraestructuras o viviendas?

No. Jugando con las fotograf铆as, Giocoli resta a las antiguas 24.700 hect谩reas dedicadas a la agricultura, la superficie que actualmente est谩 urbanizada y llega a la conclusi贸n que todav铆a quedar铆an disponibles unas 11.300 hect谩reas. Si c贸mo hemos visto antes, 5.700 est谩n m谩s o menos en producci贸n, la conclusi贸n es muy potente. En el AMB tenemos un potencial de 5.600 hect谩reas de tierras para poner a producir alimentos en espacios que ahora son bosques o tierras agrarias abandonadas.

Y ¿5.600 hect谩reas es mucho o es poco? El estudio de Annalisa Giocoli hace una segunda comparaci贸n que nos permite concluir que si ponemos estas nuevas hect谩reas de tierras en producci贸n no s贸lo tendr铆amos la important铆sima posibilidad de asegurar nuevos puestos de trabajo directos e indirectos en una econom铆a relocalizada, sino que equivaldr铆a a la posibilidad de garantizar aproximadamente la mitad de todas las necesidades de fruta y hortalizas de la mitad de la poblaci贸n metropolitana, de acuerdo con las estimaciones realizadas por Josep Montasell y S貌nia Callau en 2015. O bien, podr铆amos alcanzar la totalidad de lo que actualmente se vende en los 38 mercados municipales de Barcelona, m谩s todas las necesidades de frutas y hortalizas de los centros educativos, m谩s todo lo que gestionan las 84 cooperativas de consumo responsable existentes actualmente a la ciudad. Y a煤n quedar铆an alimentos frescos producidos localmente que podr铆an alcanzar otros espacios de venta directa al consumidor largamente reivindicados por los movimientos que defendemos la soberan铆a alimentaria, como por ejemplo la ampliaci贸n del n煤mero de mercados campesinos en las calles y plazas de nuestros barrios.

Es evidente que estas cifras son gen茅ricas y que hay que afinar mucho m谩s, pero son datos que tendr铆an que funcionar tanto para interpelarnos como para ponernos en acci贸n. De hecho, en estos meses se tendr铆a que aprobar en el Parlamento de Catalunya la ley del suelo de uso agrario, una herramienta que hay que actualizar pero que, en mi opini贸n, parte con una importante carencia. El desarrollo de este proyecto est谩 enfocado a ordenar y gestionar el suelo de uso agrario de Catalunya, establecer su r茅gimen jur铆dico y regular la intervenci贸n p煤blica en determinados supuestos. Pero los mecanismos pensados para la recuperaci贸n de fincas agr铆colas subexplotadas son un proceso muy complejo que muy probablemente conducir谩 a una no acci贸n en la recuperaci贸n de tierras abandonadas. En cambio, lo que har铆a falta en estos casos es una acci贸n p煤blica inmediata que expropiara el uso de estas tierras y lo cediera a aquellas personas que quieran dedicarse a un trabajo tan necesario como poco valorado: cuidarlas para tener cuidado de todas nosotras.



- Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberan铆a Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.

http://gustavoduch.wordpress.com/

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