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Desde mi perspectiva: Aiturgan Djoldoshbekov y Aigul Alybaeva

Aiturgan Djoldoshbekova participa en un programa escolar de educación orientado a empoderar a las niñas y modificar las actitudes existentes para poner fin a los raptos de novias y a los matrimonios forzados o precoces. Para desarrollar su labor cuenta con el respaldo de su madre, Aigul Alybaeva.



Aigul Alybaeva y su hija Aiturgan Djoldoshbekova. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin.
Aiturgan Djoldoshbekova

“Desde mi niñez he observado que las niñas y las mujeres reciben un trato desigual en comparación con los niños y los hombres. Lo noto en la vida cotidiana y en las películas que veo.

Me interesa aprender más sobre la ley. Porque la ley dice que somos iguales. Y creo que tanto niñas y niños como mujeres y hombres deberíamos ser iguales.

No me da miedo [el rapto de la novia] porque ahora conozco mis derechos. Sé que si alguien me raptara, estaría violando la ley. Es un delito, y podría recurrir a la justicia.

Es importante que las niñas conozcan sus derechos. Quiero que todas y todos seamos feministas y trabajemos juntas y juntos para detener la violencia contra mujeres y niñas.

Lo que aprendo sobre derechos en la escuela lo comparto con mi hermano menor. Él también debería conocer sus derechos. Le digo que debemos adoptar una postura firme contra la violencia”.
Aigul Alybaeva



“Aiturgan siempre ha sido buena estudiante, pero ahora tiene un interés aun mayor por aprender. Quiere ser fiscal.

El feminismo forma parte de su personalidad. Conoce sus derechos y comparte conmigo lo que aprende en la escuela.

También hablamos sobre la violencia. Ante una situación concreta, ya sabe qué leyes o derechos han sido vulnerados.

Tratamos de apoyarla, de crear en casa un entorno que le ofrezca posibilidades, de modo que pueda tener el tiempo que necesita para estudiar y hacer sus deberes.

Si mi hija fuera raptada, sin duda aceptaría que volviera. Hay madres que no. Pero yo quiero que sea feliz y que se case con una persona a la que quiera”.



Kirguistán cuenta con leyes destinadas a poner fin a la violencia doméstica, pero la aceptación social de la violencia contra mujeres y niñas, incluido el rapto de la novia, sigue estando muy extendida. Aiturgan Djoldoshbekova tiene 16 años y actualmente participa en un programa educativo escolar implementado por la Federación Nacional de Comunidades de Mujeres de Kirguistán (NFFCK, por sus siglas en inglés), que cuenta con el apoyo del Fondo Fiduciario de la ONU para Eliminar la Violencia contra la Mujer (gestionado por ONU Mujeres en representación del sistema de las Naciones Unidas) y que tiene como objetivo empoderar a las niñas, iniciar diálogos intergeneracionales para modificar actitudes, y poner fin a los raptos de novias y los matrimonios precoces y/o forzados. Su madre, Aigul Alybaeva, apoya la participación de su hija en el programa y habla con ella sobre diversas problemáticas, entre ellas la violencia contra mujeres y niñas. Esta historia está relacionada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 y su meta de poner fin a la violencia contra mujeres y niñas en todas sus formas, incluidos los matrimonios infantiles, precoces y forzados. También contribuye al Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 y su meta de poner fin a la violencia infantil.

 “Desde mi perspectiva”.





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