OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.- ¡Hay que ver qu茅 generosos son los diputados al interpretar la normativa de incompatibilidades cuando les afecta en el bolsillo! Solo el PSOE se opone al pluriempleo de los representantes del pueblo. Sin duda estos aducen muy oportunas razones para simultanear su labor de legisladores y controladores dele gobierno con otras actividades lucrativas legales. Para las ilegales no suele pedirse permiso. Y sin duda tambi茅n dichas razones merecen una consideraci贸n reposada no movida por la demagogia, la envidia o las simples ganas de fastidiar y as铆 lo haremos.

Pero antes, s茅anos permitido se帽alar una paradoja bastante vergonzosa a primera vista. Los mismos diputados que interpretan laxamente las incompatibilidades propias mantienen incompatibilidades estrictas, arbitrarias, injustas para otras colectividades. Por ejemplo, los jubilados. No pueden estos compatibilizar el cobro de su pensi贸n con las ganancias que obtienen en el mercado libre por su obra o como derechos de autor de sus producciones. Resulta as铆 que dibujantes como Forges, novelistas, m煤sicos, no pueden percibir esos ingresos cuando sobrepasen una cantidad anual que es muy baja (tres veces el SMI). Es sangriento porque la prohibici贸n ignora que la pensi贸n no es un salario ni una donaci贸n graciosa del gobierno, sino un derecho por el que se ha cotizado a lo largo de la vida. Un derecho que debiera ser tan intangible como los t铆tulos de propiedad de bienes inmuebles. Adem谩s, el p煤blico en general no puede beneficiarse con la creatividad de los autores, muchas veces en su mejor etapa, porque no se lo permiten sus representantes que, sin embargo, pretenden compatibilizar sus suculentos sueldos (muy superiores a las pensiones, incluso la m谩xima) con otras actividades que, salvo excepciones, son puramente mercantiles y poco o nada tienen que ver con la creaci贸n.
Aun suponiendo que entre los diputados solicitantes de compatibilidad los haya simpatizantes con la causa de los jubilados, lo menos que puede decirse de ellos es que anteponen sus intereses a los de sus representados.
Y ahora, a las compatibilidades de los diputados. El criterio que debe tomarse en consideraci贸n para decidir y el 煤nico es la condici贸n gen茅rica de legisladores de todos los compatibilizables. Esto aclara muchas cosas. Parece l贸gico que quien impone las normas universales y generales de obligado cumplimiento, las leyes, en nombre del inter茅s general (pues los diputados lo son del conjunto del electorado) no est茅 en actividades lucrativas en defensa de intereses particulares. Esto incluye la abogac铆a, la asesor铆a de empresas y ocupaciones de este jaez, esto es, las actividades profesionales que impliquen contrataci贸n con esos intereses. Del otro lado compatibles debieran ser las labores creativas: los libros, los cuadros, las composiciones musicales,las patentes as铆 como las conferencias y alguna actividad docente y, por supuesto la conducci贸n y realizaci贸n de programas de televisi贸n siempre que no est茅n financiados por intereses particulares internos o for谩neos ni emitan su publicidad. Benefician a la colectividad y no es injusto que obtengan remuneraci贸n.
La participaci贸n en los medios, las tertulias y formatos an谩logos es un asunto m谩s delicado. Se parte de que en los medios p煤blicos no se cobra, pero en los privados, s铆. Eso est谩 bien, aunque quiz谩 no sea suficiente. El problema est谩 en la permanencia, en la continuidad en que los diputados fijos en estos programas acaban convertidos en portavoces oficiosos de sus partidos y no porque ello est茅 mal en s铆 mismo, sino porque necesariamente interfiere en su rendimiento como legisladores. A lo mejor es m谩s sensato que los partidos alternen las personas que env铆an a las tertulias.
En resumen, est谩 bien que los diputados luchen por compatibilizar su condici贸n con ciertas actividades remuneradas, pero, antes, cu铆dense de que la gente podamos seguir disfrutando de las creaciones de Mendoza (premio Cervantes 2016), Caballero Bonald, etc. sin arruinarlos.
Pero antes, s茅anos permitido se帽alar una paradoja bastante vergonzosa a primera vista. Los mismos diputados que interpretan laxamente las incompatibilidades propias mantienen incompatibilidades estrictas, arbitrarias, injustas para otras colectividades. Por ejemplo, los jubilados. No pueden estos compatibilizar el cobro de su pensi贸n con las ganancias que obtienen en el mercado libre por su obra o como derechos de autor de sus producciones. Resulta as铆 que dibujantes como Forges, novelistas, m煤sicos, no pueden percibir esos ingresos cuando sobrepasen una cantidad anual que es muy baja (tres veces el SMI). Es sangriento porque la prohibici贸n ignora que la pensi贸n no es un salario ni una donaci贸n graciosa del gobierno, sino un derecho por el que se ha cotizado a lo largo de la vida. Un derecho que debiera ser tan intangible como los t铆tulos de propiedad de bienes inmuebles. Adem谩s, el p煤blico en general no puede beneficiarse con la creatividad de los autores, muchas veces en su mejor etapa, porque no se lo permiten sus representantes que, sin embargo, pretenden compatibilizar sus suculentos sueldos (muy superiores a las pensiones, incluso la m谩xima) con otras actividades que, salvo excepciones, son puramente mercantiles y poco o nada tienen que ver con la creaci贸n.
Aun suponiendo que entre los diputados solicitantes de compatibilidad los haya simpatizantes con la causa de los jubilados, lo menos que puede decirse de ellos es que anteponen sus intereses a los de sus representados.
Y ahora, a las compatibilidades de los diputados. El criterio que debe tomarse en consideraci贸n para decidir y el 煤nico es la condici贸n gen茅rica de legisladores de todos los compatibilizables. Esto aclara muchas cosas. Parece l贸gico que quien impone las normas universales y generales de obligado cumplimiento, las leyes, en nombre del inter茅s general (pues los diputados lo son del conjunto del electorado) no est茅 en actividades lucrativas en defensa de intereses particulares. Esto incluye la abogac铆a, la asesor铆a de empresas y ocupaciones de este jaez, esto es, las actividades profesionales que impliquen contrataci贸n con esos intereses. Del otro lado compatibles debieran ser las labores creativas: los libros, los cuadros, las composiciones musicales,las patentes as铆 como las conferencias y alguna actividad docente y, por supuesto la conducci贸n y realizaci贸n de programas de televisi贸n siempre que no est茅n financiados por intereses particulares internos o for谩neos ni emitan su publicidad. Benefician a la colectividad y no es injusto que obtengan remuneraci贸n.
La participaci贸n en los medios, las tertulias y formatos an谩logos es un asunto m谩s delicado. Se parte de que en los medios p煤blicos no se cobra, pero en los privados, s铆. Eso est谩 bien, aunque quiz谩 no sea suficiente. El problema est谩 en la permanencia, en la continuidad en que los diputados fijos en estos programas acaban convertidos en portavoces oficiosos de sus partidos y no porque ello est茅 mal en s铆 mismo, sino porque necesariamente interfiere en su rendimiento como legisladores. A lo mejor es m谩s sensato que los partidos alternen las personas que env铆an a las tertulias.
En resumen, est谩 bien que los diputados luchen por compatibilizar su condici贸n con ciertas actividades remuneradas, pero, antes, cu铆dense de que la gente podamos seguir disfrutando de las creaciones de Mendoza (premio Cervantes 2016), Caballero Bonald, etc. sin arruinarlos.