Las mujeres de Velaluz llevan casi tres semanas en huelga de hambre en la madrileña Puerta del Sol para conseguir que la violencia machista se considere una cuestión de Estado
Sus pancartas son diferentes a la del baloncesto. ‘Ni una menos’, ‘Nos están asesinando’ o ‘Marca España, 21 asesinatos en 2017’, junto a velas, flores, zapatos rojos y los nombres de las mujeres asesinadas. “Pensábamos que [la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina] Cifuentes y los jugadores iban a tener un detalle con nosotras pero nos invisibilizaron, no dijeron absolutamente nada”. Susana Bejarano es una de las mujeres en huelga de hambre. Al igual que el resto de sus compañeras, no piensa abandonar la plaza hasta que quienes toman las decisiones propongan una solución, es decir, hasta que se organice un gabinete de crisis que aborde esta problemática. Aunque de momento, la clase política parece distanciarse de lo que ocurre en Sol e, incluso, hace unos días la policía municipal sancionó dos veces a las mujeres de Velaluz por instalar una carpa para protegerse de la lluvia y ampliar el espacio público que se les había ofrecido.
A Martina Gómez, otra de las mujeres de Velaluz, le parece inconcebible que no se hagan manifestaciones políticas en torno a lo que están pidiendo: “Todos los partidos políticos han recibido las reclamaciones que les hemos enviado, no pueden mirar para otro lado”. De momento, tanto en los alrededores del puesto como a través de la petición de change.org, recogen firmas para presentar una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso. El documento contiene la modificación de varios puntos de la actual Ley de Violencia de Género que les parece necesario revisar, entre ellos, que se contemple la figura de feminicidio o que en este ámbito se contemplen las mismas ayudas que se contemplan para los casos de terrorismo.
Vidas
Pero detrás de estas tres semanas de huelga de hambre, de los carteles y de las estadísticas de asesinadas, estas mujeres llegan con su propia historia, reflejo de otras muchas que permanecen ocultas y en las que la violencia machista está presente, directa o indirectamente. Martina Gómez viene desde Lugo. Desde hace un año se hace cargo de sus dos sobrinos después de que su hermana fuera asesinada por su pareja. “Ha sido un año muy muy duro”, explica. “Cuando una mujer da el paso de denunciar se encuentra con la violencia de las instituciones. Mi hermana dijo claramente que había sido encañonada y la enviaron para casa recomendándole que pidiera el divorcio. A las cuatro horas él la disparó por la espalda”. Ella considera que, al igual que su hermana, “hay mujeres que fueron asesinadas por falta de profesionalidad y dejadez”.
“Cuando una mujer da el paso de denunciar se encuentra con la violencia de las instituciones”
Después de unos hechos como estos, se dan además situaciones de infancia sin protección. “Ninguna mujer que muere bajo el marco de la violencia ha cotizado lo suficiente para cubrir la protección de los hijos. ¿De qué protección de menores nos están hablando? Tiene que haber un cien por ciento de orfandad para estos niños. Mis sobrinos me tienen a mí, pero si no habrían terminado en un centro de menores, con lo que eso conlleva”. Al mismo tiempo, Gómez hace referencia también a la desprotección psicológica. “No es suficiente con un pack de cinco sesiones, que es lo que les ofrecen a los niños y niñas en orfandad que han presenciado el asesinato de su madres”.
Sara Estrada, otra de las mujeres de Velaluz, tuvo que ausentarse de Sol un día. En Barcelona tiene abierto un procedimiento de desahucio y tenía cita en el juzgado. “Hemos logrado retrasarlo del 23 al 28 de marzo, pero quiero confiar en que no me quedaré en la calle”, comenta. Su vida se complicó cuando decidió denunciar el maltrato y los abusos de su pareja. Ahora la custodia del niño la tiene el padre y ella solo puede verle una vez al mes. “Lo que denuncié en su momento se ha vuelto contra mí; ahora soy yo la supuesta maltratadora y abusadora de mi hijo”, explica.
Susana Bejarano también vivió una historia que ya dejó atrás. Hace tiempo lidió con la violencia machista y ahora vive con sus dos hijos. Actualmente no se encuentra inmersa en un proceso tan complejo como el resto de sus compañeras, pero quería acompañarlas y ha pedido vacaciones en su trabajo para poder hacerlo: “Tienen historias tan tremendas que necesitaba estar aquí apoyándolas”.
En los alrededores de la carpa se escuchan con frecuencia vivencias similares. Porque este espacio de Sol se ha convertido en un lugar al que acuden mujeres que cuentan sus situaciones o que, al menos, tienen esa intención. “Nos ha pasado que vienen hasta aquí, no se atreven a decirnos nada y nos dejan una nota contándonos lo que les pasa, o nos cuentan que a ellas las instituciones tampoco les hacen caso y nos piden que las ayudemos judicialmente”, indica Bejarano. Otras veces, los mensajes que les llegan son muy distintos. “También hay quienes se acercan para decirnos que asesinan a cien hombres al mes, que las denuncias son falsas o que estamos aquí para recaudar dinero”, explican.
Recorrido
Sus reivindicaciones comenzaron hace años. Para Gloria Vázquez, la presidenta de Velaluz, es la cuarta huelga de hambre; a Sol es la segunda vez que llegan. En noviembre de 2015, en este mismo lugar, iniciaron también su batalla. En aquel momento se aproximaban las elecciones y los compromisos que tomaron con ellas desde los partidos políticos no se concretaron. Por eso decidieron volver. Y es evidente que desde hace casi tres semanas, estas mujeres están consiguiendo algo que hace mucho tiempo no sucedía: que se prenda la chispa de una movilización constante en torno a la violencia machista.
Su pequeño refugio azul situado en medio de la plaza recuerda a aquellas otras decenas de tiendas que llenaron la puerta del Sol hace seis años. También son similares las sentadas junto a ellas, cuando se celebra algún evento de apoyo. La ayuda de colectivos feministas, de mujeres relacionadas con la cultura y de personas anónimas es permanente. Pamela Palenciano, Alicia Ramos, Estela de María, Cristina del Valle o las XL, entre muchas otras, han colaborado con sus actuaciones para que las reivindicaciones en la plaza sigan vivas. Además, durante dos horas todas las tardes, vuelven las concentraciones y consignas como ‘No estás sola’, ‘Ni una menos’ o ‘No son muertes, son asesinatos’. “La colaboración de la gente es tremenda y es la que nos anima a continuar”, explica Martina Gómez. Todas las noches, algunos grupos de personas las acompañan para hacer frente al frío o a la lluvia. Porque algunos días hacer frente al clima es un trabajo duro y esas condiciones climatológicas son, precisamente, las que hace tres días llevaron a que Celia Rodríguez, una de las compañeras de Velaluz, tuviera que ser ingresada por problemas de salud. Este mismo motivo ha llevado a que otras tres compañeras hayan abandonado la reivindicación. De las ocho que comenzaron, en este momento permanecen cuatro.
Las horas transcurren y los días van sumando cansancio en sus cuerpos. Pero ellas lo tienen muy claro. Van a quedarse en la Puerta del Sol hasta que logren que se las escuche y se tomen medidas: “Nos sacarán de aquí como sea, pero vamos a continuar hasta el final”.
Esmeralda R. Vaquero
pikaramagazine
Pamela Palenciano actúa en Sol para que las reivindicaciones sigan vivas. / Foto: Esmeralda R. Vaquero
Esmeralda R. Vaquero.pikaramagazine.-Una gran pancarta con un ‘Campeones’ gigante ha colgado durante varios días del balcón de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol madrileña. Era el legado del acto que se celebró en ese mismo balcón tras una victoria deportiva del Real Madrid de baloncesto. A unos metros a pie de calle, debajo de esas grandes ventanas, en una construcción casera cubierta por una lona azul, viven desde hace casi 20 días varias mujeres de la asociación Velaluz, procedentes de distintas regiones, con un horizonte común: conseguir que la violencia machista sea considerada una cuestión de Estado. Sólo del 19 al 22 de febrero, mientras el movimiento reivindicativo en Sol se iba expandiendo, se contabilizaron seis asesinatos machistas.
Esmeralda R. Vaquero.pikaramagazine.-Una gran pancarta con un ‘Campeones’ gigante ha colgado durante varios días del balcón de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol madrileña. Era el legado del acto que se celebró en ese mismo balcón tras una victoria deportiva del Real Madrid de baloncesto. A unos metros a pie de calle, debajo de esas grandes ventanas, en una construcción casera cubierta por una lona azul, viven desde hace casi 20 días varias mujeres de la asociación Velaluz, procedentes de distintas regiones, con un horizonte común: conseguir que la violencia machista sea considerada una cuestión de Estado. Sólo del 19 al 22 de febrero, mientras el movimiento reivindicativo en Sol se iba expandiendo, se contabilizaron seis asesinatos machistas.
Sus pancartas son diferentes a la del baloncesto. ‘Ni una menos’, ‘Nos están asesinando’ o ‘Marca España, 21 asesinatos en 2017’, junto a velas, flores, zapatos rojos y los nombres de las mujeres asesinadas. “Pensábamos que [la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina] Cifuentes y los jugadores iban a tener un detalle con nosotras pero nos invisibilizaron, no dijeron absolutamente nada”. Susana Bejarano es una de las mujeres en huelga de hambre. Al igual que el resto de sus compañeras, no piensa abandonar la plaza hasta que quienes toman las decisiones propongan una solución, es decir, hasta que se organice un gabinete de crisis que aborde esta problemática. Aunque de momento, la clase política parece distanciarse de lo que ocurre en Sol e, incluso, hace unos días la policía municipal sancionó dos veces a las mujeres de Velaluz por instalar una carpa para protegerse de la lluvia y ampliar el espacio público que se les había ofrecido.
A Martina Gómez, otra de las mujeres de Velaluz, le parece inconcebible que no se hagan manifestaciones políticas en torno a lo que están pidiendo: “Todos los partidos políticos han recibido las reclamaciones que les hemos enviado, no pueden mirar para otro lado”. De momento, tanto en los alrededores del puesto como a través de la petición de change.org, recogen firmas para presentar una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso. El documento contiene la modificación de varios puntos de la actual Ley de Violencia de Género que les parece necesario revisar, entre ellos, que se contemple la figura de feminicidio o que en este ámbito se contemplen las mismas ayudas que se contemplan para los casos de terrorismo.
Vidas
Pero detrás de estas tres semanas de huelga de hambre, de los carteles y de las estadísticas de asesinadas, estas mujeres llegan con su propia historia, reflejo de otras muchas que permanecen ocultas y en las que la violencia machista está presente, directa o indirectamente. Martina Gómez viene desde Lugo. Desde hace un año se hace cargo de sus dos sobrinos después de que su hermana fuera asesinada por su pareja. “Ha sido un año muy muy duro”, explica. “Cuando una mujer da el paso de denunciar se encuentra con la violencia de las instituciones. Mi hermana dijo claramente que había sido encañonada y la enviaron para casa recomendándole que pidiera el divorcio. A las cuatro horas él la disparó por la espalda”. Ella considera que, al igual que su hermana, “hay mujeres que fueron asesinadas por falta de profesionalidad y dejadez”.
“Cuando una mujer da el paso de denunciar se encuentra con la violencia de las instituciones”
Después de unos hechos como estos, se dan además situaciones de infancia sin protección. “Ninguna mujer que muere bajo el marco de la violencia ha cotizado lo suficiente para cubrir la protección de los hijos. ¿De qué protección de menores nos están hablando? Tiene que haber un cien por ciento de orfandad para estos niños. Mis sobrinos me tienen a mí, pero si no habrían terminado en un centro de menores, con lo que eso conlleva”. Al mismo tiempo, Gómez hace referencia también a la desprotección psicológica. “No es suficiente con un pack de cinco sesiones, que es lo que les ofrecen a los niños y niñas en orfandad que han presenciado el asesinato de su madres”.
Sara Estrada, otra de las mujeres de Velaluz, tuvo que ausentarse de Sol un día. En Barcelona tiene abierto un procedimiento de desahucio y tenía cita en el juzgado. “Hemos logrado retrasarlo del 23 al 28 de marzo, pero quiero confiar en que no me quedaré en la calle”, comenta. Su vida se complicó cuando decidió denunciar el maltrato y los abusos de su pareja. Ahora la custodia del niño la tiene el padre y ella solo puede verle una vez al mes. “Lo que denuncié en su momento se ha vuelto contra mí; ahora soy yo la supuesta maltratadora y abusadora de mi hijo”, explica.
Susana Bejarano también vivió una historia que ya dejó atrás. Hace tiempo lidió con la violencia machista y ahora vive con sus dos hijos. Actualmente no se encuentra inmersa en un proceso tan complejo como el resto de sus compañeras, pero quería acompañarlas y ha pedido vacaciones en su trabajo para poder hacerlo: “Tienen historias tan tremendas que necesitaba estar aquí apoyándolas”.
En los alrededores de la carpa se escuchan con frecuencia vivencias similares. Porque este espacio de Sol se ha convertido en un lugar al que acuden mujeres que cuentan sus situaciones o que, al menos, tienen esa intención. “Nos ha pasado que vienen hasta aquí, no se atreven a decirnos nada y nos dejan una nota contándonos lo que les pasa, o nos cuentan que a ellas las instituciones tampoco les hacen caso y nos piden que las ayudemos judicialmente”, indica Bejarano. Otras veces, los mensajes que les llegan son muy distintos. “También hay quienes se acercan para decirnos que asesinan a cien hombres al mes, que las denuncias son falsas o que estamos aquí para recaudar dinero”, explican.
Recorrido
Sus reivindicaciones comenzaron hace años. Para Gloria Vázquez, la presidenta de Velaluz, es la cuarta huelga de hambre; a Sol es la segunda vez que llegan. En noviembre de 2015, en este mismo lugar, iniciaron también su batalla. En aquel momento se aproximaban las elecciones y los compromisos que tomaron con ellas desde los partidos políticos no se concretaron. Por eso decidieron volver. Y es evidente que desde hace casi tres semanas, estas mujeres están consiguiendo algo que hace mucho tiempo no sucedía: que se prenda la chispa de una movilización constante en torno a la violencia machista.
Su pequeño refugio azul situado en medio de la plaza recuerda a aquellas otras decenas de tiendas que llenaron la puerta del Sol hace seis años. También son similares las sentadas junto a ellas, cuando se celebra algún evento de apoyo. La ayuda de colectivos feministas, de mujeres relacionadas con la cultura y de personas anónimas es permanente. Pamela Palenciano, Alicia Ramos, Estela de María, Cristina del Valle o las XL, entre muchas otras, han colaborado con sus actuaciones para que las reivindicaciones en la plaza sigan vivas. Además, durante dos horas todas las tardes, vuelven las concentraciones y consignas como ‘No estás sola’, ‘Ni una menos’ o ‘No son muertes, son asesinatos’. “La colaboración de la gente es tremenda y es la que nos anima a continuar”, explica Martina Gómez. Todas las noches, algunos grupos de personas las acompañan para hacer frente al frío o a la lluvia. Porque algunos días hacer frente al clima es un trabajo duro y esas condiciones climatológicas son, precisamente, las que hace tres días llevaron a que Celia Rodríguez, una de las compañeras de Velaluz, tuviera que ser ingresada por problemas de salud. Este mismo motivo ha llevado a que otras tres compañeras hayan abandonado la reivindicación. De las ocho que comenzaron, en este momento permanecen cuatro.
Las horas transcurren y los días van sumando cansancio en sus cuerpos. Pero ellas lo tienen muy claro. Van a quedarse en la Puerta del Sol hasta que logren que se las escuche y se tomen medidas: “Nos sacarán de aquí como sea, pero vamos a continuar hasta el final”.
Esmeralda R. Vaquero
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