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La nueva guerra

OPINI脫N de Laura Zamarriego Maestre.- Llev贸 d茅cadas demostrar que fumar provocaba c谩ncer, enfermedades card铆acas e incluso la muerte, y otros tantos a帽os m谩s afirmar que los fumadores pasivos sufr铆an consecuencias similares. Hace tiempo que lleg贸 la hora de admitir que tenemos ante nosotros una grave amenaza: la contaminaci贸n, que nos convierte a todos en fumadores pasivos.

Cerca del 23% de los fallecimientos en el mundo se producen por vivir o trabajar en ambientes poco saludables, seg煤n los 煤ltimos datos de la OMS. Los factores de riesgo ambientales, como la poluci贸n del aire, el agua y el suelo, la exposici贸n a los productos qu铆micos, el cambio clim谩tico y la radiaci贸n ultravioleta, contribuyen a m谩s de 100 enfermedades o traumatismos. El n煤mero de muertes prematuras por la contaminaci贸n podr铆a duplicarse de aqu铆 a 2050, cuando los n煤cleos urbanos pasen de albergar a la mitad de la poblaci贸n a acoger al 70%.

La contaminaci贸n ambiental se cobra m谩s v铆ctimas que la malaria, la tuberculosis y el sida juntos. La insalubridad ambiental provoca 12,6 millones de muertes al a帽o. Ir贸nicamente, en la 煤ltima d茅cada se ha dado un cambio de patr贸n: al mismo tiempo que se reduc铆an las muertes debidas a enfermedades infecciosas como la diarrea y el paludismo, vinculadas a la mala calidad del agua, el saneamiento y la gesti贸n de las basuras, aumentaban las provocadas por problemas ambientales.

“La contaminaci贸n es una preocupaci贸n relativamente nueva de la salud p煤blica y el verdadero alcance del problema ha salido a la luz en los 煤ltimos diez a帽os”, declaraba recientemente el profesor Benjamin Barratt, profesor de Ciencia de Calidad del Aire del King’s College de Londres. Los casos de infarto, ictus y c谩ncer de pulm贸n han crecido en paralelo a los inquietantes niveles de sustancias contaminantes en las ciudades europeas.

Pero otros estudios recientes han puesto de relieve que la contaminaci贸n tambi茅n impacta sobre el cerebro. “Est谩 muy demostrado el efecto que la contaminaci贸n tiene sobre el aparato respiratorio y, especialmente, sobre el sistema vascular, pero se ha demostrado que tambi茅n est谩 ralentizando la actividad de nuestras neuronas”, asegura Jordi Sunyer Deu, director adjunto e investigador del Centro de Investigaci贸n en Epidemiolog铆a Ambiental (CREAL) de Barcelona.

El CREAL obtuvo esta conclusi贸n despu茅s de medir los niveles de poluci贸n en 39 escuelas primarias de la ciudad. Despu茅s, examinaron el desarrollo cognitivo de los 3.000 alumnos. “Y lo que encontramos fue que los niveles de contaminaci贸n en las aulas y en los pasillos estaban relacionados con el desarrollo de las funciones cerebrales y tambi茅n con los s铆ntomas cl铆nicos de problemas de conducta”, explica Sunyer. Despu茅s de realizar un esc谩ner del cerebro mediante resonancia magn茅tica funcional (IRMf), los resultados preliminares mostraron que los cerebros de los ni帽os que se encontraban en 谩reas de poluci贸n alta respond铆an m谩s lentamente a los est铆mulos visuales y auditivos.

Se ha detectado que la placenta no es una barrera tan perfecta como pens谩bamos. “La contaminaci贸n tambi茅n tiene efectos en el crecimiento prenatal (los fetos pesan menos) e incrementa el riesgo de que haya complicaciones reproductivas. Tambi茅n se ha asociado a varios trastornos en la madre. Tambi茅n hay un efecto posnatal, que se ha visto en el desarrollo neuroconductual. El cerebro crece a una velocidad menor de la esperada”, contin煤a Sunyer. La exposici贸n a altos niveles de part铆culas en suspensi贸n en las madres embarazadas y en los ni帽os de dos a帽os puede aumentar el riesgo de autismo, seg煤n concluye un estudio de la Universidad de Pittsburgh publicado por Science Daily, al igual que en la vida adulta ha aumentado el n煤mero de casos de demencia, alzh茅imer y parkinson.

Sunyer alerta de que cada d铆a se fabrican nuevas sustancias sint茅ticas que antes no exist铆an: “El mercurio o el plomo son sustancias de las que los romanos ya estaban altamente contaminados. Pero muchas las hemos creado nosotros. Podemos encontrarlas en los pl谩sticos, en los cosm茅ticos, en la ropa, en los muebles…”. Eso explica que en nuestra sangre haya 300 sustancias qu铆micas que no ten铆an nuestros abuelos.

Sabemos que los niveles de contaminaci贸n se deben principalmente al tr谩fico de veh铆culos di茅sel. “Tenemos que librar a las ciudades de los veh铆culos con esos motores contaminantes. Tenemos que cambiar la manera en la que nos transportamos; la movilidad de las ciudades tiene que transformarse”, a帽ade Sunyer. “A nivel mundial, el factor ambiental m谩s da帽ino es la contaminaci贸n que se origina en el hogar de las v铆ctimas”. El investigador se refiere a la contaminaci贸n que provoca el cocinar con carb贸n, madera o biomasa en las casas, una pr谩ctica ya extinguida en los pa铆ses industrializados, pero muy com煤n en las zonas rurales de Asia y 脕frica.

El problema es especialmente grave en los pa铆ses emergentes como China o India, en los que hay que a帽adir la poluci贸n industrial derivada de las f谩bricas, las centrales de carb贸n o la quema de madera.

Algunas voces hablan ya de la sexta gran extinci贸n. Otras, como la de Jordi Sunyer, prefieren no alentar el catastrofismo: “Que la especie deje de ser capaz de procrearse es un mito. Los datos no confirman que pueda darse una disminuci贸n de la fertilidad que impida la regeneraci贸n de la especie. Aunque es cierto que la viabilidad de los espermatozoides ha disminuido, la esperanza de vida sigue aumentando. Es indudable, eso s铆, que nos enfrentamos a uno de los problemas m谩s graves de la humanidad”.



Laura Zamarriego Maestre

Periodista

Twitter: @LZamarriego




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