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A pesar del acuerdo de paz, cada vez más malienses huyen de la continua violencia

Solo en el último mes, más de 2.000 hombres, mujeres y niños del norte de Malí han buscado refugio en Mauritania para escapar del bandidaje y la violencia interétnica persistente.


© ACNUR/UNHCR/Helena Pes - Personal de ACNUR atiende a un grupo de mujeres fulani y a sus hijos en el campamento de Mbera, en Mauritania, tras su huida de los enfrentamientos interétnicos en la región de Mopti, al norte de Malí.

CAMPAMENTO MBERA, Mauritania,  (ACNUR/UNHCR) – Después de que estallara la violencia entre grupos armados hace cuatro años, Fatimata, madre de una familia tuareg de ganaderos, se escondió con los suyos en el desierto del norte de Malí a la espera de que la situación mejorara.

Pero, a pesar del Acuerdo de Paz y Reconciliación promovido por la ONUen junio del año pasado, el cual buscaba poner fin a años de revueltas en esta remota región, Fatimata forma parte del grupo cada vez más numeroso de personas que han emprendido la huida frente a lo que consideran un agravamiento de las tensiones.

"Después del acuerdo de paz, pensábamos que la situación mejoraría, pero vemos que no hace más que empeorar. No hay lugar en Malí donde estar seguros", afirma.

Solamente en octubre, más de 2.000 personas como Fatimata han cruzado la frontera en busca de refugio en el campamento de Mbera o en sus alrededores, en el sureste de Mauritania. Se trata del mayor flujo de refugiados desde 2013. Y se esperan más, ya que se ha informado de movimientos en la ciudad fronteriza de Fassala.

"No puede ir al pueblo más cercano para vender sus vacas sin arriesgarse a que hombres armados se las roben".

Fatimata y su hija de ocho meses viven en un campamento improvisado cerca de un centro de tránsito masificado en Mbera, donde esperan, junto a otros centenares de personas, a que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, los registre.

Fatimata espera reunirse pronto con su marido, un pastor, que no ha podido salir de Malí por la inseguridad persistente que da lugar a frecuentes enfrentamientos armados, ataques de combatientes y actos de bandidaje.

"No puede ir a la ciudad más cercana para vender sus vacas sin arriesgarse a que hombres armados se las roben. Usan la fuerza para conseguir lo que quieren. Insha'Allah —si Dios quiere— mi marido se reunirá pronto conmigo aquí, en Mbera, con el ganado", dice.



© ACNUR/UNHCR/Helena Pes – Tras huir de la violencia en Mopti, al norte de Malí, Moona y su bebé han encontrado refugio en el campamento de Mbera, en Mauritania.
Más de 135.000 malienses que huyeron del conflictoen su país viven todavía en el exilio, principalmente en Burkina Faso, Níger y Mauritania, donde el campamento de Mbera sigue acogiendo a más de 42.000 hombres, mujeres y niños.



Los frecuentes incidentes de seguridad en el norte y el centro de Malí continúan provocando desplazamientos forzosos esporádicos en la región, tanto dentro de las fronteras del país como hacia países vecinos. Así, el conflicto de Malí ha provocado situaciones de desplazamiento prolongado, por lo que la continuidad de la respuesta humanitaria es necesaria.

Las familias que llegan al campo pertenecen a etnias diferentes y la mayoría son originarias de las regiones de Tombuctú y Gundam.

Moona, una mujer fulani, cuenta que abandonó su pueblo, cerca de Mopti, junto a su familia después de los altercados recientes con los bambara, otro grupo étnico de la región, y considera que las tensiones se han agravado en los últimos meses.

"Es urgente dar respuesta a las necesidades de los refugiados, especialmente proporcionándoles cobijo, alimentos e infraestructuras de saneamiento".

"Vinimos aquí por miedo… Nuestra comunidad está siendo atacada", dice, y cuenta que mataron a tiros a su sobrino en una emboscada.

La familia llegó al campamento de Mbera en septiembre y ACNUR les proporcionó un refugio de emergencia. Las personas que acaban de llegar, como Moona, reciben ayuda, incluidos alimentos, cobijo y artículos de primera necesidad.

Se han registrado algunos casos de malnutrición, así como otros casos que precisaban de atención médica, incluidos mujeres embarazadas y menores en situación de riesgo, que fueron identificados y derivados a los servicios de salud para ser atendidos.

Teniendo en cuenta la inseguridad persistente, que posiblemente se esté agravando, el retorno a gran escala de refugiados malienses desde Mauritania parece poco factible. Mohamed Alwash, Representante de ACNUR en Mauritania, teme que los nuevos desplazamientos de población en el norte de Malí puedan someter a una presión aún mayor a los recursos disponibles para las operaciones.

"Considerando la inestabilidad en el norte y el centro de Malí… y las recientes oleadas de personas que llegan al campamento, es urgente dar respuesta a las necesidades de los refugiados, especialmente proporcionándoles cobijo, alimentos e infraestructuras de saneamiento", señala Mohamed Alwash.

Por Helena Pes.






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