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2016: el año de crisis existencial para la UE


Durante el año 2016 se han ido cultivando los grandes retos que la Unión Europea a los que tendrá que enfrentarse en 2017, el año del 60 aniversario del Tratado de Roma.

El año 2016 ha sido uno de los más difíciles en la historia de la Unión Europea. Un cuarto de siglo después de la cumbre de Maastricht (Holanda), que dio luz al euro, el año ha pasado por la UE con pocos bombos y platillos. La crisis económica de algunos de sus socios euro no ha sido el único motivo de preocupación de los líderes europeos el año que termina.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en su discurso tradicional del Estado de la UE (14 de Septiembre) ante el Parlamento Europeo, confesó que la Unión no está en su mejor momento, ya que “nunca antes había tan poco terreno en común (...) tanta fragmentación y tan poco sentimiento de compartir los valores comunes”.


“Nunca antes había tan poco terreno en común (...) tanta fragmentación y tan poco sentimiento de compartir los valores comunes”.

Uno de los países miembros, el Reino Unido, votó en Junio salir del bloque comunitario (brexit), y cada vez hay más países miembros que cuestionan las reglas establecidas por Bruselas. Los sondeos y los resultados de las elecciones en la mayoría de los países también confirman las palabras de Juncker. El ascenso del populismo nacionalista en Europa, alimentado por terrorismo y xenofobía generada en su turno por la incapacidad de afrontar el problema de los flujos migratorios, refleja la falta de consentimiento de compartir los valores comunes.

En estas condiciones, la búsqueda de consensos en todos los ámbitos se convierte en una tarea muy difícil. Los líderes nacionales tardan mucho y se reúnen muchas veces para gestionar todo tipo de crisis, como ha ido sucediendo con Grecia y, más recientemente, con los refugiados.

Durante el año 2016 se han ido cultivando los grandes retos que la Unión Europea a los que tendrá que enfrentarse en 2017, el año del 60 aniversario del Tratado de Roma. Sin duda ninguna, los próximos doce meses serán claves para la supervivencia de la Unión, ya que los gobiernos nacionales y las instituciones europeas deberían demostrar su capacidad de aunar esfuerzos para resolver la crisis actual y definir los rasgos del futuro comunitario.

Brexit

El divorcio con el Reino Unido ha sido uno de los temas clave del año, y no solo en el ámbito político sino también en las redes sociales. Según los datos publicados por el Twitter, el hashtag “Bréxit” está entre los top diez de los más utilizados este año, junto con el #Rio2016, #PokemonGo y #Elecciones2016 en Estados Unidos.



Sin embargo, el tono de la discusión ha cambiado durante el año. Al principio del 2016 la mayoría de los analistas políticos expresaba escepticismo sobre la posibilidad de la salida del Reino Unido de la UE y estaba convencida de que el gobierno de Cameron negociaba para obtener algunos privilegios económicos y políticos.

Al mismo tiempo, el ex primer ministro, David Cameron, al final del año 2015 mostró su preparación para los cambios dramáticos en el futuro de su país: “El 2016 será el año en el que lograremos algo realmente vital, cambiando radicalmente la relación del Reino Unido con la UE y, finalmente, abordando las preocupaciones del pueblo británico hacía nuestra acerca de nuestra membresía”.

El referéndum histórico del 23 de junio provocó un “terremoto político”, ya que fue la primera vez que Reino Unido, uno de los países más grandes de Europa y la segunda economía de la UE, celebraba una consulta popular para determinar si permanecía unida al “club” de la UE o si abonaba el bloque, con sus irreversibles consecuencias.Y eso fue lo que sucedió: contra todo pronóstico, los británicos decidieron abandonar la UE. Para unos y otros, la incertidumbre tomaba cuerpo.

En pocos días, el panorama político del Reino Unido quedó totalmente transformado al dimitir David Cameron. Theresa May llegó al poder. Ella asume toda la responsabilidad sobre la implementación del artículo 50 del Tratado de la UE. Actualmente, “brexit o no brexit” ya no es una pregunta, y los líderes europeos siguen buscando un camino constructivo para una salida del Reino con menor coste posible para ambas partes. Y eso es lo que queda para 2017: activación del artículo 50 y saber cómo será el despegue del Reino Unido, si seguirá en el mercado único o alanzará su sueño de una negociación a la carta que no incluya la libre circulación de personas. Las espadas quedan en alto.

Refugiados

El recrudecimiento del conflicto en Siria y la presencia en ese país del grupo terrorista Estado Islámico (EI), así como las tensiones en países como Irak o Afganistán, han intensificado en 2016 los flujos migratorios en una Europa desbordada. Ante la incapacidad de los gobiernos locales para gestionar esta crisis humanitaria, el Consejo Europeo decidió reforzar las fronteras exteriores de los Veintiocho coordinando esfuerzos con Turquía para frenar el flujo que llega, principalmente, por el Mediterráneo oriental.

El acuerdo suscitó diferentes reacciones entre políticos y expertos, y la criticas de las organizaciones internacionales, pero permitió disminuir los flujos incontrolados. En cuanto a sus inconvenientes, uno de los principales costes políticos fue la necesidad de negociar con el presidente de Turquía, Ercep Tyyip Erdogan, que no dudaba en utilizar "esta carta de triunfo" para su beneficio.

Mientras que el acuerdo con Turquía, a pesar de su fragilidad, aportaba mucho en la solución de la crisis fronteriza, el sistema de las cuotas se ha convertido en una manzana de la discordia entre los países miembros. Los países del grupo Visegrado (Hungría, Eslovaquia, Polonia y la República Checa) rechazan con vehemencia el sistema de reubicación de refugiados según cuotas entre los países comunitarios. El 24 de febrero de 2016 el jefe del gobierno húngaro, Victor Orban, anunció un referéndum sobre el sistema de cuotas, ya que “el sistema de reubicación no funciona”, como demuestra el hecho de que de los 160.000 inmigrantes que hay que reubicar, hasta el momento solo se haya reinstalado a 5.000. Con el referéndum fracasado, Hungría pretendía tener “una voz más fuerte en la UE” y “más legitimidad” en Bruselas.

Los desacuerdos dentro de la Unión no son la única tarea en este ámbito que queda para resolver el año que viene. La estadistica trágica de 5.000 refugiados muertos en el Mediterráneo muestra que las operaciones no son muy eficaces y, según los voluntarios, las instituciones europeas no hacen lo suficiente para salvar las vidas de la gente que viene a Europa en busca de protección y una vida mejor.



Varios refugiados sirios llegan en una lancha neumática a la costa de Mitilene en la isla de Lesbos, Grecia, tras cruzar el Mar Mediterráneo.

Terrorismo y la política de seguridad

El año del 2016 estuvo marcada por los acontecimientos trágicos en Europa. Los atentados en tres ciudades europeas Berlín, Niza y Bruselas, que dejaron decenas de personas muertas, pusieron de nuevo en el foco el problema del terrorismo y la necesidad de elaborar las medidas de seguridad eficaces.

Al atacar Bruselas, los terroristas islamistas mostraron al mundo que incluso en el corazón de Europa los ciudadanos no pueden sentirse protegidos. La investigación posterior confirmó que la zona de Schengen de libre circulación no sólo un espacio sin fronteras para los europeos, sino también para los terroristas. La lucha contra esta amenaza precisa actualizar la base normativa y crear instrumentos relevantes que permitan tomar medidas antiterroristas eficaces, preservando los valores europeos y manteniendo un equilibrio aceptable.



Vista de velas y flores colocadas en homenaje a las víctimas del atentadoen Berlín.

Populismo nacionalista

El populismo nacionalista ha sido una de las grandes preocupaciones en la UE el último año. La crisis de los refugiados y los últimos atentados en Francia y Bélgica han servido para que aumente la popularidad de los partidos de la extrema derecha en Europa.

Aunque los fundamentos ideológicos, la retórica y su nivel de extremismo en la escala política difieren de un país a otro, existen rasgos comunes. Las “nuevas derechas” critican la política europea, defienden la idea de cerrar las fronteras y, como muestran los sondeos, su respaldo social está aumentando.

Así los principales líderes nacional populistas denunciaron el laxismo europeo ante la amenaza terrorista tras el último atentado en Berlín. La fuerza nacionalista de Alemania “Alternativa para Alemania”, que según las últimas estimaciones cuenta con un apoyo de 27-29% de los alemanes, afirmó en su Twitter oficial que el “terror en Berlín no es un caso aislado y está directamente relacionado con la política de asilo del Angela Merkel".



Algunas de las derechas están especulando con el Bréxit, que fortalece las tendencias de la desintegración. Pese a su euroescepticismo, la mayoría de los euroescépticos tienen representación en el Parlamento Europeo e incluso alguno ha utilizado fondos europeos en sus campañas, como ha sucedido con el UKIP británico.

Hace casi un mes (el 4 de diciembre) la opinión pública europea observaba, conteniendo la respiración, las elecciones en Austria. De repente, un acontecimiento de carácter nacional se transformaba en una "piedra de toque" del futuro europeo. Y en un cargo, el de presidente, que tiene mucho de protocolario. Hasta ahí había llegado la incertidumbre en la UE. El principal rival del político ecologista Alexander Van der Bellen fue de Norbert Hofer, un representante populista nacionalista del Partido de la Libertad. Perdió Hofer, gano Van der Bellen, y los liberales y los europeístas respiraron tranquilos, anque el mismo día el primer ministro italiano, Matteo Renzi, perdiera su referéndum para la reforma constitucional. La derrota de Renzi quedó en clave nacional. El 4 de diciembre, día clave, se había superado. Ya habrá en 2017 momentos para aguantar la respiración (elecciones en Francia, Holanda y Alemania).

Aunque el año que termina no fue el más existoso en la historía de la Unión, hubo logros importantes. Entre los triunfos de Bruselas del 2016 se encuentran el compromiso con Canada, el relanzamiento de las negociaciones con Mercosur, la renovación del dialogo con Cuba y la elaboración de las medidas presentadas por la Comisión Europea destinada a reducir emisiones del carbono.

Por Olha Kosova




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