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Uruguay. El cuarto intermedio frentista como expresi贸n del malestar interno

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- El a煤n abierto Congreso Rodney Arismendi del Frente Amplio uruguayo (FA) deber铆a ser un punto de inflexi贸n en su rica historia, no s贸lo por el car谩cter trascendente de la iniciativa que lo convoc贸 -nada menos que la reforma de la constituci贸n nacional- sino adem谩s por la oportunidad que inaugura para repensar cr铆ticamente su arquitectura organizativa y fundamentalmente sus canales de comunicaci贸n. El cuarto intermedio finalmente resuelto luego de un fuerte contrapunto de argumentaciones fue tanto una expresi贸n de la necesidad de continuaci贸n de los debates, cuanto un s铆ntoma del malestar al interior de la fuerza pol铆tica, que contrasta con el exultante y acr铆tico discurso del Presidente Miranda. No podr铆a ser de otro modo: los comit茅s de base, est谩n expuestos a la m谩s inclemente intemperie organizativa, librados a su propia suerte e iniciativa y obligados a intervenir sin l铆neas directrices ni est铆mulo a la elaboraci贸n pol铆tica. Cuando por impulso propio producen documentos, realizan actos o desarrollan luchas, carecen de canales para reflejarlos o influir en decisiones del conjunto.

Se podr谩 argumentar que existen mediaciones a trav茅s de los sectores pol铆ticos, por integrar instancias de direcci贸n regular establecidas estatutariamente de manera proporcional a su peso electoral. Podr铆an, si sus militantes est谩n insertos en los comit茅s, arrimar algo de informaci贸n y a la vez retransmitir las iniciativas. Pero si lo que constituir铆a un mecanismo eventual y hasta excepcional, deviene 煤nico canal entre bases y dirigentes, es explicable la deserci贸n de la militancia independiente, tanto como el af谩n cooptativo y cierto canibalismo de buena parte de los grupos pol铆ticos sobre los cada vez m谩s escasos participantes. En suma, la orfandad organizativa contribuye parcialmente a explicar el crecimiento de la militancia sectorizada en detrimento de la independiente, que de conjunto desembocan en un empobrecimiento general, tanto cuantitativo cuanto cualitativo. Afortunadamente muchos de esos militantes independientes, encontraron cobijo y hospitalidad en los movimientos sociales y civiles como el feminismo, el PIT-CNT, el movimiento de DDHH, etc., que tanto han enriquecido program谩ticamente al FA, cuanto reorientado parcialmente la pol铆tica gubernamental. Pero los comit茅s de base, conforman un extenso delta cruzado por r铆os de silencio e incomunicaci贸n.

Los ejemplos sobran: los mails que con diferencia de meses env铆a la “Unidad de Comunicaci贸n” son directamente risibles. S贸lo informan de alguna actividad aislada, incluyendo la de gobierno. Que me los manden no es un problema, aunque no aportan nada, pero que el comit茅 Morroni que integro no reciba nada de esa instancia, prueba el aislamiento al que aludo. En otro orden, con m谩s de un mes de antelaci贸n, ese mismo comit茅 entreg贸 en mano al presidente trece preguntas impresas sobre la organizaci贸n y funcionamiento del Congreso, ante la inexperiencia de sus participantes, que dificulto que fuera exclusiva. Jam谩s fueron respondidas y los delegados inexpertos de decenas de comit茅s, tuvimos que ir

aprendiendo sobre la marcha la mec谩nica de funcionamiento e intervenci贸n. De este modo, un militante frentista deber铆a ir form谩ndose osm贸ticamente.

El FA carece de una publicaci贸n interna o p煤blica que informe, organice a sus bases o les d茅 lugar para exponer sus inquietudes, cosa que sin embargo tienen en diversa medida los sectores pol铆ticos integrantes. Pero posee una p谩gina web que pr谩cticamente sin costo, ni l铆mite de magnitud, podr铆a cumplir buena parte de esa funci贸n vacante. Sin embargo, sospecho que debe ser la peor p谩gina del universo pol铆tico. En primer lugar porque se estanc贸 en el formato web de fin del siglo pasado, anterior a la web 2.0 que inaugur贸 la interactividad, de la que 茅sta carece. Baste ver por ejemplo la indigencia informativa y documental, la desactualizaci贸n e inclusive la rotura de links a los incompletos documentos fundacionales. Al punto que en la pesta帽a “participaci贸n” que invita a suscribirse a un bolet铆n de noticias (algo a煤n unidireccional) se informa que “pr贸ximamente encontrar谩s el formulario para suscribirte”. No hay all铆 nombres de los representantes electos, ni sus mails para comunicarse y menos a煤n los mails de los comit茅s de base, pera que interact煤en entre s铆. S贸lo una breve descripci贸n gen茅rica de las funciones de cada estamento.

Uruguay debe ser el pa铆s con mayor desarrollo de la tecnolog铆a inform谩tica y con la mayor penetraci贸n de conectividad y utilizaci贸n de internet por habitante de Am茅rica Latina. Una oportunidad 煤nica no s贸lo para aprovechar esa ventaja, sino tambi茅n para experimentar e innovar. La explicaci贸n de la par谩lisis, no ser谩 la falta de programadores. Al contrario, entre la militancia frentista debe haber un ej茅rcito de ellos. La raz贸n hay que encontrarla en la anodina concepci贸n pol铆tica de la organizaci贸n y la comunicaci贸n. Por supuesto que producir el cambio indispensable de esta herramienta llevar谩 tiempo y mucho trabajo. Pero tampoco habr铆a que encararlo desde cero porque hay excelentes experiencias que bien pueden servir como modelo a perfeccionar.

Particularmente el desarrollo que viene haciendo el Partido de la Red en Argentina que tangencialmente mencion茅 en un art铆culo previo. En el a帽o 2013 se present贸 a elecciones legislativas en la ciudad de Buenos Aires, proponiendo que sus representantes votar铆an las resoluciones que la ciudadan铆a le indicara mediante una votaci贸n electr贸nica previa en un entorno inform谩tico en el que pod铆an no s贸lo conocerse los proyectos de ley sometidos a compulsa, sino argumentar y debatir en el seno del sistema. Personalmente los vot茅 porque a pesar de la neutralidad que exhib铆an y considero inaceptable para un partido pol铆tico (que actualmente han revisado) aportaban aire cr铆tico a la autonomizaci贸n de los representantes y a la corrupci贸n estructural de la clase pol铆tica argentina. Lamentablemente no logr贸 acceder a un esca帽o, difundiendo de este modo la experiencia. El software que desarrollaron y contin煤an perfeccionado desde la fundaci贸n “Democracia en red” -cuya delimitaci贸n con el partido me resulta difusa- es libre, es decir de c贸digo fuente abierto y fue utilizado por experiencias sumamente atractivas, como por ejemplo, Podemos en Espa帽a, o actualmente el presupuesto participativo de la ciudad argentina de Rosario, adem谩s de aplicarlo a su propia organizaci贸n. Como todo sistema inform谩tico, tiene vulnerabilidades en materia de seguridad, pero sobre

todo a煤n requiere de computadoras tradicionales porque no ha llegado a desarrollarlo como aplicaci贸n para celular que es hoy la computadora m谩s extendida y de uso sencillo entre las poblaciones. Pero har铆a muy bien el FA en reparar en estas experiencias e inclusive tomar contacto.

Personalmente lo he hecho y me encontr茅 con un grupo de j贸venes, profesionales universitarios destacados, algunos ex alumnos m铆os en la Universidad de Buenos Aires, enormemente creativos, dispuestos y ejecutivos. Pueden dar la impresi贸n de cierta exterioridad a las tradiciones de las izquierdas y progresismos, entre otras cosas porque no hacen esfuerzo en vincular sus actividades y propuestas con las luchas y demandas hist贸ricas, ni por revisitar la filosof铆a y teor铆a pol铆tica, a煤n en la esfera espec铆fica su inter茅s como son los derechos ciudadanos y la distribuci贸n del poder. En materia de documentos y definiciones son minimalistas y acotados. Si bien se concentran en el nudo gordiano de la democratizaci贸n de la sociedad, se ci帽en a los mecanismos de democracia directa y al cuestionamiento profundo de la representaci贸n, sin desarrollar otros aspectos complementarios del objetivo estrat茅gico como la rotaci贸n, la revocabilidad, la desprofesionalizaci贸n o la restricci贸n de beneficio personal del representante, entre otras omisiones. Inclusive corren el riesgo de obstaculizar su objetivo al proponer la delegaci贸n de la opini贸n en expertos ante el desconocimiento de alg煤n tema, lo que reconcentrar铆a el poder en el especialista.

Pero su contribuci贸n concreta al est铆mulo de la participaci贸n es sumamente encomiable tanto como d茅bilmente reconocida. No s贸lo han tenido escasa prensa, sino el infortunio de que dos de sus miembros instalados en San Francisco -pareja entre s铆- fueran entrevistados por el diario La Naci贸n en su edici贸n del 30 de setiembre. All铆 someten a los tan interesantes esfuerzos de este colectivo militante a un verdadero papel贸n. En uso de una extrema soberbia dicen haber creado una organizaci贸n “para reinventar la democracia”, plante谩ndose una “tesis futurista” en torno a internet. Se basan para ello en lo mejor de las propuestas del Partido de la Red, aunque en este caso, extienden el alcance apoy谩ndose materialmente en una financiadora de startups. No s贸lo se atribuyen la reinvenci贸n se帽alada sino que 茅l dice haber creado personalmente el partido y hasta bromea que con el fin de “levantarse” a su compa帽era. Tal “democracia reinventada”, ni podr铆a ser inscripta en corriente te贸rica alguna, ni surgir铆a de la evoluci贸n de la relaci贸n entre tecnolog铆a y sociedad ni de las luchas por su conquista, sino s贸lo del personalismo e inventiva de dos autores ignorantes de todo ello.

Pero en cuanto a “Democracia en red”, una vez sobrepasada cierta ajenidad que puede resultarnos a los viejos el uso de algunos significantes de reverberaci贸n corporativa, o las renovaciones que porta todo lenguaje juvenil, la experiencia merece ser considerada como una iniciativa militante y desinteresada en el arduo y convergente camino de la distribuci贸n del poder decisional.

A pesar de que ellos se llamen pares entre s铆, los concibo compa帽eros.




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