No os quedéis en el margen. Que las aguas os llevenÁngela Figuera Aymerich
sobre finas arenas o afilados guijarros.
Que os penetren las sales. Que las zarzas os hieran-
Y, acerando la quilla, remontad la corriente
hacia el puro misterio donde el río se inicia
Ilustración de Ángela Figuera Aymerich en el libro ‘Nosotras / Gu geu’.
Marian Puertas hizo un taller de moldes de tetas, mezclando la simbología, la transformación social, la crítica y lo artístico. Elba Ruíz Morales y Zahira Montalvo Herrero, las payasas que conforman Kancaneo Teatro, han compartido técnicas de improvisación. ‘Inundación’, una obra de teatro sobre la autopsia feminista de una ruptura amorosa lesbiana, se va a estrenar en el marco del festival de cine Zinegoak. Desde hace semanas, Mai Serrano ofrece citas periódicas en su ‘Café para madres’ y su ‘Café para gordas’, con los que pretende, a través del discurso y la conversación distendida, poner patas arriba los conceptos sobre la feminidad.
Histeria Kolektiboa, un colectivo formado por mujeres en torno al arte, la cultura y la transformación social, arropa estas actividades (y otras muchas, que llevaría todo el texto describirlas). Están en Bilbao, en el barrio de San Francisco, una red de calles, en pleno centro, por el que mucha gente evita pasar. Migración, gente moderna, cultura, arte, población gitana o periodismo se entremezclan en una de las zonas con más solera de la capital vizcaína. Ahí, en la calle Las Cortes, la de la prostitución, está La Karpintería, una antigua serrería que las creadoras de Histeriak convirtieron en un hueco imprescindible para la cultura crítica en Bilbao.
“Es una comunidad que camina sola, que se relaciona con el espacio para crear. Aquí la gente se siente libre. Con este proyecto intentamos saltar la barrera del miedo, desmontar lo políticamente correcto, dar luz sobre cosas evidentes pero que mirarlas supone accionar”. Habla Verónica Más Checa, una de las fundadoras del colectivo. La iniciativa nació de un grupo de mujeres, de diversas disciplinas y capacidades, que ofreció al barrio y a la ciudad un sitio diferente e inclusivo. “Empezamos a programar cosas de mujeres porque normalmente los hombres tiene más fácil visibilizarse. A nosotras nos cuesta pedir el espacio, siempre vamos con el perdón y las gracias”, apunta Más. Y añade: “Es que incluso a las mujeres nos han querido quitar el arte. Hay genio, pero no genias”.
El lenguaje sexista ha intentado apropiarse del discurso y, por extensión, de la construcción de los imaginarios. Pero no lo ha conseguido. Hay muchas ‘genias’. De algunas se hace eco el proyecto ‘Nosotras / Gu geu’, de las librerías La Vorágine, de Santander, y Louise Michel, de Bilbao, que ahonda en la subversión feminista de la cultura. A través de un libro y diferentes charlas han recordado y reescrito la historia y la trayectoria de varias mujeres cuya impronta fue fundamental en su época, pero que el paso del tiempo, y el olvido de la cultura ‘oficial’, ha suavizado.
Desigual reconocimiento
“Fueron valoradas entonces, pero con el tiempo se ha perdido su memoria”, subraya Cristina Sáez, de la librería feminista Louise Michel. Un claro ejemplo es Ángela Figuera Aymerich, poeta social bilbaína de la postguerra. Coetánea de Blas de Otero y Gabriel Celaya, su nombre era habitual en la mitad del siglo XX cuando se hablaba de poesía; pero, ¿quién la conoce hoy?
“A pesar de la impetuosidad del resurgimiento poético de las mujeres, capaz de borrar, en cuanto a calidad, inquietud y fuerza, cualquier línea divisoria con la poesía escrita por los hombres, el reconocimiento y la valoración que reciben queda, todavía hoy, claramente discriminada y minusvalorada”, recoge precisamente el libro Nosotras / Gu geu, en el que, a través de la biografía de cuatro mujeres, se habla del Bilbao de inicios de siglo XX, del minero, de la ciudad en la posguerra y en el franquismo, y también de la Transición. Para conocer el Bilbao actual bien vale una visita a La Karpintería.
Ilustración de Dolores Ibarruri en el libro ‘Nosotras /Gu geu’
A través de la figura de Dolores Ibarruri se indaga, por ejemplo, en el Bilbao de la cuenca minera. Porque antes de ser una reconocida política, esta mujer, nacida en Gallarta, denunció la situación de los mineros y sus familias. Una lucha muy desconocida y que marcó su vida. Fue modista, sirvienta, esposa de preso, madre de seis criaturas -sólo una moriría después que ella-. “Primero rompió con el papel tradicional de esposa para convertirse en una esposa militante, después su compromiso político fue saliendo de la esfera privada y de su rol de esposa para ocupar el espacio público por sí misma”, escribe la investigadora Leticia Urretabizkaia en el libro. Luego, fue la Pasionaria.
Para Antonia Rodrigo, citada en la publicación, “Dolores Ubarruri enaltecía a las multitudes porque en ella estaban personificadas la madre, la hija, la novia, la hermana, la campesina, la minera, la obrera, la heroína”; seguramente también la ‘genia’. Por ello, “Pasionaria no renegó nunca de sus orígenes, porque hubiera sido renegar de una buena parte de su personalidad”. Tampoco abjuró de su condición de mujer en un espacio tan masculino como la política. La conciencia de clase y de género atravesaron su trayectoria. Atacada por su rol de género, por su vida sentimental, por su origen humilde… Por todo fue atacada Dolores, sobre todo por tener pensamientos propios, valentía y arrojo.
“Es de vital importancia para el avance de la revolución la conquista de la mujer; nuestra principal tarea es darle una conciencia política que le permita conocer a sus enemigos y que le capacite para ejercer sus derechos. Ocurre que son nuestros propios camaradas los que se oponen a que la mujer intervenga en la vida política y social. Tenemos que empezar por conquistar nuestros hogares, arrojando al enemigo que tenemos dentro”, escribió Ibarruri en Mundo Obrero, en 1933.
‘Nosotras / Gu geu’ también dedica espacio a la pionera del reporterismo a través de la fotografía, Eulalia Abaitua, quien a inicios del siglo XX visibilizó con su cámara las actividades y lo que hacían las mujeres de entonces. Sus fotos son un gran ejercicio de documentación, como el que hace, desde la Transición, el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz. Montado por un grupo de mujeres, este espacio es un depósito público de una colección ordenada de libros, revistas y DVD, pero que además, y tal vez sea esto lo más importante, se encarga de la “custodia del patrimonio del movimiento feminista de Euskadi”, como explica María José Sola, la bibliotecaria. Entre sus archivos, destacan los carteles de los movimientos y manifestaciones feministas desde hace 40 años.
Salvaguardar el conocimiento y el patrimonio cultural de las mujeres, ofrecer recursos y reconocer los saberes igualitarios, femeninos y feministas son los ejes del Centro. La documentación está ahí y no debería caer en el olvido para que, en unos años, no sean necesarios proyectos como ‘Nosotras / Gu geu’, ni en Bilbao, ni en Santander, ni en ningún sitio. Porque las ‘genias’ están ahí. Veámoslas y nombrémoslas.
Este reportaje forma parte del proyecto ‘Nosotras / Gu geu’ de las librerías La Vorágine, de Santander, y Louise Michel, de Bilbao.
pikaramagazine