OPINIÓN de Hanane Karimi.- ¿Así pues, esta lucha es sin tregua? Diría que nuestras luchas maduran, que producen nuevas ideas, plantean nuevas cuestiones, y abren nuevas vías en nuestra búsqueda de libertad. Como Nelson Mandela, es necesario estar preparada para aceptar el largo camino hacia la libertad.
Une lutte sans trêve se inscribe en la continuación de las obras publicadas por Angela Davis. Aproximándose a la recopilación de intervenciones Les goulags de la démocratie [publicado en 2006], afina y articula con más precisión las implicaciones prácticas de un capitalismo proteico.
Igual que Mujeres, raza y clase interpela el feminismo desde el punto de vista de la liberación y emancipación de las negras y negros, Un lutte sans trêve, analiza las luchas antirracistas en sus diferentes implicaciones desde el encarcelamiento masivo de la población no blanca en Estados Unidos a la solidaridad internacional con el pueblo palestino. El interés de esta obra reside en la centralidad de la crítica radical del capitalismo. Precisa su dimensión sistémica y la manera en la que las políticas públicas contribuyen a la opresión que estructura la sociedad capitalista. Esta obra nos permite situar este desafío en la gestión de las crisis política, de seguridad, económica y migratoria.
Une lutte sans trêve se compone de nueve capítulos, se abre con dos entrevistas con Frank Barat seguido de siete conferencias dadas por Angela Davis generalmente con motivo de aniversarios, en los que se abordan cuestiones de crímenes policiales, del complejo industrial-carcelario y de la abolición de las prisiones, del feminismo, de la liberación negra así como de la solidaridad internacional.
En una de las entrevistas hechas por Frank Barat que figura en la obra, Angela Davis detalla los retos de las luchas progresistas que ella defiende desde 1960 como intelectual y militante. Además de la filiación histórica entre las luchas de ayer y de hoy, insiste en la necesidad de una crítica fundamental no solo del racismo sino también del capitalismo -especialmente, en su configuración neoliberal y globalizada- así como del imperialismo.
En sus conferencias, Angela Davis vuelve sobre su historia militante, que contextualiza y describe de forma retrospectiva. Después de haberse unido al Partido Comunista en 1968, se hizo miembro del Black Panther Party (BPP) que tuvo que abandonar después de que los dirigentes decidieran que no podían estar afiliados a otra organización política. Entonces eligió permanecer en el Partido Comunista; sin embargo, continuará colaborando en la sección de Los Angeles en la educación política. A pesar de este distanciamiento, el BPP tendrá un papel importante en su liberación cuando fue encarcelada (1970). Será absuelta el 4 de junio de 1972. También vuelve sobre su encarcelamiento que hizo de ella una “presa privilegiada de la violencia institucional (…) acusada falsamente de asesinato, de secuestro y de conspiración”:
“Se buscaba a través de mí mandar el mensaje a muchas personas creyendo que eso les disuadiría de implicarse en las luchas de liberación”
Muestra hasta qué punto acusaciones similares fueron hechas contra otras figuras centrales de las luchas de liberación como el caso de Assata Shakur. La actualidad francesa con la condena de los hermanos Adama Traoré, Baguy y Youssouf, el 15 de diciembre de 2016, es una trágica reproducción. Adama, un hombre negro de 24 años, murió asfixiado por los gendarmes durante un interrogatorio el 19 de julio de 2016. Su familia lucha desde entonces de forma tenaz y valiente para que se hagan verdad y justicia a pesar de la criminalización de su lucha con los poderes públicos.
La historia de las luchas que presenta Angela Davis se hace eco ampliamente de las que se llevan en las sociedades capitalistas contemporáneas. En ese sentido, pone cuidado en recordar el ejemplo del programa de diez puntos que el Black Panther Party había presentado el 15 de octubre de 1966 del cual precisa que aquellas reivindicaciones “siguen siendo pertinentes hoy, si no son aún más que en la década de los 60 del siglo XX”. Vale la pena citar aquí el programa íntegramente:
1. Queremos la libertad. Queremos el poder de determinar el destino de nuestra comunidad negra.
Creemos que los negros no serán libres hasta que no puedan decidir su propio destino.
2. Queremos el pleno empleo para nuestro pueblo.
Creemos que es responsabilidad del gobierno federal procurar un empleo a cada uno o una renta garantizada. Creemos que si los empresarios estadounidenses no quieren garantizarnos el pleno empleo, entonces se les debe quitar los medios de producción y ponerlos en manos de la comunidad; así la gente de la comunidad podrá organizarse y emplear a todos sus miembros dándoles una forma de vida de alta gama.
3. Queremos que no haya más saqueo de los blancos a la comunidad negra.
Creemos que este gobierno racista nos ha robado y hoy exigimos el reembolso de los atrasos de la deuda impagada de dos mulas y cuarenta acres que fueron prometidos hace un siglo en compensación a la esclavitud y el asesinato masivo de los negros. Aceptaremos el pago en especie que será distribuido en todas nuestras comunidades. Los alemanes ayudan hoy a los judíos en Israel a título de reparación por el genocidio de su pueblo. Los nazis mataron a 6 millones de judíos. Los racistas americanos participaron en la masacre de más de 50 millones de negros; por eso consideramos que nuestra demanda es muy modesta.
4. Queremos viviendas decentes aptas para abrigar a seres humanos.
Consideramos que si los propietarios blancos no suministran viviendas decentes a la comunidad negra, entonces la vivienda y la tierra deberán transformarse en cooperativas de forma que con la ayuda del gobierno, podremos construir viviendas decentes para la gente.
5. Queremos educación para nuestro pueblo que exponga la verdadera naturaleza decadente de la sociedad estadounidense. Queremos una educación que nos enseñe nuestra verdadera historia y nuestro papel en la sociedad actual.
Creemos en un sistema educativo que dará al pueblo el conocimiento de sí mismo. Si una persona no conoce su posición en la sociedad y en el mundo, tiene pocas posibilidades en interesarse por nada.
6. Queremos que todos los hombres negros están exentos del servicio militar.
Creemos que los negros no deberían estar obligados a luchar en el servicio militar para defender un gobierno racista que no nos protege. No combatiremos ni mataremos a otras personas de color en el mundo que, al igual que los negros, son perseguidos por el gobierno racista blanco estadounidense. Nos protegeremos nosotros mismos contra la brutalidad y la violencia ejercida por la policía y los militares racistas por todos los medios necesarios.
7. Queremos el fin inmediato de los asesinatos y de la brutalidad de la policía.
Creemos que es nuestro deber poner fin a la brutalidad policial contra nuestras comunidades negras organizándonos en grupos de autodefensa negros destinados a defender a la comunidad negra de la brutalidad y la opresión de la policía racista. La segunda enmienda a la Constitución de Estados Unidos de América da el derecho a portar armas. Pensamos que los negros deberían armarse a sí mismo para la autodefensa.
8. Queremos la libertad para todos los negros detenidos en las prisiones y penitenciarias federales, del Estado, de los condados y de los municipios.
Creemos que todos los negros deberían ser liberados de las innumerables prisiones porque no han sido juzgados con justicia e imparcialidad.
9.Queremos que todos los negros cuando comparecen delante de un tribunal sean juzgados por un jurado compuesto de sus pares o de gentes salidas de las comunidades negras como lo estipula la Constitución de Estados Unidos.
Creemos que los tribunales deberían atenerse a la Constitución de Estados Unidos para que los negros sean juzgados equitativamente. La 14 Enmienda a la Constitución de EE UU da a toda persona el derecho a ser juzgada por sus pares. Un par es una persona de un medio económico, social, religioso, geográfico, histórico idéntico y del mismo origen racial. Para juzgarlo, la Corte deberá estar obligado a seleccionar un jurado en la comunidad negra de donde proviene el acusado negro. Hemos sido y seguimos siendo siempre juzgados por jurados compuestos únicamente de blancos que no tienen ninguna comprensión de la mentalidad del negro medio en la comunidad.
10. Queremos tierra, pan, viviendas, enseñanza, de qué vestirnos, justicia y paz y como objetivo principal: un plebiscito supervisado de Naciones Unidas que se desarrolle en la “colonia” negra y en el que solo puedan participar sujetos negros “colonizados” para determinar la voluntad del pueblo negro en relación a su destino nacional.
Repolitizar las luchas pasadas y presentes
De esta forma, las luchas de emancipación se inscriben en una continuidad y en una historia: contra la esclavitud, en el siglo XIX, en la lucha contra el sistema carcelario en el siglo XXI, pasando por los combates por los derechos civiles en el siglo XX. Como destaca Angela Davis, estas diferentes movilizaciones están vinculadas de manera muy estrecha. Todas apuntan al racismo estructural, tan anclado en la sociedad estadounidense y en la sociedad francesa: “El racismo está integrado en la estructura misma de las instituciones”.
A este respecto, la forma en la que se celebran hoy estas luchas pasadas debería interpelarnos. Asistimos a una personificación a ultranza de las luchas de emancipación, generalmente reducidas a figuras morales desembarazadas de su perfil político y contestatario. De Martin Luther King a Nelson Mandela, la heroificación supone una falsificación de la historia que tiene como consecuencia invisibilizar la fuerza política de las acciones colectivas y la intervención de millones de personas anónimas sin las que ninguna resistencia a la opresión -y a fortiori, ninguna victoria- habría sido posible.
Recordemos simplemente que personas como Angela Davis, Assata Shakur pero también Nelson Mandela, hoy glorificadas, han estado clasificadas, o todavía lo están - como la segunda-, como terroristas en Estados Unidos
Aún más problemática, la misma celebración puede contribuir a despolitizar la memoria de las luchas pasadas. Así sucedió en los homenajes que se hicieron a la “Marcha por la igualdad y contra el racismo” en 1983 en Francia, rebautizada además, a menudo, como “Marcha de los mestizos” donde generalmente se contenta con saludar la conmemoración vaciándola de las reivindicaciones políticas que están en su origen y perduran aún en 2016, tales como la denuncia del racismo de Estado y de los crímenes policiales.
Según Angela Davis, la búsqueda de la emancipación supone una visión global de lo que el racismo y el capitalismo implican para la vida de los no-blancos y de los pobres; especialmente, en términos económicos, educativos o represivos. La defensa de las luchas colectivas progresistas -contra el racismo y el sexismo, la represión policial y el encarcelamiento, las desigualdades sociales y la explotación capitalista- necesariamente se articulan con una crítica al individualismo capitalista.
La problemática central de la condición capitalista parece un sobreentendido en algunos movimientos políticos autónomos del antirracismo en Francia. Los detalles de las implicaciones e intereses capitalistas directos en el ámbito de la seguridad posterior a los atentados o en la política migratoria de los estados occidentales perpetúan los sistemas de opresión. Al ver estos estrechos lazos destacados por Angela Davis, las implicaciones capitalistas de los sistemas de opresión merecerían ser importantes en las luchas antirracistas. Ella recuerda con insistencia que los derechos fundamentales deben estar asegurados y respetados en todos los campos sociales en los que el racismo persiste y se expresa a través de la segregación social, económica, educativa, securitaria que además, alimenta la lógica securitaria y llena las cárceles.
Acabar con el “complejo industrial-carcelario”
El movimiento por la abolición de las cárceles en el que se inspira Davis, es heredero del análisis del gran intelectual afroamericano W.E.B. Du Bois. Según él, este movimiento era la prolongación natural de la lucha por la abolición de la esclavitud poniendo en evidencia la dimensión estructural e institucional de la violencia racial contra la población negra.
Recientemente Michelle Alexander, en The New Jim Crow: Mass Incarceration in the Age of Colorblindness /1, establece un paralelismo entre la segregación racial y el sistema carcelario. Responsable de la justicia racial en la American Civil Liberties Union, se interroga sobre la nueva forma de segregación que castiga duramente a través de la lucha contra el tráfico de drogas y demuestra que esta es la forma moderna de Jim Crow- símbolo de la ideología racista y de la segregación racial post-esclavitud-, que permite el encarcelamiento en masa de personas no blancas en Estados Unidos que cuenta con un 60 % de detenidos negros o hispanos. Hace la siguiente constatación:
“Hoy hay muchos más afroamericanos en en prisión o en libertad condicional que esclavos había en 1960”
Así presenta Davis la filigrana racista de las políticas securitarias. Pero más allá del mantenimiento de la dominación blanca, los intereses que se derivan son financieros. El concepto de “complejo industrial-carcelario”, desarrollado por Mike Davis en el marco de un estudio sobre la economía penitenciaria, permite repensar las función central de las prisiones: al mismo tiempo, económica, ideológica y política. El complejo industrial-carcelario constituye “una forma de esclavitud moderna” rentable y en expansión. Los intereses capitalistas que lo sostienen, pero también la función de sometimiento que cumple, lo convierten en un campo determinante de las luchas de emancipación.
También la lucha contra el sistema carcelario implica atacar las prácticas institucionales y la ideología que alimenta el complejo industrial-carcelario. El encarcelamiento masivo, en realidad, está ampliamente basado sobre criterios de raza y clase que influyen en las prácticas ordinarias de las instituciones del Estado y sus aparatos represivos. El anclaje de la lógica racial en las instituciones explica la gran proporción de no blancos en prisión en Estados Unidos, aborígenes en Australia y negros y árabes en Francia. Refiriéndose a Foucault, Angela Davis describe la prisión como un aparato ideológico y psíquico que responde a la lógica de “crímenes y castigos” pero también a un espacio material y objetivo que se apoya en la lógica citada anteriormente.
La lucha para acabar con el “complejo industrial-carcelario” que se acompaña de la reivindicación y la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos, constituye un reto central para los movimientos progresistas de Estados Unidos pues los encarcelamientos se inscriben en una estrategia de rodeo de los problemas sociales profundos. El encarcelamiento masivo es rentable y puede ser considerado como una de las “derivas destructivas del capitalismo globalizado” con más de dos millones y medio de personas encarceladas en Estados Unidos (que se caracterizan por tener la tasa más alta de encarcelamiento del mundo de forma que de cuatro personas detenidas en el mundo, una lo sea en Estados Unidos. Es esta dimensión global y estructural lo que puede enriquecer nuestro análisis de las luchas contemporáneas.
En efecto, pese a la forma del libro (un conjunto de conferencias pronunciadas en distintos momentos y sobre temas diversos), el mismo está marcado por la constante preocupación de Angela Davis de hacer ver los lazos posibles y necesarios entre el antirracismo político, el anticapitalismo y antiimperialismo a partir de ejemplos concretos.
La lucha contra el sistema carcelario se acompaña necesariamente de la lucha contra los crímenes policiales que, en Estados Unidos, igual que en Francia, desmienten el rol cívico que el Estado pretende confiar a la policía para “proteger” y “servir” a la población. La militarización de las prácticas policiales y su equipamiento suponen una amenaza para la población, especialmente, la no blanca. Los sucesos del 14 de julio de 2016 en la Plaza de la República en París organizado por “Urgencia, nuestra policía asesina”, colectivo de familias víctimas de crímenes policiales, y la presencia del movimiento Black Lives Matter, sirve para ilustrar la dimensión internacional de las problemáticas de violencia institucional y de la resonancia de esta problemática en Francia.
El monopolio de la violencia que disfruta el Estado implica la criminalización de los individuos o los grupos que la usan con un requerimiento firme a la no violencia permitiendo así ocultar los retos de las luchas anti-sistema: “Poner la cuestión de la violencia en primer plano permite disimular los desafíos que están en el corazón de las luchas emancipadoras”. Frente a este hecho, corresponde a los oprimidos y oprimidas autodeterminarse y definir la forma de resistir en relación a sus objetivos de emancipación sin juicio moral en cuanto a los medios de luchar que adopten.
En su esfuerzo por elaborar una perspectiva internacional, Angela Davis explica cómo el “complejo industrial-carcelario” alimenta no solo la segregación en el territorio estadounidense sino que participa en el apartheid israelí. Recuerda que el apoyo de Estados Unidos a Israel se cifra en alrededor de 8,5 millones de euros al día.
Durante una conferencia en Londres para apoyar el boicot a la sociedad privada multinacional G4S, Angela Davis expuso cómo la privatización de la seguridad interior permite obtener beneficios con el racismo, las políticas antimigratorias y las tecnologías de la represión en Israel que se exportan a otros lugares bajo la cobertura de “lucha contra el terrorismo” de la cual Israel es precursor. G4S es la tercera mayor compañía privada del mundo en materia de seguridad. Responsable de la encarcelación en masa de palestinos, de la organización carcelaria de algunas escuelas en Estados Unidos o en establecimientos penitenciarios para menores, del muro de separación estadounidense- mexicano, de los centros de detención para emigrantes (que a consecuencia de las guerras, representa uno de los sectores más rentables actualmente), G4S se inmiscuye en la vida de las personas en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en Palestina y en otros lugares.
Esta misma “guerra contra el terrorismo” está en el origen de innumerables pérdidas humanas en el mundo, especialmente , en el mundo árabe. Así mismo, es el vector -y un medio de legitimación- del ascenso de la islamofobia en Estados Unidos, en Europa o en Australia. Se traduce por una “israelización”de las prácticas securitarias y en un impacto directo sobre nuestras vidas y nuestras sociedades tanto si se trata de la suspensión de las libertades fundamentales, del aumento del racismo o de la represión cada vez más violenta a cualquier contestación.
La crítica defendida hoy por Angela Davis de la privatización de la seguridad nacional bajo la cobertura de la “guerra contra el terrorismo” y de la militarización de la policía se acompaña de una comparación con la política de seguridad israelí. De Gaza a Ferguson y hasta París, la militarización de la policía es reveladora de una creciente deriva autoritaria que se expresa en la represión de la población palestina por Israel, manifestaciones en Ferguson contra los crímenes policiales o incluso por la represión de las manifestaciones de apoyo a Gaza en París en 2014 o en la primavera de 2016 en las manifestaciones contra la reforma laboral.
Estos ejemplos de la dimensión estructural de la violencia de Estado, heredera de la violencia racial e histórica de la esclavitud y de la colonización, es central en la construcción del sistema capitalista e imperialista globalizado. Angela Davis lo explica así:
La represión nunca ha sido tan violenta como cuando las movilizaciones se oponen al capital o al imperialismo que es una de sus facetas.
Un feminismo interseccional
Antirracista, antiimperialista, anticapitalista, Angela Davis es también feminista. Se inscribe en un enfoque interseccional /2 que responde a la exigencia recurrente hecha a las mujeres negras de posicionarse frente al movimiento negro y al movimiento feminista insistiendo en las imbricaciones entre diferentes opresiones. Como recuerda Angela Davis, el feminismo negro basa su enfoque en la toma en serio de las múltiples opresiones que atraviesan el cuerpo de las mujeres negras así como su experiencia vital individual. Por tanto, es el propio feminismo el que ha evolucionado -y debe seguir haciéndolo- especialmente, basándose en el trabajo fundamental de conceptualización hecho por las feministas negras.
Davis recuerda la dificultad real para algunas mujeres de color de identificarse con el movimiento feminista:
Fuimos muchas las que consideramos en aquella época el movimiento feminista como un movimiento demasiado “blanco” y demasiado “clase media” como un movimiento “demasiado burgués”. El combate por los derechos de las mujeres va más allá de “excluir” a las mujeres no blancas de la categoría “mujeres” y de esta forma su feminismo será estudiado a través de lo que se llaman las “teorías y prácticas feministas de las mujeres no blancas.
Hoy este dato sigue siendo operativo en Francia. Por ejemplo, para la categoría de mujeres musulmanas visibles quienes mayoritariamente no se reconocen en el calificativo de feministas aunque adopten prácticas feministas. .
La emergencia del feminismo negro (Black feminism) permitió volver a conectar estos dos movimientos sin jerarquizarlos. La interseccionalidad era “un medio de pensar nuestros desafíos” que atravesaban los cuerpos y las experiencias vitales individuales y que implicaba que no se pueden separar la cuestiones relativas a la raza de las cuestiones relativas a la clase social o al género. Más allá de esto, este enfoque interseccional permitió unir la lucha por la justicia social más allá de las fronteras nacionales: Insistir en las convergencias de las luchas contra el racismo en Estados Unidos y las luchas contra la represión de los palestinos por parte de Israel constituye desde este punto de vista, un enfoque feminista.
Este feminismo se esfuerza en pensar en la articulación y en las intersecciones entre las diferentes relaciones de opresión para sobrepasar las categorías construidas socialmente por y para la dominación.
Davis también vuelve sobre la redefinición de la categoría “mujer” y sus límites, que ella presenta bajo la mirada de la realidad transexual distanciándose del concepto de género que transmite, según ella, un inconsciente normativo. Muestra la pertinencia de la consigna “lo personal es político” y la forma en la que la violencia doméstica y la institucional se hacen eco una a la otra. Además anima a los movimientos feministas contra la violencia racial a denunciar con la misma fuerza la violencia doméstica pues, para Davis, lo política se reproduce a sí mismo a través de lo personal.
Muestra en el capítulo sobre feminismo y lucha anticarcelaria, la aportación de las contribuciones de antiguas detenidas transexuales así como trabajos universitarios elaborados bajo este punto de vista.
Más allá de la cuestión sexual, las opresiones están inextricablemente unidas se hable del racismo estructural de Estados Unidos o de la represión del pueblo palestino por Israel, la alianza de las mujeres del tercer Mundo en la década de 19960-70 nos recuerda hasta qué punto el racismo , sexismo e imperialismo están estrechamente imbricados. Recuerda el papel fundamental de las mujeres en las luchas contra la opresión: las mujeres siempre aseguraron las tareas de organización del movimiento negro radical.
Conclusión
En esta obra. Angela Davis nos acompaña en el camino que va de las luchas pasadas a las actuales mostrando cómo la búsqueda de la liberación toma forma y se recompone en los márgenes de la sociedad, en el seno de los grupos oprimidos. De esta forma, propone aprender cómo pensar, actuar y luchar contra lo que ideológicamente es designado como “normal”.
Volviendo a las luchas de liberación post-esclavistas de la población negra estadounidense, abre la vía a un movimiento más global y designa objetivos de transformación para una sociedad nueva. Así logra establecer lazos fecundos en un plano teórico y práctico entre lucha anticarcelaria, el feminismo negro e interseccional, el movimiento de solidaridad con Palestina, pero también la necesidad de desinstitucionalizar los asilos y los establecimientos psiquiátricos.
A la hora de la crisis migratoria y de las políticas represivas que ejercen los gobiernos, las entrevistas y las conferencias que recoge Frank Barat son preciosos para la actualización de una reflexión sobre las luchas progresistas para la liberación , la igualdad y la justicia.
Notas
1. The New Press, 2010. El libre aparecerá pronto en francés en ediciones Syllepe.
2/ Angela Davis, Femmes, race et classe, Paris, Editions des femmes, 2007.
Une lutte sans trêve se inscribe en la continuación de las obras publicadas por Angela Davis. Aproximándose a la recopilación de intervenciones Les goulags de la démocratie [publicado en 2006], afina y articula con más precisión las implicaciones prácticas de un capitalismo proteico.
Igual que Mujeres, raza y clase interpela el feminismo desde el punto de vista de la liberación y emancipación de las negras y negros, Un lutte sans trêve, analiza las luchas antirracistas en sus diferentes implicaciones desde el encarcelamiento masivo de la población no blanca en Estados Unidos a la solidaridad internacional con el pueblo palestino. El interés de esta obra reside en la centralidad de la crítica radical del capitalismo. Precisa su dimensión sistémica y la manera en la que las políticas públicas contribuyen a la opresión que estructura la sociedad capitalista. Esta obra nos permite situar este desafío en la gestión de las crisis política, de seguridad, económica y migratoria.
Une lutte sans trêve se compone de nueve capítulos, se abre con dos entrevistas con Frank Barat seguido de siete conferencias dadas por Angela Davis generalmente con motivo de aniversarios, en los que se abordan cuestiones de crímenes policiales, del complejo industrial-carcelario y de la abolición de las prisiones, del feminismo, de la liberación negra así como de la solidaridad internacional.
En una de las entrevistas hechas por Frank Barat que figura en la obra, Angela Davis detalla los retos de las luchas progresistas que ella defiende desde 1960 como intelectual y militante. Además de la filiación histórica entre las luchas de ayer y de hoy, insiste en la necesidad de una crítica fundamental no solo del racismo sino también del capitalismo -especialmente, en su configuración neoliberal y globalizada- así como del imperialismo.
En sus conferencias, Angela Davis vuelve sobre su historia militante, que contextualiza y describe de forma retrospectiva. Después de haberse unido al Partido Comunista en 1968, se hizo miembro del Black Panther Party (BPP) que tuvo que abandonar después de que los dirigentes decidieran que no podían estar afiliados a otra organización política. Entonces eligió permanecer en el Partido Comunista; sin embargo, continuará colaborando en la sección de Los Angeles en la educación política. A pesar de este distanciamiento, el BPP tendrá un papel importante en su liberación cuando fue encarcelada (1970). Será absuelta el 4 de junio de 1972. También vuelve sobre su encarcelamiento que hizo de ella una “presa privilegiada de la violencia institucional (…) acusada falsamente de asesinato, de secuestro y de conspiración”:
“Se buscaba a través de mí mandar el mensaje a muchas personas creyendo que eso les disuadiría de implicarse en las luchas de liberación”
Muestra hasta qué punto acusaciones similares fueron hechas contra otras figuras centrales de las luchas de liberación como el caso de Assata Shakur. La actualidad francesa con la condena de los hermanos Adama Traoré, Baguy y Youssouf, el 15 de diciembre de 2016, es una trágica reproducción. Adama, un hombre negro de 24 años, murió asfixiado por los gendarmes durante un interrogatorio el 19 de julio de 2016. Su familia lucha desde entonces de forma tenaz y valiente para que se hagan verdad y justicia a pesar de la criminalización de su lucha con los poderes públicos.
La historia de las luchas que presenta Angela Davis se hace eco ampliamente de las que se llevan en las sociedades capitalistas contemporáneas. En ese sentido, pone cuidado en recordar el ejemplo del programa de diez puntos que el Black Panther Party había presentado el 15 de octubre de 1966 del cual precisa que aquellas reivindicaciones “siguen siendo pertinentes hoy, si no son aún más que en la década de los 60 del siglo XX”. Vale la pena citar aquí el programa íntegramente:
1. Queremos la libertad. Queremos el poder de determinar el destino de nuestra comunidad negra.
Creemos que los negros no serán libres hasta que no puedan decidir su propio destino.
2. Queremos el pleno empleo para nuestro pueblo.
Creemos que es responsabilidad del gobierno federal procurar un empleo a cada uno o una renta garantizada. Creemos que si los empresarios estadounidenses no quieren garantizarnos el pleno empleo, entonces se les debe quitar los medios de producción y ponerlos en manos de la comunidad; así la gente de la comunidad podrá organizarse y emplear a todos sus miembros dándoles una forma de vida de alta gama.
3. Queremos que no haya más saqueo de los blancos a la comunidad negra.
Creemos que este gobierno racista nos ha robado y hoy exigimos el reembolso de los atrasos de la deuda impagada de dos mulas y cuarenta acres que fueron prometidos hace un siglo en compensación a la esclavitud y el asesinato masivo de los negros. Aceptaremos el pago en especie que será distribuido en todas nuestras comunidades. Los alemanes ayudan hoy a los judíos en Israel a título de reparación por el genocidio de su pueblo. Los nazis mataron a 6 millones de judíos. Los racistas americanos participaron en la masacre de más de 50 millones de negros; por eso consideramos que nuestra demanda es muy modesta.
4. Queremos viviendas decentes aptas para abrigar a seres humanos.
Consideramos que si los propietarios blancos no suministran viviendas decentes a la comunidad negra, entonces la vivienda y la tierra deberán transformarse en cooperativas de forma que con la ayuda del gobierno, podremos construir viviendas decentes para la gente.
5. Queremos educación para nuestro pueblo que exponga la verdadera naturaleza decadente de la sociedad estadounidense. Queremos una educación que nos enseñe nuestra verdadera historia y nuestro papel en la sociedad actual.
Creemos en un sistema educativo que dará al pueblo el conocimiento de sí mismo. Si una persona no conoce su posición en la sociedad y en el mundo, tiene pocas posibilidades en interesarse por nada.
6. Queremos que todos los hombres negros están exentos del servicio militar.
Creemos que los negros no deberían estar obligados a luchar en el servicio militar para defender un gobierno racista que no nos protege. No combatiremos ni mataremos a otras personas de color en el mundo que, al igual que los negros, son perseguidos por el gobierno racista blanco estadounidense. Nos protegeremos nosotros mismos contra la brutalidad y la violencia ejercida por la policía y los militares racistas por todos los medios necesarios.
7. Queremos el fin inmediato de los asesinatos y de la brutalidad de la policía.
Creemos que es nuestro deber poner fin a la brutalidad policial contra nuestras comunidades negras organizándonos en grupos de autodefensa negros destinados a defender a la comunidad negra de la brutalidad y la opresión de la policía racista. La segunda enmienda a la Constitución de Estados Unidos de América da el derecho a portar armas. Pensamos que los negros deberían armarse a sí mismo para la autodefensa.
8. Queremos la libertad para todos los negros detenidos en las prisiones y penitenciarias federales, del Estado, de los condados y de los municipios.
Creemos que todos los negros deberían ser liberados de las innumerables prisiones porque no han sido juzgados con justicia e imparcialidad.
9.Queremos que todos los negros cuando comparecen delante de un tribunal sean juzgados por un jurado compuesto de sus pares o de gentes salidas de las comunidades negras como lo estipula la Constitución de Estados Unidos.
Creemos que los tribunales deberían atenerse a la Constitución de Estados Unidos para que los negros sean juzgados equitativamente. La 14 Enmienda a la Constitución de EE UU da a toda persona el derecho a ser juzgada por sus pares. Un par es una persona de un medio económico, social, religioso, geográfico, histórico idéntico y del mismo origen racial. Para juzgarlo, la Corte deberá estar obligado a seleccionar un jurado en la comunidad negra de donde proviene el acusado negro. Hemos sido y seguimos siendo siempre juzgados por jurados compuestos únicamente de blancos que no tienen ninguna comprensión de la mentalidad del negro medio en la comunidad.
10. Queremos tierra, pan, viviendas, enseñanza, de qué vestirnos, justicia y paz y como objetivo principal: un plebiscito supervisado de Naciones Unidas que se desarrolle en la “colonia” negra y en el que solo puedan participar sujetos negros “colonizados” para determinar la voluntad del pueblo negro en relación a su destino nacional.
Repolitizar las luchas pasadas y presentes
De esta forma, las luchas de emancipación se inscriben en una continuidad y en una historia: contra la esclavitud, en el siglo XIX, en la lucha contra el sistema carcelario en el siglo XXI, pasando por los combates por los derechos civiles en el siglo XX. Como destaca Angela Davis, estas diferentes movilizaciones están vinculadas de manera muy estrecha. Todas apuntan al racismo estructural, tan anclado en la sociedad estadounidense y en la sociedad francesa: “El racismo está integrado en la estructura misma de las instituciones”.
A este respecto, la forma en la que se celebran hoy estas luchas pasadas debería interpelarnos. Asistimos a una personificación a ultranza de las luchas de emancipación, generalmente reducidas a figuras morales desembarazadas de su perfil político y contestatario. De Martin Luther King a Nelson Mandela, la heroificación supone una falsificación de la historia que tiene como consecuencia invisibilizar la fuerza política de las acciones colectivas y la intervención de millones de personas anónimas sin las que ninguna resistencia a la opresión -y a fortiori, ninguna victoria- habría sido posible.
Recordemos simplemente que personas como Angela Davis, Assata Shakur pero también Nelson Mandela, hoy glorificadas, han estado clasificadas, o todavía lo están - como la segunda-, como terroristas en Estados Unidos
Aún más problemática, la misma celebración puede contribuir a despolitizar la memoria de las luchas pasadas. Así sucedió en los homenajes que se hicieron a la “Marcha por la igualdad y contra el racismo” en 1983 en Francia, rebautizada además, a menudo, como “Marcha de los mestizos” donde generalmente se contenta con saludar la conmemoración vaciándola de las reivindicaciones políticas que están en su origen y perduran aún en 2016, tales como la denuncia del racismo de Estado y de los crímenes policiales.
Según Angela Davis, la búsqueda de la emancipación supone una visión global de lo que el racismo y el capitalismo implican para la vida de los no-blancos y de los pobres; especialmente, en términos económicos, educativos o represivos. La defensa de las luchas colectivas progresistas -contra el racismo y el sexismo, la represión policial y el encarcelamiento, las desigualdades sociales y la explotación capitalista- necesariamente se articulan con una crítica al individualismo capitalista.
La problemática central de la condición capitalista parece un sobreentendido en algunos movimientos políticos autónomos del antirracismo en Francia. Los detalles de las implicaciones e intereses capitalistas directos en el ámbito de la seguridad posterior a los atentados o en la política migratoria de los estados occidentales perpetúan los sistemas de opresión. Al ver estos estrechos lazos destacados por Angela Davis, las implicaciones capitalistas de los sistemas de opresión merecerían ser importantes en las luchas antirracistas. Ella recuerda con insistencia que los derechos fundamentales deben estar asegurados y respetados en todos los campos sociales en los que el racismo persiste y se expresa a través de la segregación social, económica, educativa, securitaria que además, alimenta la lógica securitaria y llena las cárceles.
Acabar con el “complejo industrial-carcelario”
El movimiento por la abolición de las cárceles en el que se inspira Davis, es heredero del análisis del gran intelectual afroamericano W.E.B. Du Bois. Según él, este movimiento era la prolongación natural de la lucha por la abolición de la esclavitud poniendo en evidencia la dimensión estructural e institucional de la violencia racial contra la población negra.
Recientemente Michelle Alexander, en The New Jim Crow: Mass Incarceration in the Age of Colorblindness /1, establece un paralelismo entre la segregación racial y el sistema carcelario. Responsable de la justicia racial en la American Civil Liberties Union, se interroga sobre la nueva forma de segregación que castiga duramente a través de la lucha contra el tráfico de drogas y demuestra que esta es la forma moderna de Jim Crow- símbolo de la ideología racista y de la segregación racial post-esclavitud-, que permite el encarcelamiento en masa de personas no blancas en Estados Unidos que cuenta con un 60 % de detenidos negros o hispanos. Hace la siguiente constatación:
“Hoy hay muchos más afroamericanos en en prisión o en libertad condicional que esclavos había en 1960”
Así presenta Davis la filigrana racista de las políticas securitarias. Pero más allá del mantenimiento de la dominación blanca, los intereses que se derivan son financieros. El concepto de “complejo industrial-carcelario”, desarrollado por Mike Davis en el marco de un estudio sobre la economía penitenciaria, permite repensar las función central de las prisiones: al mismo tiempo, económica, ideológica y política. El complejo industrial-carcelario constituye “una forma de esclavitud moderna” rentable y en expansión. Los intereses capitalistas que lo sostienen, pero también la función de sometimiento que cumple, lo convierten en un campo determinante de las luchas de emancipación.
También la lucha contra el sistema carcelario implica atacar las prácticas institucionales y la ideología que alimenta el complejo industrial-carcelario. El encarcelamiento masivo, en realidad, está ampliamente basado sobre criterios de raza y clase que influyen en las prácticas ordinarias de las instituciones del Estado y sus aparatos represivos. El anclaje de la lógica racial en las instituciones explica la gran proporción de no blancos en prisión en Estados Unidos, aborígenes en Australia y negros y árabes en Francia. Refiriéndose a Foucault, Angela Davis describe la prisión como un aparato ideológico y psíquico que responde a la lógica de “crímenes y castigos” pero también a un espacio material y objetivo que se apoya en la lógica citada anteriormente.
La lucha para acabar con el “complejo industrial-carcelario” que se acompaña de la reivindicación y la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos, constituye un reto central para los movimientos progresistas de Estados Unidos pues los encarcelamientos se inscriben en una estrategia de rodeo de los problemas sociales profundos. El encarcelamiento masivo es rentable y puede ser considerado como una de las “derivas destructivas del capitalismo globalizado” con más de dos millones y medio de personas encarceladas en Estados Unidos (que se caracterizan por tener la tasa más alta de encarcelamiento del mundo de forma que de cuatro personas detenidas en el mundo, una lo sea en Estados Unidos. Es esta dimensión global y estructural lo que puede enriquecer nuestro análisis de las luchas contemporáneas.
En efecto, pese a la forma del libro (un conjunto de conferencias pronunciadas en distintos momentos y sobre temas diversos), el mismo está marcado por la constante preocupación de Angela Davis de hacer ver los lazos posibles y necesarios entre el antirracismo político, el anticapitalismo y antiimperialismo a partir de ejemplos concretos.
La lucha contra el sistema carcelario se acompaña necesariamente de la lucha contra los crímenes policiales que, en Estados Unidos, igual que en Francia, desmienten el rol cívico que el Estado pretende confiar a la policía para “proteger” y “servir” a la población. La militarización de las prácticas policiales y su equipamiento suponen una amenaza para la población, especialmente, la no blanca. Los sucesos del 14 de julio de 2016 en la Plaza de la República en París organizado por “Urgencia, nuestra policía asesina”, colectivo de familias víctimas de crímenes policiales, y la presencia del movimiento Black Lives Matter, sirve para ilustrar la dimensión internacional de las problemáticas de violencia institucional y de la resonancia de esta problemática en Francia.
El monopolio de la violencia que disfruta el Estado implica la criminalización de los individuos o los grupos que la usan con un requerimiento firme a la no violencia permitiendo así ocultar los retos de las luchas anti-sistema: “Poner la cuestión de la violencia en primer plano permite disimular los desafíos que están en el corazón de las luchas emancipadoras”. Frente a este hecho, corresponde a los oprimidos y oprimidas autodeterminarse y definir la forma de resistir en relación a sus objetivos de emancipación sin juicio moral en cuanto a los medios de luchar que adopten.
En su esfuerzo por elaborar una perspectiva internacional, Angela Davis explica cómo el “complejo industrial-carcelario” alimenta no solo la segregación en el territorio estadounidense sino que participa en el apartheid israelí. Recuerda que el apoyo de Estados Unidos a Israel se cifra en alrededor de 8,5 millones de euros al día.
Durante una conferencia en Londres para apoyar el boicot a la sociedad privada multinacional G4S, Angela Davis expuso cómo la privatización de la seguridad interior permite obtener beneficios con el racismo, las políticas antimigratorias y las tecnologías de la represión en Israel que se exportan a otros lugares bajo la cobertura de “lucha contra el terrorismo” de la cual Israel es precursor. G4S es la tercera mayor compañía privada del mundo en materia de seguridad. Responsable de la encarcelación en masa de palestinos, de la organización carcelaria de algunas escuelas en Estados Unidos o en establecimientos penitenciarios para menores, del muro de separación estadounidense- mexicano, de los centros de detención para emigrantes (que a consecuencia de las guerras, representa uno de los sectores más rentables actualmente), G4S se inmiscuye en la vida de las personas en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en Palestina y en otros lugares.
Esta misma “guerra contra el terrorismo” está en el origen de innumerables pérdidas humanas en el mundo, especialmente , en el mundo árabe. Así mismo, es el vector -y un medio de legitimación- del ascenso de la islamofobia en Estados Unidos, en Europa o en Australia. Se traduce por una “israelización”de las prácticas securitarias y en un impacto directo sobre nuestras vidas y nuestras sociedades tanto si se trata de la suspensión de las libertades fundamentales, del aumento del racismo o de la represión cada vez más violenta a cualquier contestación.
La crítica defendida hoy por Angela Davis de la privatización de la seguridad nacional bajo la cobertura de la “guerra contra el terrorismo” y de la militarización de la policía se acompaña de una comparación con la política de seguridad israelí. De Gaza a Ferguson y hasta París, la militarización de la policía es reveladora de una creciente deriva autoritaria que se expresa en la represión de la población palestina por Israel, manifestaciones en Ferguson contra los crímenes policiales o incluso por la represión de las manifestaciones de apoyo a Gaza en París en 2014 o en la primavera de 2016 en las manifestaciones contra la reforma laboral.
Estos ejemplos de la dimensión estructural de la violencia de Estado, heredera de la violencia racial e histórica de la esclavitud y de la colonización, es central en la construcción del sistema capitalista e imperialista globalizado. Angela Davis lo explica así:
La represión nunca ha sido tan violenta como cuando las movilizaciones se oponen al capital o al imperialismo que es una de sus facetas.
Un feminismo interseccional
Antirracista, antiimperialista, anticapitalista, Angela Davis es también feminista. Se inscribe en un enfoque interseccional /2 que responde a la exigencia recurrente hecha a las mujeres negras de posicionarse frente al movimiento negro y al movimiento feminista insistiendo en las imbricaciones entre diferentes opresiones. Como recuerda Angela Davis, el feminismo negro basa su enfoque en la toma en serio de las múltiples opresiones que atraviesan el cuerpo de las mujeres negras así como su experiencia vital individual. Por tanto, es el propio feminismo el que ha evolucionado -y debe seguir haciéndolo- especialmente, basándose en el trabajo fundamental de conceptualización hecho por las feministas negras.
Davis recuerda la dificultad real para algunas mujeres de color de identificarse con el movimiento feminista:
Fuimos muchas las que consideramos en aquella época el movimiento feminista como un movimiento demasiado “blanco” y demasiado “clase media” como un movimiento “demasiado burgués”. El combate por los derechos de las mujeres va más allá de “excluir” a las mujeres no blancas de la categoría “mujeres” y de esta forma su feminismo será estudiado a través de lo que se llaman las “teorías y prácticas feministas de las mujeres no blancas.
Hoy este dato sigue siendo operativo en Francia. Por ejemplo, para la categoría de mujeres musulmanas visibles quienes mayoritariamente no se reconocen en el calificativo de feministas aunque adopten prácticas feministas. .
La emergencia del feminismo negro (Black feminism) permitió volver a conectar estos dos movimientos sin jerarquizarlos. La interseccionalidad era “un medio de pensar nuestros desafíos” que atravesaban los cuerpos y las experiencias vitales individuales y que implicaba que no se pueden separar la cuestiones relativas a la raza de las cuestiones relativas a la clase social o al género. Más allá de esto, este enfoque interseccional permitió unir la lucha por la justicia social más allá de las fronteras nacionales: Insistir en las convergencias de las luchas contra el racismo en Estados Unidos y las luchas contra la represión de los palestinos por parte de Israel constituye desde este punto de vista, un enfoque feminista.
Este feminismo se esfuerza en pensar en la articulación y en las intersecciones entre las diferentes relaciones de opresión para sobrepasar las categorías construidas socialmente por y para la dominación.
Davis también vuelve sobre la redefinición de la categoría “mujer” y sus límites, que ella presenta bajo la mirada de la realidad transexual distanciándose del concepto de género que transmite, según ella, un inconsciente normativo. Muestra la pertinencia de la consigna “lo personal es político” y la forma en la que la violencia doméstica y la institucional se hacen eco una a la otra. Además anima a los movimientos feministas contra la violencia racial a denunciar con la misma fuerza la violencia doméstica pues, para Davis, lo política se reproduce a sí mismo a través de lo personal.
Muestra en el capítulo sobre feminismo y lucha anticarcelaria, la aportación de las contribuciones de antiguas detenidas transexuales así como trabajos universitarios elaborados bajo este punto de vista.
Más allá de la cuestión sexual, las opresiones están inextricablemente unidas se hable del racismo estructural de Estados Unidos o de la represión del pueblo palestino por Israel, la alianza de las mujeres del tercer Mundo en la década de 19960-70 nos recuerda hasta qué punto el racismo , sexismo e imperialismo están estrechamente imbricados. Recuerda el papel fundamental de las mujeres en las luchas contra la opresión: las mujeres siempre aseguraron las tareas de organización del movimiento negro radical.
Conclusión
En esta obra. Angela Davis nos acompaña en el camino que va de las luchas pasadas a las actuales mostrando cómo la búsqueda de la liberación toma forma y se recompone en los márgenes de la sociedad, en el seno de los grupos oprimidos. De esta forma, propone aprender cómo pensar, actuar y luchar contra lo que ideológicamente es designado como “normal”.
Volviendo a las luchas de liberación post-esclavistas de la población negra estadounidense, abre la vía a un movimiento más global y designa objetivos de transformación para una sociedad nueva. Así logra establecer lazos fecundos en un plano teórico y práctico entre lucha anticarcelaria, el feminismo negro e interseccional, el movimiento de solidaridad con Palestina, pero también la necesidad de desinstitucionalizar los asilos y los establecimientos psiquiátricos.
A la hora de la crisis migratoria y de las políticas represivas que ejercen los gobiernos, las entrevistas y las conferencias que recoge Frank Barat son preciosos para la actualización de una reflexión sobre las luchas progresistas para la liberación , la igualdad y la justicia.
Notas
1. The New Press, 2010. El libre aparecerá pronto en francés en ediciones Syllepe.
2/ Angela Davis, Femmes, race et classe, Paris, Editions des femmes, 2007.
[Aprovechando la publicación en francés del libro de Angela Davis, Une lutte sans trêve, Hanane Karimi, profesora en la Universidad de Estrasburgo y portavoz Femmes dans la mosquée traza un perfil de su pensamiento.]http://www.contretemps.eu/angela-davis-feminisme-intersectionnel/
Traducción: VIENTO SUR
Traducción: VIENTO SUR