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Cuando las rosas ocultan espinas

OPINI脫N de Esther Vivas.- Las rosas de Sant Jordi tienen muchas m谩s espinas de lo que parece a simple vista. Incluso por m谩s que se las quiten, all铆 siguen. Tal vez no las encontremos en sentido literal, pero el origen de estas flores y su largo viaje del campo a casa deja una profunda herida. Tras el ideal de amor y amistad que nos venden, esconden precariedad y abusos.

La flor m谩s emblem谩tica de esta ‘diada’ tan catalana tiene muy poco de local. La mayor铆a de rosas vienen de Colombia y Ecuador. De los cinco millones y medio que se regalaron el a帽o pasado, la mayor铆a eran de importaci贸n. Un 92%, en el caso de las comercializadas a trav茅s de Mercabarna-Flor. La rosa del Maresme ha quedado relegada a un lugar simb贸lico. ¿Cu谩l es la raz贸n? La misma por la que vestimos ropa y comemos alimentos que vienen de la otra punta del mundo. Se deslocaliza la producci贸n a pa铆ses del Sur en b煤squeda de mano de obra barata y legislaciones medioambientales permisivas, para obtener un producto ‘low cost’ y venderlo a un precio competitivo. Las consecuencias sociales y medioambientales no importan cuando unos pocos solo buscan ganar dinero.

Salario m铆sero

Las mujeres son la principal fuerza de trabajo en estas maquilas dedicadas a la exportaci贸n de flores, la mayor铆a de ellas migrantes campesinas. En Colombia, representan el 80% del personal de la industria de la floricultura. Mujeres que no reciben flores sino que las cultivan por un salario que ni siquiera da para cubrir las necesidades m谩s b谩sicas, cuatro euros al d铆a –seg煤n un informe de la campa帽a ‘No te comas el mundo’–, lo que nosotros pagamos por una rosa de Sant Jordi. Empleo temporal, horas extras sin remuneraci贸n especial, despidos por embarazo, persecuci贸n sindical e incluso acoso sexual son pr谩cticas habituales. En otros pa铆ses, como Ecuador, la forma de actuar es la misma.

La salud de la plantilla se ve muy deteriorada por el uso sistem谩tico de pesticidas. En los invernaderos cercanos a Bogot谩, por ejemplo, sus trabajadoras est谩n expuestas a m谩s de un centenar de agrot贸xicos, un 20% de los cuales est谩n prohibidos en EEUU por considerarse da帽inos. Las consecuencias: alergias, gastritis, infertilidad, migra帽as, problemas respiratorios, abortos. Las flores, al no ser comestibles, eluden muchos de los controles a los que s铆 se someten otros alimentos.

Sobreexplotaci贸n de acu铆feros

Se trata de una industria en manos de grandes empresas, con fuerte inversi贸n extranjera, especialmente estadounidense y japonesa, que privatiza los bienes naturales. La industria de la floricultura necesita cantidades ingentes de agua, lo que provoca la sobrexplotaci贸n de acu铆feros y la escasez de este recurso h铆drico imprescindible. Las tierras ahora destinadas a plantaciones de flores, antes se dedicaban al cultivo diversificado de comida. Son las comunidades locales las que salen perdiendo.

Las rosas de Sant Jordi nos venden amor, pero amor, justicia y derechos son los que precisamente faltan en su producci贸n.




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