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El valor de sentarse y escuchar

OPINI脫N de Javier Madrazo Lav铆n.- Winston Churchill dec铆a, con mucha raz贸n, que “valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero tambi茅n es lo que se requiere para sentarse y escuchar”. La pol铆tica en Espa帽a est谩 condicionada por el ruido y las interferencias. Muchos de sus representantes aprenden oratoria en cursos impartidos por profesionales y elaboran cada d铆a nuevos mensajes con la ayuda de agencias de comunicaci贸n. Les mueve un objetivo: atraer la atenci贸n de sus votantes cuando se sientan en un plat贸 de televisi贸n, comparecen en una rueda de prensa, a ser posible sin preguntas, o se suben a la tribuna del Congreso para leer un discurso preparado, antes incluso de conocer la opini贸n o el posicionamiento de sus oponentes.

La conclusi贸n parece obvia: hablamos mucho y escuchamos poco. Posiblemente, 茅ste sea uno de los grandes males de la pol铆tica en Espa帽a y un d茅ficit que amenaza la democracia, entendida 茅sta como un modelo de gobierno que se construye buscando compromisos compartidos entre diferentes, en pro del inter茅s general, que no es otro que la satisfacci贸n de las necesidades y aspiraciones de las personas. Reivindicar consensos, di谩logo, acuerdo o pacto no debe significar abogar por un mismo pensamiento o una misma l铆nea de actuaci贸n.

Es positivo, necesario y saludable que en pol铆tica haya programas contrapuestos y respuestas confrontadas para resolver problemas comunes. Izquierda y derecha, nacionalistas y centralistas, debemos aprender a convivir, sentarnos en una misma mesa, reconocernos como interlocutores, respetarnos y establecer espacios estables de debate. Pero hemos de interpretar tambi茅n como un valor la pluralidad de ideas y sensibilidades.

Son preocupantes, en este sentido, los llamamientos que desde la derecha y las 茅lites en el poder se lanzan reiteradamente, instando a los partidos a que suscriban consensos en materias que consideran clave. En realidad, 茅ste es un mensaje trampa, profundamente conservador, que persigue 煤nicamente la defensa del establishment.

Hemos asistido en los 煤ltimos meses a una campa帽a de presi贸n orquestada para forzar la abstenci贸n del PSOE, en la sesi贸n de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Son lobbies del poder financiero y medi谩tico que buscan su exclusivo beneficio y no el de la mayor铆a social y el de las clases populares.

Es triste comprobar como muchos de quienes se dedican hoy a la pol铆tica han perdido por completo la capacidad de prestarse atenci贸n a otras opiniones que no sean las suyas propias. No hay m谩s que observar lo que ocurre en todas las formaciones, sean “viejas” o “nuevas”.

Casi nadie escucha a nadie. Y, por supuesto, muchos hacen o铆dos sordos a las demandas y necesidades de la ciudadan铆a. Las redes sociales, por ejemplo, se han convertido en altavoces para difundir proclamas, pero han perdido su virtualidad como espacios para el encuentro y el intercambio. As铆 se entiende que muchos de quienes debieran representar nuestros intereses en las instituciones ni tan siquiera los conozcan. O lo que es peor no les importan.

Las formaciones pol铆ticas en Espa帽a se encuentran inmersas en profundas crisis, m脿s o menos graves seg煤n los casos, pero en la pr谩ctica, todas ellas se ven obligadas a dedicar su tiempo y sus energ铆as a gestionar sus propios conflictos internos, obviando su verdadera funci贸n como agentes del cambio y canalizadores de las demandas ciudadanas. Esta realidad es hoy a煤n m谩s intensa y m脿s cruel en el 脿mbito de la izquierda que en el de la derecha, fortalecida por los resultados electorales y la permanencia en el poder. Los abusos cometidos contra los derechos sociales, laborales y econ贸micos de la poblaci贸n no les han pasado la factura que se presupon铆a, y la corrupci贸n tampoco ha sido castigada en las urnas como un amplio sentir social deseaba.

Y en este contexto el triunfo de Donald Trump en los comicios de Estados Unidos pone de manifiesto que, al igual que ocurri贸 en Inglaterra con el Brexit, el miedo siempre alimenta la demagogia y el populismo m谩s exacerbados. Racismo, homofobia, patriotismo, machismo y prepotencia se imponen, arrojando un jarro de agua fr铆a sobre el modelo que apuntaba a la construcci贸n de sociedades que cre铆amos eran mejores para convivir porque eran m脿s abiertas, plurales, diversas y tolerantes. ¿Qu茅 nos est脿 ocurriendo? ¿Hacia d贸nde avanzamos? ¿En qu茅 punto hemos perdido nuestros sue帽os?

Habr谩, sin duda alguna, muchas razones para explicar esta realidad, pero retomando la c茅lebre frase de Winston Churchill lo cierto es que no sabemos escuchar o, al menos, hemos perdido el h谩bito de hacerlo. Ahora, Mariano Rajoy, al frente de un gobierno en minor铆a, parece tomar conciencia de que est谩 obligado a negociar y a pactar. Sin embargo, parece que esta es solo la reacci贸n a un escenario adverso. No parece haber demasiada convicci贸n en sus apelaciones al di谩logo cuando, por ejemplo, en la 煤ltima votaci贸n de investidura se帽al贸 que no estaba dispuesto a superar determinadas l铆neas rojas (soberan铆a, exigencias europeas .. ) en su acci贸n de gobierno. Vino a decir, m谩s o menos veladamente , “ o me dej谩is gobernar(con mi programa) o convoco elecciones anticipadas”, sabiendo que el viento electoral sopla a su favor.

Tampoco la pr谩ctica del di谩logo-integraci贸n-acuerdo se materializa en el d铆a a d铆a del resto de formaciones, que como PSOE y Podemos est谩n dando un espect谩culo poco edificante sobre resoluci贸n de conflictos a trav茅s de la palabra y el consenso. Las disputas se siguen dirimiendo sobre la base de la exclusi贸n, defenestraci贸n y apartamiento del adversario interno. Ambas formaciones deber铆an buscar con honestidad, m谩s pronto que tarde, puntos de encuentro entre sus propias filas que les ayuden a ser 煤tiles, eficaces y efectivos para resolver los problemas a los que nos enfrentamos cada d铆a millones de personas. En un proyecto pol铆tico la pluralidad no debe ser vista como una amenaza sino un factor de enriquecimiento y fortaleza.

Ni el gobierno debe de pedir pleites铆a a la oposici贸n, ni esta debe edificar su estrategia sobre la base de hacer “morder el polvo” al gobierno. Consensuar es acordar sobre la base de las renuncias mutuas, sabiendo que la 煤nica l铆nea roja deber铆a ser la resoluci贸n de los problemas de la gente, sobre todo de los sectores m谩s empobrecidos y m谩s castigados por el austericidio.

El consenso y el acuerdo , que demanda la ciudadan铆a para esta nueva legislatura, es el que se tiene que construir sobre la base del inter茅s general y no del inter茅s de la Troika , de los poderes financieros , medi谩ticos o del inter茅s electoral de las fuerzas pol铆ticas.

Se trata, en definitiva, de aplicar a los 谩mbitos supramunicipales las buenas pr谩cticas que se dan en muchos ayuntamientos, donde el trabajo por el bien com煤n se pone por delante de las estrategias partidistas.

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