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Chantaje chic

OPINI脫N de Carola Ch谩vez, Venezuela.- 脷ltimamente nos ha tocado ver algo novedoso, dir铆a yo, in茅dito: Los sifrinos preocupad铆smos por los pobres que est谩n pasando roncha. S铆, resulta que ahora sienten empat铆a por los mismos que ellos llaman niches, pelabolas, negros, desdentados, monos. Por los mismos que no dejan entrar en sus discotecas, haciendo efectivo el torcido derecho de admisi贸n. Preocupados por esos que encienden las alarmas de p谩nico si se les ocurre caminar por las calles de alguna urbanizaci贸n chic, porque esa vaina es sospechosa, “un niche por esto lados, algo estar谩 buscando, y no precisamente una direcci贸n. ¡SOSVenezuela!”. Por los mismos que no deben juntarse con sus hijos, porque uno no sabe qu茅 malas ma帽as y qu茅 microbios tenga esa gente. ¡Por ellos est谩n preocupados!







El sifrinaje hace rato agot贸 el recurso de la hipocres铆a. Es que con la llegada de Ch谩vez, el desprecio a los pobres se quit贸 la careta, porque esos malditos monos pusieron y mantuvieron en el poder al teniente coronel, dec铆an arrastando las s铆labas, para que quedara claro el desprecio a su rango. Se les acab贸 el poquito de pudor que ten铆an y el racismo que practicaban gozosos a puertas semi cerradas, se desbord贸 convertido en una declaraci贸n pol铆tica y de paso, en un s铆mbolo de estatus, distancia y categor铆a, you know…

Entonces la se帽ora de servicio a la que quer铆an “como parte de la familia”, aunque com铆a sola y de p铆e en un rinc贸n de la cocina, luego de servir a los “parientes” que le pagan su sueldo, se convirti贸 una posible esp铆a infiltrada de los c铆rculos bolivarianos. Lo mismo que el jardinero, el conserje el mensajero… ¡Malditos todos, negros de mierda! J煤rame que no eres chavista o te quedas sin trabajo. Ok, se帽ora, no soy chavista… (pero el voto es secreto)…

“Muertos de hambre, lambucios que se venden por un bollo de pan y una carterita” –dijeron cuando los pobres pudieron comer. Furiosos, intentaron sacarles de nuevo la comida de la boca, una y otra vez. Y cada vez que el gobierno chavista les revent贸 la maniobra, llovieron los pretendidos insultos a contra quienes llevaron la comida al pueblo: ¡verduleros, “carniceiros”, vende pantaletas!. Porque, claro, tambi茅n vender verduras, carne, pantaletas, o sea, ser comerciante, es una vaina degradante, y por supuesto, niche.

Lo tragic贸mico es que hubo -y hay- verduleros, carniceros y vende pantaletas, que creen que la cosa no era con ellos sino con los que son m谩s negros, los que tienen el pelo m谩s chicharr贸n; y se unieron al club del deprecio, porque esa gentuza quiere tener derecho a comer barato, quieren que uno los mantenga, cuando lo que tienen que hacer es trabajar para que puedan pagar los precios del mercado y bla, bla, bla…

Los defensores del derecho de los empresarios a chupar d贸lares baratos del Estado y convertirlos en fortunas en el mercado negro. Los ap贸stoles de d贸lar today, Los que celebran sus arbitrarias subida como victorias pol铆ticas, ¡y va a caer, y va a caer…! Los que se frotan las manos cuando baja el petr贸leo, “ahora vamos a ver c贸mo carajo va a a hacer Maduro sin ese chorro de d贸lares”. Esto a la vez que le exigen al gobierno que entregue d贸lares a empresarios millonarios porque ellos, pobrecitos, sin la teta del Estado, no pueden producir un poquito para Venezuela y usar el resto -¡y vaya resto!- para construir un emporio en el pa铆s de al lado, o en de m谩s arribita, para que despu茅s decirnos: ¿Ves? All谩 si hay harina Pan.

Los que convirtieron al que dijo “Yo especulo, pero doy empleo” en h茅roe en el exilio. Los que sostienen que el que pone los reales se merece la mayor tajada. Los defensores el derecho al lucro con el trabajo ajeno; ellos, los art铆fices del hambre, pretenden convertirse en la voz de los que no tienen qu茅 comer. Un poquito m谩s de cinismo s谩dico y me desmayo…

Y ah铆 van, declarando emergencias humanitarias que abran paso a verdaderas tragedias intervencionistas. Ah铆 van, con la barriga llena, sin coraz贸n contento, atacando a los CLAP como han atacado venenosos cada pol铆tica que llevara bienestar al pueblo. Ah铆 van, con su agenda oculta, con sus palabras vac铆as, con su mal fingida preocupaci贸n por quienes hist贸ricamente han despreciado.

Eso s铆, ni una sola propuesta. Solo la confesi贸n abierta del chantaje al que pretenden someternos cuando afirman, con sus caras tan lavadas, que la soluci贸n est谩 -¡abracadabra!- en el “cambio”.

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